sábado, 21 de mayo de 2016

Comprender dónde vivimos. La medición del mundo, Daniel Kehlmann


Emecé, 2007

         Se dice que la ciencia moderna, tal como la conocemos, se inicia con los hermanos Montgolfier, cuyos vuelos en globo tripulados tuvieron su comienzo en 1783. A partir de allí, el siglo XIX no sólo ha sido el de la gran novela en el campo literario, sino también el de los grandes descubrimientos científicos. Fue mi afición por la Historia de la Ciencia la que me ha conducido, entonces, hacia el presente título.

            Estamos en el Berlín de 1828. Con motivo de celebrarse un Congreso de Naturalistas han invitado a participar al más grande matemático de Alemania, Johann Carl Friedrich Gauss, quien no había abandonado su ciudad natal, Brunswick, desde muchos años atrás. Sólo hay una razón valedera por la que no declina su asistencia: podrá entablar conversación con el barón Alexander von Humboldt, el gran explorador naturalista, descubridor de la flora y fauna de la América del Sur.

        De esta manera, la novela va desgranando la historia de los dos protagonistas, desde su origen hasta su madurez. Kehlmann intercala sabiamente un capítulo destinado a uno de ellos y el siguiente al otro, de manera de volver ágil la lectura como si fueran dos historias tomadas en paralelo. Gauss jamás se alejó de Alemania, mientras que Humboldt estuvo en ella poco tiempo debido a sus expediciones.

           Cada cual, según su disciplina, intentó comprender dónde vivimos. El matemático, a través de leyes y fórmulas; el naturalista, clasificando a los organismos vivos e inspeccionando in situ la geografía y los fenómenos telúricos. Kehlmann matiza la historia humanizando a los personajes a través de su relación familiar. Así, nos muestra a un Gauss incapaz de sobrellevar acertadamente el rol de padre después de la muerte de su esposa y a un Humboldt en ardua competencia con su hermano mayor, que ha logrado hacerse de una posición en la política y en el Estado.

             Fluida, con saltos temporales hacia atrás y adelante, el libro se lee bien y rápido. No es una novela histórica en strictu senso, aunque no deja de tener elementos que provienen de este género. No obstante, repasa parte de los más importantes hallazgos en el campo de la ciencia que han tenido lugar gracias al empeño y la valentía de estos maravillosos investigadores. Un libro para esparcimiento.

8 comentarios:

  1. Prefiero esparcir hacia otras lindes. No me llama mucho la atención esta historia aunque me la cuenten de forma amena ni los personajes. Este lo dejo pasar.
    Un beso para vos.

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    1. No lo descartes tan rápidamente; si no me equivoco, es el último de los 1001 libros que deberías leer antes de morir, Norah. Ja, ja!
      Un beso grandote.

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  2. Hola Marcelo.
    El que aparezca Humboldt ya me atrae bastante, en su faceta de explorador y aventurero por los parajes latinoamericanos es una figura que desde hace mucho me interesa. También que incida más en lado más íntimo de estas dos relevantes figuras me resulta atractivo. Puede ser una buena lectura de verano.
    Interesante y reveladora reseña, como es habitual en ti.
    Cuídate.

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    1. Gracias, Paco, pero tú nos descubres más autores olvidados que los que yo puedo allegar en este espacio.
      Éste tiene algunas similitudes con el naturalismo de Zola y Hudson, sin ser un libro de aventuras ni tampoco un tratado de descubrimientos del siglo XIX. Está bien, como dices, para una lectura veraniega.
      Ah! Recojo el guante de las fotografías, pero no hay nada semejante a tu entorno por los alrededores. Deberé hacer más de 60 km para encontrar algo que se parezca. Y quizás tampoco.
      Un abrazo grande, amigo!

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  3. Tomo nota, amigo... Nos es un tema que me apasione, pero tus palabras nos invitan a leerlo...

    Un abrazo

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    1. Gracias por tus palabras, Ildefonso.
      Un fuerte abrazo.

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  4. No tenía ni idea de esta novela y me parece interesante. Conocer el mundo de la ciencia de forma novelada y las biografías de científicos como Humboldt me inspira una gran curiosidad.

    El título de la novela ¿a qué se refiere en concreto? ¿Ambos científicos se pueden vincular a esa "medición del mundo" por sus investigaciones? Mi ignorancia es tremenda en este sentido y tú me puedes ilustrar con creces :)

    Abrazos!!

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    1. Me alegra poder aportar un pequeño grano de arena a tus vastos conocimientos, U-to. Y agradezco tu confianza en mis humildes saberes en estas áreas, lo que me honra enormemente.
      El siglo XIX no sólo ha sido el siglo de la novela sino también el de los grandes descubrimientos. Y en ellos están incluidos Gauss y Humboldt. El primero debido a su aporte tanto al campo de la matemática como el de la estadística -la distribución normal, cuya mejor expresión es 'la campana de Gauss', ¿recuerdas?-. El segundo, al reconocimiento y taxonomía de la flora y fauna de gran parte de lo existente en América del Sur. Por lo demás, cada cual en su disciplina, intentó llevar al paroxismo su vocación por medir: cálculos, análisis matemáticos, altura de los volcanes, la extensión de los ríos, etc. De ahí que Kehlmann rescate esa pasión en el título.
      Si algo acompaña mi amor por la astrofísica, la mecánica cuántica, las ciencias físicas y químicas -además de la inclinación por la historia de mi país, que ya conoces- y la literatura -desde ya- es la historia de la ciencia y de los descubrimientos. Ésta no deja de ser una novela de dos personajes reconocidos, pero está bien construida.
      Ojalá que tu curiosidad decida su lectura.
      Un gran abrazo para ti!

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