viernes, 25 de mayo de 2018

Ritos de la tierra. La luna y las fogatas, Cesare Pavese


Adriana Hidalgo, 2003

I.

            Fueron varios los lectores con quienes comparto pareceres que habían abordado el universo pavesiano, con mayor o menor fortuna. Me pareció oportuno, entonces, no dejar pasar la ocasión de encarar un texto suyo, que muchos tildan de significativo. No sabía bien con qué me habría de encontrar, pero hacia el final me di cuenta por qué lo había elegido.

II.

            El narrador de esta historia –de quien no se sabe su nombre- vuelve a su pueblo del Piamonte después de veinte años de ausencia. Todo ha cambiado, y lo que no cambió está muerto. El único sobreviviente de aquellos años de infancia es su amigo Nuto, quien lo acompañará en su derrotero cual Cicerone. El protagonista ha recorrido mundo: ha marchado de ese pueblo hacia Génova y de allí a Fresno, California, es decir, América. Vuelve exitoso, con recursos, pero al cabo de unos pocos días se da cuenta que en el pueblo no es más que un extranjero.

III.

            Es un texto poliédrico. El protagonista, que no ha nacido en ese pueblo y fue cobijado por una familia local, vuelve a él en busca de identidad, por más que lo único que recuerda es su trabajo como peón en una finca cercana, la familia acomodada para la que trabajaba –cuyas hijas despertaron su sexualidad- y sus anhelos de marchar. Nuto es su único vínculo con ese pasado tan añorado como negado, donde la Luna encarnaba supersticiones de poder y las fogatas condensaban el clima de fiesta y alegría, una forma de celebrar los ritos de la tierra.

IV.

            Por otro lado, el regreso está teñido de cierto desencanto que aporta la madurez de alguien a quien la vida le ha brindado algunos beneficios –en base a esfuerzo personal-, pero con los que no se engaña. La pregunta acerca de quién soy permanece vigente. Hay un evidente sentimiento de nostalgia que destila toda la obra, por ese pasado que no ha de volver y al que Pavese rinde culto. Además, el encuentro con un niño tullido de una pierna, con quien se identifica inmediatamente, hace que el protagonista tienda a proyectar en él todo aquello que fuera necesario para alcanzar la emancipación, en una suerte de continuación de su pasado en el futuro.

V.

            Con una prosa exquisita, profundas reflexiones acerca de la vida y las costumbres y un desarrollo por demás emotivo, Pavese corona un trabajo que se cuestiona sobre quiénes somos, de dónde venimos y si todo lo que vivimos no es otra cosa que un camino para hallar nuestra identidad. Un libro emotivo e imperdible.

viernes, 18 de mayo de 2018

El pasado que no cesa. Frías flores de marzo, Ismaíl Kadaré


Alianza, 2009

I.

            Más de una vez me encontré con comentarios elogiosos acerca de la obra de Kadaré, a quien ya había visitado con otro de sus títulos. Recorriendo las letras de los Balcanes, decidí leer nuevamente a Kadaré porque es un referente obligado de su Albania natal, pues combina un estilo narrativo muy personal con la observación perspicaz de la influencia que los cambios políticos vienen ejerciendo sobre su gente.

II.

            Situado hacia fines de los años ’90 en una aldea del norte del país, Mark Gurabardhi es un joven pintor en crisis que se enamora de su modelo. Desilusionado por la apertura de Albania al capitalismo tras cuatro décadas de dominio comunista, tiene que lidiar con el ingreso en la modernidad o el regreso a un pasado retrógrado u obsoleto.

III.

            Pese a la brevedad del texto, tanto la estructura como su trasfondo requieren una lectura atenta, pues pueden realizarse varias lecturas paralelas. En primer plano, es una historia de amor, con su cuota normal de dudas y expectativas. Pero una mirada más profunda muestra las significativas transformaciones que están teniendo lugar con la caída del comunismo; entre ellos, las nuevas costumbres sexuales, la pérdida de seguridad individual con el crecimiento de los robos en los domicilios, etc.

IV.

            Para colmo, resurge el tema del Kanun y el Libro de la Sangre -donde constaban las deudas de sangre entre familias-, una tradición ancestral perimida, que aparece como un nuevo estatus de orden, después que el comunismo suprimiera su ejercicio. Además, Kadaré incorpora leyendas que abrevan en la mitología clásica y fábulas de naturaleza onírica en forma de contracapítulos, que intercala sabiamente, con lo cual resalta la oposición entre tradición y modernidad. Así, su protagonista se debate entre varias opciones sin saber hacia dónde dirigirse.

V.

            El sentimiento de culpa, la degradación moral, el pánico a un inasible futuro, la inseguridad que irrumpe en lo privado, son elementos con los que Kadaré construye una novela compleja, tensa, donde todo lo que se presenta como innovador, progresista y moderno no deja de ser lo mismo de siempre: el pasado que no cesa. Un libro para reflexionar.

viernes, 11 de mayo de 2018

Incunables 9. Después del Mesías. Teorema, Pier Paolo Pasolini


Sudamericana, 1970

I.

            Era pequeño y recuerdo el revuelo que generó el avant-prèmiere del film homónimo de Pasolini en estas tierras. Ni pensar en lo ocurrido en Italia… Sospecho que el lanzamiento de este trabajo bajo otro sello editor, sucedido hace más de una década, propició elogiosos comentarios que hizo que lo apuntara. El posterior hallazgo de esta primera edición en el mercado de usados decidió su suerte. De visita por las letras italianas, le brindé una oportunidad.

II.

            No albergo la menor duda en el carácter transgresor y provocador de Pasolini al pergeñar semejante obra, en que la sola presencia de un huésped trastorna de manera definitiva las relaciones de toda una familia acomodada –pequeño burguesa, al decir de su autor-, disparando una suerte de sinceramiento social. En realidad, ese huésped obra como un Mesías amatorio, capaz de liberar en cada miembro de la familia la esencia sexuada y amorosa del ser humano.

III.

            Ambientado en el Milán de fines de los años ’60 de siglo pasado, Pasolini ofrece una mirada crítica al poder religioso, santurrón y pacato, –al que denuncia como parte de la dominación capitalista, según su enfoque freudomarxista- impidiendo el normal desarrollo de las relaciones familiares. Sus personajes están perfectamente delineados desde un psicologismo descarnado y, a medida que la trama avanza, las descripciones se suceden sin orden cronológico pero sin pérdida de ilación narrativa.

IV.

            El texto está escrito en forma de guión cinematográfico, en un denodado intento de estrechar los lazos entre cine y literatura. Por momentos desmesurado y ampuloso; en otros, burlón y desenfadado, pero siempre pretencioso, Pasolini combina ingredientes desde el plano visual junto a elementos literarios, con los que fragua una apreciación estética de la sociedad italiana, y su necesidad de emanciparse, de liberarse del yugo impuesto por los estereotipos sociales en boga.

V.

            Finalmente, Pasolini llevó a cabo en forma paralela la realización cinematográfica de este libro, con Terence Stamp en el rol protagónico del huésped, acompañado de Silvana Mangano, entre otros artistas. Un libro controvertido y polémico, que no deja indiferente a los aviesos lectores.

viernes, 4 de mayo de 2018

e-book 28. Historias de El Cairo. El Edificio Yacobián, Alaa Al Aswany


Maeva, 2007

I.

            He pasado muchos años sin encarar una lectura de origen egipcio. Creo haber leído a Mahfuz en mi juventud, aunque no estoy muy seguro. Apunté éste cuando vi un comentario en la Red y decidí darle una oportunidad, intercalándolo con lecturas que requerían más largo aliento. Al finalizarlo, me encontré gratamente sorprendido con una añosa reseña de Andrómeda, quien visitó este mismo libro cerca de una década atrás.

II.

            El título alude a un edificio sito en pleno El Cairo, construido en 1934 por Hagop Yacobián, que se convirtió en un emblema de suntuosidad y que, con el paso del tiempo sufrió los embates de los cambios sociales. Ambientado hacia mediados de los ’90, Al Aswany nos detalla sus días de esplendor hasta alcanzar su actual decadencia. Para ello, se vale de las historias de algunos de sus habitantes, a quienes no sólo podemos seguir en su singular derrotero sino también conocer cómo se vive en el Egipto actual.

III.

             La gama de personajes que se da cita en el libro permite establecer estereotipos que pertenecen a distintas clases sociales. Allí se reúnen un hombre de recursos, eterno enamorado de las mujeres; el hijo del portero, que intenta acceder a un puesto en la Policía; su novia, cuyos atributos físicos le abren puertas no siempre respetuosas; el exitoso comerciante que pugna por una banca en la política y el abogado homosexual que busca pareja estable.

La versión digital, gentileza de Epublibre

IV.

            Todas estas historias están descriptas minuciosamente –incluidas las escenas de sexo hetero y homosexual- de modo que el lector va siguiendo cada una de ellas desde el inicio hacia el desenlace. Al estar alternadas entre sí, mantienen la tensión sin pérdida de interés. Por otra parte, el autor utiliza la trama para ofrecer una mirada crítica sobre la extendida homosexualidad urbana, la falta de medios que conduce a la prostitución, la corrupción entorno a los cargos políticos, la violencia machista ejercida sobre los derechos de la mujer y la falta de equidad que favorece la radicalización fundamentalista.

V.

            De estilo directo, con una prosa fluida, diálogos bien provocados y una galería de personajes principales y secundarios memorables, Al Aswany compone un friso pintoresco de la sociedad cairota cosmopolita, con los avatares propios de las grandes metrópolis sin resignar las particularidades que establecen la política, la religión y la sociedad de masas. Un libro más que interesante.