viernes, 20 de febrero de 2015

En busca del tiempo perdido. 7. El tiempo recuperado, Marcel Proust


Losada, 2010

              Último volumen de la obra, en el que Proust recorre temas que tienen que ver con el tiempo. En primera instancia, encara el significado del valor de los recuerdos. La mayoría de las cosas que vivimos a diario caen frecuentemente en el olvido al poco, de manera que las abandonamos en algún rincón de nuestro cerebro. Mas un día, un sonido, un aroma, nos recuerda ese otro momento, con lo que se recupera aquel tiempo perdido, olvidado. Es la extemporalidad del recuerdo la que lo hace posible. Vuelve a la magdalena y así cierra el ciclo de evocaciones.

‘Es así: si gracias al olvido, el recuerdo no ha podido establecer ningún lazo, arrojar ningún eslabón entre él y el minuto presente, si quedó en su lugar, en su fecha, si conservó sus distancias, su aislamiento en el hueco de un valle o en lo alto de una cumbre, de pronto nos hace respirar un aire nuevo, precisamente porque es un aire que se respiró antaño, ese aire más puro que los poetas han tratado en vano de hacer reinar en el paraíso y que no podría dar esa profunda sensación de renovación más que si ya hubiera sido respirado, porque los verdaderos paraísos son los paraísos perdidos.’

           Gran parte de este libro está destinado a la vejez y a cómo percibimos el envejecimiento propio tanto como el ajeno. Marcel, pasados los años y tras enfermedades varias, decide acudir a una de esas reuniones de sociedad a las que tantas veces solía asistir. El paso del tiempo ha desdibujado a la mayoría de los asistentes más conspicuos con los que se encontraba otrora, ya sea en el plano físico –que en muchos casos los ha vuelto irreconocible- o en el plano intelectual –deterioro de la lucidez-. Pero también están los cambios que su propia fisonomía ha suscitado en los demás, y la manera en que él mismo es visto por ellos.

            Finalmente, en el plano social, describe los cambios que la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa han aparejado, con la desaparición de la aristocracia francesa de la pompa y el renombre y su fusión con una burguesía vulgar pero pujante, que banaliza todo lo que antes había sido digno de encomio. En este aspecto, Proust es un observador minucioso de las posibles continuaciones de la guerra al deshacerse los Imperios Centrales y la aparición de nuevos nacionalismos, el comunismo y el reclamo de mayor equidad, que amenazan el delicado equilibrio logrado por Europa al concluir el conflicto.

            La traducción a cargo de Graciela Isnardi continúa el camino de Estela Canto, quien había abandonado la tarea poco antes de su fallecimiento. La prosa exquisita, la frase cargada de contenido con las palabras más adecuadas y el poder de observación de un espectador privilegiado, hacen de este volumen y de toda la obra un fenómeno literario único y señero.

            En lo personal, he sentido que Marcel decidió tomarme del brazo a lo largo de cien días, llevándome a transitar por un puñado de parajes franceses revestidos de un relumbre que él percibía brillante, donde se daba cita lo más granado de la sociedad de su tiempo. A su vez, me ha obsequiado con un montón de reflexiones acerca de la naturaleza humana en las que pocas veces he reparado. Y finalmente, me ha dado lecciones de cómo enfrentar con dignidad el oficio de escribir, por si alguna vez tuviera interés en hacer ejercicio. Por todo ello, ¡gracias, Maestro!

         Para un clima de lectura más que apropiado, sugiero como cortina musical los ‘Preludios’, de Claude Debussy, con la soberbia ejecución de Krystian Zimerman. Excelente compañía. 

6 comentarios:

  1. O sí, Krystian Zimerman en muchos aspectos recuerda al mismísimo Marcel Proust. Has elegido muy bien al pianista. Un abrazo

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    1. Gracias por compartir la música, Agnieszka.
      Un beso para ti.

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  2. Mis más entusiastas felicitaciones y mi admiración por lograr tu objetivo y realizar un balance tan positivo como el que realizas tras su completa lectura. Por mi parte aún espero el momento de encarar el tercer volumen, así que veo muy lejano el cumplimiento de su completa lectura.

    Abrazos grandes!!

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    1. Muchas gracias, U-to! Ha sido un esfuerzo, pero enriquecedor de cabo a rabo. Al fin de cuentas, son pocos los desafíos literarios que enfrentar. Tú ya has alcanzado el tuyo, al menos para el 2014. Cuando puedas proseguir éste, ya sabes...
      Un beso grande para ti.

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  3. Y Satie? Para las páginas finales. Justo le comentaba a Laura que estoy preparado para la relectura del tercer volumen y tú ya has acabado, qué capacidad de asimilación proustiana, si quisieras nos adelantarías dando la vuelta jajja. Me alegro mucho leer cómo describes tu sensación como lector, hay algo que compartimos. Un abrazo, Marcelo

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    1. Satie, claro! Lo tuve en cuenta, pero sólo para ese final un tanto tristón. Me pareció que la melancolía de la obra daba con el perfil de Debussy.
      No se si uno logra asimilar semejante creación en tan poco tiempo; más bien, estas líneas han sido las primeras impresiones que han dejado mi primer contacto con ella. Seguramente, en una relectura pueda profundizar algunos aspectos.
      Un abrazo grande, Yossi!

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