Adriana Hidalgo, 2003
I.
Fueron varios los lectores con
quienes comparto pareceres que habían abordado el universo pavesiano, con mayor
o menor fortuna. Me pareció oportuno, entonces, no dejar pasar la ocasión de
encarar un texto suyo, que muchos tildan de significativo. No sabía bien con
qué me habría de encontrar, pero hacia el final me di cuenta por qué lo había
elegido.
II.
El narrador de esta historia –de
quien no se sabe su nombre- vuelve a su pueblo del Piamonte después de veinte
años de ausencia. Todo ha cambiado, y lo que no cambió está muerto. El único
sobreviviente de aquellos años de infancia es su amigo Nuto, quien lo
acompañará en su derrotero cual Cicerone. El protagonista ha recorrido mundo:
ha marchado de ese pueblo hacia Génova y de allí a Fresno, California, es
decir, América. Vuelve exitoso, con recursos, pero al cabo de unos pocos días
se da cuenta que en el pueblo no es más que un extranjero.
III.
Es un texto poliédrico. El protagonista,
que no ha nacido en ese pueblo y fue cobijado por una familia local, vuelve a
él en busca de identidad, por más que lo único que recuerda es su trabajo como
peón en una finca cercana, la familia acomodada para la que trabajaba –cuyas
hijas despertaron su sexualidad- y sus anhelos de marchar. Nuto es su único
vínculo con ese pasado tan añorado como negado, donde la Luna encarnaba
supersticiones de poder y las fogatas condensaban el clima de fiesta y alegría,
una forma de celebrar los ritos de la tierra.
IV.
Por otro lado, el regreso está
teñido de cierto desencanto que aporta la madurez de alguien a quien la vida le
ha brindado algunos beneficios –en base a esfuerzo personal-, pero con los que no se
engaña. La pregunta acerca de quién soy permanece vigente. Hay un evidente
sentimiento de nostalgia que destila toda la obra, por ese pasado que no ha de
volver y al que Pavese rinde culto. Además, el encuentro con un niño tullido de
una pierna, con quien se identifica inmediatamente, hace que el protagonista
tienda a proyectar en él todo aquello que fuera necesario para alcanzar la
emancipación, en una suerte de continuación de su pasado en el futuro.
V.
Con una prosa exquisita, profundas reflexiones
acerca de la vida y las costumbres y un desarrollo por demás emotivo, Pavese
corona un trabajo que se cuestiona sobre quiénes somos, de dónde venimos y si
todo lo que vivimos no es otra cosa que un camino para hallar nuestra
identidad. Un libro emotivo e imperdible.