sábado, 11 de febrero de 2017

Pentalogía Alexiévich. 3. Los innecesarios. Los muchachos de zinc, Svetlana Alexiévich


Debate, 2016

I.

            El primer período de la Guerra Civil de Afganistán cubre los años 1978 a 1992, donde el partido socialista en el poder, tras una revuelta de los islamitas, solicita socorro a su vecino aliado, la U.R.S.S. El Politburó, a cargo de Leonid Brezhnev, decide enviar efectivos en defensa del comunismo amenazado, en calidad de ‘soldados internacionalistas’. Abusando de la negligencia y el desconocimiento de la población y apelando a un mal entendido patriotismo, fueron enrolados y enviados al frente jóvenes bisoños. Más de quince mil de ellos perdieron la vida y muchos volvieron mutilados de las tierras afganas. Los cuerpos de los occisos –o partes de los mismos- fueron devueltos a cada familia en un ataúd de zinc sellado.

II.

            Fiel a su particular estilo, Alexiévich reúne en esta ocasión los testimonios no sólo de aquellos que pudieron regresar y contar las atrocidades cometidas y sufridas en Afganistán sino también el de las madres que recibían los cuerpos, dando así lugar a la expresión de dolor y repudio por la pérdida de vidas humanas en lo que hoy se considera una guerra inútil.

III.

            Es que, valiéndose de la figura y del culto al héroe, una cantidad ingente de jóvenes se vio en la disyuntiva de empuñar las armas en un país ajeno o ser tildado de cobarde y, por ello, expulsado del Partido –lo que equivalía a ser deportado de los escasos beneficios y de la vida social-. Así, muchos también incentivados por la buena paga o, simplemente, por adherir al comunismo, se alistaron voluntariamente, sin saber que eran conducidos a una muerte segura.

IV.

          El cuestionamiento sobre el rol ejercido por los soldados rusos que tomaron parte –a quienes llaman afganos- ha cambiado sustancialmente pocos años después, pasando de héroes y mártires, a asesinos, drogadictos y otros epítetos, puesto que aquél era un ejército de ocupación; no peleaba por su patria sino en nombre del sacrosanto comunismo. No por nada, el Politburó terminó considerando la decisión de brindar ayuda como un error, y endilgó a los sobrevivientes y muertos el estigma de criminales e innecesarios, para acallar las quejas del pueblo; más, a partir del retiro de las tropas y la derrota de lo que dio en llamarse el Vietnam ruso.

V.

       Algunos años más tarde, Alexiévich saca provecho de cuanto se le relata. Intenta esclarecer si la lucha y la guerra son parte del alma rusa. Ordena los testimonios en tres capítulos e incluye en forma de epílogo los juicios civiles que tuvo que enfrentar por la publicación de esta obra considerada literatura documental. En todos los casos, deja en claro que los responsables únicos de tamaño horror han sido las autoridades soviéticas, no los jóvenes ni sus familias, quienes no dejan de criticarle a la autora el renombre y los ingresos percibidos por este libro.

6 comentarios:

  1. Hola Marcelo.

    Vaya, me quedo impactado con lo que expones de esta lectura.
    Son varias las cuestiones que me dejan pensativo...

    Todos esos sueños de juventud enterrados en ataúdes de zinc, horrible.

    Una vez más, la propaganda bélica elabora un lenguaje ad hoc para hacer ver a los jóvenes lo que no es, las promesas de gloria, honor y salvaguarda de unos valores y, tal vez, la superioridad material sobre los "enemigos", donde solo hay destrucción, vacío y muerte... Esto se ha repetido a lo largo de los tiempos.

    También, una difícil tesitura para la escritora, por una parte, la antipatía que ciertos estamentos del poder manifiestan hacia ella, y por la otra el recelo de las víctimas, al considerar que su tragedia se convierte en objeto de lucro para la escritora, pero un escritor/a tiene que escribir sobre estas situaciones, no?

    Y, en todo caso, las ayudas que requieran estas gentes, antes que la autora, las debería asumir el gobierno, eso creo.

    Muchas personas no tienen oportunidad de conocer esta situación si no es a través de un libro, como es nuestro caso.

    Cuídate pibe :)

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    1. Hola, Paco; ¿cómo estás?
      Imagina toparte con semejante realidad. Es que el poder necesita de la desinformación para poder lograr su cometido: carne fresca dispuesta a morir. Lo triste es que no se los dicen -porque nadie iría, claro-.
      Respecto de la escritora, no es poco lo que se ha jugado. Por algo menos, la KGB ha 'limpiado' a Anna Politkovskaya, adalid contra el conflicto checheno.
      Como tú puedes suponer, ningún gobierno se hace cargo de aquellos que 'han caído en desgracia'.
      El mérito -estimo- de Alexiévich es haber tenido el temple -los cojones, en lenguaje soez, disculpa- de publicar aquello que decía la gente común, que no dependía del Partido ni del Konsomol, ni de nada. Gente a la que le han matado a sus seres queridos.
      En ese sentido, el libro cobra ribetes de denuncia social.
      Un fuerte abrazo, campeón!

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  2. Lo acabaré leyendo, ya sabía de su existencia. Necesito descansar entre libro y libro de Alexiévich, son muy duros, de los más duros que he leído nunca (sobre todo porque son reales).

    Ya me ha sorprendido leer en sus libros anteriores sobre ese patriotismo ciego que impulsó la URSS entre sus ciudadanos/as, es vino muy bien a los comunistas y ahora a esta especie de neoliberal-leninista de Putin.

    Un abrazo!!

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    1. Aún hoy muchos de los ciudadanos rusos se debaten entre sovietismo o liberalismo, U-to. Es fruto de décadas de machacarles el cerebro o de modelar a las noveles generaciones en los beneficios del capitalismo.
      La sensación post-lectura es que la participación rusa en la guerra de Afganistán fue no sólo innecesaria sino un despropósito. Esto, unido a Chernóbil, es una cadena de desaciertos que de alguna manera anuncian el desmembramiento posterior.
      No estoy al tanto de la política de Putin, pero cuando un periodista le preguntó a Trump respecto a una posible alianza con él para doblegar a Isis, el premier de EEUU no dudó, y ante el comentario del periodista de que Putin era un asesino, Trump contestó: ¿es que nosotros somos inocentes? Toda una definición.
      Un gran abrazo!

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  3. Hola Marcelo
    Creo que Afganistán fue el último campo de pruebas de la guerra fría, a la larga perdieron todos, desde los rusos muertos en un país extraño, hasta los americanos mordidos por las mismas armas que regalaron. Afganistán es la tumba de mucha gente, interna y externa, parece ser el último campo de batalla oficial de la historia cercana, el ajedrez de todas las fichas. Los rusos perdieron, pero tanto como lo había hecho en otras guerras, esta simplemente fue la última antes de la caída del comunismo y la que, por lo tanto, tuvo un mayor y más libre documentación y estudio. Al final todas las guerras las pierden los mismos, aunque las ganen...

    un abrazo

    un abrazo

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    1. Hola, Wine
      Coincido en tu apreciación sobre Afganistán y me extiendo: todas las guerras consisten en derrotas de los pueblos, sus gentes y la humanidad en general. Ésta, particularmente, cobra mayor relieve por lo que señalas: fue la última antes de la caída del comunismo. La primera posterior fue la de Chechenia.
      Un libro que destila dolor y tristeza.
      Un abrazo grande.

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