viernes, 20 de abril de 2018

El mar de la fertilidad. 1. Tragedia de amor. Nieve de primavera, Yukio Mishima


Alianza, 2014

I.

          Esta tetralogía era una deuda pendiente con la literatura japonesa que durante muchos años sostuve debido a que sólo podía hallar en el mercado local títulos desperdigados con traducciones variadas, y no el conjunto de los volúmenes que componen la obra en una única edición completa. Recién un par de años atrás pude reunirlos todos bajo el sello de esta casa editora. Dejé pasar el tiempo para encarar su lectura, en busca de un estado emocional propicio.

II.

            Esta trágica historia de amor tiene como protagonistas a Kiyoaki Matsugae, hijo de un marqués adinerado, y Satoko Ayakura, hija de un conde con alcurnia pero sin recursos. Ambientada en el Tokio de principios de siglo XX, tras la guerra ruso – japonesa, el padre de Kiyoaki destinó a su pequeño hijo a la casa del conde Ayakura para aprender modales de la corte. Satoko -dos años mayor- y Kiyoaki crecieron juntos y entablaron una cierta amistad. A medida que crecían, la belleza de ambos destacaba en el entorno y las visitas entre ambos se hacían más frecuentes.

III.

             Cuando Kiyoaki alcanza los diecinueve años, se da cuenta que toda esa confusión que le provoca Satoko cada vez que se ven no es otra cosa que amor. Pero, lamentablemente, después de muchas propuestas de matrimonio que Satoko rechaza, al fin da su anuencia para prometerse nada menos que con un heredero de la Familia Imperial. Kiyoaki, quien al enterarse de la noticia no parece importarle, al asumir su amor por Satoko se desespera y, valiéndose de su amigo y de una vieja doncella, comenzará sus pasionales encuentros furtivos hasta que la vida se los permita.

IV.

           Mishima elabora una ficción costumbrista en base a dos personajes centrales y algunos secundarios. A Satoko, dueña de una gracia y donaire sin igual, la dota aún de desenfado y aplomo. En cambio, al tímido y emocional Kiyoaki le secunda un preceptor algo mayor, Iinuma, encargado de orientar al joven, y lo acompaña de un amigo fiel, Shigekuni Honda, a lo largo de toda la historia. El elenco se completa con la vieja y experimentada doncella compañera de Satoko –Tadeshina-, el padre de Kiyoaki –hombre del mundo de los negocios, enamorado de Occidente-, el conde Ayakura –quien encarna al cortesano tradicional japonés- y sus cónyuges.

V.

            Con una prosa poética, uso adecuado de silencios y pausas, descripciones que consolidan la atmósfera narrativa, detalles de la vida japonesa de ese tiempo y personajes bien delineados, Mishima nos regala un drama pasional sin golpes bajos ni lagrimeos. En suma, una novela clásica más que recomendable.

15 comentarios:

  1. Me encanta la literatura japonesa. No he leido nada de esta autora pero sin duda me apunto ste libro.
    Por cierto, no conocía tu blog y ya te sigo. Te dejo mi blog por si te gusta también y quieres seguirme: leerenlaluna.blogspot.com.es
    Te leo y estaré comentando por aquí
    Saludos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bienvenida, Bela.
      La literatura japonesa ofrece un montón de tesoros literarios a quienes disfrutan de sus tiempos y silencios, tanto como de lo que expresan. Ojalá sea de tu agrado.
      Ahora paso por tu espacio y te sigo.
      Gracias por pasar por aquí.
      Un abrazo.

      Eliminar
  2. Marcelo, qué gran escritor nos traes, Mishima, uno de esos autores cuya escritura siempre me conmueve, igual que kawabata, y será por ese estilo de narrar, una prosa que desprende un halo de belleza en toda la tragedia que cuenta.

    Es un poco como esos escritores del romanticismo europeo pero desde la sensibilidad oriental. Tengo que ponerme con Akutagawa también, me fascinó su relato, y por supuesto volveré a Mishima,hay que perseguir la belleza... aunque sea dentro de la tragedia.

    Gracias por tus siempre clarividentes palabras, y tu exquisito gusto.
    Cuídate pibe!

    ResponderEliminar
  3. Gracias por tus líneas, Paco. Hablando de la belleza, pareciera que cuanto más se estiliza, más la acosa el sino de la tragedia. Como si hubiera una necesidad intrínseca de que así sea. Una suerte de simbiosis en la que una alimenta a la otra.
    No había encarado nada de Mishima hasta ahora y me pareció oportuno hacerlo. Su poética no tiene nada que envidiar a los mejores narradores de la novela romántica.
    Me cuido. Por favor, campeón, tú has lo mismo.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. El otro día, vi, otra vez, una de las muchas "otras veces", la película "RAM" de Kurosawa, y dentro de la violencia, la venganza, la muerte, traición, y todos esos biorritmos del mundo que destila Akira, siempre está la poesía, en este caso de la imagen, de los colores, de la presencia. Cada vez que la veo echo de menos tener un cine de proporciones gigantescas para ver como debe verse. Pero ya nadie la va a poner en ningún cine, nunca más. Del mismo modo leer a Mishima -que tampoco venderá ya mucho más, seguro que no alcanzó a vender en toda su vida a una edición de Haruki, y menos en su producción literaria gigantesca;)-, decía que leer a Mishima tiene eso de poético dentro de lo exagerado no ya de la obra sino del autor. AL menos para mí Mishima está unido a la palabra muerte, todo lo literario japonés va unido a esa palabra, todos los escritores japoneses que me gustan se suicidaron : él , Kawabata, Dazai, Ryonusuke Akutagawa. Acaso , que no cumplan ese macabro ritual, solo serían Oe y Tanizaki. Siempre me he preguntado la razón que les impulsa a ello, me pregunto el motivo último por el cual los mejores escritores japoneses terminan del mismo modo, y poco se descubre al menos en las obras que he leído. La cultura de la muerte supongo que es diferente aquí que allá, que vivir no tiene sentido para ellos cuando alcanza alguna forma. Se me ocurre ahora que también me gusta Banana Yoshimoto, pero aunque , por fortuna, ella vive, en lo que he leído de ella, la muerte y el suicido puebla sus páginas.
    Lo cierto es que no sé si encontraré una respuesta a esta duda.
    cuídate Marcelo
    gracias

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. RAN, No RAM, pues si que estoy yo bueno..;)Ram es la marca de leche que tomaba de joven.:)

      Eliminar
    2. Estamos hablando de un pasado que ya no ha de volver, Wine, donde un hombre decidía quitarse la vida por mantener sus principios, su consecuencia. En el que el honor, la palabra empeñada, eran siempre una deuda contraída con la vida, con el respeto hacia los demás.
      Mishima no podría haber hecho pie en la literatura actual, sospecho, como tampoco tus otros autores nipones preferidos. Porque ellos no podrían pertenecer al mainstream editorial, viniendo con estos temas, tan poco afortunados para el hombre con prisas, que es el hombre de hoy.
      Lamento no poder ayudarte a esclarecer tus dudas, puesto que mi bagaje literario es sumamente acotado en materia de letras japonesas.
      Y tampoco se si existe una cultura de la muerte. Lo más probable es que hayan llegado a esa conclusión cuando perdieron la fe en la lucha por sostener esa tradición; aunque no estoy nada seguro.
      Recibe un gran abrazo.

      Eliminar
  5. A Mishima lo conocí hace poco: Voy ampliando autores japoneses, hasta hace no mucho era Murakami el único que pasaba por casa. Me gustan los tiempos distintos de esta literatura japonesa, eso sí, siempre se destila tristeza, incluso en los momentos de belleza. Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es mi primera incursión en las letras de Mishima, Ana. Sostengo la intención de concluir la tetralogía en algún tiempo más. Máxime, con el nivel narrativo de este volumen.
      Me sigo preguntando si la belleza no alberga una naturaleza trágica. O triste. O es sólo una visión oriental de la belleza.
      Gracias por pasar.
      Un abrazo para ti.

      Eliminar
  6. Leo poco prefiero mirar miniseries de libros que me interesan.
    Pero has dejado con tu reseña interés en que lea este libro lleno de seduccion..Así lo presiento . Nunca lei literatura japonesa gracias

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es una magnífica opción para iniciarse en las letras niponas. Merece la oportunidad.
      Saludos!

      Eliminar
  7. Sólo he leído "Confesiones de una máscara" y me impresionó bastante (tengo la reseña en el blog). Por lo que explicas se parecen en cuanto a la manera de narrar y los temas que le interesan.

    Un gran abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Creo que Mishima focalizó la transición japonesa de posguerra en su 'occidentalización' e ingreso al capitalismo en todas sus letras. Particularmente, es crítico con el abandono -y olvido- de la secular tradición nipona, que parece no haber aceptado jamás.
      Me guardo el título que citas para cuando concluya la tetralogía.
      Un fuerte abrazo para ti.

      Eliminar
  8. Lo que más me gusta es eso del uso de los silencios que tan bien saben usar los autores orientales, crean diálogos completos solo con gestos y eso me fascina. También que no recurra a lagrimeos y el dramatismo exagerado. Lo que menos, que sea una tetralogía, hay que ver qué pesados con eso, prefiero un libro de 800 páginas si hace falta pero no cortar las historias así.
    Besos festivos del día del libro

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Los silencios y las cosas que se dicen sin decir son parte del patrimonio cultural oriental, Norah.
      Mira el lado bueno de la tetralogía: puedes leer cada una de estas historias por separado, y sospecho que cada una de ella tiene algo para decirnos. Y si ha sido de tu agrado, puedes seguir con otra cuando así lo desees. Si tienes la templanza de aguardar mis líneas de los otros volúmenes, podrás elegir qué te viene mejor, ¿si?
      Que disfrutes mucho del Día del Libro.
      Un fuerte abrazo.

      Eliminar