miércoles, 18 de noviembre de 2015

Método Champenoise. Invisible, Paul Auster


Anagrama, 2009

           Había leído mi primer Auster en el verano de 2011, cuando comenzaba una relación de pareja, por sugerencia suya. Luego me señaló otros títulos, y me abastecí de unos cuantos en ese febrero, incluido éste. Pero mi esencia de lector nómade me impide abordar otras obras del mismo autor consecutivamente, en aras de mantener un cierto grado de equilibrio –y de cordura-; por ello la distancia indispensable entre dos de ellas resulta casi una declaración de principios.

            Estamos en el Nueva York de 1967. Adam Walker es un joven y atractivo poeta que sólo cuenta con veinte años. En medio de una fiesta conoce a Rudolf Born, un profesor francés de ciencia política quince años mayor, quien al poco le propone hacerse cargo de una revista literaria que tiene en mente publicar con ciertos fondos heredados. Walker acepta la propuesta más debido a la seducción que sobre él ejerce Margot, la acompañante de Born, que por convicción. Pero un hecho delictivo que los tiene como víctimas generará una gran culpa en Walker, que arrastrará por años.

            El libro se divide en cuatro partes. La primera relata los hechos citados. De la segunda, se encarga James Freeman, un escritor otrora compañero de Walker, quien recibe por correo unos escritos sobre esa historia, cuando el protagonista agoniza. Es 2007, han pasado casi cuarenta años sin noticias uno del otro y Freeman asiste a un relato en el que se narra la relación incestuosa –con pelos y señales- entre Adam y su hermana Gwyn en el verano de 1967.

            Luego, en la tercera, Freeman al visitar a su amigo descubre que éste ha muerto días antes, no sin legarle el último capítulo de su escrito, en el que Walker se traslada a París para proseguir estudios de lengua francesa; vuelve a frecuentar a Margot y se topa con Born, quien lo presenta a Hélène y Cécile, novia e hija de ésta, respectivamente. La venganza que pergeña Walker se descubre y éste debe volver a Nueva York. Finalmente, Freeman se encuentra con Cécile en el presente, quien concluye la historia.

            La novela toma ribetes de thriller y suspense a medida que transcurren sus páginas. Born resulta todo lo misterioso y elusivo que se necesita para ello. Él es el invisible protagonista de toda la obra.

          Destaco dos cosas importantes: la primera es el cambio de narrador sin pérdida de coherencia narrativa. Comienza Walker en primera persona; continúa Freeman con el escrito de Walker en segunda persona; pasa a Walker en tercera persona y finaliza con la narración en un diario personal. Con esto, Auster hace gala de una serie de recursos estilísticos que bien pueden servir de modelo para quien desea dedicarse a escribir. La segunda es el manejo de la verdad y la mentira en toda la ficción, de manera que la línea que las separa se va volviendo difusa. ¿Es verdad todo lo que nos cuenta Walker?, ¿qué peligros entrañan Born y Margot?

            Sin embargo, adolece de falta de credibilidad en algunas escenas y si bien el erotismo se hace presente en la descripción de la relación sexual entre hermanos –que Gwyn va a negar una vez consultada-, resulta poco convincente que, si algo de la historia se resuelve, esto tenga lugar en una isla del Caribe muchos años después, entre Born y Cécile, la hija que no fue.

         Por lo demás, una narración sólida, fluida, rítmica, bien llevada. En cada cambio de segmento se esconde un giro inesperado que conduce a otro enfoque y profundiza la trama. Es esa escalada en espiral la que me hizo asociar tales giros al método Champenoise de elaboración de champaña, en el que se debe girar e inclinar la botella un poco todos los días para ir arrastrando las borras hacia el cuello y que éstas puedan salir expulsadas en un paso posterior. Un libro entretenido y llevadero.   

12 comentarios:

  1. ¿Era una chica lista, eh? Bueno, no es lo primero que yo recomendaría de Paul Auster, pero sí lo mejor de lo último que ha hecho. No sé, pero ha perdido parte de esa magia y sensibilidad que tenía al principio, en libros como La noche del oráculo, Brooklyn follies o El libro de las ilusiones que es muy parecido al que nos traes hoy pero mucho mejor en todo. Para mí, la lectura de Invisible fue una chispa de esperanza después de encadenar ciertas decepciones que empezaron con el Viajes por el scriptorium. No está mal tampoco Sunset Park pero vamos, que si has de leer de poco en poco pues empieza por lo mejor, por aquello del tiempo que se escurre. Es buena idea esa de no empacharse con obras de escritores recién descubiertos, corres el peligro de que te empiecen a parecer todas iguales.
    Un besito

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    1. Yo pensé que era santo de tu devoción... Me gustó más 'Brooklyn Follies' que éste. Rescato el excelente uso de recursos literarios y esa espiral in crescendo tan evidente hacia el final. Pero terminar en el Caribe, la verdad...
      Tengo otros títulos, pero prefiero ir intercalándolos. La lectura de la obra de un solo autor es como el dulce de leche: en dosis convenientes, puede ser un deleite; en exceso, empalaga y provoca rechazo.
      Un beso grande para vos, Norah.

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  2. Soy Austeriana, me gusta su manera de escribir, especialmente lo de entretejer historias que van confluyendo y encajando unas con otras relacionando a los personajes en una especie de coral bien armonizada y coordinada.

    No he leído esta obra, pero he leído unas cuantas, quizás es Brooklyn Follies mi favorita.

    Depende de autores/as, entro en una espiral a lo Champenoise en que leo toda la obra y seguida, sobre todo lo hacía de joven. Aunque ahora me pasa menos, aún me ocurre, por ejemplo con Joyce. A Auster lo voy leyendo con tranquilidad.

    Muy buen análisis de la obra.

    Abrazos!!

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    1. Aprecio mucho su estilo literario, U-to, aunque a veces se va por las ramas. Sí, tiene mucho de estructura polifónica y un talento especial para conjugar las historias.
      Tengo 'obras completas' de muchos autores, pero los dosifico; no vaya a ser cosa que sufra desencantos continuos...
      Gracias por tus palabras de aliento.
      Un gran abrazo para ti.

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  3. Me gustó mucho "Moon Palace", de alguna manera representa para mí la quintaesencia de este autor tan neoyorquino. Leí además "The NY Trilogy" y "The Brooklyn Follies". Recuerdo el ambiente, las sensaciones que, en mi opinión, son parecidas a las de las películas navideñas ambientadas en NY. Pero no recuerdo de qué tratan. A lo mejor debería releer a Auster.
    besos

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    1. 'El palacio...' lo tengo para leer; de 'Brooklyn...' hice la reseña y había leído 'La habitación cerrada' de la Trilogía y me había gustado mucho. Las puestas en escena son óptimas; uno puede darse real cuenta de cómo es el entorno de la historia que narra.
      Tal vez tenga que leer más asiduamente a Auster, Agnieszka.
      Un beso.

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  4. También tengo ese espíritu nómada como lectora, es por eso que hace tiempo que no leo a Auster, aunque tengo ganas de repetir, porque me gusta mucho su estilo. No parece este el mejor Auster, por lo que cuentas, pero tengo donde escoger, así que me quedo tranquila.

    Un abrazo

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    1. Me valgo de la experta palabra de Norah -que ha escrito aquí arriba- como referencia a la obra de Auster. No está nada mal, sólo que hacia el final me ha costado tragar la píldora. La mayoría de seguidores que he consultado se inclina por la Trilogía y Brooklyn. Es cuestión de visitarlo cada tanto.
      Un abrazo para ti.

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  5. Vaya, de los que te comentan soy el único que no ha leído a Auster, aunque tengo dos libros suyos en casa, “El libro de las ilusiones” y “El cuaderno rojo”.
    Secundo las palabras de Laura, en cuanto al excelente análisis que haces del libro, introduces las claves exactas para saber lo que nos vamos a encontrar. Parece, según tu opinión y los demás comentarios, que no estamos ante el mejor Auster, sin embargo veo que , en general, gusta bastante.
    Tal vez sea esa forma de narrar, que tu destacas, y que retrate bien el espíritu cosmopolita desde su condición neoyorkina, que de alguna manera es retratar el alma de esta “modernidad” que nos envuelve.
    Y otro elemento que resaltas, para mi interesante, que solo el “ojo entrenado” de un gran lector sabe captar, son los detalles sobre sus recursos estilísticos. Después de tu escrito me queda claro que hay que leer a Auster.
    Un abrazo Marcelo

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    1. Gracias por el aliento, Paco. Sí, es un buen libro que se cae un poco hacia el final, aunque nada grave. Con Auster y otros autores me pasa algo: les siento tufillo a búsqueda de empatía, intentan agradar. Pero a éste lo tolero por su talento narrativo; en cambio, lo que he leído de Murakami me ha parecido intencionadamente melancólico y edulcorado.
      Prueba con alguno de esos que tienes por allí y nos cuentas, ¿si?
      Cuídate, amigo. Y a tus mujeres.

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  6. debo reconocer que he leído poco a Auster, pero no me ha dejado con ganas de conocerlo más. Este me lo salto (que mi plan lector lo agradecerá).
    un beso,
    Ale.

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    1. Si algún día decides dedicarte a escribir, yo te lo sugeriría. Su estilo es fantástico, Ale. Por lo demás, puede no ser de tu agrado, en cuyo caso dedica tu tiempo a mejores temas.
      Un beso!

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