jueves, 1 de noviembre de 2012

El germen del monólogo interior. La señorita Elsa, Arthur Schnitzler


Losada, 1992

            Solo a través de recurrir al ‘parasistema’ de libros usados he podido encontrar este tan ansiado como huidizo título; en el mercado editorial de mediados de 2010 no era posible dar con él debido a su antigüedad; hoy puede conseguirse sin problemas. Lo llamativo en este caso es que parece haber sido un ‘ejemplar de cortesía’, pues algunos de sus pliegos se encontraban sin cortar… Alguien perdió la oportunidad de gozar con su lectura, sin duda.
            Es un libro relativamente breve, cuyo argumento es bien simple. Una bonita joven de poco más de veinte años, perteneciente a una familia de escasos recursos, es invitada por una tía rica a pasar unos días de vacaciones en un hotel, fuera de la ciudad. En medio del clima distendido, un hecho –esperado, tanto como temido- amenaza la idílica paz del entorno: la llegada de una carta de su madre pidiéndole ayuda económica. Su padre, un jugador empedernido, ha perdido –nuevamente- una cuantiosa suma y es necesario abordar el compromiso en el plazo de tres días, so pena de ser ejecutados judicialmente. Para ello, suplica a su hija que acuda al señor Dorsday, un hombre relativamente mayor y antiguo amigo de su padre que se encuentra en el mismo hotel, con el fin de asegurarse un ‘préstamo’ por tal cantidad. Con el enfado que esto le produce, Elsa accede al ruego materno. Mas la beneficencia del señor Dorsday ha de tener un costo, que Elsa deberá abonar…
            Así planteada, la trama se resuelve con un poco de veronal, excelente aliado de la personalidad emocionalmente inestable de la protagonista, no sin antes cumplir, de una forma por cierto inesperada, con las obligaciones contraídas. Un ‘collage’ de circunstanciales personajes secundarios acompaña el relato, todos ellos espectadores del desenlace.
            Lo brillante del libro no se halla en el objeto del relato, sino en el estilo literario. Schnitzler narra absolutamente todo lo que sucede desde adentro de la mente de Elsa. De esta manera, logra que el lector se convierta en Elsa; sea Elsa. Esta técnica narrativa, llamada monólogo interior, está ejercitada con tal grado de maestría que, a medida que transcurre el argumento, cada lector puede construir exactamente la psicología del personaje principal, con sus cavilaciones, euforias, desplantes, etc. Es la introspección psicológica la que domina la escena, creando una atmósfera donde ilusión y realidad se entremezclan sin solución de continuidad. Para más, el autor utiliza (y el traductor ha respetado) comillas sólo en los casos de diálogo, y guiones que permiten el salto desde lo que se dice a lo que se piensa, confiriéndole al texto fuerza narrativa, unidad y coherencia.
            Este libro ha sido todo un hallazgo. Realmente, quien nunca abordó un monólogo interior puede encontrar en éste un eximio ejemplar, que vale la pena leer.
            Marcelo Zuccotti

2 comentarios:

  1. No conocía este libro, tampoco he leído nada de este estilo. Como lo recomiendas para iniciarse en el monólogo interior, me lo apunto. Gracias por traernos cosas nuevas.
    Besos

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    1. Me permito hacerte una sugerencia más, Norah. Schnitzler tiene un libro muy interesante, llamado 'Relato soñado'. Es muy corto y fue aquel en que Stanley Kubrick se basó para crear 'Ojos bien cerrados', con Tom Cruise y Nicole Kidman. Ambos valen la pena, libro y film. Cariños para ti.

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