viernes, 25 de enero de 2013

La epopeya del Imperio Romano. Eneida, Virgilio



Cátedra, 2006

            La lectura de este texto, que ya contaba con cierta edad en mi biblioteca esperando su ocasión, la disparó otro libro, al que considero entre los tres mejores libros de literatura que he leído, y que siempre recomiendo cuando se cuenta con algo de tiempo para transitar sus más de 600 páginas: ‘La muerte de Virgilio’, de Herman Broch.
            La epopeya de Eneas, desde la ruina de Troya hasta su dominio del Lacio, es bastante conocida. La obra está estructurada en doce libros y puede dividirse en dos partes. En los primeros seis, se narra la salida de Eneas y su gente desde Troya; su llegada a Sicilia; la muerte de su padre, Anquises; su llegada a Cartago y el perdido amor de Dido; su regreso a Sicilia y su desembarco final en tierra latina. En los segundos, encontramos las luchas internas y guerras civiles previas a la pacificación, junto a la fundación de Roma y su Imperio, cumpliéndose así con el destino manifiesto otorgado por los Hados.
            Esta edición, a cargo de José Carlos Fernández Corte, cuenta con un análisis previo tanto de la obra como del poeta y también de la trascendencia de aquella como testimonio de un período pleno de vaivenes histórico – políticos que ella misma viene a iluminar. La traducción de Aurelio Espinosa Pólit cuenta con más aciertos que errores, al decir del propio editor. 
            ¿Es una obra poética? Sin ninguna duda. El ejercicio de ir hacia atrás y adelante en el tiempo; hacer uso de una amplia gama de elementos literarios –elipsis, aristías, etc.-; vincular los poemas homéricos de la Ilíada y Odisea con un nuevo enfoque, en el que el héroe no destaca, sino que asume su condición de instrumento de los Hados, a pesar de su propio carácter y elecciones, son parte de los recursos literarios de los que se vale Virgilio para narrarnos esta épica.
            ¿Es un documento histórico? En gran medida, puesto que mediante la narración que nos lleva a la fundación de Roma, se repasan todas sus luchas internas y guerras civiles –que Augusto vino a pacificar- y se establece un nexo entre éste y la impronta de los Césares, cuyos esfuerzos lograron asentar la base de un imperio que perduró más de quinientos años.
            ¿Es un instrumento político? Totalmente. El libro es en sí mismo una apología del Imperio Romano –establecido por Julio César y afianzado por Augusto-, desde el punto de vista del vencedor. Porque Virgilio era parte de los vencedores. Y se convierte en un documento de dominación; de un alegato sobre la típica Pax romana y su modus operandi, donde se testimonia una forma de llevar a cabo lo que hoy reconocemos como ‘civilización occidental’.
            Profusamente citada, el poema cuenta con anotaciones al pie de página donde pueden seguirse tanto los elementos narrativos de los que el poeta hace gala, como de los símbolos y referencias a otras obras que los mismos acontecimientos desencadenan. Todo un desafío, por cierto, que es necesario afrontar para la cabal comprensión de la dimensión alcanzada por semejante esfuerzo literario.

Marcelo Zuccotti

domingo, 20 de enero de 2013

Los libros en primer plano. Tardes con Margueritte, Marie-Sabine Roger


Duomo, 2009

            Había decidido participar en un encuentro entre libros y films, propuesta efectuada por unos amigos libreros en los altos de su local, y la película basada en este título iba a exhibirse una quincena más adelante, lo que me daba tiempo para poder leerlo antes. Desafortunadamente, razones de organización interna les obligaron a cambiar la fecha de exposición, superponiéndose en su horario con mis actividades profesionales, razón por la cual no pude asistir. En cambio, sí leí el libro.
            Germain Chazes es un grandulón de más de cuarenta años y casi dos metros de altura, quien posee un retraso madurativo. Siendo fruto de la despreocupación de un festejo de 14 de julio, con una infancia sórdida –tratado como un imbécil-, sin otros estudios ni preparación, Germain pasa una vida simple, con un grupo de amigos que suele frecuentar con quienes comparte su cotidianeidad. Vive en una casa rodante destartalada frente al jardín de su madre y se gana la vida haciendo arreglos. Ni hablar de agarrar un mísero libro; la cultura no es para él.
            Hasta que un día, por casualidad, en medio de una plaza en la que suele contar las palomas, se encuentra con una anciana dulce y de buenos modales –la típica abuelita de los dibujos animados- y, con su tertulia y afabilidad, introduce a semejante hombre en el mundo de la literatura y los libros.
            Pero hace mucho más por él. Porque al iniciarlo en la lectura, también lo invita a la introspección, a descubrir que existe un mundo de sueños, esperanzas, alegrías en nuestro interior, por los que la vida vale la pena ser vivida en plenitud. A través de los libros y de los encuentros con Margueritte, la vida de Germain comienza a cobrar trascendencia.
            Todas las peripecias de sí mismo y de los personajes de su entorno, las conocemos por Germain que es quien narra en primera persona. De ahí, la relación con su madre Jacqueline, con su antiguo maestro de escuela, con sus amigos y sus amores –que los tiene- pasan por el tamiz de un ojo muy observador, aunque con las limitaciones del caso.
            Roger se las ha ingeniado muy bien para hacer de este libro una novela amena y fluida. Se lee con rapidez pues a cada página nos asombra con algún comentario o reflexión de sus protagonistas, administrando sabiamente golpes de efecto y guiños al lector para mantener la expectativa hasta el final; que no decae. No poco para un relato tan ligero como versátil.
            Por último, un pensamiento de Roger que sería bueno poner en práctica:
“Me explicó que a leer se empieza escuchando. Yo más bien habría pensado que, precisamente, leyendo. Pero me dijo: “No, de ninguna manera, Germain, no crea eso, para conseguir que a los niños le guste la lectura, hay que leerles en voz alta”. Y añadió que si se les hace eso, después se vuelven dependientes como de una droga. Cuando crecen, necesitan los libros”.
            No soy partidario de ninguna clase de adicciones, pero sí considero a la lectura un sano entretenimiento que puede, llegado el caso, convertirse en reflexión, fantasía e instrumento de acción. De todas formas, siempre la literatura será uno de los más fieles testimonios de nuestro paso por la vida. Valioso.

                                                                                                             Marcelo Zuccotti

domingo, 13 de enero de 2013

La ceguera de la Justicia. Tesis sobre un homicidio, Diego Paszkowski


Sudamericana, 1999

             Antes que nada, deseo aclarar que este libro fue leído el pasado mes de octubre de 2012, sin tener noticia alguna de que se estaba filmando la correspondiente película, cuyo estreno es anunciado para el próximo jueves 17 del corriente según la cartelera local. De esta manera, pretendo salvaguardar las sensaciones transmitidas por el texto en su momento, antes de verme influido por las imágenes de la adaptación cinematográfica. Mis líneas son las que siguen.

            Este libro aparecía recomendado en un artículo sobre novela policial local, hace ya unos años, en una columna periodística inserta en una revista que acompaña la edición dominical de un importante matutino de Buenos Aires. Al buscarlo en las librerías, ya no se encontraba disponible. Merced a mi férrea constancia de visitar las ferias de libros usados, lo hallé y llevé. El hecho de haber recibido el Premio Novela 1998 -auspiciado por el propio periódico- acicateó más mi curiosidad.
            La novela narra la historia de dos protagonistas. Paul Besançon, de veintitrés años, abogado de brillante promedio e hijo único de un agregado cultural de Francia en la embajada de Buenos Aires, regresa a ésta a realizar una especialización en Derecho Penal, impartida por el doctor Roberto F. Bermúdez, ex - catedrático de la Facultad de Derecho de la Universidad local, retirado, con cincuenta y cinco años y un relativo buen pasar.
            Paszkowski compone dos personajes totalmente opuestos. Al joven obsesivo, metódico, frío y oscuro, sin vida social y con un amor enfermo por la actriz Juliette Lewis –de quien posee toda su filmografía-, opone un célebre abogado –conductor de un programa televisivo sobre leyes- descreído de la Justicia y sumido en un cuadro maníaco – depresivo debido al abandono de su esposa después de muchísimos años de matrimonio. En el transcurso de las ocho semanas que dura el curso, Paul intentará llevar a cabo su cometido: demostrar que la Justicia es tan ciega, que es incapaz de atrapar a quien comete un homicidio al azar, sin motivo alguno. Para ello, desarrollará un minucioso plan y le dará pistas del mismo a su maestro –a quien desprecia-. Éste, consciente de la imposibilidad de atraparlo por falta de pruebas, intentará hacer justicia por mano propia, infringiendo algunas de las leyes que él mismo tanto ha contribuido a respetar.
            Ambientada en el Buenos Aires de 1997, con profuso detalle del barrio de Recoleta y haciendo continua alusión a lugares referenciales como plazas, iglesias, museos y restaurantes -muchos de los cuales ya no existen-, el autor construye un relato de dieciséis capítulos en estilo coloquial y fluido. Escrito mediante la técnica de ‘monólogo interior’, no existen saltos ni separaciones, salvo un par de excepciones; así, cada uno de ellos alberga un único párrafo.
            La trama está bien llevada, con acertadas descripciones de los personajes y sus psicologías, aunque parecen algo estereotipados. Lamentablemente, la historia se desbarranca hacia el final, perdiendo gran parte de credibilidad. No obstante, resulta entretenido; una atinada distracción para llevar de viaje.
            Marcelo Zuccotti

domingo, 6 de enero de 2013

Cuestiones de género. El amor no es como nos contaron… ni como lo inventamos, de Clara Coria


Paidós, 2008


    Una amiga fue la que me recomendó este libro hace algunos años; en ese momento, andaba en la búsqueda de leer todo sobre la cuestión de género. Fue así que llegó a mis manos. Es uno de esos que marcan fuerte. Todo lo que leemos nos deja algo, no somos los mismos después de cada lectura. Algo dentro de nosotros cambia. Y con este libro uno puede pararse diferente ante la vida.
     En “El amor no es como nos contaron… Clara Coria –psicóloga clínica, escritora y especialista en estudios de géneroplantea que “el amor de pareja está profundamente condicionado desde lo cultural, y que dichos condicionamientos imponen moldes que dan forma a los comportamientos amorosos en la pareja.”. El libro se compone de siete capítulos: El “cajoneo” amoroso; Equivocaciones fatales; La aritmética del amor… o el mito de la media naranja; Maldades femeninas; Un acto de amor… o la armonía a cualquier precio; Si no me ama, me muero; La dimensión perversa del aguante.
    
Tiene como eje principal derribar los mandatos sociales que nos inculcaron a las mujeres desde niñas: que tenemos que postergar todos nuestros proyectos por el amor a la pareja y a los hijos; que tenemos que aguantar todo por el amor al prójimo; que para estar completas y plenas hay que encontrar a nuestra “media naranja”; que al casarnos seríamos las mujeres más felices y comeríamos perdices, entre tantas otras. Clara Coria realizó un taller con un grupo de mujeres para estudiar el tema –el libro fue producto del trabajo de campo.
     En algunos capítulos, por un lado, explica los comportamientos y las acciones que tienen las mujeres cuando responden al mandato social y explica cómo lo naturalizan como si fuese algo normal: “la autopostergación, el servilismo y un sinfín de otras subordinaciones.”. Muchas de ellas aguantan el maltrato de sus compañeros “por amor”, las descalificaciones y prepotencias de sus hijos “por amor” y la postergación de sus propios desarrollos personales “por amor”.”. Todo es cajonear, guardar, ocultar, callar, postergar. Coria explica que “son comportamientos que poco tienen que ver con el amor y mucho con el temor.”.
     Y por otro lado, aborda un tema que es muy recurrente en las charlas de mujeres: la pérdida del amor; esa pérdida la sufren como un fracaso en sus vidas. En el capítulo Si no me ama, me muero cita el poema de Pablo Neruda, Si tú me olvidas, para ejemplificar su teoría: “… si poco a poco dejas de quererme/ dejaré de quererte poco a poco. /  Si de pronto/ me olvidas/ no me busques/ que ya te habré olvidado.”, ella explica que el poema es “…una experiencia de libertad que ni siquiera en los dolorosos momentos del desencuentro logra encarcelarlo en la melancolía del amor perdido. Como si hubiera querido dejar muy en claro que el amor no se pierde cuando el otro se va, porque el amor está dentro de cada uno y, en todo caso, lo que se termina es una experiencia de amor compartido pero no la capacidad para amar.”. Y agrega: “Al igual que las pacientes heroínas de los cuentos infantiles, algunas mujeres que siguen esperando –tendidas en las redes del ensueño- que el amor vaya hacia ellas corporizado en un varón que las despierte y les dé sentido a su vida. Transformado en el príncipe de sus ensueños, dicho varón queda convertido en depositario exclusivo del amor femenino y como tal, responsable de tan caro sentimiento. Si llega a suceder que las encrucijadas de la vida conducen a un desencuentro amoroso, la pérdida del depositario suele ser vivida como la pérdida del amor. Varón y amor se superponen y pasan a estar identificados como si fueran una sola cosa, de la misma manera que en aquellos cuentos el despertar venía de la mano del príncipe. No son pocas las mujeres de cualquier edad que suelen vivir los desencuentros amorosos como una tragedia, en lugar de vivirlos solamente como lo que son: una frustración dolorosa.”.
     Los capítulos están acompañados por los ejemplos que brindaron las mujeres que integraron el taller.
     Es un libro muy completo y recomendable. Se lee de manera ágil y amena. 
Claudia Perez