viernes, 1 de mayo de 2015

100% colombiano. Mi hermano el alcalde, Fernando Vallejo


Alfaguara, 2004

               Tenía ganas de leer algo de este escritor colombiano devenido mexicano a partir de 2007 y no me decidía a encarar su obra más reconocida, El desbarrancadero. Por eso orillé su literatura con éste y, de verdad, me resultó tan divertido como trágico. El título de la reseña lo tomé de un exitoso disco de la banda Fun Lovin’ Criminals, de 1998.

         Escrito en primera persona, Carlos, el hermano del narrador, se ha convertido en alcalde de Támesis, un pueblo de la zona de Antioquia, en pleno corazón de Colombia. Idea nacida de un delirio, su puesta en marcha lo es aun más. Y mientras Carlos comienza su campaña política para hacerse de la alcaldía, el relator nos va narrando cada una de las peripecias que lo tiene de protagonista. Así, el voto de los muertos, las desopilantes promesas que se brindan al electorado –que, por cierto, es poco propenso a ser fiel a ningún candidato- y hasta una bandada de loros amaestrados que son parte de la contienda electoral, son algunos de los elementos con que Vallejo nos obsequia una historia que no por grotesca y graciosa oculta el entorno de violencia y corrupción, entre la guerrilla, las mafias de la droga y los beneficios que ésta reporta a los engranajes del poder.

              Con un estilo directo, en lenguaje bastante soez y chabacano, Vallejo repasa la trampa del monocultivo del café, la escasez de fuentes de trabajo –y de ganas de trabajar, claro-; la carencia de aspiraciones de una sociedad chata y mísera, sin voluntad para cambiar las respuestas y esclava de las dádivas que el gobernante de turno les ofrece a cambio de que todo siga igual. En este aspecto, el libro se vuelve una denuncia contra la opresión de un pueblo ignorante y aquiescente.

            Destaco algunos tópicos. El narrador, hermano de Carlos, está en México mientras escribe, no en Colombia; con lo cual, la distancia le permite evaluar las acciones desde una óptica distinta. Por otra parte, es tal su desencanto y descreimiento que putea –literalmente- contra Colombia y su gente, con una mezcla de bronca y rencor muy propio de quien se exilia. Además, el texto abunda en escenas bizarras –el nuevo párroco, que es recibido con un montón de muertos por la violencia y despedido con otro tanto; la madre, que pide a sus hijos que rescaten tres cadáveres del fondo del río, así pueden tener algo que negociar para poder comer ese día- que brindan colorido a la vez que muestran a una Colombia bañada en sangre y barro. Por último, deja en claro que aun realizando obras de gobierno en bien del pueblo –escuelas, pavimentación, hospitales, etc.-, a éste no le importa más que vivir de la limosna preelectoral, dándole la espalda a quien no le ofrece comida, dinero y promesas que no ha de cumplir.

            Fluido, con frases bien construidas y cierta poética, el libro se lee rápido, arrancando algunas sonrisas que dejan sabor amargo hacia el final. Una mirada descreída y crítica de la Colombia actual.

10 comentarios:

  1. Muchas gracias por esta recomendación. Por fin un libro sobre la realidad latinoamericana no-victimista. ¿Podrías recomendar más novelas recientes que traten de la situación socio-económica de distintos países del continente y no acusen a los EE.UU., UE, FMI o BM de todos los males que padecen?
    Un abrazo

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    1. Se que lo comprenderás, Agnieszka: está escrito con MUCHA BRONCA. Para el autor no es grata la situación -de Colombia en especial-, por todo aquello que señalo. Extiéndelo a Sudamérica.
      Por otro lado, me pides un imposible, Libros autocríticos, ja, ja! Es como pedirle a un islámico que niegue a Alá. Somos lo que somos, Agnieszka, autocrítica cero! Mal que nos pese, es parte de la idiosincracia.
      Otro abrazo.

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  2. Otro Macondo!!!! Me encanta la recomendación, me la llevo que tampoco me he estrenado aunqeu ahora me queda un 8000 por delante.... vuelvo a Gaddis. Tenerte en GR es genial, es más interactivo. No tenemos que esperar a las respectivas reseñas. Un abrazo :)

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    1. Guau! Gaddis, nada menos!
      Éste es un libro poco típico -nadie hace autocrítica acá, Yossi-. Pero vale la pena.
      Si, estar en GR lo hace más fluido. Recuerda que me debes un par de links sobre H.
      Un abrazo fuerte!

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  3. Qué importante es el sentido del humor para hacer frente a realidades que podrían llevarnos al borde del abismo. Vivir entre la violencia de forma cotidiana tiene que ser extremadamente duro.

    No he leído nada del autor y esta parece una buena opción que colo en esa nube mía que empieza a estar excesivamente poblada de libros :))

    Un abrazo grande!!

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  4. Es importante mantener cierto grado de cordura cuando todo lo que nos rodea no parece tener sentido. En eso, el libro resulta una inyección de ánimo.
    Si tu nube empieza a estar poblada de libros, U-to, yo ya tengo un frente cargado de cúmulus nimbus! Ja, ja!
    Un beso enorme.

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  5. Me llama la atención esa mezcla de bronca y poética. No es fácil la combinación.

    Un abrazo

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    1. Por supuesto, Ana. Cuando lo lees, percibes algo parecido a lo que debe haber sentido Canio al descubrir la infidelidad de su mujer en I Pagliacci, de Leoncavallo. Es esa risa amarga, que nos arranca el intenso dolor interior, convirtiéndolo en una mueca. Es un estertor, más que una risa.
      Vallejo lo hace entretenido pero no deja de exhibir su amargura por un pueblo incapaz de cambiar.
      Otro abrazo grande.

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  6. Marcelo:
    este me toca de momento con situaciones cercanas: estamos en plena campaña electoral para elegir alcaldes (las votaciones son en julio) y es tal cual lo cuenta este libro: el electorado quiere que le regalen cosas en las campañas -que importa que después roben a manos llenas- Han de decir: aunque sea esto que nos den ahorita, que después de todos modos nos va a ir como en feria. Este fin de semana, el viernes para ser precisos, mi ciudad estuvo sitiada por narcobloqueos. Las entradas carreteras estaban sitiadas por carros, camiones y trailers quemándose. Los narcos tumbaron un helicóptero de las fuerzas especiales, y el narco que según el gobierno iba a agarrar, se les escapó. 17 narcobloqueos en total hubo ese día.
    De espanto.
    Un beso,
    Ale.

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    1. Lamento mucho lo que me cuentas, Ale. Vallejo lo refiere a Colombia, pero parece que tu México se le asemeja. Imagino que debes querer mucho a tu ciudad para tolerar semejante entorno. Entiendo también que puede no haber opción, pero... que no puedas ser capaz de moverte libremente, la verdad...
      Un beso grandote.

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