viernes, 13 de febrero de 2015

Memorias del hambre. El camino del tabaco, Erskine Caldwell


Navona, 2008

              Leí la reseña de Carol de este libro y lo apunté. Poco después, cuando me encontré con la escritora Selva Almada a través de Claudia Pérez, me llamó la atención que en un curso sobre literatura norteamericana que pensaba desarrollar incluyera este título. Desconozco si ese proyecto se realizó, pero en todo caso me animé a encararlo, como una forma de introducirme al universo Faulkner, a quien no he leído aun.

            El protagonista de esta novela es Jeeter Lester, un hombre mayor nacido en los campos de Georgia, heredero de una extensa propiedad -que en épocas de prosperidad estaba destinada al cultivo del algodón y ahora se halla abandonada, reducida y enajenada-. Él y su familia se mueren literalmente de hambre, pues no tiene ya nada que ofrecer al mercado y no está dispuesto a convertirse en operario en las hilanderías de Augusta.

            La indigencia, la escasez de recursos, el hambre y la ignominia se convierten en escenas de la vida cotidiana de quienes se han quedado fuera del pujante sector manufacturero, incapaces de cambiar su modo de vivir.

            La novela, publicada en 1932, resulta así un retrato de época del sur norteamericano después de la Gran Depresión de 1929, donde el cultivo extensivo ha dado paso a la industrialización masiva y todos aquellos que se habían criado en los latifundios no tienen cabida en la nueva estructura productiva.

            Lester se encuentra condenado de antemano a una muerte oprobiosa, puesto que él no puede ir en contra de su historia, y el adaptarse al medio que lo rodea –incorporándose a la fuerza de trabajo industrial que recibe un jornal, como la mayoría de los jóvenes- es algo no solo impensado, sino deshonroso.

        Fluido, el libro se lee bien aunque por sus páginas transiten todo tipo de bajezas y mezquindades, propias de los desposeídos. Tan bueno como angustioso.

6 comentarios:

  1. No conozco al autor, así que tampoco la novela, claro. Lo que explicas me atrae bastante porque es una época que me ha interesado siempre. Tengo tanto pendiente por leer que me he prometido a mi misma no comprar (casi) nada más en un tiempo, pero no lo voy a dejar caer en el olvido. Confío en que si un día te digo: "Marcelo, recuérdame aquel libro de la crisis de los treinta que me gustó", tú recordarás que era este libro. ¿O es mucho pedir?

    Abrazos grandes!!

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    1. Espero tener la suficiente memoria, U-to, para cuando eso ocurra, no vaya a ser cosa que el señor Alzheimer se lleve parte de esos recuerdos.
      Imagino que esa época debe ser de interés para cualquier amante de la Historia. 'Los vagabundos de la cosecha', de Steinbeck, también pertenece a ese período, y tantos otros...
      Comparto esa decisión de no comprar, pero soy tan voluble...
      Nada de lo que me requieras será mucho pedir.
      Un fuerte y gran abrazo!

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  2. Más que a Faulkner me recuerda a Steinbeck por el tema tratado. Y a Lazarillo de Tormes por tratar al trabajo como algo deshonroso...
    Me hice con "Ladrilleros" de Selva Almada y tengo pensado leerlo en breve, gracias a tu recomendación.
    un abrazo

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    1. Sí, de hecho me recordó a Steinbeck, mucho más consustanciado con el problema del paria. Pero no quería mezclarlos.
      No leí 'Ladrilleros', de Almada -aunque espera su momento-, pero sí 'El viento que arrasa' y lo recomiendo.
      Quizás pueda allegarte algunas apreciaciones personales sobre su literatura. Ten paciencia, Agnieszka.
      Si fuera de tu interés, podríamos compartir la lectura del texto; así armamos un 'Estéreo Transatlántico', tan querido por mi. Sólo avísame, ¿si?
      Un beso enorme.

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  3. Mucho, recuerda mucho a Steinbeck, incluso un poco a DosPAssos, me lo llevo apuntado, teseña certera en infalible. Un abrazo.

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    1. Yossi! Qué bueno tenerte por aquí! Sí, esa misma sensación tuve yo al leerlo. Tengo la Trilogía de Dos Passos esperando en la biblioteca.
      Gracias por tus líneas.
      Un abrazo fuerte!

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