martes, 31 de diciembre de 2013

De amor y de sexo. Primer amor, últimos ritos, Ian McEwan


Anagrama – Página 12, 2009

            Esta colección de libros que la editorial del diario local Página/12 decidió publicar con acuerdo de Anagrama es un acierto, pues brinda a voraces lectores como quien escribe la posibilidad de acceso a buenos títulos que ya no son posibles encontrar en las librerías; para colmo, a un costo más que irrisorio. Sólo hay un detalle a tener en cuenta; algunos de ellos –en especial, los que están compuestos de cuentos- no incluyen todos aquellos presentes en el original, como es el caso de éste que, al girar la portada, se nos avisa que el relato Disfraces no es parte de la presente edición. El beneficio de hallarlo tiene sus costos indirectos.
            La selección de relatos deambula entre el amor y el sexo. El despertar sexual de un joven con aquella que tiene más a mano, el deterioro del sexo como reflejo del hastío que provoca la convivencia de una pareja, el erotismo nacido en plena escena de un ensayo de una obra de teatro, son algunos de los tópicos que McEwan construye alrededor de circunstancias posibles, como vehículos donde la carga sexual se halla a punto de estallar, generando atmósferas de plena tensión.
            Mas no sólo es eso. También se vale del descubrimiento de una fórmula para desaparecer objetos y personas, o de un crimen frío e insensible, o de la terrible infancia de quien sólo quiere volver al vientre materno, o de la llegada de una visita que termina haciéndose cargo de una familia, situaciones todas que alternan entre el realismo mágico, la soledad, la angustia y la desesperación.
            Si bien el nivel de los cuentos no es del todo parejo, al menos respetan aquello que Poe sugería a todo cuentista: que sean breves, que mantengan la intensidad, que posean golpes de efecto y que carezcan de un objetivo estético. Es simple y pura narración con algunos toques de humor negro y cierta dosis de fina ironía.
            Escritos en lenguaje coloquial, la traducción es un punto flojo, dado que las páginas contienen modismos –seguramente propios del lenguaje original- que resultan disonantes con la cadencia natural del relato. Lo que no es excusa para no disfrutarlos, igualmente.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

El arte de narrar. Sale el espectro, Philip Roth


Mondadori, 2008

            Me obsequiaron este libro como retribución por haber escrito un somero artículo sobre su lanzamiento en Buenos Aires, allá por el 2008, del que participé entusiastamente. Nada había leído de Roth hasta este momento, aunque soy consciente de que, año tras año, su nombre merodea en las apuestas de candidatos al Premio Nobel de Literatura. El hecho que haya sido premiado varias veces confirma, al menos, el reconocimiento que su talento narrativo posee en los medios literarios.

            En esta ocasión, Nathan Zuckerman –legendario alter ego del propio Roth- decide visitar Nueva York después de once años de ausencia. Con setenta y un años de edad, víctima de un cáncer de próstata cuya cirugía lo ha sumido en la impotencia sexual y en la incontinencia urinaria, accede a someterse a un flamante tratamiento que le permita recuperar parte de la autonomía perdida. A su paso, se cruza fugazmente con la ex - mujer de su maestro, E. I. Lonoff, quien, enferma de un cáncer cerebral a sus setenta y cinco años, guarda el último manuscrito inédito de él. Para saber acerca de ella, se contacta con una pareja de jóvenes escritores que, aviso clasificado mediante, propone un intercambio de domicilios. Subyugado por la figura de la joven esposa, Zuckerman se ve envuelto en una historia de chisme editorial, pues un amigo de ella desea editar una biografía de Lonoff en la cual dar a conocer el ‘gran secreto’ de éste.

            Ambientada en la Nueva York de 2004, durante las elecciones que permiten la reelección de George W. Bush, la novela presenta múltiples planos y elementos. Uno de ellos es la muerte, omnipresente en forma de enfermedad terminal o de impotencia sexual. Zuckerman se enfrenta a su propio deterioro y el de aquellos que han sido parte de su entorno. Otro, el miedo. Unas postales amenazadoras han hecho que Zuckerman abandonase la gran ciudad para refugiarse en un hinterland a cientos de kilómetros. Jamie Logan –la joven esposa- desea irse de Nueva York porque el pánico que le dejó los atentados del 2001 le impiden escribir. Y la ironía sobre el boom de esos años -la telefonía celular- para quien sólo escucha música en la radio y no mira TV desde hace diez años, no tiene desperdicio.

            Pero también existen simetrías. Hay dos triángulos amorosos, uno constituido en el pasado y otro en el presente, que alternan protagonismo, con su cuota de celos y rencores, de manera que el relato adquiere en su personaje principal una suerte de figura espectral muy propia del teatro shakesperiano, del que está tomado el título –‘Enter Ghost’ y ‘Exit Ghost’ son las anotaciones que el bardo inglés incluye en el libreto de ‘Hamlet’ toda vez que el fantasma de su padre debía estar en escena-. Zuckerman sale de su nebulosa para materializarse en Nueva York y volver a desaparecer.

            Por otra parte, contien una burla socarrona a los críticos literarios; Zuckerman se opone firmemente a que Lonoff –y él mismo, autor exitoso- sea biografiado, porque cree que las biografías no aportan nada a la obra de un autor y sólo la empañan, mezclándola con hechos de su vida personal que tienen mucho de chisme y cotilleo –género con el que las grandes casas editoras hacen pingües negocios-, en lugar de llevar a cabo una tarea más profunda como es el análisis literario.

            De estilo coloquial y ameno, las líneas de Roth son fluidas. De a ratos entremezcla ficción y realidad, logrando un efecto de fuga en donde queda claro que la novela como género y el arte de narrar es el único capaz de trascender la mediocridad que abunda en la literatura moderna.

viernes, 20 de diciembre de 2013

El delirio de un antihéroe. Asfixia, Chuck Palahniuk


De Bolsillo, 2004

           Lo busqué porque era difícil de encontrar y porque sabía lo desopilante de sus trabajos. Después de haberme enfrentado a algunos ilustres autores en obras no tan amenas, sentí que era momento de sacarlo de la etapa de maceración y brindarle su ocasión.
            Victor Mancini es el protagonista de este libro, escrito en primera persona. Cuenta con veinticinco años, una madre loca internada en una Residencia Asistida, se gana la vida actuando como granjero en una ‘propuesta temática’ destinada a recrear la vida de los primeros colonos de E.E.U.U. y, como el dinero no alcanza para vivir y pagar los servicios por la asistencia de su madre, decide aumentar sus ingresos eligiendo todas las noches un restaurante distinto y montar un número en el que finge que se atora comiendo, de manera que algún cliente de los alrededores pase a ser un héroe por salvarle la vida y quien, de manera gentil, le hace llegar un cheque por si necesita algo. Pero además, Victor es un adicto al sexo, que lo practica en los lugares más inverosímiles, con cuanta mujer encuentre y en las posiciones más atrevidas y rebuscadas.
            En sentido estricto, Victor encarna a un antihéroe que sólo busca que lo quieran. Habiendo sido tratado por su madre más como rehén que como hijo, sostiene que la relación con la madre es la que define cómo ha de ser un varón y que éste se pasa toda la vida relacionándose con aquellas que puedan ejercer como sustitutas.
            La prosa fluida de Palahniuk, unida a las ocurrencias más divertidas, no oculta la sordidez y desparpajo de su personaje central ni de los que lo rodean, como tampoco cierta crítica a los movimientos contraculturales de los ’70. La madre internada dice en un párrafo,
‘Sí, he luchado contra todo, pero cada vez me preocupa más la idea de que nunca he estado a favor de nada… Sí, se criticar y quejarme y juzgarlo todo, pero ¿adónde me lleva eso?...  Quejarse no equivale a crear algo. Rebelarse no es reconstruir. Ridiculizar no es reemplazar… Hemos destrozado el mundo, pero no tenemos ni idea de qué hacer con los pedazos… Mi generación, la forma en que lo hemos ridiculizado todo, no ha hecho que el mundo sea mejor. Hemos invertido tanto tiempo en juzgar lo que otros creaban que hemos creado muy pocas cosas propias…’
            Las situaciones irreales se intercalan con sarcasmos, humor ácido y mordaz  y una visión de la sociedad norteamericana que resalta la falta de afecto, la superficialidad y carencia de objetivos, compaginando la más bruta inocencia con el desenfreno y el desamor.
            Salvando las distancias, el protagonista conjuga cierta dosis de la irresponsabilidad de Ignatius J. O’Reilly -de ‘La conjura de los necios’- con algo de la falta de madurez y adolescencia tardía de Rob Fleming –de ‘Alta fidelidad’-, sin dejar de hacer gala de curiosas reflexiones,
‘Es patético que no podamos soportar las cosas que no entendemos. Que si no entendemos algo simplemente lo negamos…’
            En conclusión, un libro entretenido, ameno y coloquial, que arranca sonrisas cuando no carcajadas sin que ello menoscabe su poder de observación y profundidad a la hora de preguntarnos acerca de los afectos y emociones.

domingo, 15 de diciembre de 2013

Muchas mujeres en una sola. Gina, Rodrigo Soto


Periférica, 2006

            Había leído un comentario sobre este autor que, al parecer, está considerado por la crítica como representante emergente de la literatura centroamericana contemporánea. Al alcanzar este breve volumen no dudé en llevarlo, pues resulta apropiado para alternar con otras lecturas que requieren mayor abstracción o bien para amenizar al concluir otra de cientos de páginas, como ha sido el caso.
            Gina es la protagonista de esta breve historia, aunque no sólo relata su acontecer en primera persona, sino que además poseemos imágenes de su pasado por la presencia de un narrador. Con dos hijas pequeñas y una carrera de antropóloga archivada en el olvido, decide abandonar el matrimonio que la une con Ariel, padre de sus hijas, pues no se encuentra satisfecha con el rol que ella misma ha aceptado. La desilusión, que la realidad impone a nuestros sueños de lo que nos gustaría que fuera, acaba por deteriorar su relación y hacerla naufragar.
            Pero Gina no es una sola. Soto se las ingenia para hacernos conocer todas las facetas de su personalidad, saltando hacia adelante y hacia atrás en el tiempo, de manera que Gina se convierte en varias mujeres. Así, la chiquilla que corría a los patos y no los alcanzaba, convive con la mujer de Marvin –un negro- quien se convierte en su pareja año y medio después de separarse; con la estudiante de izquierda combativa para derrocar al dictador nicaragüense Anastasio Somoza; con la niña que ha perdido a su padre en un accidente de tránsito y con la mujer que se ha afincado en el pueblo donde vive.
            En este transcurrir poliédrico, el relator nos narra también los hechos salientes de su vida: su primera menstruación, su inicio sexual, su desencanto con la política y otros tópicos que hacen de Gina una multitud de personajes reunidos en uno solo. Quizás Gina encarne, por extensión, a la mujer latinoamericana, mezcla de sueños, realizaciones y frustraciones que representan fielmente al género femenino de nuestras sociedades actuales.
            Es un libro cálido, que se lee rápida y fácilmente y que comparte con nuestras mujeres el colectivo imaginario de nuestra vida.

martes, 10 de diciembre de 2013

Desesperanzas. Amok, Stefan Zweig


Acantilado, 2007

            Lo tenía señalado como lo mejor de Zweig y, cuando pude hallarlo, no dudé en llevármelo. No esperó mucho tiempo, debido a mi necesidad de alternar con un libro de relatos otras novelas de mayor volumen y concentración. Un comentario sobre la obra del autor disparó su lectura.
            Esta colección está compuesta de siete relatos cuyo denominador común es la desesperanza, un cúmulo de expectativas que no hallan realización satisfactoria puesto que  las circunstancias son adversas para que ellas tengan lugar. Así, el destierro de una intrigante de la Corte de Luis XV, que consume sus vacíos días en el campo aparentando indiferencia a aquellos de los que fue despojada; un coronel que en tiempos de Napoleón sobrevive en tierra enemiga a la matanza de sus soldados; la pérdida de una carrera prometedora de un joven debido a una mala decisión de su profesor; el enfermizo dominio de una mujer sobre la vida de un hombre, capaz de acompañarla hasta en la muerte; la avaricia de un hombre que induce a su esposa a la prostitución; el protagonismo que asume como cómplice de su señor una criada otrora anodina y la imposibilidad del regreso a casa de un campesino ruso al estallar la guerra, son todos ellos retratos de situaciones extremas, dolorosas, donde campea la incomprensión, el aislamiento, al soledad y el desaliento que invitan al crimen o al suicidio.
            Con prosa amena y estilo coloquial, Zweig construye argumentos que evidencian pasiones no correspondidas, martirios y toda una gama de pesares cuyo desenlace trágico se anticipa en cada línea.
            ¿Qué queda de un ser humano cuando es incapaz de obtener sus objetivos? ¿Qué nos ocurre al ser despojados de todo aquello que nos pertenecía? ¿Es posible enfrentar la vida con cierto grado de optimismo cuando aquello que amamos se ha perdido? Estos son algunos interrogantes que el autor nos propone al transitar las páginas.
            Mediante relatos sólidos y personajes bien delineados el autor nos llama a encontrarnos con nuestra propia oscuridad, la que surge cuando la fortuna, el remordimiento y la culpa nos arrebatan la razón de existir. Cuentos que se leen bien pero que dejan sedimento.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Versión Original 4. La pasión según G. H., Clarice Lispector


Muchnik, 2001

            La reseña que hoy visita el espacio fue publicada a fines del 2009, habiendo leído el libro en octubre de ese año, antes de dispararse la 'Lispectormanía' por estos parajes. En cierto modo, este trabajo ha sido pionero, pues éramos pocos los que contábamos con el ejemplar -y menos los que lo habían leído-. Por otra parte, cumplo con algunos lectores en hacerles conocer mis líneas.

            Llegué a la autora gracias a las bondades del mundillo literario, donde continuamente se la nombraba, en una suerte de “trendy author”. A eso habría que añadirle la fotografía que una librería porteña había publicado en su blog, que contaba con “casi” todos los títulos de la escritora… menos con éste. Como las casualidades no existen, a los pocos días, algún asiduo visitante de saldos me comunicó su presencia -cuyo monto era ridículo-, con lo cual salí en su búsqueda. Por otro lado, nada había leído sobre literatura brasileña, a excepción de algún libro de Jorge Amado; por eso me pareció una buena ocasión para abordar su narrativa.
            La novela cuenta dos historias en planos distintos. En la primera, una escultora carioca de clase acomodada decide ordenar una habitación vacía que ha dejado libre su última criada donde, al abrir la puerta, descubre la pulcritud de la misma, algunas valijas con sus propias iniciales “G. H.”, la cama libre y un armario, todo iluminado por un sol esplendente. Pero en la pared hay un dibujo de un hombre, una mujer y un perro. Al abrir el armario se choca con una enorme cucaracha, a la que quiebra de un portazo, dejando un reguero blanco mientras se arrastra agonizando.
            A partir de este hecho se inicia una incursión de la protagonista al lado oscuro del yo, utilizando para ello cuestionamientos -y sus correspondientes respuestas personales- en una suerte de diálogo consigo misma. Por otra parte, las reflexiones están teñidas de un crudo existencialismo, despojado de la vida cotidiana y burguesa a la que pertenece, en aras de alcanzar aquello que resulta la esencia de nuestro ser.    
            El libro está plagado de referencias e imágenes de la literatura clásica, universal y judeo-cristiana. Baste para ello la alusión a Adán, Eva y el Can Cerbero del paraíso en las figuras de la pared; la cucaracha, que recuerda a Kafka; el viaje socrático con el que se emprende el conocerse a sí mismo; el placer de la orgía del Sabbat y la necesidad de una mano anónima que acompaña a la protagonista, evocando al Virgilio de la Divina Comedia, que guía al Dante en su descenso a los infiernos
            Además, existen preguntas metafísicas sobre la esencia de la vida y el amor, así como un antes y un después de la travesía. Un periplo que incursiona en los pliegues del yo y desciende hacia lo más sórdido y animal del hombre donde se pierde la racionalidad, nos conduce luego hacia la redención propia y la recuperación del vínculo con Dios y los otros, con un ingente amor por la vida, descubriendo que la humanidad sólo pude realizarse como tal en contacto con los demás.
            Por momentos, el texto se vuelve arduo y requiere de toda la concentración de la que se es capaz para sobrellevarlo. En otros, Lispector hace acopio de su destreza en el manejo lingüístico construyendo frases que carecen de significación; son ésas donde se busca la musicalidad o sonoridad. Las asociaciones de imágenes (v.g., el reguero blanco que deja la cucaracha, la leche materna y el recuerdo de los abortos de la protagonista) refuerzan la narración. También, el que la frase final de un capítulo se repita en el inicio del siguiente, otorga un carácter espiralado y circular, donde todo vuelve al principio y se renueva a la vez.
            Lo sorprendente es la sucesión de cuestionamientos e indagaciones existencialistas, psicológicas, teológicas y teleológicas, dentro de un libro que no alcanza las ciento cincuenta páginas. Mas ese viaje redentor remite a la Pasión de Jesucristo, dejando en claro que lo que se ha propuesto la autora es llevar a cabo el mismo proceso por una mortal llamada “G.H.”, cuyas iniciales remedan al Género Humano. Un libro profundo, para descubrir y releer varias veces.