jueves, 22 de agosto de 2013

Historia de una obsesión. Moby Dick, Herman Melville


De Bolsillo, 2009

           Es difícil encarar un libro, que debía haber leído hace muchísimos años, en la pubertad o adolescencia, en plena madurez. Me preguntaba por qué Melville es considerado uno de los padres de la literatura americana –junto a Hawthorne y Thoreau, entre otros- en base a este título que podría ser tildado de ‘libro de aventuras’. Me costó darle continuidad y sólo mediante una férrea decisión lo acabé, saldando así una deuda que tenía conmigo mismo como lector.
            La historia de Ismael, el narrador omnipresente, junto a la tripulación del Pequod y del capitán Ahab, es bastante conocida. Ahab ha sido mutilado por la Ballena Blanca en el primer encuentro y él ha supeditado el resto de su existencia a darle caza y exterminar a quien lo ha privado de ser él mismo, de ser hombre. El resto de los personajes acompañan tamaño objetivo, desde los nativos arponeros –caníbal, negro o indio- a los demás presentes, divididos entre oficiales, auxiliares y marineros.
            ¿Qué ha querido Melville significar con esta novela? Estimo que la lucha entre las fuerzas de la naturaleza y la obstinación del hombre, ávido de domeñar el universo. Someter a las demás criaturas a nuestro albedrío pareciera ser un mandato divino; sin embargo, el puritanismo de Melville deja en evidencia nuestro costado menos atractivo y más oscuro: el ánimo vengativo de restañar las propias heridas con el mal, infligido a quien nos lo ha originado. No importa las circunstancias, motivos o el simple acto defensivo frente a nuestra agresión. Moby Dick corporiza ese destino indómito; una forma de hacer justicia para los que no tienen manera de defenderse pero que hacen valer el conocimiento del medio en el que viven. Como un general que ha transitado muchas batallas en un terreno que le es afín, aun diezmado en sus recursos, pero con inclaudicable resolución de presentar armas ante la ofensiva foránea.
            De esta manera, la caza de ballenas del siglo XIX queda en segundo plano, aunque muchos capítulos se dediquen a instruir al lector en la jerga, fábulas y acontecer de la marinería, tendientes a hacerlo partícipe de los pormenores diarios de la existencia de una nave destinada a esos fines. Capítulos que, por otra parte, siendo sólo informativos, retrasan, a mi parecer, y suspenden en el tiempo la trama. En lo personal, no importa qué clases de ballenas existen, ni sus características ni las del navío que las persigue. Tampoco el faenamiento de ellas una vez cazadas, ni las operaciones empleadas en hacerlo. Pero medio libro se ocupa de ello. Es por eso que se me ha vuelto extensa en el tiempo su lectura.
            Más allá de las dificultades que Melville describe a propósito de una actividad que debe haber conocido muy bien, la narración posee un sinnúmero de símbolos, guiños y alusiones que al lector de su tiempo, conocedor de detalles, no debieran escapárseles. Por otra parte, sus líneas están repletas de reflexiones sobre los objetivos de la vida, las emociones, la camaradería y la amistad y, por qué no, sobre la lealtad a una quimera, aunque en ello, aun a sabiendas, nos vaya la existencia.
            Con sólida construcción psicológica de los personajes, es un libro para ser leído en múltiples planos; denso, algo cansador y por momentos profuso en detalles sin valor para el lector. Pero lleno de enseñanzas, si se lo lee entre líneas.
Marcelo Z

6 comentarios:

  1. PObres pibes del secundario en EU que lo tienen que leer obligatorio!!! jajaja.. la verdad que lo empecé dos o tres veces y finalmente me decanté por la novela gráfica, preciosa, pero no lo suficientemente atrapante como para decidirme a leer el libro. Me gustó la relación del narrador con Queequeg. Saludos

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  2. Capaz que para los pibes de cierta edad está bien, pero para los adultos, tengo mis dudas, Vale. Sí, el vínculo entre Ismael y Queequeg es lo mejor, junto al ataúd usado de salvavidas -todo un símbolo-. Besos.

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  3. Me sorprendió muchísimo esta lectura realizada ya de adulto. No tiene demasiado que ver con la versión infantil que nos muestran en los cuentos infantiles.
    Por eso me gusta hacer estas lecturas en la edad adulta
    Besos

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    1. No, es cierto; temo que un chico no la pueda apreciar en todo su valor, aunque sí rescate lo que tiene de aventura. Pero hay que armarse de paciencia para encarar casi 700 páginas, más en esta época donde parece que todo tiene que ser 'inmediato'. Besos para ti, S.

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  4. Para mí es un libro sobrevalorado, Bartleby del mismo autor me gustó mucho más y eso que por poco pasa de relato. No iré que no me gustó pero estoy de acuerdo con la crítica en fecha de su publicación... luego muchos lo enarbolaron, entre otros Harold Bloom y se convirtió en un referente, entiendo la razón pero hubo cierta decepción al leerlo. Una brazo Marcelo :)

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    1. Creo que si lo hubiera leído de joven, no me hubiera atrapado. Y ahora, le reconozco méritos literarios en lo que hace a la exposición de la naturaleza humana. El resto -la mitad del libro o más- son sólo detalles del oficio de cazador de ballenas. Me gustaría saber qué opina Greenpeace... Un fuerte abrazo, Yossi.

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