domingo, 2 de abril de 2017

La utopía comunista. Chevengur, Andréi Platónov


Cátedra, 2009

I.

            Rusia a principios de los años 20 del siglo pasado. Lenin ya está en el poder pero aún restan coletazos de la Guerra Civil entre los Ejércitos Blanco y Rojo. Tiempos de la Nueva Política Económica y la construcción del socialismo. Años de grandes sequías que desatan consecuentes hambrunas entre los más desprotegidos. En ese medio, surgen dos personajes destinados a plasmar el comunismo, dotados del corazón propicio y la decisión férrea que requiere tal epopeya. Sólo tienen una duda... ¿Qué es el comunismo?

II.

            Aleksandr Dvánov es un joven huérfano. Su padre se ha ahogado en un lago por intentar saber cómo era la vida después de la muerte. Propenso a la melancolía y al contacto pleno con la naturaleza, crece en un ambiente de extrema pobreza, viaja por las aldeas y asume para sí que su destino es realizar la felicidad de los trabajadores. Stepán Kopionkin es un adulto que ha resuelto luchar a favor de la Revolución sable en mano. Carente de oratoria, sólo cuenta con su incondicional amor por Rosa Luxemburgo y un brioso caballo percherón que responde al nombre de Fuerza Proletaria. Así, al mesianismo del primero se le unirá la espada guerrera del segundo para forjar entre ambos una sólida amistad hasta el fin, con el objeto de parir el comunismo.

III.

          En esta novela alegórica y utópica, Platónov, a medio camino entre Dostoyevski y Gógol, se burla de los bolcheviques, que hablan del nacimiento del comunismo como una realidad tangible, mientras que la población, misérrima e ignorante, no tiene la más mínima idea de qué se trata. En este sentido, Chevengur es una aldea esteparia en la que los burgueses fueron desterrados o asesinados y la población se apropia de lo que ellos dejaron. Viven el presente, sin organización ni previsión ninguna; como una eterna vacación veraniega.

IV.

            Con un protagonista místico y otro heredero del Quijote, el autor compone un grotesco cuadro de época, en compañía de un indeciso Presidente del Comité Revolucionario, su asesor charlatán y un puñado de personajes que desnudan cuánto hay de verdad en la vida cotidiana de un pueblo de esa realidad comunista que el relato oficial enuncia. Porque la utopía sólo vive en la imaginación colectiva como algo que ha de llegar para hacer felices a todos, aunque nadie sabe cómo.

V.

      De lenguaje directo, en estilo coloquial y a través del uso de metáforas metafísicas, Platónov expresa el anhelo de liberación y felicidad del hombre en su lucha contra la muerte y el destino. Una obra colosal y trascendente, que sólo pudo ver la luz en Rusia a partir de 1988. Es que al poder, la burla socarrona e irónica siempre le sienta mal.

8 comentarios:

  1. Lo de incomodar al poder me gusta y si encima es con retranca, pues ya, para qué pedir más. Pero se me antoja un libro arduo para mí, demasiado crudo y extraño al mismo tiempo. Prefiero visitar antes a los Golovliov.
    Un beso, encanto.

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    1. Me parece apropiado que comiences con los Golovliov; te dará una imagen real de la burguesía amarreta.
      Éste no es crudo; más bien intenta mostrarnos que al principio nadie sabía nada acerca del comunismo ni cómo organizarse. Y tiene un tinte tan socarrón y burlón que vale la pena. Puede que le sobren algunas páginas, pero es todo un retrato de época.
      Si te quedan ganas tras Schedrín, pues... ya sabes.
      Un abrazote, Norah.

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  2. Hola Marcelo,
    La crítica al comunismo que más me gusta en la literatura es las de ORwell y, en época más cercana, las de Viktor Pelevín, más que nada por su tipo de literatura, intuyo que esta de PLatonov es de esa contundencia masiva que caracteriza a los rusos más "clasicos".
    Creo que es parte de la sanidad que invoca y crea la literatura estár en contra del poder, y si este es degenerativo más. Sí esta es la función esencial de una parte la literatura. Por ejemplo me ha encantado un librito de Handke que acabo de terminar, con un simple pero feroz ataque a la sociedad occidental.

    gracias por la reseña
    un abrazo

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    1. Hola, Wine
      Debo confesarte que no he podido encontrar -aún- nada de Pelevin. Pero espera algunos días y creo que podré sorprenderte...
      Éste es un libro que todo aquel amante de la literatura rusa debiera incorporar. No tiene desperdicio; es una gran crítica -y burla- al comunismo naciente, cuando la población escucha el discurso pero no sabe qué significa.
      Tus líneas me recuerdan mucho a 'El nombre de la rosa', de Umberto Eco, que plantea en la desaparición del segundo volumen de la Poética de Aristóteles, el poder de la risa y de la ridiculez como bastión ante el totalitarismo y la solemnidad institucional vacía de contenido -motivo final de los asesinatos-.
      Espero tus comentarios sobre Handke, autor del que algo he leído -puedes verlos aquí a la derecha, y también 'El peso del mundo'-. Un 'peso pesado'.
      Gracias por tus líneas.
      Otro gran abrazo.

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  3. Hola Marcelo.

    Me está gustando mucho esta sección :)

    Un escritor ruso y su libro, que se erigen apóstatas con el sistema comunista, aun siendo escrito en clave metafórica, o tal vez por eso, se me antoja una propuesta original, espectacular diría. No conocía libro ni escritor, por lo que te estoy doblemente agradecido.

    Se aprende mucho viniendo aquí. Cuídate campeón!!

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  4. Hola, Paco!
    Me alegra saber que, al menos, esta sección despierta tu curiosidad y un poco de interés. Creo haber encontrado un buen motivo para darle salida a un puñado de libros de autores de origen ruso - soviético que merecen la pena ser conocidos. Lo bueno..., ¡es que vienen más!
    Este libro es una pequeña joya, desapercibida para la gran mayoría de lectores. Y la edición de Cátedra se acompaña con un buen análisis, que sugiero dejar para el final.
    Un fuerte abrazo, chaval!

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  5. He leído varias cosas sobre Platonov pero todavía no he leído nada de el. Por lo demás, la realidad es la que es, la utopía comunista fracasó estrepitosamente y además fue bastante a menudo sanguinaria. No se puede construir una sociedad que valga la pena sin respetar las libertades individuales. Y tampoco creo en la igualdad "total" porque todos somos diferentes y además hay que valorar el mérito y el trabajo. Y no me vale que en su momento la URSS llegara a ser la 2ª potencia mundial porque era un gigante con pies de barro. Un saludo y perdón por la digresión.

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    1. Después de 6 años, lo recuerdo como una obra burlesca, de quienes se ven 'liberados de la opresión' pero no tienen idea de cómo seguir en adelante. Algo que se les anuncia sin mayores detalles y, mientras tanto, hay que sobrevivir.
      Respecto de la utopía comunista que señalas, no puedo dejar de coincidir contigo.
      Gracias por pasar por aquí, Luis. Un saludo cordial para ti.

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