viernes, 27 de enero de 2017

e-book 15. Álbum familiar. Mi abuelo, Valérie Mréjen


Periférica, 2007

I.

            Los libros de Mréjen han aparecido bajo este sello editor de súbito, como brote de hierba tras una lluvia copiosa y, por lo que se aprecia en la Red, gozando de buena aceptación. Esta razón unida a su breve extensión –un ejemplar que no alcanza el ciento de páginas-, decidieron su lectura.

II.

            Resulta original el estilo literario. La narradora nos describe en primera persona no sólo las características sobresalientes de su abuelo materno –un ser obsceno y promiscuo en el plano sexual; intolerante, con acento fascista en su inclinación política y cultor de los buenos modales en la mesa- sino de todos y cada uno de los miembros de su familia, utilizando frases cortas y multitud de párrafos, muchas veces sin ilación entre ellos.

Mréjen en la reposera

III.

          Como quien recorre un álbum de fotografías familiar, la protagonista repasa su propia historia a través de anécdotas, recuerdos y observaciones que incluyen muletillas, tics, modismos y cualquier otro elemento discursivo que permita establecer psicológicamente un estereotipo del personaje abordado. Además, siempre en una atmósfera íntima, el texto incluye escenas en las que se sugieren perversiones -no confirmadas- y algunas disparatadas que arrancan risas en el lector.

IV.

           Ameno, directo y mordaz, el libro retrata perfectamente a una generación nacida a fines de los ’60 que creció en medio de rápidos cambios en la forma de vincularse y de comunicarse. Lo hace con desenfado y cierta mirada crítica, aunque sin juicio de valor alguno. Un libro para acercarse al universo de Mréjen.

domingo, 22 de enero de 2017

Pentalogía Alexiévich. 1. Desmoronamiento radiactivo. Voces de Chernóbil, Svetlana Alexiévich


Debate, 2015

I.

        Aquél sábado 26 de abril de 1986 desperté con la noticia de la avería del reactor ucraniano. Supuse que mis alumnos me preguntarían algo sobre eso el lunes siguiente, con lo que comencé a prestar más atención. No había Internet ni ningún otro medio de información que las noticias que llegaban por TV o periódicos. Nadie parecía saber bien nada. Pero yo sí sabía. Paradojas del destino, sólo habían pasado poco más de dos años de defender mi tesis de Seminario, último bastión para lograr graduarme de profesor de química. Había trabajado en ella durante todo el año; su título era Reactores nucleares de fisión. Supe que se abría una nueva era.

II.

            Diez años después del terrible accidente, Alexiévich entrevista a un enorme abanico de damnificados: esposas de los bomberos que intentaron en primera instancia apagar el incendio del reactor; personal destinado a liquidar los restos –escombros, casas, animales, etc.- contaminados con los residuos radiactivos; pobladores que fueron evacuados –muchos de los cuales han vuelto a sus lugares, aún a costa de sus vidas-; soldados, miembros del Partido, científicos y todos aquellos vinculados de alguna manera por cercanía u otros motivos con las zonas afectadas. Y lo hace en forma de monólogos, es decir, deja hablar al entrevistado, contándole cómo se vio afectada su vida por la catástrofe, munida de una grabadora a cinta de la que ha desgrabado cada uno de los testimonios.

III.

            En sus cuatrocientas páginas desfila no sólo lo ocurrido a quienes entraron en contacto con la intensa radiación emergente –causa de muerte inmediata en no menos de treinta casos, y de centenares tras pocos años-, sino también las consecuencias de las radiaciones ionizantes, que provocaron malformaciones congénitas a nonatos, abortos espontáneos y otras series de desgracias no menores.

IV.

         Lo que asombra en la colección de monólogos es la incapacidad de la población de hacer frente a un enemigo invisible. Todos aducen que la zona evacuada aún conserva la belleza natural de sus tierras, bosques y ríos, su flora y su fauna, y ellos no tienen acceso para regresar a lo que en definitiva sigue siendo su tierra, su hogar… No pueden despojarse de su historia y, para colmo de males, en los lugares donde fueron trasladados son parias, a los que el resto de los habitantes mínimamente señala y muchas veces elude el contacto.

V.

     La autora deja bien en claro que las autoridades soviéticas sabían perfectamente lo que habría de ocurrir con el personal que envió sin la más mínima protección ni advertencia; falseando los valores de los dosímetros, ocultando los efectos y cualquier información relacionada. Además, expone cómo ha sido utilizada por el Politburó la supina ignorancia de la población en materia nuclear en pos de obtener los brazos necesarios para sepultar los restos contaminantes, fomentando el culto al héroe y el patriotismo idiota, mal entendido. En este sentido, pone énfasis en la responsabilidad de los gobernantes, quienes han convertido el accidente en un crimen de lesa humanidad. No es de extrañar que esta tragedia –evitable desde cualquier punto de vista- haya sido uno de los elementos disparadores del desmoronamiento del mundo soviético, que perduró más de setenta años.

VI.

           Finalmente, el libro es crudo y desgarrador. Alexiévich demuestra que el ser humano no estaba –y aún no está- preparado para enfrentar adecuadamente el problema nuclear que, sospecha, es la herencia pesada que ha legado el siglo XX a los habitantes del futuro. Una obra para abrir los ojos y despertar inquietudes.

NOTA:
            
          Si bien la autora es de origen bielorruso, la he incluido en este ‘2017, Año Ruso’ pues al momento de la catástrofe Belarús era una de las repúblicas socialistas soviéticas, al igual que Ucrania, donde tuvo lugar el hecho.

martes, 17 de enero de 2017

Violencia de género bajo el Islam. La piedra de la paciencia, Atiq Rahimi


Siruela, 2010

I.
            Parece haber una creencia persa que indica la existencia de una piedra a la que, si le contamos todos nuestros sufrimientos, desgracias y miserias, la piedra las absorbe y un buen día, ¡pum!, la piedra explota y así quedamos liberados. Sería bueno poder contar con una. Pero, ¿qué pasaría si convertimos a un ser humano, moribundo, en esa piedra?

II.
           Hace más de dos semanas que un guerrero, héroe de la Yihad, se encuentra en estado vegetativo por alojar una bala en su nuca, producto de una reyerta doméstica. Su mujer, madre de dos niñas, reza por él, le atiende diariamente con suero y colirio para los ojos, mientras le habla. Aún sin saber si él la oye, se afana por sus cuidados. Pero ya no da más; el Corán no es suficiente contención para una mujer desbordada por la situación, a quien los familiares han abandonado a su suerte y que expone su vida en medio de balaceras.

III.
            Así, convierte en ‘piedra de la paciencia’ a su marido, reprochándole en principio haber consagrado su vida a la Guerra Santa –sin importarle esposa e hijas-. Pero no se queda allí; sigue desgranando todo lo acumulado a lo largo de diez años de matrimonio: sus miedos, sus frustraciones, sus anhelos y, lo mejor, le revela sus secretos ocultos. Mediante esta catarsis, el lector asiste a todas las vejaciones y actos de violencia de género perpetrados tanto por el marido como por su familia política, quien solo ve en ella un objeto para saciar la necesidad sexual y procrear descendencia.

IV.
            Rahimi compone una denuncia sobre el rol de la mujer bajo el Islam, con una protagonista y un par de personajes secundarios que fortalecen el relato principal. Además, aprovecha la narración para exhibir el sinsentido de la guerra fratricida, pues la sitúa entre los escombros de un pueblo, en medio de enfrentamientos armados entre distintos bandos, poniendo de manifiesto cuánto juega el pellejo su protagonista para cuidar a su marido.

V.

            En estilo crudo, aunque con cierta dosis de lirismo, Rahimi construye un relato contra la guerra, el fanatismo y la opresión de las mujeres, sea que se lleve a cabo en cualquier geografía y bajo cualquier religión. Es un libro breve pero intenso. Para tomar en cuenta.

jueves, 12 de enero de 2017

Versión Original 17. Réquiem y Poema sin héroe, Anna Ajmátova


Cátedra, 2006

           Para proseguir con mi Año Ruso, rescato del olvido a otra luchadora. En esta ocasión, una edición analizada y comentada de un magnífico trabajo que, como señalé en el primer párrafo de cuando fue escrito (2010), acompaña a las letras de Mandelstam, ya rescatado con anterioridad.


            Fue el año pasado cuando, en este mismo espacio, anuncié mi desembarco en la poesía rusa contestataria al gobierno soviético stalinista, con una obra de Osip Mandelstam. La lectura del libro no sólo despertó mi curiosidad acerca del movimiento literario del que era uno de sus adalides, sino también de la lucha entablada por su amiga y compañera, Anna Ajmátova.

            Así como Mandelstam, que sufrió la persecución estatal y padeció en carne propia el destierro y condena a trabajos forzados –que le valieron la muerte- por negarse a ser parte de la burocracia soviética y adulador del régimen, de la misma manera Ajmátova supo del fusilamiento de su esposo, el arresto de su pareja posterior y la detención y condena a un campo de trabajo en Siberia de su hijo, por iguales razones que su amigo poeta. Representantes del modernismo ruso, embarcados en la corriente acmeísta de abordar asuntos reales con palabras claras, ambos trabajos resumen su trayectoria y, con ella, todo un período que se dio en llamar la Edad de Plata de la cultura rusa.

            Réquiem, escrito entre 1935 y 1940, es un poema estructurado en diez cantos, provisto de un Prólogo y un Epílogo, una introducción en prosa, un Epígrafe y una Dedicatoria. Todo el poema representa un Calvario, un camino hacia la crucifixión donde el dolor se transfigura en imágenes de la Madre y el Hijo. Narra la historia de la propia Ajmátova tras diecisiete meses en las colas de la cárcel llevando paquetes de comida a su hijo, única forma de saber si aun seguía vivo. Pero lo destacable es que Ajmátova y su vástago, se convierten así en una versión moderna de la Madre –la Virgen- y el Hijo –Cristo-, en medio de la realidad de la crueldad del régimen soviético, acostumbrado a acallar cualquier atisbo de rebelión o disconformidad. Por otra parte, al no poder ser publicado ni escrito –lo que supondría el mismo destino de los demás- el poema se trasladó de boca en boca, rescatando así la tradicional oralidad de la poesía rusa.

            Poema sin Héroe es un tríptico biográfico, poético e histórico escrito entre 1940 y 1962 lleno de voces pero sin protagonista principal, una colusión entre diversos fragmentos de las artes rusas, danza y ballet, música, poesía y vida social. Consta de una Primera Parte dividida en cuatro capítulos -con un intermedio y un postfacio-; una Segunda Parte constituida por veinticuatro stanzas –de las que faltan dos, como en la novela de Pushkin y una Tercera Parte, a modo de Epílogo. Lo más importante es que el héroe o rol protagónico no existe porque está muerto o detenido por el régimen autoritario; es su espectro o su silencio el que habla. La belleza de los versos y la multitud de referencias a otras obras hacen del Poema una obra maestra,

“¿Acaso no cruzamos con la mirada
nuestros claros ojos de antaño?
¿Acaso no me dirás de nuevo
            La palabra
                        Que venció
                                   A la muerte
                                               Y que es la clave del enigma de mi vida?”

          Esta edición incluye, además del consabido análisis literario previo, una Addenda al Poema y un Libreto para Ballet.

            El libro se vuelve un testimonio desgarrador del dolor del pueblo ruso y, a su vez, su propia representación. Es que cuando el poder deviene omnímodo, la resistencia a la opresión se refugia en las barricadas que ofrece la literatura como último canal de expresión.

sábado, 7 de enero de 2017

Catarsis literaria. Autorretrato, Édouard Levé


Eterna Cadencia, 2016

I.
            El suicidio vende. O mejor, el suicida vende. Si es un escritor suicida, vende más. Y si su obra tardó en publicarse algunos años después de muerto, como el caso de The Confederacy of Dunces, de John K. Toole –libro divertido, pero sumamente sobrevaluado-, se vuelve un superventas. ¿Será el destino de Levé?

II.
           En poco menos de un ciento de páginas, Levé desgrana su vida. Lo hace en frases cortas, a medida que surgen en él detalles que contar. Como si todo fuera una serie de instantáneas que se ha encargado de dejarnos para que empaticemos, tomásemos distancia, repudiemos y, en definitiva, nos involucráramos como lectores en los pormenores de su vida cotidiana; antes de que tomase la fatal decisión de suicidarse, claro. Lo que dio lugar a otro libro –al que no tengo aún acceso-, bien destripado por Ana Blasfuemia, lectora disparadora de esta lectura.

III.
         Su estilo narrativo recuerda el de algunos autores norteamericanos, basado en sentencias breves y secas, en la que abundan afirmaciones, negaciones, pequeñas anécdotas, sarcasmos; así, nos brinda una minuciosa idea de su visión del mundo, de sí mismo y de la sociedad que le rodea, situada hacia 2004, cuando el autor contaba con treinta y nueve años.

IV.
           Sus opiniones, donde ningún tema queda afuera, se suceden sin solución de continuidad. Mezcladas de forma ecléctica -como alguien que se esfuerza en recordar sobre qué no se ha expedido aún para añadir algo sobre ello-, recogen pensamientos, juicios críticos, ilusiones, contradicciones y toda una vaguedad de impresiones sobre cada tema abordado, en una suerte de catarsis literaria que acaso pudiera permitirle hallarse a sí mismo.

V.
          En lo personal, no resto mérito a Levé en la manera elegida de dirigirse a los lectores. Ha encontrado una voz propia, original, para exhibir su forma de ver el mundo. Pero cuestiono firmemente el contenido: no aporta nada memorable. Sospecho que cualquiera que hubiera tenido la oportunidad de ganarse la vida como pintor, escritor y fotógrafo, viajar y conocer mundo y adquirir una vasta experiencia de vida en sociedad, podría haber escrito algo semejante. Tal vez mejor. Un libro tan breve como la vida de su autor, lleno de pinceladas impresionistas.

lunes, 2 de enero de 2017

Elogio de la femineidad. Sóniechka, Liudmila Ulítskaya


Anagrama, 2007

I.

            Sóniechka es una mujer judía flacucha, amante de los libros, que se emplea en la biblioteca de un pueblo ruso, donde conoce al pintor Robert Viktórovich y con quien se casa. Ambos engendran una hija, Tania, que acompañará el derrotero de la pareja en la Rusia de fines de los años ’40 del siglo pasado -en pleno fervor soviético-, debido al carácter de recluso de su padre por su pasado burgués.

II.

            La llegada del deshielo de Jruschov permite una cierta holgura a la familia y el contacto de Robert con un grupo de artistas del régimen. Tania crece, volviéndose la antítesis de su madre. Descubre el placer y se dedica a él por entero. Entabla amistad con Yasia, una huérfana bonita y desenfadada, que termina viviendo con la familia… y convirtiéndose en la amante de Robert.

III.

          Ulítskaya realiza un elogio de la femineidad en una novela que apenas excede las cien páginas. Todas las facetas de la mujer se reúnen en sus tres personajes femeninos. Allí están la abnegada madre y esposa, capaz de anularse a sí misma para consagrarse a los demás, aún a sabiendas que su marido le es infiel; la hija sibarita y licenciosa, inclinada a todo tipo de placeres mundanos, y la amante del marido, que encarna la belleza estética y es objeto del deseo masculino.

IV.

            La autora tampoco elude la imagen de la sociedad rusa de ese tiempo, que subyace siempre en el trasfondo de la narración. Del stalinismo férreo y duro se pasa a la dictablanda posterior, una suerte de glasnost anticipada -que el Politburó corregiría al poco-. En ese sentido, también puede apreciarse la socarrona mirada sobre los artistas que gozan del calor oficial. Todo un retrato de época.

V.

            En un estilo coloquial y fluido, Ulítskaya desarrolla -con un minimalismo de elementos que sorprende- una historia en la que el acento narrativo gira en torno a la identidad femenina y los roles ejercidos por una mujer común y corriente. Una brillante composición en un libro apto para toda clase de lectores. Decididamente, recomendable.

domingo, 1 de enero de 2017

2017, AÑO RUSO

            En octubre del año que hoy se inicia, se cumplirá un siglo de la Revolución Bolchevique, ésa que, después de acabar con la aristocracia de los Romanov, asumió para sí los preceptos de Karl Marx y, empujada por el materialismo dialéctico, se hizo del poder, construyó una burocracia superlativa y dominó los destinos de la Madre Rusia y países adláteres por más de setenta años.

          A lo largo del presente año, aparecerán en este espacio textos de ese origen, de autores reconocidos o por descubrir, con la esperanza de que quienes lo visiten puedan acceder a una opinión honesta y desinteresada sobre las letras rusas, que tanto han aportado a la literatura universal, a la ficción, a la denuncia y al periodismo.

            Mañana mismo, la primera entrega.

Parte de los títulos a leer este 2017, custodiados por Igor.