Colihue, 2001
Apenas
supe del lanzamiento de su último trabajo, recurrí a mi biblioteca para ver qué
me quedaba del autor para leer. Y encontré este título, uno de los primeros,
publicado por una casa editora local. Ante la buena sensación dejada por un libro
suyo ya reseñado en este espacio, decidí que había pasado suficiente tiempo
entre ambos para destinarle otra incursión.
La presente es una colección de
relatos relativamente breves en el que Pron resume su amor por la filología. En
este sentido, los textos contienen una mirada minuciosa sobre cómo el lenguaje
se hace vehículo de la comunicación entre seres humanos, a partir de la
necesidad imperiosa de transmitir a los demás las sensaciones recogidas de una
singular experiencia personal.
¿Qué tienen en común una madre
prolífica que pare hijos que hablan otros idiomas menos el suyo; un viajero que
intenta construir una máquina y que sólo puede ser comprendido a través de
dibujos por una niña y alguien a quien la guerra le ha privado de su idioma materno
y sólo balbucea vocablos en otro? Indudablemente, Pron compone una serie de cuentos
que ponen de manifiesto la importancia de la palabra, ya sea oral o escrita,
como canal de expresión e intercambio.
Pero eso no es todo. Hay también una
continuidad del lenguaje no hablado, como cuando confluyen los cuerpos ahogados
en un río, y una cuota no menor de textos que se debaten entre el absurdo y el
surrealismo puro –v.g., un caballo que adopta el nombre del escritor Gombrowicz
o el viajero en globo que va mutilando a su mujer para poder ascender-.
Lo destacable es que aún en el
relato más fantasioso, lo grotesco convive de manera natural con lo cotidiano.
No hay extrañeza en los personajes de que ocurran ciertos fenómenos de carácter
ficticio; por el contrario, se esfuerzan en alcanzar justificaciones de los
mismos.
Con una prosa fluida, amena y
alusiones a personajes y lecturas tomadas de Melville, Novalis y otros, Pron
brinda toda una gama de recursos literarios que no sólo se apegan a lo
estilístico sino que juegan con la semiótica, haciéndonos reflexionar acerca de
la trascendencia del lenguaje en la comunicación de nuestro acontecer y en la
identidad como género humano. Nuevamente, Pron no defrauda.