sábado, 9 de febrero de 2013

Una elegía para los muertos. Los Living, Martín Caparrós



Anagrama, 2011


            Hace un tiempo se me ocurrió abordar este título por curiosidad, pues ha recibido el Premio Herralde de Novela 2011; por otra parte, ya había leído varios trabajos de investigación de Caparrós, propios de su labor como periodista, tales como “La guerra moderna” y su ya célebre “La Voluntad”, coescrita con Eduardo Anguita.
            Esta novela presenta dos planos que se desarrollan en paralelo. Por un lado, está la historia de Nito, un chico que tuvo la particularidad de nacer el mismo día en que Perón moría. A la muerte, omnipresente desde el inicio de su vida, se le une la ausencia de la figura paterna, dado el temprano deceso de éste. Inteligente, aunque no dotado de atractivos físicos, su infancia transcurre junto a una madre joven, con una pareja con la que convive –que intenta ocupar el rol de padre sin lograrlo- y con una vida cotidiana de clase media urbana. Las dudas que genera un comentario sobre los desaparecidos, devendrá en un cuestionamiento sobre los hechos ocurridos alrededor del accidente que puso fin a la vida del padre, conduciéndolo a un encuentro con quien fuera el autor material de la misma. Un escrito formulado a manera de venganza por el curso que su vida tomó después del accidente, dispara en Nito el ejercicio de un don del que hará uso y abuso para ganarse la vida: amedrentar a sus congéneres contándoles cómo quizás sea su muerte. Así, se convierte en un charlatán profesional que, en manos de un ‘pastor’ inescrupuloso, allega nuevos fieles a la ‘Iglesia’, hasta que son amenazados y decide abandonar su lugar.
            Alternativamente, se nos hace saber al término de cada sección cómo surge la idea y en qué consta la ‘preparación’ que va teniendo Nito a fin de transformarse en la imagen principal del proyecto de los “Living”. Un seudo artista frustrado, que entiende el arte como un hecho revolucionario –tan propio de los años ’70- cuestiona cómo el culto a los muertos –y la muerte en sí misma- ha tenido relevancia en cada sociedad, partiendo de las primeras comunidades llegando a la actualidad. Desde las pirámides egipcias hasta la cremación, los grupos humanos han encontrado siempre una forma de enfrentar el único hecho que nos hace diferentes del resto del mundo animal: el tener que sobrellevar diariamente en nuestra conciencia la certeza de que vamos a morir de alguna manera. Y una vez muertos, pasaremos a ser parte del pasado. ¿Qué pasaría –se pregunta el artista- si en vez de ser olvidados y no dejar más que un tibio recuerdo de nuestro paso mortal –que va extinguiéndose con el tiempo- pudiéramos seguir presentes en nuestras familias, embalsamados, en nuestras propias casas? Ambas historias, entonces, se entroncan en un desenlace tan desopilante como original.
            Narrada por el protagonista toda su historia, el lector va conociendo las distintas facetas de la personalidad de Nito que lo conducen a ser quien es. Caparrós va construyendo paso a paso –con mucha maestría- a ese chico introvertido, tímido, cuyo acontecer lo va convirtiendo en una suerte de profeta moderno de la muerte. Hacia el final, un narrador nos participa de la evolución de la idea central –responsable del título del libro- y qué ocurrió con cada uno de los personajes principales.
            En estilo coloquial, la obra no resulta todo lo amena que se desea mientras se relata la vida de Nito. El hecho de intercalar otras situaciones que tienen que ver con el futuro del personaje a fin de capítulo actúa como elemento disparador de la curiosidad del lector, que no sabe bien hacia dónde va la historia hasta casi su conclusión. Ésta se resuelve, de manera rápida y efectiva, en las últimas páginas.
            Mientras leía, acudieron a mi memoria ciertos elementos literarios y televisivos. Así, el personaje de un fraudulento pastor –encarnado por Steve Martin en el film “Leap of Faith”-; los “happenings” setentistas del Di Tella; el tema de las “vidas desperdiciadas” –cuando los que no tienen trabajo son parte de la basura que toda sociedad moderna prefiere ignorar, tan bien expuesto por el sociólogo Z. Bauman en un trabajo homónimo-; la cultura de lo kitsch y el posmodernismo, todo en un collage de imágenes, junto a una burla socarrona y algo soberbia de una clase dirigente esnob y superficial, de la que el autor se vale para criticarlos, incluyendo slogans de publicidad y de campaña que tanto la farándula como el cotilleo político del medio local nos han brindado –y nos brindan- desde el regreso a la democracia hasta el presente.
            Un libro compuesto de una idea muy original, bien llevado, con personajes creíbles y lenguaje adecuado, algo lento en sus tramos medios pero con un final que ronda entre el sarcasmo y la diversión, puede ser una buena opción a la hora de acercarse al universo literario de Caparrós.
Marcelo Zuccotti

2 comentarios:

  1. Pues libro y autor que no conocía y que me apunto sin dilación. No debe ser demasiado complicado conseguirlo si está editado por Anagrama, las dos líneas, una algo introspectiva y la otra casi narrativa- divulgativa me parecen interesantes. Un abrazo Marcelo :)

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    1. Debo hacerte una aclaración, Yossi. Al transitar la medianía, el texto puede volverse denso. Más de uno se que ha abandonado allí. Pero el final no tiene desperdicio y resulta coherente con el resto del relato. Si lo encaras, espero que lo disfrutes. Un fuerte abrazo, amigo.

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