lunes, 18 de diciembre de 2017

Archipiélago Gulag. Libro 2, Alexandr Solzhenitsyn


Tusquets, 2005

        Esta segunda entrega también se divide en dos partes. La Tercera Parte, Campos de trabajo y exterminio, en algo más de una veintena de capítulos, aborda su formación y las características sobresalientes de la vida en los campos. Así, comienza con el primer campo en las islas Solovkí –hacia 1918- y cómo fue extendiéndose la red. Luego, presenta su organización administrativa, el origen de los trabajos forzados, la construcción del canal Belomor y sus miles de muertos; el endurecimiento del régimen carcelario después de 1937; la aparición de fuerzas de choque; las diferencias entre siervos y zeks, la vida de fascistas capturados en la guerra; las falsas declaraciones del trabajo, coimas y negociados; la vida de las mujeres; las particularidades de castas: enchufados, indígenas y brigadistas; el destino de los comunistas ortodoxos, de los socialistas y de los cristianos; la cooptación de chivatos y soplones; los fusilamientos; la generación de cofrades y rufianes socialmente afines; los cachorros o menores de edad; las cartas como forma de evasión; la vida de los zeks con sus detalles; los guardianes y generales del Gulag; los poblados aledaños y los hombres libres.

            Aquí destaco algunos temas. Primero, la reflexión acerca del trabajo de los condenados: el sistema soviético necesitaba construir canales, carreteras y vías navegables y no habría de acudir al sistema capitalista de concesión y licitación. Qué mejor que el uso indiscriminado, a destajo, de los presos, mano de obra gratuita sin poder de rebelión. Cuando éstos morían, llevaban otro contingente. Segundo, la generación de una clase social acomodada que tenía trabajo de asistencia y logística en los campos –quienes compusieron casi el 90% de los liberados- con beneficios en el trabajo y nutrición. Tercero, el triste final de todos aquellos que no eran capaces de ser doblegados en sus creencias –políticas y religiosas- y terminaron fusilados o muertos por exceso de trabajo y mala alimentación. Por último, la proliferación de mafias en los negociados –como en casi todas partes- con el fin de obtener un poco más de comida y alguna otras bondades.

            La Cuarta Parte, El alma y el alambre de espino, encara, en cuatro capítulos, los sentimientos humanos, el mundo de las ideas, el envilecimiento, la autorrepresión y los destinos de algunos de los zeks con quien el autor mantuvo relación. En ella se alude al sentimiento de inocencia de la mayoría de los condenados  y la mirada orgullosa de lo realizado con las propias manos.

            En esta parte se enfoca la situación mental del recluso, con sus sentimientos de culpa, de venganza de sus delatores, de amor a la vida y de la supervivencia como único objeto y a cualquier precio. Muchos de ellos se envilecían, se traicionaban a sí mismos y se abandonaban a la muerte como medio de fuga de un presente atroz que sólo alberga un futuro aún peor. Si bien eran pocos los suicidios en los campos, eran más los sentimientos negativos de odio y rencor que afloraban y se descargaban entre custodios y reclusos, y entre éstos.

            Este volumen testimonia la realidad del condenado expuesto a trabajos forzados, con alimentación deficiente y condiciones climáticas rigurosamente adversas. Pero también lo hace con la vida dentro de los campos, sus castas, su desarrollo y permanencia y detalla las acciones de las que cada cual ha tenido que valerse para mantener un mínimo de esperanza y sobrevivir a esa vida misérrima y sinsentido. En este aspecto, la deshumanización constante a la que son sometidos los presos, sus rutinarias y aburridas vidas, la  exposición constante a la delación y la imposición del autoaislamiento como medida defensiva señalan inequívocamente las pocas probabilidades de salir con vida de sitios semejantes. En suma, una exhibición de los horrores de los campos de exterminio soviéticos infligidos a sus propios habitantes.

2 comentarios:

  1. Es impensable. Como dicen las abuelas "para muestra, vale un botón", así que con haber leído y casi olvidado el primero ya he tenido más que suficiente por esta vida. No me veo leyendo esto, es que solo con lo que he leído en la reseña ya se me han puesto los pelos de punta. No entiendo cómo se llega a estas situaciones y cómo son posibles. Me parece un horror.
    Besitos de consuelo.

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  2. Y aún queda la parte final...
    No te preocupes. Es sólo que nuestra memoria es tan frágil, Norah, que, de vez en cuando, es bueno ejercitarla para que lo que ha quedado escrito y testimoniado no tenga oportunidades de repetirse.
    Besitos comprensivos.

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