jueves, 5 de abril de 2012

La infidelidad al maestro. La plenitud de la señorita Brodie, Muriel Spark

          Dicen que es el mejor libro que ha escrito. No podría ser tan categórico; mucho menos  cuando he llegado a él por recomendación de otros lectores, sin haber leído nada acerca del resto de la obra de la autora. Lo cierto es que resulta entretenido, divertido, con cierta dosis de realidad -no exenta de sarcasmos varios- y muy significativo, para un docente como soy.
           Jean Brodie es una maestra nada convencional del último curso de la primaria de un instituto privado. Cuando el programa que debe cumplir supone muchos datos históricos y fechas, Brodie se encarga de hablar de aquellas cosas que tienen que ver más con el fluir de la vida que con el aprendizaje escolar: el amor, el arte, su propia historia y todo aquello que les supondrá a esas niñas no caer en el sometimiento de ningún varón. Para eso, crea un formidable grupo cohesionado: aquellas que son elegidas para convertirse en “la créme de la créme”. Así, un grupúsculo mínimo –que no sobrepasa la media docena de alumnas- acompaña a su maestra para aprender a apreciar el arte en todas sus expresiones, tanto como a tomar el té y hacer confidencias.
           Enemistada con sus colegas así como con la directora –quien no ceja en su afán de encontrar la manera óptima de deshacerse de la maestra díscola-, Brodie posee una personalidad a la que nada se le escapa, tanto en la observación como en la percepción.
           De carácter más bien ecuménico y con cierto tinte vanguardista, la construcción de Jean Brodie como personaje principal es magnífica. Una mujer situada en la cuarentena, a quien se le conocen algunos amores –y un “flirt” con un colega-, que intenta preparar a las niñas no para el devenir social, sino para la vida. Dueña de una visión más amplia que sus colegas, enseña cómo llevar el sombrero, cómo tratar con los varones para no ser sometidas por ellos y, fundamentalmente, cómo ser independientes en un mundo donde el género masculino parece dominar el futuro.
            Su caída en desgracia -debido a la traición de una de sus pupilas- con el pedido de renuncia consiguiente; el contacto que mantuvo con ellas a lo largo de los años y la visión que cobraron las mismas de sus enseñanzas y ejemplos, son parte no menos sustanciosa del relato, en el que identificaciones y rechazos se despliegan por igual.
           Ameno, fluido y coloquial, narrado en tercera persona, con diálogos entre una de ellas –la responsable de la traición, que deviene en monja- y sus viejas compañeras, el libro resulta fresco y se disfruta plenamente, con la misma informalidad y seguridad en sí misma que despliega la señorita Brodie, en su plenitud.


Marcelo Zuccotti

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