jueves, 15 de mayo de 2014

Un nudo en la garganta. Tierra y cenizas, Atiq Rahimi


Lengua de Trapo, 2009

         Hace poco, alguien comentó que este título le había gustado más que otro ya célebre del mismo autor. Lo encontré en la estantería de la librería local y no dudé en llevarlo. Quizás me sirviera de preámbulo o catapultase mi curiosidad por la obra de Rahimi, no he sabido bien por qué.

           En menos de cien páginas, Rahimi se las ingenia para presentarnos todo el dolor y la tragedia que despliega la guerra ante nuestras narices. Un hombre afgano ya grande, acaba de perder a todo el resto de su familia –esposa, un hijo, nueras- debido a la explosión de un proyectil soviético en medio de su aldea. Lo único que le ha quedado de compañía en semejante circunstancia es la presencia de su nieto, no mayor de cinco años, que luego del estrépito provocado por la detonación ha quedado sordo.

          Es entonces que emprende el camino con el fin de notificar a su otro hijo, el padre del niño que trabaja en las minas en otra aldea, los hechos ocurridos, de manera que vuelva a enterrar a su familia y tal vez, en un rapto de desesperación, también se inmolen ellos, los sobrevivientes.

           Lo importante del relato es que el autor nos pone al tanto de lo que ocurre en el interior del anciano, a través de un narrador que hace las veces de intérprete de sus pensamientos. Además, nos cuenta las vicisitudes de este protagonista, al tener que hacer frente al traslado y a las necesidades perentorias de alimento que reclama su nieto, junto a la imposibilidad de mantener un diálogo con él. Completan el cuadro un par de personajes solidarios y el capataz de la mina, quien sostiene una charla con él antes de permitirle ver a su hijo.

‘Sabes, anciano, el dolor, o bien se funde y mana de los ojos, o bien se convierte en un puñal que sustituye a la lengua, o bien se transforma en una bomba interior que un día explota y te hace explotar a ti también.’

         La desolación de aquel que acarrea una pena insondable, unido al debate interno que sostiene su personaje principal –pues sabe que, al notificar al único sobreviviente, condena a éste a compartir su desespero o a quitarse la vida, ambas decisiones extremas de por sí-, son el nervio conductor de este relato breve, que transmite en toda su crudeza los efectos devastadores de una guerra no querida ni esperada.

          En estilo directo, circunspecto y desapasionado, el libro nos genera un nudo en la garganta; el de quien reconoce que hubiera sido preferible haber muerto en la tragedia y no en sobrevivirla, puesto que la tarea que hereda es mucho más dolorosa que perecer en un instante.

        Un libro duro, con una mirada centrada en las secuelas que deja la guerra entre la población civil y un puñado de reflexiones que hacen de él una suerte de testimonio y de denuncia.

8 comentarios:

  1. Estoy convencida que muchas veces es peor sobrevivir que morir. Y me recuerda la opción de la madre de la novela que hemos ido comentando de La carretera. Ella lo tiene claro. Otro debate moral, ¿estamos obligados a la vida cuando la guerra machaca literalmente nuestra vida?

    Estos libros son necesarios.

    Besos y buen finde querido Marcelo!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si, U-to. Eso mismo pensaba mientras lo leía. También acudió a mi la imagen de la madre en el libro de McCarthy y la de la esposa -encarnada por Juliette Binoche- en 'Bleu', de Kieslowski. En casos tan extremos, pareciera que sobrevivir no tiene sentido si no hay causa que lo justifique. Algunos la encuentran, otros no.
      Cuando leo libros como éste, me siento menos orgulloso de pertenecer al género humano.
      Buen finde para ti también y un montón de besos!

      Eliminar
  2. No estoy ahora para estas angustias, ya me lo imaginaba por el título de la entrada y la portada. Es normal que sean pocas páginas si es tan duro.
    Besitos para endulzar la sensación.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Provoca impotencia, más que nada, Norah. Te preguntas qué sentido tiene haberse librado de la explosión y tener que hacerse cargo no sólo de uno mismo sino también del crío; qué esperanza hay aun para él.
      Gracias por tus besitos dulzones, que retribuyo con creces.

      Eliminar
  3. Me gusta mucho este autor. Este libro lo he leído hace tiempo y me llamo la atención esa forma de contar que comentas, desapasionada, pero sin embargo claramente transmisora del sentir del abuelo y la desolación de una guerra.

    Besos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es un texto rotundo, sin sensiblerías ni golpes de efecto. Rahimi te obliga a meditar sobre los horrores de la guerra y lo que queda a los sobrevivientes tras su fin. Un panorama desesperanzador, sobre todo. Un beso grande, Ana!

      Eliminar
  4. Tiene otro libro, "La piedra de la paciencia", que también es muy bueno. A mí es un autor que me gusta mucho.

    Un saludo

    ResponderEliminar
  5. Si, también he leído acerca de él y espera su ocasión mientras descansa en mi biblioteca. Gracias por darte una vuelta. Saludos.

    ResponderEliminar