Losada, 2010
Este
sexto volumen se abre con un hecho singular –el voluntario abandono de
Albertine del vínculo con Marcel- y prosigue con otro más lamentable y
desgraciado, la propia muerte accidental de Albertine. En cierto sentido, este
capítulo es una consecuencia lógica y hasta necesaria del volumen anterior,
donde se narraban las sospechas acerca de la afición homosexual de la
protagonista femenina junto a las acciones acometidas por su compañero para
ocupar todo el tiempo posible junto a ella, de manera que no pudiera satisfacer
sus necesidades en ese plano.
El libro se divide en cuatro
capítulos. El primero narra las reflexiones y expone el dolor del protagonista
ante la infausta noticia del deceso de su amada. Aquí, Marcel se vuelve
introspectivo con todas aquellas dudas sobre la naturaleza sexual de Albertine
que ya no podrá disipar, ni siquiera con las confesiones que su amiga Andrée
pueda allegarle. De esta parte, destaco el clima intimista, que tiene mucho de
confesión y de análisis del Yo.
El siguiente se centra en la
personalidad de mademoiselle de
Forcheville, que no es otra que Gilberte Swann reaparecida después de su
singular mutis por el foro de inicios
del segundo volumen. Ahora crecida, la jovencita comienza a frecuentar los
salones y entabla una suerte de amistad recidiva con Marcel. Es también aquí
donde a éste se le hace saber que Albertine iba a ser prometida a otro joven,
razón de la fuga con la que concluye el libro anterior.
Para tomar cierta distancia de los
hechos, el tercer capítulo alude a la soñada visita que el protagonista ansiaba
realizar a Venecia, esa ciudad que encarna sensualidad y fantasía. Acompañado
de su madre, retoma contacto con algunos personajes ya presentes en otras
circunstancias y narra las alternativas que depara la oposición de las figuras
femeninas centrales, Albertine y Gilberte, no sin demostrar cierto desencanto
de sus expectativas geográficas.
El libro cierra con el matrimonio entre
su amigo Robert de Saint-Loup y Gilberte, relatando los cambios y
descubrimientos suscitados en aquél. Toda la bonhomía y el ejercicio de modales
propios de un caballero, notas distintivas del personaje, son opacados por una
adicción al juego y una tendencia a una homosexualidad encubierta. Marcel
sospecha que la prolífica descendencia de su amigo no obra más que a modo de
pantalla donde ocultar sus aviesas inclinaciones.
A medio camino entre la novela
introspectiva y el ensayo psicológico, su estilo literario permanece
inconfundible. En estas páginas, Proust continúa haciendo gala de su talento
narrativo tanto en la descripción de situaciones como en las reflexiones que
tienen lugar, de manera de conjugar un profundo conocimiento de la naturaleza
humana con una exquisita prosa. Valga para ello el siguiente párrafo,
‘Viva, ella, no hubiera podido
enterarme de nada, pero las lenguas se sueltan curiosamente y cuentan con
facilidad una culpa cuando ya no hay que temer el rencor de la culpable.’
Si bien un poco más melancólico y taciturno, el volumen se lee bien,
pues el tedio de las descripciones minuciosas se halla bien compensado con la
brevedad del mismo.
Veo que sigues a buen ritmo con la lectura de esta gran obra. Me gusta ver que reaparecen personajes del volumen dos, donde yo me he quedado de momento.
ResponderEliminarLa brevedad se agradece, que quieres que te diga :)
Abrazos!!
Te anticipo que casi he concluido el año con el último de los volúmenes, tal cual me lo había propuesto. Éste es un volumen bastante llevadero, muy en sintonía con el anterior aunque no de su profundidad.
EliminarEspero que algún día lo puedas retomar, U-to. Es un esfuerzo, pero vale la pena.
Un cariñoso abrazo para ti.
Eres un lector de altísima cualidad y además bien organizado, yo soy más caótica.
EliminarLo retomaré, pero aún es pronto.
Abrazos, campeón!!
Entendámonos, L. En casos como éste, donde la envergadura y/o extensión de la obra así lo amerita, es donde me planteo un plan de lectura; en los demás, fluye más libremente.
EliminarSirva esto como aclaración.
Un abrazo fuerte para ti!
ahhhh, es uno de mis eternos pendientes...ya veré cuando comienzo ;)
ResponderEliminarun beso,
Ale
Cuando te interese dedicarte a escribir, Ale, pasa por Proust. Sólo eso.
EliminarOtro beso.