miércoles, 20 de agosto de 2014

Epifanías de revelaciones. Ángeles y hombres, William Goyen


La Compañia, 2009

           El libro me llegó cuando esta novel editorial le ofreció este ejemplar ‘de cortesía’ junto con ‘La misma sangre y otros relatos’ del mismo autor, a quien fuera mi editor en ese tiempo. Sabedor de su escasa disponibilidad para encarar su lectura, ambos fueron a parar a mis manos. Aprovecho entonces para agradecer tanto a la casa editora como a quien me los facilitó, por tamaño deleite.

            ¿Alguna vez te ha ocurrido tener una percepción, una intuición acerca de algo que no puedes comprender racionalmente en ese momento, pero que con el tiempo la vida te muestra de qué se trataba? Éste es el núcleo central sobre el que rotan los siete cuentos aquí reunidos, de este gran narrador norteamericano, que comparte temporalmente con Faulkner, McCullers, Caldwell y F. O’Connor no solo las letras sino una forma de ver, una geografía común: el sur.

            Lo interesante es que no existe un desenlace de cada historia, como tampoco un orden cronológico; al autor no le importa qué les sucede a sus personajes ni antes ni después de los hechos. Sólo narra el momento en que ese despertar cobra sentido, a partir del que la vida ya no puede volver a ser la que era porque ahora se sabe el por qué. Todas las historias comienzan con una cierta evocación. Así, un hombre observa a un grupo de niñas en la Villa Borghese, en Roma, y se remite a un hecho de su infancia, acaecido entre su hermana y él; o la carta en que se comunica la muerte del abuelo, del que se recuerda la pesca y su pie torcido. Hay algo de magia y de fetiche,

‘Rhody había venido y se había ido tantas veces que sus pies habían trazado su propio camino, pequeño, a través del campo de Bailey. Lo llamábamos ‘el camino de Rhody’. Corría paralelo al camino principal, que iba derecho al pueblo. Nunca lo usábamos, lo dejábamos para ella; pero, si hacía mucho que ella se había ido, Mamá le decía a alguno que fuera al pueblo. “Puedes ir por el camino de Rhody; las malezas están cubriéndolo; a lo mejor eso la trae a casa”.’

            La casa de muñecas que un huésped abandona; un hombre capaz de permanecer en lo alto de un mástil durante días; la falta de lengua que desespera e impide una buena comunicación; la asistencia de un enfermero a un herido de guerra, son algunos de los temas que Goyen desarrolla en sus relatos, provistos de una prosa magnífica y de una búsqueda ávida por encontrar sentido a lo que resulta inexplicable; una circunstancia donde todo se nos aclare, se nos revele.

            Tan ameno y fluido como conmovedor, el libro se disfruta como un verdadero manjar. Lentamente, saboreándolo. Un posfacio de Marcelo Figueras brinda una suerte de interpretación, que realza la vivencia de lo leído, aunque la colección no requiera otros condimentos.

‘Si pudieran ver mi cara, encontrarían en ella todos los rastros de mis pensamientos. Surcos profundos allí donde los pensamientos, pesados como un vagón lleno de carga, hundieron con fuerza sus ruedas en mi carne. Huellas de ruedas allí donde los pensamientos han girado sobre sí, encerrados en sus propias celdas de palabras. En mi cara encontrarán lugares donde los pensamientos han combatido y luchado, alterando la carne. Tumbas de pena, lápidas de pesar y esperanzas que terminaron en un duelo. Pequeñas banderas e insignias de alegría, cráteres de pesar y el amplio espacio de mis dichas generosas. Si se acercan, verán las cruces de las muertes sufridas por la gente que agonizó ante mis ojos. Esta cara marcada y poblada es, entonces, el paisaje de mi vida. Pueden mirarla como a un mapa y descubrirán los países donde he vivido. Uno de esos países se llama Amor.”

               Sublime.

6 comentarios:

  1. Sublime dices. Y de qué forma tan expresiva convences sobre este libro. Tengo por ahí los Cuentos completos de William Goyen, que espero ir leyendo en pequeñas dosis. Espero encontrar también esas percepciones y sus razones en ellos ;)

    Besos

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    1. Pues entonces puedes disfrutar de buena lectura. Estos seguramente estarán incluidos en ese ejemplar que posees.
      Ojalá los disfrutes tanto como yo, Ana. Un beso.

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  2. Me has dejado casi sin aliento (ya tengo aquí la libreta en la que apunto libros imprescindibles) con tu reseña y con ambos fragmentos, el de Figueras es extraordinario.

    Y sí que me ha pasado, soy mujer de intuiciones que me he pasado media vida intentando controlar con la razón. Ahora dejo que fluyan y el resultado es bastante satisfactorio.

    Un abrazo grande!!

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  3. Me han dicho ayer mismo que no era tan fácil de hallar; no obstante, creo que por allí hay un ejemplar que reúne todos los cuentos de Goyen. Para no dejar pasar, U-to. Te encantará!
    Un beso enorme para ti!

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  4. Goyen es un escritor de tiempos lentos, que pide lectores que degusten las palabras y las imágenes. Recomiendo la lectura de "De buena madera", y sí, los cuentos que has comentado son magníficos en su sencillez. La casa del aliento es una novela de Goyen, inhallable por estos pagos, cuya búsqueda me llevó un tiempo, pero que valió la pena.

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    1. Otro título que apunto, Adriana. Éstos publicados por La Compañía son exquisitos. Goyen es un autor del sur de los E.E.U.U. algo opacado por Faulkner, O'Connor, Caldwell y McCullers, pero tiene cosas maravillosas. Es garantía de buenas letras.

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