domingo, 30 de agosto de 2015

El bien y el mal definen por penal(tis). Los versos satánicos, Salman Rushdie


Varias editoriales, 1989

              Lo compré cuando recordé el escándalo que este libro había generado al aparecer; el decreto de Khomeini de blasfemo y la consiguiente fatwa destinada al autor, que se hacía pasible de ser asesinado allí donde se lo encontrara, por lo que Rushdie hubo de esconderse al menos durante un tiempo. Sabemos de sobra que el fundamentalismo islámico no se anda con vueltas; quizás, en este caso, no le falten motivos. El hecho de que sea un grupo de casas editoras las que se hicieran cargo de su publicación y no una sola, evidencia la seriedad de la condenación.

            Todo comienza en el vuelo 420 de Air India que cubre la ruta a Londres. Un grupo de terroristas musulmanes secuestran el avión, toman de rehenes a cincuenta de sus pasajeros durante ciento once días y remontan vuelo nuevamente para detonar a diez mil metros de altura cuando el avión se encuentra cruzando el Canal de la Mancha. Entre el pasaje se hallan Gibreel Farishta, un afamado actor de Bollywood, y Saladin Chamcha, reconocido en el medio publicitario por su capacidad de registrar mil voces distintas en off. El primero, viaja a encontrarse con Allie Cone, la escaladora del Everest y el gran amor de su vida, abandonándolo todo –fama, dinero, contratos-. El segundo, retorna a su casa donde lo espera su bellísima esposa Pamela.

            Ambos resultan ser los únicos sobrevivientes de la tragedia. A medida que caen y se acercan a tierra, sufren una metamorfosis. A Farishta lo empieza a iluminar una tenue luz que surge de su coronilla dándole un tinte de aureola y a Chamcha los pies se le convierten en patas con pezuña y le nacen un par de cuernos desde la frente, en claras transmutaciones a ángel y a demonio, respectivamente. Allí se inicia entonces el derrotero de estos dos singulares personajes por las inmediaciones de Inglaterra.

            Chamcha encarna al indio emigrado, que reniega de su origen y ve en la manera de ser inglesa, en Londres específicamente, la máxima aspiración posible como ser humano. Con un padre en Bombay con quien tiene un vínculo de amor/odio, intentará reconciliarse con él al final de sus días.

          Farishta, en cambio, sufre un desdoblamiento de la personalidad. Por momentos vuelve a ser el de siempre y en otras padece ciertas alucinaciones que lo transforman en la encarnación del arcángel Gabriel.

          El libro consta de nueve capítulos que alternan las peripecias de los protagonistas con las ensoñaciones de Farishta. La primera de éstas es ser el vehículo del Supremo, hablándole a Mahound (Mahoma) sobre los versos del Corán; luego, la profeta Ayesha, quien debido a sus visiones conduce a todo un pueblo a ahogarse en el mar de Arabia; finalmente, acompañado de una trompeta que ejerce de Azrael, Farishta va prendiendo fuego las calles de Londres.

            Hay varios puntos sobresalientes en esta obra. El más destacado es el entredicho que intenta minar la base de creencia religiosa musulmana, a saber, que Gabriel pudo no haber sido quien dictara los versos destinados al Corán al profeta Mahoma, sino que éste bien pudo hacer que coincidiera lo supuestamente recibido del arcángel con lo que él mismo creía que debía ser -y Rushdie se anima a más: sostiene que lo hizo para beneficio propio-.

            Luego está el remanido tema del bien y el mal. A la envidia de Chamcha sobre la suerte de Farishta, le opone la despótica venganza de éste debido a sus furibundos celos, de manera que Rushdie sugiere que ambas actitudes, buenas y malas, coexisten en un mismo ser y que nadie, ni santo ni demonio, está exento de ello. Así, un ángel puede convertirse en demonio y viceversa.

            También hay una crítica mordaz al mesianismo fanático, capaz de sacrificar a sus fieles por el solo hecho de seguir a un líder carismático, sin meditar su propuesta. Y tampoco deja pasar el maltrato al que se exponen los inmigrantes de cualquier origen, detrás de esa imagen del ‘Londres maravilloso’ cuya contracara muestra ruindad, miserias varias y sordidez de metrópoli.

            Escrito en un estilo coloquial, el libro fluye lentamente más por la forma alternada de las historias que van y vuelven allí donde se habían dejado –de forma de generar un itinerario circular-, que por la densidad de su contenido. No requiere de gran concentración para su lectura, pero sí de tener presente dónde han quedado las escenas de cada una de ellas para tener continuidad.

          Si a todo esto añadimos que en el libro Mahoma es una suerte de oportunista, las prostitutas de la ciudad de Jahilia toman el nombre de cada una de sus esposas, y la profeta que dirige a sus seguidores a la muerte es homónima de su última y más querida esposa, tendremos así una acabada idea del porqué del veredicto del ayatollah. Con esto, Rushdie profana toda la iconografía musulmana que el fanatismo religioso utiliza como base de dominación, dejando en claro que el poder de la religión se basa en la ignorancia de su gente, a la que convocan en nombre de miles de imágenes comunes, todas ellas vacías de contenido.

             En suma, un libro complejo, de a ratos entretenido, siempre con fino humor, que merece ser leído con tiempo y que no tiene desperdicio. Entre los mejores de este 2015.

12 comentarios:

  1. Es lo único con lo que estoy de acuerdo con Marx - la religión es el opio del pueblo. Viendo lo que está pasando podemos constatar, desafortunadamente, que poco ha cambiado en este aspecto desde la fatwa contra Rushdie.
    un abrazo

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    1. Hay una toma de posición respecto de la ignorancia; Rushdie deja en claro que ésa es la base de dominación. Del resto, se burla ácidamente.
      Un abrazo, Agnieszka.

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  2. Marcelo, he de decirte que tu gusto literario me parece excelente.
    Hmm… Los versos satánicos, de Rushdie! Hubo una época en la que estuve merodeando al libro, igual que la raposa al gallinero.
    Recuerdo que en una librería de viejo, en Madrid, pregunté por dicho ejemplar, pero ya lo habían vendido. No obstante, la librera me comentó otro título de Rushdie que si tenían; “El último suspiro del moro”, bueno, al final me lo llevé, más que por el interés concreto en ese, por mitigar la frustración de no conseguir el otro. Y ahí está el “pobre sustituto”, esperando silenciosamente su oportunidad en mis estanterías. Después de leerte, sabiendo tu consideración sobre el libro, ya tengo meridianamente claro que… el asalto final al gallinero será inminente!! :)

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    1. Gracias, Paco, por tus líneas. Lo cierto es que lo encontré de casualidad y pasó mucho tiempo antes de volver a verlo.
      Tengo 'Hijos de la medianoche' esperando su momento. Rushdie escribe muy bien. Pégale una hojeada cuando puedas y decídete! La pasarás genial.
      Espero que no se convierta en una versión moderna de Pollitos en fuga!
      Un abrazo, amigo.

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  3. Qué boludo que sos, ¿para qué nos cuentas que solo sobreviven dos? De este libro siempre me llamó muchísimo la atención el título, es tentador donde los haya y siempre me dio reparo el poso intelectual y sesudo que parece tener. Parece que no es tanto como pensaba y la lectura no es tan difícil. No sé, igual me animo aunque no ahora mismo. Menudo Salman, sí que tenía ganas de lío, ya hay que ser valiente o inconsciente.
    Besos de angelito.

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    1. Ja, ja! Es que es el comienzo de la historia; nada menos que con una voladura fundamentalista.
      No es para nada difícil ni sesudo; tienes que disponer de algún tiempo, pero lo vale.
      Claro que tenía ganas de lío, Norah. Desenmascara los subterfugios del poder religioso y del sistema de dominación. Pero su crítica no se queda en Oriente; también alcanza a los ingleses...
      Un besote.

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  4. Lo leí cuando fue publicado y en aquel momento no acabé de entender la gravedad de lo que había detrás y de la irreverencia de Rushdie. El fundamentalismo islámico sigue matando por estas cosas (recordemos Charlie Hebdob).
    Era lectora de Rushdie antes de esta obra, había leído ya La sonrisa del jaguar y mi favorita Hijos de la media noche. Después de Los versos satánicos, leí El último suspiro del moro que también me gustó bastante. Hace tiempo que no leo nada suyo.

    Concuerdo con lo que cuentas en la reseña, un libro interesante, pero prefiero otros...

    Abrazos!!

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    1. Cualquier fundamentalismo mata por cualquier sinrazón; en realidad, lo hace cuando su base de sustentación -o dominación- está amenazada -o se percibe amenazada-.
      Qué bueno que tú hayas leído tanto de Rushdie! Tengo 'Los hijos...' para leer aún.
      Respecto de éste, me ha sorprendido gratamente. Está muy bien narrado. Y las alusiones son interesantes.
      Un fuerte abrazo para ti, U-to.

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  5. Fìjate que nunca me había llamado la atención leerlo, hasta ahora que te leo a tí. Sin duda parece una obra interesante. Rushdie vendrá este año a la FIL, donde el país invitado es Inglaterra.
    Un beso,
    Ale.

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    1. ¿CUÁNDO ES LA FIL, ALE? Viajaría si pudiera para brindarle todo mi reconocimiento. Es que uno debe alentar a todo aquel que intenta sacar al iletrado de su estado de indefensión, y Rushdie ha hecho mucho en pos de ello.
      No le des más vueltas; léelo y después me aplaudes o me incendias, ¿si?
      Un beso.

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  6. Marcelo: ya lo tengo en mi poder para leerlo ;)
    la FIL siempre comienza el último fin de semana de Noviembre, y termina el siguiente fin de semana.
    Aquí puedes encontrar la página web: http://www.fil.com.mx/info/info_fil.asp
    Un beso,
    Ale.

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    1. No será este año, Ale, pero me daré una vuelta en alguno. Te avisaré.
      Gracias por acercarme la fecha y el link.
      Un besote.

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