Periférica, 2011
Leí
la reseña de Silvia y lo rescaté. No soy muy partidario de los libros en los que
se relata en primera persona la experiencia de lo que hemos leído –considero
que cualquiera de nosotros podría (y puede) elaborar su propia lista-, pero
parecía estar tan bien narrado que, al fin y al cabo, lo apunté y lo llevé
cuando estuvo disponible.
Alberico nos cuenta cómo se fue
acercando en su infancia y parte de su pubertad a ciertos títulos que resultan
imposibles de soslayar; Servidumbre
humana, ¡Qué verde era mi valle!,
Nido de víboras, ¡Adiós, Mr. Chips!, son algunos que se citan, junto a Matar un ruiseñor, Resurrección, Sartoris y Voces de un día de verano, entre muchos
más.
Por sus páginas también desfilan
Homero, Virgilio, Eurípides y Dante en lo que se refiere a clásicos, y a autores
locales, como Vasco Pratolini, Giovanni Verga, Giorgio Manganelli y Alessandro
Manzoni.
Toda la obra es un repaso de las lecturas
que, tanto los maestros de escuela como los bibliotecarios y otras muchas
personas allegadas a la autora, le han sugerido en aquel tiempo, sirviéndole el
conjunto, de base a su formación literaria y académica.
Por momentos resulta emotivo y
conmovedor, con sus cuestionamientos a determinado autor o título, con su
experiencia a flor de piel respecto de lo que ha ido encontrando en ellos.
Asimismo, el lector se vuelve partícipe mientras transita las páginas de ese
mundo literario que se ha forjado a partir de buenas elecciones y grandes
descubrimientos personales. Hay una suerte de empatía con su narradora, como si
cada uno de nosotros –buenos lectores- nos sintiéramos identificados con
semejante derrotero.
Fluido, breve, muy ameno y
expresivo, los recuerdos de su protagonista inician nuestro propio recorrido
evocador, que se entremezcla con el texto en una suerte de universo paralelo entre
autor y lector. En ese aspecto, nos lleva de nuevo a momentos felices, donde la
lectura ha sido el centro de atracción. No es un gran libro, pero fortalece el
corazón.
No es un gran libro pero fortalece el corazón- ¡qué bien dicho! Es lo que tienen en común todos las novelas autotemáticas, ¿no? Estoy a punto de publicar la reseña de una de ellas y , si no te importa, voy a citar esa frase tuya. Un abrazo!
ResponderEliminarPuedes hacer tuya mi frase, Agnieszka. Hay muchos libros que merecen esa frase, algunos de los cuales han sido apostrofados de 'irrelevantes'. ¿O es que acaso solo los libros 'profundos' -si con ello pudiera definirse algo- valen la pena leerse? Hay momentos para todo tipo de lectura. Y en esa diversidad se encuentra el placer de leer.
ResponderEliminarYa sabes aquello de 'Ladran, Sancho; señal que... son perros! Ja, ja!
Un beso grande!
Es la sensación que me ha dejado leer tu reseña, que es una medicina para el corazón, especialmente de los que somos lectores.
ResponderEliminarAbrazossss!!!
Nada más ni nada menos. Leerlo es reconocerse a sí mismo y rememorar la propia historia lectora.
EliminarUn beso!
Sí, vi la reseña de Silvia. Me queda esa impresión, podríamos hacerlo todos, es más, lo hacemos a diario pero¿ por qué no hacerlo con una autora de a la que además destacas el estilo ;) Un abrazo, Marcelo :)
ResponderEliminarComparto tu comentario, Yossi. Creo que es el estilo el que hace la diferencia. No se si me animaría a probar suerte en iterarlo, con tamaño modelo. Pero sí, podríamos.
EliminarUn fuerte abrazo.