viernes, 30 de mayo de 2014

Amor, musa inspiradora. Cancionero, Francesco Petrarca


Cátedra, 2004 y 2006

         Cada tanto, unas dos veces al año, destino mis horas de lectura a obras clásicas. Particularmente, las que de alguna manera perduran a través de los años y que se han abierto camino por reflejar ampliamente los cambios sociales y literarios que han tenido lugar a lo largo de la historia. Reconozco que leer a Petrarca en estos tiempos suele parecer más una acción rayana en el sadomasoquismo que un deleite frugal; máxime, habiendo tantas otras buenas cosas para leer. No obstante, elegí esta propuesta bilingüe pues al recorrer el contenido de los poemas, me permitiría simultáneamente ejercitar mis exiguos estudios de la lengua italiana.

         Porque esta edición en dos volúmenes, que reúne el Rerum Vulgarium Fragmenta completo –algo así como ‘fragmentos de trabajos en lengua vulgar’-, consiste en más de trescientos cincuenta poemas entre los que se incluyen sonetos -su mayoría-, madrigales, canciones, sestinas y baladas. La obra no sólo trata de una historia de amor; incluye el proceso de escritura, una crisis espiritual y una reflexión acerca de las ironías de la vida.

            Los poemas están destinados principalmente a rescatar el amor por Laura, una joven mujer de quien el poeta quedó prendado el 6 de abril de 1327 en Aviñón, sede del Papado en aquel momento. Dueña de unos ojos poderosos, un cabello rubio trenzado y una silueta armónica, Petrarca encontró en ese amor apasionado su fuente de inspiración. Si bien su musa le fue arrancada durante la peste de 1348, el poeta siguió destinándole sus versos muchos años más.


            Escrito en lengua italiana –destinado al vulgo; el latín era la lengua artística y de iniciados-, el libro se divide en dos partes. La primera, narra las ilusiones y desesperanzas de un amor que se asume como no correspondido. La segunda, después de la desaparición física del objeto de los desvelos, relata el ascenso de sus virtudes a nivel celestial.

            La importancia capital de esta obra radica en que en el plano literario, es la primera que compila una serie de poemas escritos a lo largo de varios años cuyo objeto es el mismo y único, el amor. Y existe un fuerte trabajo intelectual no solo para ponerlo en verso, sino para mantener la coherencia interna del texto. Además, basándose en la literatura clásica grecolatina que el autor deseaba rescatar y en la que se había nutrido desde pequeño, intenta incorporar el cristianismo, en una suerte de fusión pagano-religiosa. Por eso hoy en día se lo considera a Petrarca uno de los padres del Humanismo que derivó naturalmente en el Renacimiento.

           Los versos se leen amena y fluidamente, tanto en castellano como en italiano y, si bien la cantidad puede ser un tanto excesiva, lo cierto es que la lectura se disfruta más si se ambienta con los acordes del segundo de los ‘Années de pèlerinage’, de Franz Liszt, interpretados por Lazar Berman e inspirados a su vez en esta obra.


domingo, 25 de mayo de 2014

Crónicas del subsuelo. Una soledad demasiado ruidosa, Bohumil Hrabal


Galaxia Gutenberg, 2012


           Leí la reseña que Claudia Pérez realizó acerca de este título aquí mismo, pues no tuve la oportunidad de hallar un ejemplar como para compartir la lectura en tiempo y forma. En una suerte de ‘Estéreo póstumo’, rindo homenaje tanto al autor como a mi compañera con la que iniciamos este espacio.

            Es un libro breve, distribuido en ocho capítulos escritos casi de corrido, donde se narra parte de la historia de Haňt’a, un hombre que hace treinta y cinco años trabaja en un sótano sórdido y mal iluminado acarreando papel de descarte para alimentar una máquina que ha de compactarlo. Cada tanto, escamotea un libro destinado al desguace, para engrosar su biblioteca personal, lo que le permite convertirse en un hombre culto ‘a pesar de sí mismo’, como él lo indica. Vive en una habitación desvencijada, próximo a la miseria, y su mayor alegría consiste en disponer réplicas de cuadros de Cezanne, Manet, Van Gogh y otros pintores con los que envuelve los fardos de papel una vez constituidos.

         La lectura puede realizarse en varios planos. En principio, el protagonista es un defensor de las letras. Con su actitud de quedarse con algún ejemplar que considera valioso y darse de lleno a su lectura, Haňt’a resume su placer por aprender y el valor intrínseco que poseen los libros en la formación de los seres humanos.

            Además, Haňt’a es un artista, al intentar envolver el producto del desecho de manera que ofrezca una imagen reconocible por quienes pudieran verlo o manipulen ese fardo al final de su vida útil.

          También, Haňt’a propicia una simbiosis hombre – ratón. Los ratones que hacen nidos en el papel muchas veces acaban con él dentro de la compactadora, en su afán por acompañar lo que consideran su alimento y vivienda. De alguna manera, la metáfora de terminar nuestros días a mano de las máquinas no deja de tener un correlato en lo que acontece hacia el final; una brigada de jóvenes enrolados en el partido oficial desplazan a Haňt’a de su labor cotidiana, relegándolo al retiro y, con él, al olvido. La crítica a las nuevas generaciones -desprovistas de consideración hacia los más viejos- junto al auge de una tecnología inhumana al servicio de un régimen frío y despótico se manifiestan abiertamente en el desenlace.

          En síntesis, Hrabal ha compuesto en poco menos de un ciento de densas páginas un relato que abarca su visión del autoritarismo y de la modernidad como contraposición al rescate de la literatura, único refugio de aquel que todo lo ha perdido. Con una prosa precisa y rotunda, es una obra concisa, sustanciosa, sujeto de múltiples lecturas. Recomendable ciento por ciento.

martes, 20 de mayo de 2014

Decadencia y derrumbe. La marcha Radetzky, Joseph Roth


Edhasa, 2005

          Esta obra me transportó a las destempladas y nubosas tardes de fríos domingos en casa de la que iba a ser –y no fue- mi familia política. Mi fallida suegra disfrutaba enormemente alquilando películas en VHS –lo único disponible entonces- y entre sus favoritas se contaban las que tenían a Romy Schneider como protagonista. En especial, la serie de Sissi, basada en la historia de la emperatriz homónima, que encarnaba la conversión de una rústica princesa bávara en primera dama; la eterna ilusión de muchas mujeres, hecho realidad por Máxima Zorreguieta en el plano local.

            El libro aborda justamente ese período, la Viena Real e Imperial. Es ciertamente una novela histórica moderna, quizás una de las primeras escritas. El joven emperador Francisco José I escapa milagrosamente de una bala destinada a él en la batalla de Solferino gracias a la celeridad del teniente Trotta quien, conocedor de los detalles del frente, se interpone en su trayectoria. Su Majestad recompensa el acto de arrojo con un ascenso y una baronía en Sipolje, lugar de origen del militar. Así comienza el relato en el que la historia final del Imperio se desgrana mediante tres generaciones familiares; un imperio que reunía a eslovenos, croatas, ucranianos, húngaros, austríacos, checos y serbios. Todo un polvorín.

         Ambientada hacia fines de la década de 1900, Roth se vale de un hecho por demás fortuito –el citado episodio, ocurrido en 1859- para narrar los avatares de la familia Trotta. Desde allí hasta la muerte del heredero al trono en un atentado en Sarajevo – desencadenante de la Primera Guerra Mundial-, la novela va delineando el deterioro del imperio a través de la lasitud del ejército. El apego a las normas que el honor impone, sin convicción que la sustente; el relajamiento de la disciplina en zonas fronterizas; la certeza del desmembramiento de una geografía ya por demás insostenible, son imágenes con las que Roth refleja el estado de descomposición en que se hallaba esa sociedad antes del inicio del conflicto.

            En lo familiar, el austero, severo y leal teniente de infantería Joseph Trotta da paso a su hijo Franz, quien sólo podrá llegar a jefe de distrito en su aldea, y éste vivirá las alternativas de su propio descendiente, Carl Philip, quien decide abrazar la vida militar más por respeto por el pasado que por vocación. El texto abunda en medias palabras, falta de comunicación entre padres e hijos y una serie de circunstancias que obligarán al joven Carl a abandonar la vida militar, primero, y luego volver a ella para encontrar la muerte en otra acción temeraria. El relato cierra con la muerte del Emperador y, con ello, de un período histórico.

         Escrito en estilo coloquial, las páginas fluyen rápidamente. La decadencia y derrumbe de una sociedad obsoleta se presiente desde el principio, con personajes acartonados, situaciones absurdas y un vacío existencial que va cobrando importancia a medida que transcurren los hechos. Narrado soberbiamente, es el arquetipo de novela histórica contemporánea.

jueves, 15 de mayo de 2014

Un nudo en la garganta. Tierra y cenizas, Atiq Rahimi


Lengua de Trapo, 2009

         Hace poco, alguien comentó que este título le había gustado más que otro ya célebre del mismo autor. Lo encontré en la estantería de la librería local y no dudé en llevarlo. Quizás me sirviera de preámbulo o catapultase mi curiosidad por la obra de Rahimi, no he sabido bien por qué.

           En menos de cien páginas, Rahimi se las ingenia para presentarnos todo el dolor y la tragedia que despliega la guerra ante nuestras narices. Un hombre afgano ya grande, acaba de perder a todo el resto de su familia –esposa, un hijo, nueras- debido a la explosión de un proyectil soviético en medio de su aldea. Lo único que le ha quedado de compañía en semejante circunstancia es la presencia de su nieto, no mayor de cinco años, que luego del estrépito provocado por la detonación ha quedado sordo.

          Es entonces que emprende el camino con el fin de notificar a su otro hijo, el padre del niño que trabaja en las minas en otra aldea, los hechos ocurridos, de manera que vuelva a enterrar a su familia y tal vez, en un rapto de desesperación, también se inmolen ellos, los sobrevivientes.

           Lo importante del relato es que el autor nos pone al tanto de lo que ocurre en el interior del anciano, a través de un narrador que hace las veces de intérprete de sus pensamientos. Además, nos cuenta las vicisitudes de este protagonista, al tener que hacer frente al traslado y a las necesidades perentorias de alimento que reclama su nieto, junto a la imposibilidad de mantener un diálogo con él. Completan el cuadro un par de personajes solidarios y el capataz de la mina, quien sostiene una charla con él antes de permitirle ver a su hijo.

‘Sabes, anciano, el dolor, o bien se funde y mana de los ojos, o bien se convierte en un puñal que sustituye a la lengua, o bien se transforma en una bomba interior que un día explota y te hace explotar a ti también.’

         La desolación de aquel que acarrea una pena insondable, unido al debate interno que sostiene su personaje principal –pues sabe que, al notificar al único sobreviviente, condena a éste a compartir su desespero o a quitarse la vida, ambas decisiones extremas de por sí-, son el nervio conductor de este relato breve, que transmite en toda su crudeza los efectos devastadores de una guerra no querida ni esperada.

          En estilo directo, circunspecto y desapasionado, el libro nos genera un nudo en la garganta; el de quien reconoce que hubiera sido preferible haber muerto en la tragedia y no en sobrevivirla, puesto que la tarea que hereda es mucho más dolorosa que perecer en un instante.

        Un libro duro, con una mirada centrada en las secuelas que deja la guerra entre la población civil y un puñado de reflexiones que hacen de él una suerte de testimonio y de denuncia.

sábado, 10 de mayo de 2014

Carencias de vida. Canadá, Richard Ford


Anagrama, 2013

          Muchos blogueros lo recomendaron ni bien se publicó en España. Instigado por tamaña repercusión, no dudé en allegarme un ejemplar importado, a costo sidéreo. Esperé hasta ahora para leerlo, justo cuando la casa editora decidió imprimirlo localmente, a casi la mitad de lo que había pagado hace algunos meses. Ufa!

          Casi todas las reseñas han citado textualmente el inicio; un comienzo por demás atractivo y sugerente. Me pregunté qué habría detrás. Y detrás hay una novela magníficamente escrita, llena de observaciones y de reflexiones que merecen ser evaluadas. Hay quienes no comulgan con la religión meditativa, aunque no todos. El texto obliga a ello.

            Con quince años, Dell Parsons y su hermana se encuentran de repente abandonados. Su padre ha efectuado el atraco a un banco en Dakota del Norte, persuadiendo a su mujer que lo acompañara en la empresa. Al ser descubiertos, apresados y juzgados, los hermanos toman caminos distintos, antes que la tutoría del condado se haga cargo de ellos, menores de edad. Una amiga de la madre ofrece a Dell cruzar la frontera, para establecerlo junto a su hermano en Fort Royal, Canadá; su hermana melliza decide correr su propia suerte dentro del país. Ambientado en 1960, la lasitud fronteriza permite el cruce y así Dell tiene que hacerse de nuevo, en un territorio desconocido, sin familia, sin pasado y sin demasiado futuro por delante. Lo que sigue es su historia desde que se instala con Arthur Remlinger, hasta su traslado a Winnipeg.

            El libro se divide en tres partes. La primera ocupa la primera mitad del volumen, trata sobre la vida en Montana y los hechos que dieron lugar al robo y la aprensión. Una semblanza de la personalidad de cada miembro familiar acompaña a los sucesos que se describen y las reflexiones del protagonista. Escrito en primera persona, resulta una crónica de lo que condujo a Dell a la necesidad de emigrar. La segunda parte relata su vida en Canadá, al lado de un hombre atractivo y misterioso a la vez y cómo los hechos pasados dirigen a una situación extrema. La última oficia de cierre, con el encuentro de los mellizos tras medio siglo de ausencia, poco antes del deceso de su hermana.

            ¿Qué une a todo el relato? Las carencias de vida. Un padre carente de ideas de cómo enfrentar la vida decentemente; una madre carente de decisión para abandonar un matrimonio junto a sus hijos; un par de hermanos carentes de apoyo familiar y de amigos; un receptor carente de paz interior. Todos ellos participan de un estado de angustia que bordea el brote de demencia. Sin embargo, en sus vidas cotidianas han aprendido a guardar las formas y las reglas mínimas de cortesía; al menos, hasta que las mismas se manifiesten abiertamente.

            Ford acopia un montón de imágenes que contrastan el núcleo pasional de su relato con la soledad y abulia del entorno donde se desarrollan las escenas, lo que refuerza el interés en la trama. El estilo descarnado, de quien narra atrocidades sin involucrarse afectivamente, atraviesa las páginas desde el inicio hasta el final. El relato no decae en ningún momento y el final se construye como consecuencia lógica de las personalidades de sus protagonistas.

      Una novela bien formulada, rotunda, con pasajes magistrales y construcciones psicológicas memorables. Un modelo acabado de cómo debe elaborarse una ficción. 

lunes, 5 de mayo de 2014

A través del espejo. Siete pecados capitales, Milorad Pavić


Sexto Piso, 2011

           Son varias las obras de Pavić que intenté adquirir, sin fortuna. Ni siquiera en la oferta de libros usados pude hallar ninguno. Se ve que quienes poseen algún ejemplar, no quieren deshacerse de ellos. Lo cierto es que leí algo sobre esta publicación de Sexto Piso y, apenas supe que alguien lo tenía, no dudé en adquirirlo.

            Simplemente, maravilloso. Siete cuentos brillantemente narrados, en los que participan los lectores, el propio autor, personajes suyos protagonistas de otras novelas y una galería de situaciones que entrelazan historias, sueños, fantasía y realidad de una manera original y divertida.

            Ambientados en sendas casas de Belgrado –con nombre y dirección apuntables-, se pueden encontrar a Pavarotti y Hierónimus Bosch y todo un manojo de personajes de ficción, que van desde los que intentan vengarse del autor, con los que sueñan con ser reales, o los que con un ojo ven el pasado y con el otro el futuro, hasta los que se dan el lujo de invitar a un lector a participar de una fiesta, o los que aseguran ser poseedores de un elixir de amor, para quienes deseen ser protagonistas, cuyo éxito garantizan con sólo seguir las indicaciones.

            Lo genial de estos cuentos es que no están separados uno del otro sino que cada cual arrastra elementos de uno o más de los anteriores, de manera que al concluir su lectura el lector –el verdadero- tiene la sensación de haberse subido a una calesita, un tiovivo temporal que se ha desplazado cíclicamente, pero describiendo una gran espiral, como una suerte de fuga hacia adelante.

          El común denominador de estos relatos es el espejo, elemento omnipresente que hilvana a modo de un gran hilo conductor todas las historias. Pero no es sólo la duplicidad que otorga el ícono junto a otros objetos que confluyen y reaparecen, sino también sueños, cuentos y ficciones los que desdibujan la realidad, de modo que el lector –real- no sabe si al final no termina siendo él mismo parte de un cuento. Hay una atmósfera de neblina cuya naturaleza onírica envuelve todo el libro.

           Escrito en estilo coloquial, el texto resulta ágil, dinámico y se puede leer de un sentón. El placer se incrementa con el correr de las páginas y las últimas no tienen desperdicio. Libro para recomendar y pasarla bien de cabo a rabo.