lunes, 20 de julio de 2015

La consagración del vacío. El mapa y el territorio, Michel Houellebecq


Anagrama, 2013

        Recién publicado su último trabajo, me incliné a leer alguno de los anteriores, disponiendo de varios al alcance de la mano. No obstante, me prestaron éste pues venía con recomendación. Su propietario no se cansó de ponderarlo en toda oportunidad en que salió el tema del escritor provocador, transgresor y algunos epítetos más de igual calibre con que se vitupera a Houellebecq. Habiendo leído Las partículas elementales –y visto su adaptación al cine-, lo cierto es que quería recordar el motivo de tanta polémica.

        Jed Martin es un artista que fotografía herramientas, como forma de entregar una mirada distinta del quehacer del hombre. El día que visita a su padre compra un mapa Michelin y, sorprendido de las vistas que contiene, se hace de algunos más que comprenden distintas regiones de Francia para fotografiarlos. La exhibición de esas tomas le confieren una dosis de fama, con la cual abandona la fotografía y comienza una carrera como pintor. Sus trabajos se componen de retratos de personajes del quehacer cultural y social: Steve Jobs y Bill Gates, marchands renombrados, su propio padre y, cómo no, el escritor Michel Houellebecq, entre otros, de quienes intenta capturar gestos, miradas o momentos de sus vidas.
            
          La novela se estructura en una breve introducción y tres grandes partes. La primera aborda la relación de Jed y su familia: el suicidio de su madre, la ausencia y parquedad de su padre –reconocido arquitecto- y el escueto vínculo que los reúne todas las noches de Navidad.  También, el nacimiento de un amor con Olga, una rusa a la que conoce en el inicio de su carrera.

          La segunda empieza con una reunión en lo del escritor Beigbeder y cómo entra en contacto con Houellebecq –elegido por Jed para hacer el escrito de las tarjetas de presentación de su exposición-, el intercambio entre ambos y las charlas con su padre, ya muy enfermo. La tercera es un policial que cuenta un macabro asesinato -¿a qué no saben de quién?- y en el que Jed se convierte en una pieza clave a la hora de develar al culpable y el motivo del mismo. Hacia el final, se narran los últimos tiempos de Jed, ya consagrado y solitario.

           Hay varios planos que observar. Uno de ellos es la cercanía de la muerte con un familiar en plena lucidez y la elección de éste de su propia eutanasia. ¿Es aceptable socialmente que un ser humano elija la forma en que desea partir de este mundo, sin mediar comunicación con su familia? Otro es el hecho del valor que posee una obra de arte. ¿Quién o quiénes deciden que un mamarracho o una burda copia se convierta en una obra afamada, con un costo inexplicable? De ese vacío existencial que se consagra a sí mismo es del que se burla notoriamente Houellebecq a la hora de establecer quiénes son los formadores de precios en el arte.

          Uno más a tener en cuenta es el uso de Wikipedia –que el propio autor reconoce- junto a recortes periodísticos y toda una gama de manuales de uso que sólo parecen destinados a llenar páginas, sin otros objetivos. Y en un plano más profundo, asistimos a la abulia y narcosis que la posesión de dinero y recursos suele acompañar a quienes detentan cierta dosis de poder. En este sentido, la obra de Houellebecq se vuelve cercana a una denuncia.

            Con alusiones a obras literarias reconocidas y una megalomanía notoria –su personaje compite con el rol protagónico de Jed Martin en varias escenas a lo largo del texto y sus títulos aparecen con mucha frecuencia-, Houellebecq se las arregla para construir un pseudo - ensayo que cuestiona el neoliberalismo, la clase social dirigente y la toma de decisiones sobre las obras artísticas que, a su modo de ver, sólo configuran una manera espuria de ganar dinero. 

          Por lo demás, un gran libro que se lee de corrido, de estilo coloquial y fluido, sin golpes bajos, destinado a ser disfrutado y a reflexionar.

12 comentarios:

  1. Este lo leí hace tiempo. En el recuerdo está como punto a favor la relación con el padre, a ratos me resultó incluso conmovedora. El estilo me recordó a Paul Auster, sin llegar pero muy parecido. En contra, el hecho de que me pareció un poco idiota. Lo siento, estaba pensando otra forma de explicarlo y no se me ocurre.
    Besos para vos

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    1. Ja, ja. Pero tiene algunos puntos buenos. Sin querer polemizar, me gustaría conocer tu opinión sobre el mercado del arte. Quién dictamina que un artista es genial y otro no? Un tío quizo comprarme a precios altos un puzzle de 9000 piezas -una réplica de la Torre de Babel, de Brueghel-, que no estaba en venta. Y sólo era una lámina de cartón!
      Me resultó significativa su mirada sobre los que, como yo, solo copiamos; no creamos nada.
      Recibe un refrescante abrazo, Norah.

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  2. Con Houellebecq siempre he tenido una historia peculiar, pues sin haber leído un libro suyo, puedo decirte que he devorado cuantas entrevistas le han hecho, así como artículos propios y referentes a su persona, Supongo que esa fama de "enfant terrible" de las letras francesas (Europeas, por extensión) , hace que el morbo esté servido, en forma de respuesta o comentario espinoso. Sin embargo tengo la misma impresión que Norah, a veces el tipo parece algo... impostado.
    Sea como sea, me parece necesario que haya un intelectual que incomode a otros tipos bastante más bocazas que él, los políticos. Un libro interesante.
    Un abrazo Marcelo.

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    1. Sí, comparto contigo que su postura no es inocente. Le asegura la venta de sus obras. Pero en este caso el planteo me pareció interesante porque en materia de arte parece que el mapa es más importante que el territorio, la representación de lo real antes que lo real en sí mismo. Una mirada que tiende a hilar fino, Paco.
      Por lo demás, como habitualmente, es un gran provocador.
      Un fuerte abrazo!

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  3. Marcelo, ni he leído ni he comprado nada de Houellebecq. Me resulta antipático, jajajaja. Me pasa como a Norah, me gustaría decirlo de otra manera pero no me sale. Tendré que replanteármelo pero, no sé, me costará. Ya veremos, de momento dejo ahí esa "concesión".

    Soy partidaria convencida de la eutanasia. Sobre el precio de las obras de arte, estoy de acuerdo en que hay mucha manipulación, pero creo que pasa con el precio de muchos otros objetos que el capitalismo convierte en mercancías caras.

    Abrazos!!

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    1. Pero... no era que intentabas separar al autor de su obra? Al menos, eso me parece haberte leído en algún lado.
      Comparto tu partidismo sobre la eutanasia. Respecto del mercado del arte, siempre me he preguntado cómo algo llega a ser apreciado y no descartado como pastiche. Sí, son muchos los objetos que se ponen de moda, beneficiando a unos cuantos pícaros.
      Un gran abrazo!

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    2. Pero el caso es que no es por su ideología, que por lo poco que sé comparto, es que no me gustan sus "maneras" estridentes de impactar a través de los medios de comunicación. ¿Sabes esas personas que sin saber muy bien los motivos te resultan antipáticas? Pues él es uno, ¿Irracional? Seguro que sí.

      Intentaré enmendarme..................jajajaja

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    3. Bueno, yo no tengo acceso a sus reportajes o entrevistas por TV; solo opino desde la lectura de sus obras. Pero estoy al tanto de su carácter polémico y provocador. No me cabe duda de que no tiene la más mínima intención de guardar las formas. Eso también se refleja en sus líneas.
      Un beso.

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  4. Lo realmente fastidioso es que para mí, por un tiempo, todo lo que me puede ofrecer Houellebecq son relecturas. Este, magnífico, y ya no sé si leíste Plataforma, pero si no, hazlo, porque creo que es el mejor, o al menos el más alejado de un escándalo a la medida.

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    1. He leído 'Las partículas elementales' y también me ha gustado. Tengo 'Plataforma', tanto como 'Ampliación...' y 'Sumisión' esperando, pero leo uno cada tanto, porque si no me saturo. Tomo tu propuesta, Francesc.
      Gracias por tu recomendación y por pasar por este lugar.
      Un abrazo.

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  5. es un autor con el que tengo que estrenarme.Ni he leído sus obras, ni visto (o leído) entrevistas. Ya veré si me decido ;)
    un beso,
    Ale.

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    1. ¿Aun no has leído nada de Houellebecq, Ale? Vaya, toda una sorpresa!
      Polémico hasta el cansancio, se lo ama o se lo denosta en igual proporción. Pero escribe muy bien. Y sus planteos van más allá de la trama circunstancial. Es un observador finísimo de la realidad social.
      Ésta o cualquier otra de sus obras son un buen comienzo. Personalmente, me gustó mucho 'Las partículas elementales'.
      Un fuerte abrazo.

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