Blackie Books, 2011
Se
conjugaron un par de elementos disparadores que hicieron posible esta lectura,
a saber: curiosidad y bronca. Hacía mucho tiempo que deseaba abordar a algún
autor de la llamada Beat Generation, la
que surgió hacia mediados de los ’50 del siglo pasado y que tanto influyó en la
aparición del flower power y del
movimiento contracultural hippie;
Brautigan puede considerarse parte de ella. La bronca se generó al querer
hacerme de un ejemplar de este título: los € 32 de aquí resultaban un
despropósito respecto de los € 19 que pedían en España. Sin dudar, apenas verlo
disponible, lo descargué gratuitamente desde la Red. Libreros, lo tenéis
merecido.
Libro inclasificable. No es una
novela distópica ni tampoco una ucronía. Más bien parece una construcción de
una mente extremadamente imaginativa, con algo de inocencia y mucho de buena disposición.
Resulta inexplicable un texto en que los tigres hablan –mientras devoran a los
padres del narrador-; en el que las truchas sacan la cabeza del agua y miran a
los humanos; donde las tumbas se cavan en la profundidad de un río, con féretros
con tapa de cristal acompañados de un fuego
fatuo que lo ilumina, y en la que se organizan bailes tras un funeral
–aunque existen culturas que lo practican-. Esto sin contar que los días de la
semana tienen un sol de color distinto, que otorgan propiedades diferentes al
entorno –y a las sandías, con que se construye gran parte de la vida
cotidiana-.
El narrador no lleva nombre; viven
en una comunidad –de esas que proliferaron entre hippies- llamada Azúcar de sandía, en las que se practica
el amor libre y poseen algo parecido a un refugio o templo denominado
‘yoMuerte’ –traducción literal de Ideath,
que involucra un juego de palabras-, además de chozas personales. Un criadero
de truchas sirve de sala de reunión y donde todo aquello que es mejor no
recordar pasa a ser parte de un lugar llamado Olvidería.
La versión digital en la tablet
La sana camaradería, el contacto con
la naturaleza y las actitudes serviciales hacia los demás son un sello
distintivo de este texto ecléctico, narrado en capítulos cortos. Todos los
personajes parecen vivir en tiempo presente; el pasado quedó como tal y nadie
se plantea qué hacer en situaciones futuras. Todos viven en tiempo presente,
sin nostalgia ni aprehensión. No obstante, son conscientes de la fragilidad reinante
al aparecer la sangre y la muerte. Y las pasiones humanas en forma de celos y
envidia tienen alguna relevancia en los hechos.
De estilo franco y directo, con
escenas muy bien montadas y resueltas, Brautigan propone una mirada alternativa
y crítica a la hegemonía imperialista de los E.E.U.U., sembrando la duda acerca
de sus logros y poniendo cierto énfasis en un regreso a lo natural.
Si la cultura beat era refractaria al materialismo, al capitalismo y al
autoritarismo, promoviendo la búsqueda interior y un mayor respeto por el medio
ambiente, este libro es una de las mejores herencias de ella.