viernes, 19 de septiembre de 2014

En busca del tiempo perdido. 3. Del lado de Guermantes, Marcel Proust


Losada, 2008

            Este tercer volumen de la saga también posee una extensión mayor al precedente y continúa narrado en primera persona como los dos anteriores. En esta oportunidad, el texto se divide en dos segmentos; el primero, que ocupa más de una tercera parte, recibe sólo un número, I, y el segundo, II, se subdivide a su vez en Capítulo Primero y Capítulo Segundo.

          Todo el libro aborda el tema de los salones de la aristocracia cortesana de la Francia de fines del siglo XIX y las características particulares de las presentaciones en sociedad, las conversaciones que tenían lugar y cómo ese entorno social se prestaba a la proliferación de arribistas, advenedizos y adulones que, con tal de obtener beneficios de renombre, figuración y dinero, no escatimaban esfuerzos para ingresar en estos círculos, privilegiados por la posesión y la ascendencia. El título refiere a la casa de Guermantes, ducado en el que tienen lugar los acontecimientos, en oposición a Méséglise, en los que se desarrollaban los sucesos de Swann del primer volumen –por una puerta de la casa de la abuela en Combray se iba a Méséglise, pasando por delante de la casa de Swann (de allí el título); por la otra, se dirigía a Guermantes-.


I
          
          En esta primera parte, el narrador y protagonista nos relata su enamoramiento de la duquesa de Guermantes, Oriane, pariente de su amigo, el marqués Robert de Saint-Loup, con quien mantiene el vínculo, aunque más espaciado debido a la profesión militar de éste, que lo aleja geográficamente de él. La necesidad de allegarse a ella, brinda toda una gama de subterfugios realizados en pos de encontrarla cada día, convirtiéndose en poco menos que una obsesión. Además, abunda en digresiones, haciéndonos conocer su opinión personal acerca de la sordera, la estrategia militar y otros tópicos –entre los que destacan las repercusiones del caso Dreyfus- que obran fugazmente, sin perder la ilación del relato principal.


II

Capítulo Primero

           En este breve apartado se aborda la enfermedad y posterior muerte de su abuela, por quien el protagonista siente verdadero apego. Por la propia temática, como de paso, se muestra la charlatanería de muchos ‘médicos’ reconocidos, que intentan curar de palabra a la pobre mujer y cómo se arbitraban los mecanismos para su sepelio. El dolor familiar, el agotamiento que supone el cuidado de un enfermo terminal y las reflexiones que provoca la presencia de la muerte son el nervio central de este segmento de no más de cuarenta páginas.


Capítulo Segundo

            Este capítulo se inicia con el regreso fugaz de Albertine Simonet, con quien mantuvo un cierto ‘affaire’ en el libro anterior situado en el recreo de Balbec. Lo que no pudo obtener de ella en esa oportunidad, se le ofrece en ésta. Perdido su amor por la duquesa de Guermantes, se embarca en otra aventura amorosa, que resulta frustrada por falta de encuentro con ella. Lo que sigue es una descripción entre sarcástica y mordaz de los pormenores que se viven en el entorno de una aristocracia que ha sufrido la pérdida del relumbre y cuyos representantes sufren la delicuescencia de no ser más que simples mortales, con aires de grandeza que otrora revistieron sus antepasados, ésos que no se cansan de exhibir en cual ocasión amerite, pero que, para nuestro observador, no dejan de ser aburridos y sin matices; palurdos.


         En principio, el episodio inicial deja bien en claro que el amor profesado a la duquesa tiene más que ver con lo que ella representa –acceso a la aristocracia y al gran mundo de relaciones sociales- que con su persona. Y al meditar sobre lo que los vocablos simbolizan en nuestra mente infantil, nos allega con qué rapidez esa fantasía se transforma en desencanto cuando un ideal que se estimaba inalcanzable, se reviste con el ropaje de lo cotidiano.

            Por otra parte, la segunda mitad que transcurre en esos ‘salones’ aportan una galería de chismes, envidias, celos, bajezas y cotilleos que sólo denotan la mediocridad de los personajes que asisten a ellos. Particularmente, la mirada está centrada en el entorno social de madame y monsieur de Guermantes, quienes simbolizan esa sociedad ampulosa y pomposa en sus maneras, pero con estrechez de miras y egoísmos de clase.

          Finalmente, es ese tiempo que se fue y que ya no se puede recuperar –ese ‘tiempo perdido’- el que añora Proust y el que intenta rescatar de ese pasado, con más gloria que este presente abúlico y decadente en el que nada bueno se puede obtener de aquellos que, habiendo heredado una posición y un buen nombre, no se hallan a la altura de lo que la propia Historia requiere de ellos, disolviéndose en una vida pasatista y sin objetivos.

         Fluido y coloquial, por momentos se torna pesado y reiterativo, mas algunas de las imágenes que se describen no tienen desperdicio.

6 comentarios:

  1. ¡Qué maravilla que los estés reseñando! Yo los estoy releyendo, para mí no hay casi nada superior a esta obra y fíjate lo que me está pasando. Estoy disfrutando de la lectura MUCHO más, e incido en el mucho que la primera lectura. Un abrazo, Marcelo.

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    1. Es una iniciativa que hemos compartido con Utopía; ella va más lentamente -pero va, dale tiempo-. Lo cierto es que, aunque lo que se narra pertenezca a un 'tiempo perdido', el estilo narrativo no sólo se conserva vigente, Yossi, sino que resulta placentero leerlo y los detalles que Proust incorpora al relato exhiben un conocimiento profundo tanto de la psicología humana como de la sociedad de su tiempo.
      Por momentos se vuelve denso y un poco reiterativo, pero la fluidez y las expresiones que utiliza son fantásticas. Todo aquel que se decida a escribir debiera leer esta -colosal- obra.
      Un abrazo fuerte!

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  2. Aplaudo tu esfuerzo por esta lectura, Marcelo, y sobre todo por compartirlo. No está ahora mismo Proust a mi alcance, sólo leí la primera parte, cuando era joven e impetuosa :) Densidad y reiteración, pero también literatura, ese es mi recuerdo.
    Hay una canción que dice que nunca el tiempo es perdido, en cuanto a desaprovechado, que otra cosa es que el pasado, pasado, no vuelve. Añorar el pasado a veces nos impide disfrutar del presente.
    Gracias y besos!

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    1. ¿Eh?, ¿Ya no eres joven?; ¿dejaste de ser impetuosa? Perdona, pero no lo creo. Hay mucho de ello en tus reseñas.
      Por otra parte, las líneas de Proust intentan retratar un tiempo de la sociedad francesa de principios de siglo XX que él mismo protagonizó, y que corresponde a su juventud -que es la que añora-. Hay que transitarlas, pero es literatura en estado puro.
      Gracias por el aliento, Ana! Un beso grande.

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  3. En cuanto intente la lectura de FW de Joyce, me lanzo a leer el segundo volumen que ya tengo junto a mi.
    Fíjate que me interesa mucho conocer cómo describe Proust a esa aristocracia decadente por motivos históricos, así que incrementas mi interés por seguir en la lectura de esta extensa obra.

    Un fuerte abrazo mediterráneo :))

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    1. Me alegra saber que ya tienes el segundo volumen, y que estás decidida a continuar, puesto que eso implica que nos vas a hacer conocer tus impresiones.
      Los dos volúmenes que siguen tienen mucho de retrato de época. Ojalá te sigan interesando!
      Recibe mi mayor aliento en la empresa de leer FW. Imagino que nos harás saber de ello.
      Un abrazo latino, como mereces!

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