sábado, 22 de abril de 2017

Picaresca revolucionaria. Las doce sillas, Ilf & Petrov


El Acantilado, 1999

I.

            Parece ser que los tiempos de la Nueva Política Económica (NEP), entre 1921 y 1928 en la Rusia presoviética, permitieron cierto capitalismo privado que fomentó una clase de intermediarios conocidos como nepmen, quienes compraban granos a los productores agrarios y los vendían a precios elevados haciendo pingües ganancias. En esta época los autores, periodistas nacidos en Odesa y llegados a Moscú, decidieron reflejar la situación social que el cambio generó mediante una colaboración conjunta que, reunida en forma de novela, compone el título de marras.

II.

            El anodino empleado estatal Ippolit Matvéevich Vorobiáninov recibe por boca de su suegra, ya en el lecho de muerte, la noticia de que todas sus joyas fueron salvadas de la requisa efectuada a la nobleza por parte de la Revolución, escondiéndolas dentro de una de las sillas, de las doce que componían el juego de comedor, que finalmente le confiscaron. El valor de las mismas ronda los ciento cincuenta mil rublos. Pero el yerno no las tiene todas consigo. Primero, porque no conoce el paradero de las mismas. Segundo, porque no es el único en saber el secreto: el padre confesor de la moribunda está al tanto. Entre ellos se desata una competencia feroz.

III.

            Afortunadamente para Ippolit, a poco de andar aparece en escena un joven bribón llamado Ostap Bénder, verdadero protagonista de la novela, que se aviene a ubicar y desentrañar el tesoro con tal de compartir el botín. Las peripecias que viven Vorobiáninov y Bénder a lo largo de la historia no sólo son graciosas sino que dejan en evidencia la estulticia de burócratas, miembros del clero, comerciantes y viejos aristócratas cuando el timador, dotado de un ingenio sin fin, se vale de toda una gama de recursos en pos de alcanzar la silla que los hará ricos.

IV.

            Con un texto fluido y coherente, estilo coloquial, diálogos bien provocados y elementos tomados de la picaresca, los autores desarrollan un argumento que resulta divertido, mantiene la tensión hasta el final sin eludir la mirada satírica y descreída acerca de los cambios suscitados en la estructura de la sociedad tras la Guerra Civil. Es que ese resabio del campesinado rico (kulaks) de la época zarista no ha sido derrotado definitivamente y la colectivización de la tierra tampoco ha llegado aún, lo que da lugar a una contradicción socioeconómica importante.

V.

          Además, el libro cuenta con una nota preliminar mínima a cargo de la traductora, que esclarece la época en que fue escrito y el frío recibimiento que la crítica ortodoxa soviética le dio en 1928. Es que el personaje principal, asocial y antisoviético, no podía nunca ser del agrado del poder. En suma, un libro entretenido, que bien puede acompañar unas buenas vacaciones.

8 comentarios:

  1. Localizadas ya en la biblio al lado de casa. Me faltan las buenas vacaciones pero creo que me podré apañar. Ya pensaba que los rusos jamás salían del gran drama.
    Besitos libreros.

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    1. Me alegro que lo hayas ubicado. Si no conoces el humor ruso, deberías leer a Gógol. `El inspector´ podría ser un buen comienzo.
      Besitos compinches.

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  2. Leerte y venir a mi mente una cosa... Un recuerdo infantil... bueno diría que juvenil..y... y sí, exacto, esa novela es la base de un "guión" de cine, de una película que vi hace decadas, muchas... De Mel Brooks, en un cine cutre debajo de una iglesia, a poco precio -poca disponibilidad- y un domingo por la tarde, y como era del autor de "jovencito frankenstein" nos encantó. Si llamo a mis dos amigos que fueron conmigo estoy seguró que podríamos recomponer la película tantos años después, ..otros tiempos... Me ha sorprendido y me ha dado alegría tu reseña a partes iguales
    un abrazo

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    1. Pues tú me desasnas respecto de la peli: no sabía que había una versión de Mel Brooks. Sí que ha habido otras.
      Me alegra haberte llevado a un recuerdo, que estimo grato.
      Gracias por alentarme.
      Un abrazo.

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  3. Vaya, me interesa por el trasfondo histórico, sabía de la relevancia de los kulaks pero nada sobre los nepmen, menos relevantes que los primeros. Si no recuerdo mal se permitió la propiedad privada en la industria de consumo y la artesanal, no era muy relevante, a diferencia de la agricultura.

    Son años de represión pero todavía estaba por construir el totalitarismo feroz de Stalin, así que una época muy interesante para encuadrar una historia como la que comentas.

    Abrazos!!

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    1. Tu correcta apreciación es propia de tu preparación académica, U-to. Efectivamente, como señalas, los nepmen han sido menos relevantes que los kulaks en tiempos donde aún cierto capitalismo estaba permitido. Esto ocurrió hasta la muerte de Lenin y la aparición de la colectivización agrícola (los koljós) con el Primer Plan Quinquenal de Stalin.
      Un libro que sitúa muy bien en la época y refleja con cierta sorna a esta estrato que medra a expensas de lo que el Estado le permite.
      Un gran abrazo!

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  4. Hola Marcelo.

    Vaya, qué peculiar, "picaresca rusa" :). Al final el timador de poca monta roba al ladrón de guante blanco, porque las instituciones rusas parapetadas en la burocracia, el clero y demás comparsas de entonces eran un ladrón en mayúsculas.

    Ahora que mencionas ese sentimiento antisoviético del protagonista, señalaba Wladimir Wiedlé en su ensayo "Rusia ausente y presente" que fueron los campesinos rusos el mayor colectivo antisoviético de toda la nación... simplemente callaban, ese desinterés por la política, a causa de la ignorancia, era el salvoconducto del poder.

    Como todo lo que has presentado aquí, magnífico.

    Un abrazo!!

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    1. Hola, Paco!
      Nada sabía acerca del período bolchevique previo a la colectivización de las tierras y este Año Ruso me ha puesto en tema. Sobre la NEP ya algo hablaban Eroféiev y Schedrín.
      Es un libro divertido, que tiene mucho de aventura y, por supuesto, no faltan pecados: avaricia, codicia, vanidad... y la estupidez de todos frente al ingenio del bribón.
      Gracias por alentarme.
      Un abrazo, chaval!

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