sábado, 29 de diciembre de 2018

e-book 36. Silencio culpable. Tres días y una vida, Pierre Lemaitre


Salamandra, 2016

I.

            No había leído nada del (exitoso) autor, aunque cuento en mi haber con varias de sus obras. Cerrando el año, tampoco es época de encarar sagas ni lecturas extensas o profundas. Por eso me incliné por este título; saciaba mi curiosidad respecto de él sin requerir mayores esfuerzos ni insumos del escaso tiempo reinante.

II.

            Antoine Courtin tiene doce años de edad. Vive junto a su madre, Blanche, en una aldea llamada Beauval. Su padre los ha abandonado seis años atrás aunque sigue girando regularmente la pensión por manutención. Solitario, Antoine no cuenta más que con la esporádica admiración de Rémi Desmedt y la compañía continua de Ulises, hijo menor y perro -respectivamente- del vecino. Días antes de la Navidad de 1999, la mascota es atropellada. A partir de allí, una serie de hechos desafortunados conduce a la desaparición de Rémi, el niño de seis años. Se da parte a los gendarmes y se inicia la exhaustiva búsqueda, pero no hay suerte. Para colmo, un huracán viene a azotar la aldea; derriba árboles y chimeneas, inunda casas, vuela tejados, sumiendo a la población en el mayor desamparo de su historia, dejándolos sin luz ni comunicaciones durante días. Al restablecerse parcialmente la vida cotidiana es tanto lo que hay que realizar que Rémi comienza a quedar en el olvido.

La versión digital, por gentileza de Epublibre
III.

             Lemaitre construye en algo más de doscientas páginas una ficción alrededor de la vida de Antoine y su rol en aquel misterio. Divide esa vida en tres partes. La más extensa es la primera, en 1999, donde detalla las escenas y sentires de los personajes, sin resquicios. Las otras dos, en 2011 y 2015, son más breves y permiten al lector completar lo que falta con lo que ya conoce y lo que su imaginación provee.

IV.

            Toda la historia está teñida de una suerte de desgracia accidental, que dispara la angustia que apareja el miedo de saberse culpable de algo y no tener la valentía de enfrentarlo, o simplemente no poder hacerlo y tener que convivir con ello el resto de los días, siempre con un silencio opresivo como toda respuesta.

V.

            Escrito en lenguaje ameno y coloquial, el libro atrapa desde el comienzo merced a las fuertes escenas de su secuencia principal y las historias que se derivan de ellas. El sorpresivo final es también un acierto y cierra bien toda la trama. No abundo en más detalles porque revelaría gran parte de los hechos; prefiero que sean los lectores los que se encuentren con ellos. En suma, un libro muy bien llevado, con algo de thriller y mucho de culpa y remordimiento.

lunes, 24 de diciembre de 2018

Tomar distancia. La habitación alemana, Carla Maliandi


Mardulce, 2017

I.

            Nunca he estado en Heidelberg, Alemania, lugar donde transcurren los hechos del libro. Pero sí he sabido de ella, merced a una pareja de amigos que, tras casarse a mediados de diciembre de 1983 –mientras él grababa en VHS la asunción de Raúl Alfonsin, yo preparaba un final con su flamante esposa-, migraron días después con una beca hacia el Instituto Max Planck, sito en las cercanías.

II.

            La protagonista sin nombre, en la treintena, se fuga –literalmente- de Buenos Aires debido a la ruptura con Santiago. Decide hospedarse en una residencia para estudiantes –sin serlo- en esa ciudad, donde ha pasado su infancia junto a su familia, emigrados forzosos del régimen militar, y uno de los discípulos más allegados al padre. Al poco, la sacude una novedad que es, a la vez, una incertidumbre. Sola y apesadumbrada, entra en contacto con un becario tucumano, quien se acerca por su atractivo, y una estudiante de origen japonés. Los avatares con uno y otra la llevarán a reencontrarse con aquel viejo alumno de su padre y, quizás, a través de él, con un nuevo amor.

III.

            Ambientada allí a principios del siglo XXI, esta mujer se debate entre el regreso y la permanencia, por más que sabe que, sin la ayuda del viejo amigo, le sería imposible solventar su vida, con los escasos recursos que posee y sin otra atención que las que brinda el sistema alemán de salud. Por otra parte, el agobio que implica el regreso a una vida que ya no le brinda satisfacciones retarda su decisión final.

IV.

            Hay cosas que me han gustado, como el estilo narrativo que Maliandi ha escogido; un estilo de frases cortas y descripciones breves, con los que el lector inmediatamente empatiza. También el hecho de ser concisa y transmitir el estado de lasitud e incerteza propio de la protagonista, perfectamente entendible en su calidad de extranjera, que toma distancia para poder enfrentar el futuro con alguna esperanza. Pero, a fuer de ser honesto, hay escenas que lidian con el sentido común, sin las cuales todo el argumento vertebral se derrumba.

V.

            Breve, ameno y directo, bien escrito y con elementos literarios no despreciables, el libro puede leerse de un sentón largo, o bien en dos días. Una primera novela construida entre la anécdota y la fábula, que resulta llevadera y entretenida.

miércoles, 19 de diciembre de 2018

Sin salida. Era tarde, muy tarde, James Kelman


Galaxia Gutenberg, 2013

I.

            Fue verlo en esta traducción castellana la última Feria del Libro local y llevarlo, pues lo tenía presente después de hojear el libro que sugiere un millar de títulos para leer. El hecho de que su autor narrara la vida de un obrero de Glasgow en paro, junto al uso del lenguaje de la clase trabajadora fue el motor disparador de su lectura.

II.

            Sammy Samuels es un hombre de treinta y ocho años que vive junto a Helen -una joven que se gana la vida en un bar nocturno-, tiene un hijo de quince que vive con su madre, y se ha quedado sin trabajo en el área de la construcción, por lo que percibe un subsidio. Tras una borrachera prodigiosa, un sábado despierta en medio de la calle, sin cartera y sus zapatos han sido reemplazados por un par de zapatillas deportivas. Se traba a puños con dos policías vestidos de civil, es atrapado, conducido al destacamento y golpeado brutalmente hasta perder la vista.

III.

            Lo que sigue es su historia después de la golpiza, sus días en la cárcel –la que ya conocía por haber cumplido una condena de varios años- y sus primeros pasos en la realidad de un hombre ciego. Para colmo, Helen lo ha abandonado tras la última bronca, la Seguridad Social le niega un subsidio adicional por ceguera, la policía le sigue los pasos –por trapichear camisas sin el pago de impuestos- y un desconocido leguleyo –que huele a policía- intenta representarlo judicialmente contra ésta. Así, sin formular denuncia para no perder el seguro de desempleo, no parece haber otra salida que huir.

IV.

            ¿Qué tiene el libro de valioso? En principio, Kelman se apega al dialecto callejero del trabajador de Glasgow (el working-class Glaswegian), abundoso en palabrotas, para narrarnos sus peripecias. Además, aprovecha éstas para realizar un retrato de la clase social baja, con trabajo precario, inclinación hacia el alcohol y dependencia de la protección estatal. Finalmente, las descripciones de sus primeras horas de ceguera son para el aplauso.

V.

            El estilo elegido no es fluido. La composición del protagonista respeta sus limitaciones en cuanto a recursos lingüísticos y escasez de objetivos personales. Por momentos, una voz interior dialoga con él, reforzando lo que piensa aunque no lo exprese. Las escenas resultan cotidianas para quienes habitan los suburbios de las grandes urbes, con lo que la obra podría enmarcarse dentro del ámbito de la novela social. Por último, la traducción a cargo de Vicente Campos merece una mención, al intentar respetar expresiones que, sin ser exactas, mantienen el espíritu del original. Algo distinto, para lectores distintos.

viernes, 14 de diciembre de 2018

Monstruos. Las primas, Aurora Venturini


Random House, 2018

I.

            Todo lo ocurrido alrededor –y dentro- de este libro resulta original. Un periódico local organizó un concurso literario en 2007 bajo el premio Nueva Novela. La elección del jurado recayó en este título. Una mueca del destino –a la que se refería Enrique S. Discépolo- hizo que la novel autora fuera una mujer que contaba ochenta y cinco años a la sazón. Falleció en el 2015.

II.

            Yuna Riglos –nacida López- relata en primera persona un tramo de su vida, desde una infancia algo misérrima hasta pasada su consagración como pintora. Al inicio, vive junto a su madre –docente de profesión-, su hermana Betina y Rufina, una joven sirvienta; su padre hace tiempo que abandonó el hogar. Lo que no puede soslayarse es que ambas hermanas son minusválidas: Yuna tiene dislalia; Betina nació jorobada, con brazos y piernas extremadamente cortos, e imposibilitada de controlar esfínteres. Además, su prima Carina –algo mayor- tiene un retraso mental y seis dedos en cada pie, y la hermana de ésta, Petra, es enana. ¡Menudo grupo!

III.

            Ambientada en la ciudad de La Plata –a sesenta kilómetros de Bs. As.- hacia 1940, Yuna narra los avatares de la vida de aquellos que tuvieron la desgracia de nacer con alguna discapacidad y abunda en detalles sobre lo que les sucede: malos tratos, abusos de todo tipo –entre ellos, los de naturaleza sexual- y marginación, o descrédito en el mejor de los casos. Imposibilitada de hablar con fluidez, su protagonista acude al diccionario para hallar las palabras que le permitan expresar en papel con precisión aquello que les acontece.

IV.

            La trama no se priva de nada: hay violaciones, aborto clandestino, muertes, asesinato y prostitución intercalados con la evolución de Yuna, cada vez más exitosa en el ámbito artístico a medida que puede apropiarse de las palabras y manejarse con más soltura hacia los demás. Yendo al texto, el mayor acierto de la novela reside en la elaboración psicológica de todos los personajes, en particular de los monstruos que son esas primas, al decir de la relatora.

V.

            Con un estilo directo, un lenguaje simplísimo –más que adecuado por la esencia de la protagonista-, escenas que despiertan la sonrisa –sino la carcajada- por lo grotescas y una serie de observaciones no exentas de reflexión sobre el género humano y sus acciones sobre aquellos que son distintos, el libro mantiene un crescendo de la tensión narrativa hasta el final, por lo que se disfruta y devora de un sentón. En tiempos donde la inclusión social de las personas con limitaciones se encuentra en auge, Venturini nos lega una mirada crítica de nuestro comportamiento y el desafío que implica brindarles un espacio de expresión y participación más amplio. Porque todos tenemos el mismo derecho.

domingo, 9 de diciembre de 2018

e-book 35. Recuerdos y reflexiones. Las pequeñas virtudes, Natalia Ginzburg


Alianza, 1966

I.

            Como había disfrutado la obra narrativa de Ginzburg,  me incliné por este título, que reúne una serie de artículos que la propia escritora publicara en distintos medios a largo de casi dos décadas. Cabe hacer una salvedad inicial: en esos años la autora habitó en Roma, Turín y Londres. En el primer caso, lo hizo al final de la IIGM, tras la derrota del Eje; entre los años 1959 y 1962 acompañó a su segundo marido, Gabrielle Baldini, director del instituto de cultura italiano en Londres. Por eso todos ellos tienen su fecha y lugar de procedencia, para leerse en contexto, algo que ella misma sugiere en el escueto prólogo que lo acompaña.

II.

            El breve libro se divide en dos partes y alberga once trabajos de índole diversa. La Primera Parte se vincula a su propia historia y su experiencia londinense. En Invierno en Abruzos –escrito apenas regresada a Roma en 1944-, repasa sus momentos de felicidad familiar en Pizzoli, lugar al que fuera confinado su marido Leone debido a su militancia antifascista. Los zapatos rotos, donde da cuenta de su estadía momentánea en Roma, es de 1945 y narra la pobreza de posguerra y la añoranza por sus hijos –que han quedado al cuidado de su madre en Turín-. Una semblanza maravillosa de Cesare Pavese es el motivo de Retrato de un amigo, escrito en 1957, muchos años después de su suicidio. Tanto en Alabanza y menosprecio de Inglaterra (1961) como en La Maison Volpé (1960) denosta la frialdad anglosajona, la uniformidad de esa sociedad conformista y la escasa riqueza culinaria de los ingleses, aún ponderando el orden y cierto refinamiento de modales. Cierra esta parte Él y yo (1962), un crítico retrato de las diferencias existentes entre la autora y su marido Baldini, con cierta indulgencia hacia él y crueldad hacia sí.

La versión digital disponible, gentileza de Epublibre

III.

             La Segunda Parte se compone de escritos cuyo perfil responden al género de ensayo. Así, en El hijo del hombre (Turín, 1946), encara la realidad social en donde la ilusión no tiene cabida en el área familiar debido a lo vivido en tiempos de guerra; la reafirmación como escritora y su génesis desde la infancia la hallamos en Mi oficio (Turín, 1949). El uso del silencio como acto de rebeldía tanto como consecuencia de la culpa y el pánico es encarado en Silencio (Turín, 1951). El vasto ensayo donde aborda la historia de los vínculos humanos desde el inicio de la vida hasta el ocaso, intercalando sensaciones con meditaciones personales, es el núcleo de Las relaciones humanas (Roma, 1953). Y una suerte de legado de su pensamiento sobre la educación de las nuevas generaciones, fundamentalmente en lo que hace a generosidad e independencia del dinero lo cierra con el título del libro, Las pequeñas virtudes (Londres, 1960)

IV.

             Nostálgica y melancólica de a ratos, vanguardista siempre, Ginzburg despliega su interior con honestidad y voluntad esclarecedora, sin ambages ni cortapisas. La vida que vivió es la que le tocó, sin lugar a reclamos ni llantos de autocompadecimiento. Una vida plena, con alegrías y sinsabores como los de cualquier mortal. Un libro que es un espejo de nosotros mismos.

martes, 4 de diciembre de 2018

Locura paterna. Circo familiar, Danilo Kiš


Acantilado, 2007

I.

            Lo tenía desde mucho tiempo atrás y decidí encararlo a sabiendas de tratarse de algo semejante a una novela de iniciación. El libro compila tres obras del autor que Acantilado reunió bajo el título de marras. En un momento, pensé en presentarlo como un tríptico, pero la extensión variable y la naturaleza común de los mismos no justificaban separarlos. No obstante, cada cual posee una profundidad y un enfoque distinto sobre hechos que se repiten.

II.

            La primera parte la ocupa ‘Penas precoces’, una serie de relatos que un adulto narra a través de la mirada de un niño de pocos años, a quien el nazismo le ha llevado a su padre con destino a Auschwitz. El protagonista, Andreas (Andi) Sam –alter ego del autor- nos allega su versión de la vida en una granja, la situación de miseria familiar, la aparición de soldados –durante la IIGM-, cómo es vivir en ausencia de figura paterna y de la incipiente locura de su padre, que elaboró una Guía de autobuses y barcos de Yugoslavia, poco menos que un despropósito. Destaca entre los relatos la historia de su perro Dingo quien, al abandonar Andi el pueblo, se dejó morir. Y concluye con ‘El arpa eólica’, un instrumento que permite escuchar el sonido del tiempo; toda una belleza.

III.

            Quizás sea ‘Jardín, ceniza’ el más emotivo de los textos reunidos en el ejemplar. Kiš narra desde el comienzo las percepciones de Andi Sam sobre su entorno y situación familiar. Tampoco deja pasar ocasión para exhibir a la sociedad yugoslava tras la guerra y el desmembramiento del viejo Imperio Austro-húngaro. Con un padre judío cuya locura lo conduce hacia una ampulosa insolencia y la creatividad más irreverente mientras que, incapaz de proveer materialmente a los suyos, los sume en la indigencia y hambruna, su madre intenta sobrevivir junto a Andi y su hermana con la escasez de medios disponibles, haciéndose cómplice de los juegos de su hijo. Así, la llegada de la noche y el sueño es un refugio donde se cobijan todos para olvidarse del hambre, y los viajes que se emprenden se convierten en la esperanza de hallar una vida mejor. La única vía de escape de la miseria y la angustia que encuentra Andi es la imaginación –que hasta le permite encarnar él mismo personajes bíblicos- y la literatura, que le lleva a conocer otras realidades y le brinda un atisbo de esperanza. La prosa rayana en la poesía que Kiš utiliza a lo largo del relato es otro acierto, y la sucesión de recuerdos, detallados minuciosamente –una suerte de ejercicio eidético-; las observaciones de la migración judía con el nazismo y las descripciones sobre el descubrimiento del erotismo y su sexualidad como también del rechazo y el aislamiento social del emigrado hacen de este título lo más destacado del conjunto.

IV.

            La última parte, que ocupa la mitad de las páginas del volumen, ‘El reloj de arena’, es una suerte de reconstrucción de la historia de E. S., un inspector ferroviario jubilado de origen judío –muy probablemente una alusión al padre del autor- a quien le han reducido la pensión sin motivo y que es el objeto de interrogatorios varios, audiencias, traslados y percepciones personales –agrupadas bajo distintas secciones- antes de alcanzar un destino final en un supuesto campo de concentración. Aquí prima el uso de distintos estilos narrativos y descripciones que oscilan entre la fantasía de naturaleza onírica y la realidad más cruda. Todo el texto se debate entre voces con distintas miradas, entre interpretaciones absurdas, pesadillas simbólicas y recursos literarios a granel.

V.

             En suma, el libro contiene tres trabajos cuyo denominador común es la locura paterna desde la mirada de un pequeño que crece, con una mezcla de inocultable furia por la miseria a la que condena al resto de la familia y admiración por la falta de escrúpulos y su modo original de ver la vida. Un libro que requiere mucha atención lectora, con el que no es tan fácil conectar desde el principio pero con metáforas y escenas memorables que justifican el esfuerzo. Recomendable para todo buen lector.

jueves, 29 de noviembre de 2018

Pelibro 14. La señora Dalloway

             Este Pelibro surgió de la lectura del título de marras –propuesta en un taller-, al unirse a un comentario sobre el film ‘Las Horas’, basado en éste. La curiosidad me llevó a investigar y hallar la versión cinematográfica a cargo de Marleen Gorris, con la participación protagónica de Vanessa Redgrave en el rol de Mrs. Dalloway.

Libro

Virginia Woolf (Cátedra, 2003)

            En rigor de verdad, ha sido una relectura, puesto que han pasado más de quince años que lo encaré por vez primera y, siendo sincero, lo he disfrutado más en esta ocasión que en aquélla.

            Todo ocurre un miércoles de mediados de junio de 1923, en el que Clarissa Dalloway ha dispuesto dar una fiesta en su casa. Con algo más de cincuenta años, casada con Richard y con una hija adolescente, el lector asiste al derrotero de Clarissa en pos del final del día, donde desplegará toda su magia, su don de gentes y su proverbial cualidad de anfitriona para convertir la velada en una gala inolvidable. A su vez, sin conocerse el uno al otro, también es la historia de Septimus Warren Smith, un joven que ha vuelto de la guerra, ha visto morir a su superior y amigo –Evans- en Italia y queda traumado por el hecho. Si bien se ha casado con una joven italiana, sus accesos de temor y locura lo conducen a un suicidio anunciado.

            El texto contiene dos características destacables: un flujo de consciencia de cada uno de los personajes, con los que el lector va construyendo la historia y la personalidad de los demás –lo que resulta una novedad y un acierto a la vez-, y cómo hechos exteriores –por ejemplo, la pertinencia del uso de un sombrero en la mañana- disparan pensamientos interiores.

            Además, la novela abunda en escenas cotidianas que son interpretadas de distinta manera según el observador y un uso adecuado del flashback, donde la trama situada en el presente trae el pasado, cuando jóvenes, de los actores principales, de manera de tener un panorama mucho más concreto a la hora de establecer cómo son las cosas y por qué.

            Por otra parte, la sexualidad también está presente. Clarissa ha apartado el sexo de su vida tras la maternidad. En realidad, Woolf deja entrever que su experiencia con su amiga Sally Seton cuando adolescentes poseía altas dosis de homosexualidad y Clarissa, plenamente consciente, decidió no explorar ese costado y sacrificar cualquier pasión en aras de estabilidad emocional y seguridad económica. Es por eso que eligió a Richard Dalloway como marido y no a su eterno enamorado y amigo, Peter Walsh, con quien mantuvo siempre mayor identidad, porque no habría podido satisfacer estos aspectos.

            La figura de Septimus W. Smith es la contracara de Clarissa. Mientras ésta apuesta por la vida y el género humano, Septimus se va degradando hasta desaparecer. Es cierto que su final está signado por una acción nefasta de su médico, pero las secuelas de guerra avanzan en ese sentido. Woolf sabía muy bien de qué hablaba: ella misma lo había vivido en carne propia.

            Con una prosa algo fraccionada –con la que cuesta engancharse al principio- pero una historia magníficamente tejida y personajes psicológicamente bien construidos, Woolf exhibe una mirada contemporánea de la alta clase media inglesa, algo snob y hueca, que alardea en la periferia del poder –sin ser parte de él- y del entorno de esa gran urbe a la que declaró su amor: Londres. Un libro para leer y releer.
           
Film


Marleen Gorris (First Look Pictures, 1997)

            Resulta todo un desafío intentar llevar a la pantalla grande una novela como la de Woolf, tan rica en monólogos interiores y en la construcción de cada personaje gracias a las opiniones ajenas que, independientemente de la versión que Gorris deseaba mostrar, cualquier propuesta está destinada a poco menos que el fracaso.

            No obstante, el guión -a cargo de Eileen Atkins- se apega bien a la trama central de la novela, teniendo en cuenta las limitaciones que impone un marcado uso de la voz en off –factible en el texto escrito, pero de imposible realización a lo largo de todo un film- y la necesidad de ir y venir en el tiempo –el verdadero responsable de la historia- sin perder ilación.

            Con un magnífico vestuario de época y una fotografía a la altura de los requerimientos cinematográficos, la película alcanza ribetes emotivos con importantes trabajos en los roles protagónicos. Allí, destacan la siempre vigente Vanessa Redgrave, dando vida a una perspicaz anfitriona, sin demasiadas aspiraciones pero conocedora de las personas; una Natascha McElhone soberbia en el rol de Clarissa joven; sólidas actuaciones de Rupert Graves encarnando a Septimus Warren Smith y un maduro Michael Kitchen en la piel de Peter Walsh.

            Por otra parte, los diálogos se llevan parte de los créditos -muchos de ellos han sido tomados de manera textual del trabajo de Woolf- y las escenas más comprometidas de una incipiente homosexualidad se resuelven finamente.

            Necesario es decir que, si bien el conjunto hace que el film se vuelva llevadero y llegue a destino sin altibajos, la realización no alcanza los matices que sí están presentes en la obra literaria. En aras de sobrellevar el argumento principal, descuida aspectos importantes -como la inclusión de elementos externos que disparan reflexiones-, lo que aplana la riqueza presente en el original.

            En suma, un film cuya tensión no decrece en ningún momento de la hora y media de duración, con una mirada algo simple de la directora, basada en un texto proverbialmente más jugoso y más comprometido tanto en lo personal como en lo social. Una película correcta, que no quedará en los anales de la cinematografía pero se disfruta igual.

Testimonio del decimocuarto Pelibro

sábado, 24 de noviembre de 2018

Los condenados. Dura la lluvia que cae, Don Carpenter


Duomo, 2012

I.

            Llegó a mi por recomendación de un joven librero. Ponderaba la historia de dos marginales que no se quedaban en ello sino en la evolución de cada uno. Atento a la sugerencia de alguien que sabía de qué hablaba, me hice de un ejemplar. Ante la aparición de otro título del mismo autor bajo otro sello, decidí incluirlo entre mis lecturas del año.

II.

            Jack Levitt comienza mal. Nace en los años veinte del siglo pasado, sus padres mueren al poco y crece en un orfanato. Un día decide escapar y hacer su experiencia. Frecuenta la vida nocturna de los billares hasta recalar en San Francisco. Allí conoce a Billy Lancing, un negro de su edad –ambos teenagers- que destaca en el billar y obtiene renombre. Debido a un par de ilícitos, Jack cae en el reformatorio mientras Billy alcanza la clase media y forma una familia. El destino los separará y los volverá a reunir años después en una cárcel.

III.

            La historia –que transcurre a lo largo de tres décadas- es conducida por los hechos de Jack, aunque no elude los de Billy; sólo que los de éste se acaban a la mitad de recorrido. Es también una historia de amor sui generis entre dos amigos convictos, signados por la condena social y la imposibilidad de cambiar la forma de vida. Jack se rehace: se enamora, se casa y forma una familia. El lector asiste a todos los cambios que se suceden, pero la esencia del personaje y la desafortunada evolución de su pareja marcan un final sin muertes pero doloroso.

IV.

            ¿Cuánto influye en nuestras decisiones nuestra propia condición de partida y la historia familiar o el hecho de pertenecer a otra raza? Nuestras respuestas, en esos casos, ¿no estarán condicionadas desde el principio? ¿Puede un ser humano nacido en medio de la carencia afectiva y el despojo material convertirse en un hombre común y corriente, o está condenado a la renuncia y la ignominia? Son algunas de las preguntas que Carpenter nos deja para reflexionar.

V.

            Con una prosa precisa, un estilo fluido y coloquial y escenas que emocionan, Carpenter construye una novela donde la amistad, el amor, la bohemia y una sensación de libertad se constituyen en el motivo principal de una vida sustanciosa, peleada palmo a palmo, no exenta de altibajos –como la vida de cualquiera- y con una pizca de resignación. La resignación de no poder obtener más que lo que hemos alcanzado. Un muy buen libro.

lunes, 19 de noviembre de 2018

e-book 34. Iluminaciones. La vida de las mujeres, Alice Munro


DeBolsillo, 2017

I.

            Decidí hacer la experiencia de enriquecer mis lecturas compartiéndolas con otros lectores en una suerte de grupo lector y el título venía incluido en la propuesta. Ya había incursionado en los relatos de Munro pero no en la estructura de una novela, lo que acicaló mi curiosidad y disposición para volver a ella.

II.

            Del Jordan es una mujer adulta que recuerda su infancia cuando contaba once años en las cercanías de un pueblo llamado Jubilee. Junto a sus padres, su hermano Owen y un puñado de personajes locales, nos va llevando hasta alcanzar una incipiente adultez. En sentido estricto, es una novela de iniciación; sólo que cada capítulo mantiene su propia independencia del resto. Visto en perspectiva, semeja un trabajo destinado a componer una miniserie de TV.

III.

            Del describe su entorno familiar, con un padre criador de zorros plateados, un hermano menor poco afecto al estudio y una madre omnipresente cuyas inquietudes intelectuales, su amor por el saber y la cultura en medio de un pueblo sin aspiraciones bordea peligrosamente el ridículo. En cada desarrollo, son las mujeres las que llevan la acción –de allí el título-. Así, las tías paternas, la maestra de labores, la profesora de teatro, su amiga Naomi, la inquilina de su madre son las figuras de las que Munro se vale para introducir cada uno de los temas que tienen que ver con la mirada de la gente de pueblo y sus mitos, las creencias religiosas, los primeros amores, la importancia del arte, el descubrimiento del sexo y del abuso sexual, el misterio de la muerte, etc.

La versión digital, gentileza de Epublibre

IV.

            Ambientada hacia 1942 –el inicio de la participación americana en la Segunda Guerra Mundial- y conducida por espacio de seis o siete años, Del ilumina cada escena con sus agudas reflexiones, sus argumentaciones racionales y un análisis descarnado de personas y situaciones haciendo uso de una sinceridad extrema. El tejido que conecta cada historia está tan bien articulado que favorece la fluidez narrativa y le confiere solidez a toda la novela.

V.

            Con una prosa proverbial, el uso adecuado de recursos literarios y un contrapunto madre – hija inolvidable, Munro construye una obra que justifica su devoción por la escritura –relatada en el Epílogo, cuando deja de lado su mirada hacia los demás y la centra en sí misma-, haciendo las delicias de todo amante de la buena literatura. Para el aplauso.

miércoles, 14 de noviembre de 2018

Fábula sobre la dominación. Sumisión, Michel Houellebecq


Anagrama, 2015

I.

            Dejé correr el tiempo para que se consumieran los fuegos de artificio que acompañaron la aparición de la obra, junto al mediatismo del propio autor, que aprovechó el atentado contra Charlie Hebdo para cortar su promoción –una manera original de promoverla sin tener que hacerlo-. Ya sin fragores decidí volver a las polémicas letras de Houellebecq y explicar(me) la razón de tanto ruido.

II.

            La historia es simple. François es un catedrático de la Sorbona, especialista en Joris-Karl Huysmans -aquel libertino que terminó convirtiéndose al catolicismo-; es soltero, promedia la cuarentena y mantiene cierta relación amorosa con Myriam, una ex – alumna de origen judío con la mitad de su edad. Es el año 2022 y Francia se ve convulsionada con las elecciones presidenciales, donde el Frente Nacional de Marine LePen –de extrema derecha- dirime los votos con la Hermandad Musulmana, cuyo líder carismático, Mohammed Ben Abbes, es aliado de los socialistas. El acceso al poder de éste último plantea cambios en la vida de los franceses, a poco de asumir, y de François en particular, quien es despedido de su trabajo –mediante una jubilación anticipada, con el ciento por ciento de su salario-, por no haberse convertido al Islam.

III.

            Esta fábula o ficción política es poliédrica y, por ello, puede leerse en diversos planos. Si nos atenemos a lo narrativo, es la vida de un hombre de mediana edad que se queda sin mujer, sin trabajo y sin pertenencia social, sometido a la disyuntiva de convertirse al islamismo y así recobrar parte del entorno que solía frecuentar. Por otra parte, esa acción se vería favorecida por una de las novedades sociales: la poligamia.

IV.

            En otro plano, el ascenso del Islam al poder apareja cambios importantes para las mujeres: dejan de usar faldas y vestidos, sólo pantalones –en aras del recato-; abandonan sus puestos de trabajo y estudios, circunscribiéndose a la esfera doméstica y familiar. Además, el trasfondo sociopolítico deja entrever que la supuesta dominación musulmana –basada en una especulación demográfica- solo se circunscribe al aspecto educativo; eso sí, en ello son irreductibles. Por supuesto, todas las transformaciones sociales se acompañan de una suculenta inyección de dinero proveniente de Arabia.

V.

            Por una vez, el autor no solo no se identifica con su personaje principal sino que varias veces lo critica. François encarna a un intelectual cínico, machista y sibarita, cuyo derrotero se superpone con el de Huysmans; el islamismo ha alejado su único amor, que se ha ido a Israel como casi todos los franceses de origen judío, y se pregunta sobre la conveniencia o no de apostatar de sus principios –políticos y religiosos- dados los beneficios que apareja esa decisión.

VI.

            Con la misma prosa fluida y exquisita de siempre, claridad a la hora de exponer los sucesos y con escenas que no carecen de humor y guiños al lector, Houellebecq nos cuestiona sobre la obsolescencia de los partidos políticos que se alternan en el poder, el rol de la educación y las cuestiones de género en Occidente. Yendo más profundamente, dispara la pregunta sobre si esa sumisión a un probable y atávico poder musulmán no sería una manera encubierta de asumir nuestros más rancios principios conservadores. Un muy buen libro, de lectura valiosa.

viernes, 9 de noviembre de 2018

Anécdotas rurales. Tres hermanos, Esther Cross


Tusquets, 2016

I.

            Llegué a él a través de un suelto –primero- sobre su contenido y luego, algo más tarde, por una reseña aparecida en un matutino local. A este hijo de la urbe, narraciones ambientadas en el campo le resuenan como algo atávico, propio de otras épocas. Mas esta serie de relatos que intentan hilvanar una suerte de ‘novela no escrita’ in stricto sensu, lejos está de ser costumbrista o de ámbito puramente local.

II.

            El título hace alusión a los principales protagonistas, en la voz de una narradora, hermana de edad en medio de dos varones. Todo lo que ocurre tiene que ver con una explotación agrícola-ganadera, propiedad del padre de los chicos. Su madre y ellos, establecidos en la ciudad, acuden a la finca durante las vacaciones escolares de verano. Ella es pródiga en aventuras, juegos y secretos compartidos.

III.

            Destaco de este breve libro la estructura. Cada uno de los dieciocho capítulos que componen el volumen tienen independencia unos de otros, pero mucho de lo narrado se aclara o amplía en alguno subsiguiente, de manera de tener una ilación común y desarrollar un conjunto de historias enlazadas entre sí.

IV.

            La escopeta y la caza de palomas, el misterioso accidente de un chico vecino, el sacrificio de un perro por haber mordido a un niño, la fuga de un conocido delincuente de la zona, los comentarios de los ‘mensuales’ –peones golondrina, que trabajan por mes en el campo-, el recuerdo de una inundación, son anécdotas que se van uniendo para formar un cúmulo de observaciones sobre la vida rural, la realidad de los pueblos y las sociedades que los constituyen. Siempre acompañadas por el monte, ese lugar mágico para los niños, en donde todo puede suceder.

V.

            Con una prosa fluida y directa, Cross nos lleva de paseo por el ámbito rural de los años ’60, desde la mirada de una mujer adulta que recuerda los hechos de su niñez. El contacto con la naturaleza, los animales y la gente; las palabras y los silencios, quedan registrados por los ojos de esta pequeña observadora, tan sagaz como circunspecta. Un libro ameno, fiel reflejo de la vida en nuestra vasta llanura.

sábado, 3 de noviembre de 2018

Vidas de emigrantes. El síndrome de Ulises, Santiago Gamboa


Seix Barral, 2005

I.

            Había apuntado la edición española. Cuando fui por una edición local –que no existía- a la Red, quedé de una pieza. La portada era la de marras, mucho más sugerente y atractiva que aquélla. Dicen que una imagen vale más que mil palabras; mantuve a la vista este volumen hasta que lo encaré. Una manera silente de afirmar mi devoción por la estética femenina. La presente, es una primera edición colombiana –hallada de casualidad, como se supone que debía ser-.

II.

            La novela está narrada en primera persona en casi su totalidad, aunque del protagonista no tengamos nombre. Él es un joven escritor colombiano establecido en París, en busca de mejores oportunidades. (Sobre)Vive en un cuarto minúsculo, sin baño propio, que apenas puede pagarse dando clases particulares de español a deshoras y lavando platos en los sótanos de un restaurante oriental durante la madrugada. Pero no lo pasa nada mal; vive en una bohemia diaria junto a un puñado de personajes tan marginales como él mismo.

III.

            Su París no es el de los turistas, con lugares reconocibles y nombres propios; es el París de los suburbios sórdidos, de las noches acechantes. Comparte días -y noches- con una fauna variopinta: una amiga colombiana acomodada viviendo el sexo extremo; su compañero coreano con una historia densa; un húngaro narcotraficante, una rumana y una africana -ambas prostitutas-, un escritor marroquí, todos ellos exiliados de sus países por motivos diferentes, excepto el propio protagonista, que podría regresar cuando quisiera, pero su orgullo le impide hacerlo sin éxito alguno.

IV.

            Gamboa describe de manera formidable y en un estilo coloquial y ameno los pormenores de la vida de emigrantes –la mayoría, forzados- en una ciudad sin savoir faire. Todos viven al día, muchos de prestado, pero no se privan de las copas, el sexo, las drogas a la hora de deambular por esas calles. Hasta se da el gusto de incluir una historia de sesgo policial entre homosexuales. Con una pluma ágil, el autor nos sumerge en el submundo de los parias, aquellos que han tenido que abandonar su tierra sin opción, sin el manejo apropiado de la lengua de destino y al que los une un tácito sentido de pertenencia a la desdicha y la nostalgia.

V.

            Con escenas que oscilan entre el drama y la carcajada, Gamboa sorprende al lector con una soberbia construcción psicológica de los personajes y una estructura que mantiene la tensión narrativa hasta el final. Una lectura más que recomendable. Todo un descubrimiento.

domingo, 28 de octubre de 2018

e-book 33. Espectros vascos. El eco de los disparos, Edurne Portela


Galaxia Gutenberg, 2013

I.

            Había apuntado su trabajo posterior –una novela- cuando otros lectores hacían referencia al título de marras, como si aquélla pudiera explicarse mejor o completar la mirada de la autora acerca de la sociedad vasca tras la renuncia a las armas por parte de ETA, hace ya algunos años, con la lectura previa de ésta. Fiel a mi estilo, decidí comenzar por el principio, no fuera que, si encaraba la novela, me perdiera algo importante. Además, tenía conexiones con lo vivido en estas tierras durante algo más de una década –y sus huellas pueden palparse aún hoy-.

II.

            El presente es un ensayo que tiene poco de académico y mucho de sentimiento personal, sin por ello eludir las categorías sociológicas de autores como Steiner y otros. La importancia del texto radica, básicamente, en que Portela se toma la molestia no sólo de narrar el aislamiento de los militantes etarras, la clandestinidad encubierta por sus seguidores, el dolor de las víctimas que sobrevivieron a los atentados y de los familiares de aquellos que no tuvieron tanta suerte, el silencio de la sociedad indiferente y cómplice, sino también hurga en las manifestaciones culturales que fueron apareciendo en los años posteriores que, de alguna manera, hacían plena alusión al conflicto independentista y a sus protagonistas, bien desde el lado de las víctimas, bien desde la militancia.

El libro de Portela, gentileza de Epublibre

III.

            Para Portela, toda sociedad se derrumba cuando pierde la imaginación del semejante, por medio de la cual nos reconocemos iguales con los que nos rodean y se teje nuestra vida social en un lugar determinado, una suerte de sentido de pertenencia con carácter identitario. Por ello, el subtítulo que lo acompaña –Cultura y memoria de la violencia- resume de manera precisa su trabajo de investigación, haciendo análisis de libros de relatos, documentales testimoniales, films y toda manifestación artística que tenga al conflicto como núcleo central.

IV.

            En estilo coloquial y directo, la autora nos exhibe la crudeza de la violencia que no sólo se ejerce mediante atentados o ajusticiamientos personales, sino también a través del silencio cómplice y de la indiferencia, medios de defensa de una sociedad interiormente desgarrada. Los muertos de las partes en pugna, sus espectros, aún cuando las pasiones parecen dominarse y aquietarse, impiden la tan buscada reconciliación por parte del gobierno español. Un perdón rechazado por la autora, pues sólo descargaría la conciencia de los victimarios, sin contrapartida en el entorno de las víctimas. Un excelente trabajo que obliga a elaborar alternativas para la convivencia pacífica.