sábado, 30 de noviembre de 2013

Cómo surgió la República Argentina. Ciudades, provincias, Estados: Orígenes de la Nación Argentina (1800-1846), José Carlos Chiaramonte


Espasa Calpe, 1997

           Pensé que era hora de dar a conocer mi pasión por la Historia Política Contemporánea de mi país, tema al que he dedicado muchos años de lectura, mucho tiempo de búsqueda de obras representativas, muchos recursos económicos y, fundamentalmente, mucho espacio en mi biblioteca –llegan a dos mil volúmenes, de los que he leído más de quinientos-.
            Quería comenzar con este libro, que a su vez inicia una serie de siete títulos destinados a abordar el análisis de nuestra historia nacional, como homenaje a uno de los investigadores en esta disciplina quien, a lo largo de su trayectoria, nos ha nutrido -y en más de una ocasión, develado- sobre ciertos usos de generalizaciones que nos han etiquetado, sin responder de manera acertada a la realidad de las mismas. Fue el azar -o la necesidad, al decir de Monod-, la que me permitió conocerlo personalmente y entablar amigables conversaciones sobre nuestras aficiones comunes: historia y vinos. Próximo a celebrar su cumpleaños, no quería dejar pasar la oportunidad de allegarlo a todo aquel al que interese la historia de Argentina.
            El texto repasa un período de nuestro pasado que abarca el fin del Virreinato español hasta los esfuerzos por los Estados provinciales en constituir una Nación federal. Desde el inicio hasta su fin, Chiaramonte bucea en las condiciones socio–políticas locales y en la influencia ejercida por las nuevas ideas surgidas en Europa tras la Revolución Francesa y la Ilustración en el pensamiento de aquellos que han sido llamados a conducir los destinos de una colonia recién emancipada.
            La construcción de la identidad política –el origen del vocablo ‘Argentina’-; los efectos de la herencia borbónica tendientes a la centralización del poder; la emergencia de las primeras soberanías territoriales; la relación con la Iglesia en el ejercicio del Patronato; la discusión acerca del carácter de representación de los diputados –si lo hacían en nombre de las provincias o en nombre de un Estado aun inexistente- y los intentos –fallidos- de lograr un único gobierno que rigiese los destinos de la Nación, son los tópicos más sobresalientes de este singular trabajo, en el que la documentación que justifica la mirada del autor ocupa más páginas que el análisis minucioso que lleva a cabo.
            Destaco particularmente la complejidad del origen de la nacionalidad, tanto como el hecho de la carencia del uso de antinomias a las que la ‘historia oficial’ –posterior a la batalla de Pavón- nos había condenado, en un intento de simplificación que hoy estimo grosera. Por otra parte, Chiaramonte no hace óbice en su relato para dejar en claro qué intereses estaban en juego en cada toma de decisiones, intereses que, es necesario señalar, frustraron en más de una oportunidad las numerosas concordancias existentes en cobijar bajo un solo Estado la multiplicidad de pueblos independientes reunidos por la lengua tanto como por la religión. Entre estos años, fuimos un grupo de aldeas coloniales devenidas en ciudades, que nos convertimos en provincias soberanas unidas en una suerte de Confederación. Aun nos quedaba transformarnos en nación republicana.
            Escritos en una prosa de estilo académico, con apropiado y fluido uso del idioma, cada capítulo finaliza con las referencias indispensables a una bibliografía selecta. Intercalado en los párrafos se hallan las alusiones a cada uno de los documentos –textuales- que, en un apartado hacia el final del libro, el autor ha reunido con el fin de que sean los propios actores los encargados de indicar a los lectores la mirada en contexto. Una obra señera, que alienta la prosecución de los otros volúmenes que componen la obra. Un trabajo serio y esclarecedor.

4 comentarios:

  1. Pues no es novela histórica sino historia pua y dura pero me lo llevo. Me gustan los libros de historia planteados así, es increíble la perspectiva con la que se sale de la lectura y más para los extranjeros, que sabems de seguro menos. Un abrazo, Marcelo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. He sentido la necesidad de hacer saber también mi otra pasión -que comparto con Laura Uve-. Hay mucho escrito sobre el tema, pero bueno y serio, relativamente poco. Para aquel que guste de conocer cómo se hizo y qué pasó en este país, esta serie me parece lo más claro. No intento aburrir, sino saldar una cuenta personal. Por cierto que será cada tanto, en la medida de mis lecturas. Gracias por el aliento, Yossi. Un fuerte abrazo.

      Eliminar
  2. Marcelo, bien dices, pasión compartida: la Historia.

    Aunque los principios del siglo XX, y en concreto los años veinte, fue la época que más me atrajo en lecturas e investigación. Mis pasos me encaminaron hacia atrás, hacia el XIX y especialmente al último tercio. Tú hablas de una etapa muy interesante, la formación de los Estados nacionales. En el caso de Argentina coincide además con el fin de la colonización española.

    He buscado información sobre Chiaramonte (que apellido tan hermosamente italiano supongo) y su último libro, que me mencionaste, y no hay modo de conseguirlo salvo para ebook que no tengo, ¡que fastidio!

    Ejem, nada dices del tema del vino, lo has guardado eh??

    Un abrazo!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me agrada sobremanera compartir contigo nuestras pasiones, Laura. Lamento mucho que no puedas conseguir aun el último trabajo de Chiaramonte; tendrás que tener paciencia. La misma en la que me ejercito diriamente leyendo las reseñas de libros que tu y otros lectores publican en sendos espacios y no aparecen por aquí.
      Respecto del vino, sólo es un pasión controlada. Además de lo que sabes de mi, soy sumiller. Pero no lo divulgues. Un beso grande!

      Eliminar