martes, 1 de julio de 2014

Adolescencia rebelde. El guardián entre el centeno, J. D. Salinger


Edhasa, 2009

             Empiezo diciendo que me agradó sobremanera el saber que el esfuerzo del Ministerio de Educación local por allegar libros a los estudiantes de enseñanza media había recalado en títulos como el presente. De hecho, considero un acierto que el mismo se encuentre en medio de otros de renombre, como ‘Diario’, de Ana Frank y el mítico ‘Crónicas marcianas’, de Ray Bradbury, que fueron distribuidos gratuitamente a los adolescentes. Una acción digna de aplauso.

            Llego tarde a esta obra. Seguramente, se hubiera convertido en uno de mis libros de cabecera si lo hubiese leído en plena efervescencia y rebeldía adolescente. Creo que me perdí algo que sólo se vive una vez –hmmm… ¿es que hay algo que puede vivirse dos veces?-. Lo cierto es que quizás no pude extraerle todo el jugo a la narración, pero comprendí por qué Salinger tiene tantos seguidores. No es para menos.

            El ya célebre Holden Caulfield, de dieciséis años, hace de las suyas página tras página. Lo echan de la escuela de Pencey – es la cuarta vez que debe cambiar de preparatoria- debido a su exiguo rendimiento y decide volver a New York días antes de que se le comunique su mala nueva a la familia. Para no tener que enfrentar los reproches, se aloja en un hotel y deambula por la noche de la gran ciudad, se contacta con viejos amigos y amores de los que no ha podido obtener suficiente usufructo y alterna con otras aventuras nocturnas.

            Ácido en sus opiniones, mordaz con el mundo que lo rodea y crítico con todo aquello que supone el quehacer del género humano, Holden encarna a un inconformista consumado que no hace óbice para arrojar sus dardos a la hipocresía, a la falsedad y a la resignación. No tiene en claro hacia dónde orientar su vida –como muchos adolescentes- pero sabe bien qué no quiere para sí. El problema con él es que no encaja en la sociedad.

      Amistades circunstanciales, frases inoportunas y vaivenes hormonales componen el cotidiano del protagonista, que se debate entre la sinceridad más espartana y un aislamiento supino. Lo que destaco del texto es su oralidad; repasar las líneas es más que leer lo escrito, es escucharlo. Parece que nos habla a cada lector en su propio idioma, con sus modismos y giros, sin segundas intenciones ni ironías elaboradas. Todo es presente y debe resolverse ya.

          El estilo frontal, de lenguaje coloquial adaptado a la edad de su personaje principal, y su visión extrema del entorno familiar del que es parte –un par de padres con buenos recursos económicos, pero ausentes; una hermana menor confidente; un hermano muerto añorado y otro mayor dedicado a Hollywood- abogan por un texto que derrama realismo en todas sus secuencias, sin solución de continuidad.

             Destaco el uso del léxico. Todas las expresiones de Holden guardan conexión con expresiones que pertenecen a la jerga típica de adolescentes de los ‘70 sin sobrecargar, de manera que sean pasibles de interpretación y no se conviertan en vocablos abstrusos o desconocidos para quien lee. En suma, un texto fresco con problemática juvenil, muy bien construido y desarrollado en base a una mirada incisiva sobre la clase media alta. Muy apto para coetáneos de Caulfield.

8 comentarios:

  1. Yo también lo leí cuando ya había dejado atrás la adolescencia, me gustó pero me parece que de haberlo leído antes no le hubiera encontrado la gracia. A mí me gustaba el personaje de Phoebe, es tan tierno.
    Y por aquí no regalan libros...a ninguna edad.
    Besos para vos.

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    1. Tiene aristas muy propias de adolescente; ese no saber qué quiero, el oponerse a cualquier cosa que parezca impuesta...
      Lamento que no regalen aunque más no sea un libro para los chicos. Aquí, hasta hubo un ministro de educación que proponía lecturas en las terminales de ómnibus.
      Besitos!

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  2. Siento decirte que efectivamente, la adolescencia sólo se vive una vez ;) Y que si tú has llegado tarde a esta lectura yo ya ni te cuento, aún está a la espera...

    Regalar no regalan libros, pero las bibliotecas mantienen el tipo muy dignamente.

    Besos

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    1. Qué mala eres, Ana. Yo conservaba cifradas esperanzas en vivir 'adolescencias' que no he podido, Ja, ja!
      Tú eres más joven que yo, así que aun tienes la posibilidad de hacer una lectura 'rebelde' de este libro.
      Bibliotecas! Algún día debiéramos debatir acerca de la realidad de ellas. Te adelanto que, por aquí, sus horarios son restringidos y la oferta es casi antediluviana. Excepto la Biblioteca Nacional y otras grandes, que cuentan con mayores recursos.
      Beso grande!

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  3. Me decepcionó la novela por las grandes expectativas que me había hecho sobre ella. Parece además que es más novela de "chicos" según dijeron algunos comentaristas en la reseña.
    Me parecieron reiterativas algunas palabras (palabrotas) y no me llegó. No digo que sea una mala novela pero me decepcionó.

    Las bibliotecas de ciudades pequeñas no están bien surtidas de libros y sus horarios en verano dejan mucho que desear. De regalar rien de rien!!

    No sé si me llama la atención vivir "adolescencias", será porque estoy rodeada de decenas de ellos/ellas.

    Abrazos!!

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    1. Digamos que es una novela más para un público juvenil, Luna, con cierta frescura y mucho de inocencia, pues su protagonista es incapaz de engañar a nadie ni alberga segundas intenciones en nada de aquello que se propone. Hasta diría que es tosco. Mas sin maldad ninguna.
      Claro, tú haces docencia con adolescentes! De vez en cuando pienso en algunas cosas que ellos realizan que resultan divertidas y me pregunto por qué no, aunque asumo que ya no tengo edad para ello.
      Aquí el Ministerio de Educación, todos los años, allega a las escuelas de enseñanza media distintos libros, muchos de ellos muy reconocidos como los que he citado. Faltaría que los docentes de letras incorporaran esos textos a su trabajo áulico, para que se pudieran aprovechar mejor.
      Un abrazote desde aquí!

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  4. Veo que somos varios los que llegamos pasada la adolescencia a este libro de Salinger. En mi caso y para peor venía de leer Franny and Zooey, libro con el que estaba fascinado. Imagínense entonces, sabiendo que El guardián... era una de sus obras más conocidas, me tiré de cabeza esperando mucho más de lo que realmente es.
    Bueno, al menos no me siento tan solo.
    Con respecto al tema escolar, mi hijo está cursando primer año (aclaro que estamos en la ciudad de Buenos Aires) y la profesora de literatura hizo una selección de libros, a razón de un libro por chico -casi 25 libros- con la idea de que cada uno elija uno y al mes lo cambie por otro y al mes por otro y así hasta que haya leído la mayor cantidad posible. Por cada libro plantea una guía de lectura y un trabajo práctico final, pero mi hijo me dice que lo mejor es poder comentar un libro cuando varios lo han leído.
    Saludos

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  5. Qué curioso! Yo he hecho la misma experiencia que vos, Horacio. Encontré una vieja edición de Alianza de 'Franny y Zooey', en Ushuaia en enero de 2010, y la leí mucho antes que éste. Pero ya había leído 'Nueve cuentos' -que te recomiendo-, en la versión de Edhasa.
    Me parece fantástico que una docente proponga una serie de lecturas. Pero coincido con tu hijo; lo mejor es compartir, con otros que lo han leído, nuestras apreciaciones. Decile a él que se acerque y anime. Será bien recibido. Me gusta saber qué opinan los más jóvenes sobre lo que leemos.
    Un abrazo para vos y tu hijo.

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