Anagrama, 2013
Quería
comenzar el año en curso con algo alusivo, y me encontré hace unos pocos días
con este título en una librería que suele importar buenos libros. Como había
pasado por la experiencia de leer a Echenoz en un par de ocasiones, me pareció
oportuno destinar una de mis primeras lecturas del 2014 a rememorar
literariamente la Primera Guerra Mundial, conocida como la Gran Guerra.
En un libro breve, que no alcanza el
ciento de páginas, el autor nos narra las peripecias de Anthime, un joven de
veinticuatro años, y tres de sus amigos, al estallar el conflicto. Como el
enrolarse en la milicia era casi un juego, puesto que la guerra ‘no iba a durar
más de quince días’ al decir de muchos, el grupo lo hace y es destinado al
frente en las Ardenas y en Somme. Lo que comenzó como una aventura, se
convierte en tragedia al poco.
Los horrores de la guerra, los
cadáveres y mutilaciones, las alternativas de ataque y retroceso en
enfrentamientos de trincheras, con el enemigo por delante y la gendarmería que
impide la deserción en retaguardia, la lucha contra las ratas y los piojos, son
algunos de los fotogramas de los que se vale Echenoz para describir en su
estilo característico de frases cortas y magras descripciones, todo lo que
Anthime y sus amigos viven en un frente que cada día se desdibuja más.
El regreso al hogar sólo es posible
si se ha tenido la desgracia de ser dañado en las escaramuzas, cosa que le
ocurre a nuestro protagonista. Pero, ¿cómo puede reinsertarse socialmente un
tullido? ¿Cómo sobrevivir en una sociedad que necesita hombres íntegros y sólo
obtiene retazos de ellos? Sin embargo, aun queda una posibilidad de alcanzar
cierto grado de felicidad: la que ofrece asumir nuestra condición limitante y
la ayuda solidaria de la sociedad que comprende la magnitud de esa entrega.
Confieso que esperaba un texto más
profundo, señero en cuanto a emociones. En cambio, me encontré con un relato
descarnado de las vivencias de quien intenta salvaguardar su vida a cualquier
precio. Sospecho que el texto no está a la altura de otros trabajos del autor,
aunque no por ello habría que descartarlo; sobre todo porque mantiene la
identidad narrativa que le reconocemos. Un libro ameno, coloquial, que se lee
rápidamente.