viernes, 28 de septiembre de 2018

e-book 32. Fiebre. La parcela de Dios, Erskine Caldwell


Navona, 2008

I.

            Libro más que agotado en derredor, razón por la que busqué su versión digital. Hoy compruebo que en España una casa editora ha decidido disponer los títulos del autor en este soporte, lo que ha concitado mi adhesión, pues su obra merece estar al alcance de cualquier lector.

II.

            Década de 1930 en el sur norteamericano y famélico, empobrecido por la Gran Depresión. El patriarca Ty Ty Walden, dueño de varios acres de tierras, cava sin cesar de la noche a la mañana dentro de su propiedad junto a sus hijos Shaw y Buck, pues está convencido que bajo sus pies existe oro; sólo que ya hace más de una década que no puede dar con él. Del resto de la heredad se ocupan un par de familias negras que deben plantar semillas de algodón para que, una vez cosechadas y vendidas, los alimente a todos a lo largo del año. Pero este año se han demorado y quién sabe si puedan hacer frente al próximo invierno. Y la devoción de Ty Ty rescata una pequeña parcela, la de Dios, cuyos frutos se destinan a la iglesia local. Solo que ésta va cambiando de lugar, no sea cosa que se descubra el oro en ella y tanto esfuerzo diera al traste.

III.

             Ty Ty vive con sus hijos, la esposa de Buck –una voluptuosa fémina llamada Griselda- y su díscola y bonita hija Darling Jill, quien es pretendida por Pluto Swint, un gordinflón perezoso con ínfulas de ser elegido sheriff. Además está Jim Leslie, el hijo que se hizo rico y le dio la espalda a la familia. Completan el cuadro la otra hija, Rosemund, casada con el obrero textil en paro Will Thompson, quienes sobreviven en el barrio fabril de otro pueblo. La empresa ha decidido cerrar sus puertas hace casi un año atrás porque pretende reducir los salarios y los obreros se niegan.

Versión digital por gentileza de Epublibre

IV.

            Así planteada, la historia abunda en fiebre de oro y lujuria. Desde el mismo Ty Ty, que no deja de ponderar –y espiar cuando puede- los senos de su nuera, pasando por Will, quien no pierde tiempo para tirarse a Darling Jill en ausencia de su mujer, o el mismo Jim Leslie, capaz de abandonar a su enferma esposa para intentar llevarse a Griselda, todo da vueltas sobre el desenfreno que proponen el afán de la riqueza y la satisfacción del sexo primario. Hasta han capturado a un albino –al que le atribuyen poderes- para detectar la ubicación precisa del filón…

V.

            Caldwell conjuga sexo, ignorancia, racismo, miseria y hambre en una novela colosal, amena y fluida, con diálogos imperdibles, sin dejar de enfocar la situación social ni las realidades familiares. Una novela de época -que vendió millones de copias por haberse prohibido-, que brindará no pocas sonrisas y, quién sabe, atizará algunos fuegos.

sábado, 22 de septiembre de 2018

El poder del miedo. El orden del día, Éric Vuillard


Tusquets, 2018

I.

            Venía precedido de comentarios encontrados. A algunos lectores les parecía una propuesta original, abordando un momento especial de la historia del nazismo; a otros, les resultaba algo inconexo e inacabado. Como se quiera, el debate había comenzado y, dado el tenor del contenido, no deseaba quedarme fuera del mismo.

II.

            Mucho se ha escrito acerca del partido nazi en el poder. Hasta hoy se siguen detallando sus horrores, sus métodos e idiosincrasia. De igual manera, sabemos que los nazis anexaron Austria sin disparar un solo tiro, ante la atónita mirada de Francia e Inglaterra, que negociaban con el poder alemán en una política de apaciguamiento –una expresión poco feliz de lord Halifax, que encubría el temor a la guerra-. Pero, ¿cómo se gestó su llegada al poder?, ¿cómo Hitler logró persuadir al tirano católico que gobernaba Austria para que le cediera el territorio?

III.

            El libro abre con una reunión: la del 20 de febrero de 1933 en el palacio del presidente del Parlamento alemán. Allí, veinticuatro representantes de la industria, las finanzas y el comercio se iban a encontrar con el canciller, Adolf Hitler. Éste garantizaría mano de obra barata y el fin de la lucha con los sindicatos a cambio de dinero para la campaña de ascenso al poder. Ni decir que estos hombres desembolsaron millones inmediatamente. Luego, sigue con la otra reunión, que tiene lugar en la segunda casa de Hitler, el Berghof, en febrero de 1938, cuando se reúne con el canciller austríaco Schuschnigg en vísperas del inminente Anschluss. Intimidación y guerra psicológica parecen haber sido las estrategias utilizadas en este caso. Y finalmente, la otra reunión se desarrolla en casa de Chamberlain con motivo de la despedida del embajador von Ribbentrop al ascender a canciller, justamente el día en que Hitler invade Austria, una maniobra distractiva perfecta. No, ninguna de estas reuniones figuraban en el orden del día de nadie.

IV.

            Con escasos elementos tomados de la Historia y un puñado de acciones posibles –algunas de las cuales no sobrepasan el terreno de la mera conjetura-, Vuillard plasma una novela breve sobre el ascenso del nazismo, sus ansias de dominio y, fundamentalmente, sobre el poder del miedo al enfrentamiento, que sólo logró posponer la guerra, no evitarla.

V.

            De prosa sólida, precisa, Vuillard no elude las consecuencias: entre ellos, la ola de suicidios debida a la invasión; hasta se burla del ejército alemán al que tilda de inoperante al inicio de las acciones, con una actuación más propia de Hollywood que de orden marcial. La lectura resulta fluida porque hace uso de viajes en el tiempo y adelanta el final de algunos personajes en la horca de Nüremberg en octubre de 1946. Bien narrado, el libro se devora en horas. Para leer y releer.

domingo, 16 de septiembre de 2018

Tríptico McCullers. 3. Frankie y la boda, Carson McCullers


Seix Barral, 2008

I.

             Frankie Addams es una púber de doce años que ha pegado el estirón, lleva el cabello corto junto a unos tejanos y tiene modales más de tomboy que de chica. Vive en un pueblito sureño junto a su padre, un relojero que no la comprende, y la criada negra, Berenice, una madre putativa. Huérfana desde su nacimiento, pasa su tiempo estival en la cocina, acompañada de John Henry West, un primo de seis años que la sigue como fiel mastín.

II.

            El problema de Frankie es que no encaja con nada ni nadie. No es parte de un grupo de amigas del colegio porque éstas son algo mayores y ya han adquirido definidos modales de señoritas. No cuenta más que con su primo y la criada -¡menudo trío al que pertenecer!-. Por esta razón, la boda de su hermano, cuyo viaje posterior será hacia Alaska, da alas a Frankie para creer que tiene una inmejorable oportunidad de dejar el pueblo junto a ellos y conocer, al fin, el gran mundo.

III.

             McCullers despliega todo su talento narrativo para desarrollar en los días previos a la boda un relato sobre el pasaje de la infancia a la adultez, combinando los anhelos de una mocosa sin experiencia de vida con los viejos dolores de una criada que, además de haber perdido a su único amor, es negra –lo que remarca las limitaciones-. Es la búsqueda del sentido de pertenencia –‘el nosotros de mi’- lo que atraviesa el texto. Así sus suposiciones y fantasías den al traste en breve, ella elucubra su inminente ingreso al mundo de los mayores.

IV.

            Ambientada hacia los años ’40 del siglo pasado, en plena guerra –hay una ínfima alusión en el hermano casadero, que es soldado-, Frankie toma conciencia que ese pasaje al mundo adulto no lo podrá enfrentar sola; la fascinación de volverse grande no va en zaga a los miedos propios del paso a dar. Pero ella es consciente del cambio obrado en la apropiación de su adultez: deja de llamarse Frankie (diminutivo de Francis) para pasar a ser F. Jasmine Addams.

V.

            La historia de esta suerte de metamorfosis juvenil viene enmarcada en el verano cansino de un pueblo donde no hay espacios para la recreación, la atmósfera religiosa –en la que abreva la espiritualidad de Berenice-, la necesidad de sexo y diversión de los soldados destacados en la guarnición cercana –a los que, por razones de edad y desconocimiento, Frankie no puede aspirar- y una boda que resulta una puerta de salida, entendida como fuga hacia adelante. Con la misma prosa concisa que ya es su estilo, McCullers nos brinda una lectura amena y fluida, todo un modelo de cómo elaborar una novela de aprendizaje con escasos personajes.

lunes, 10 de septiembre de 2018

Vestigios de una época perdida. Toda una vida, Robert Seethaler


Salamandra, 2017

El porqué

            Se ha abierto una controversia descomunal entre los lectores tras la aparición de este título en traducción castellana. Una mayoría lo pondera como heredero de buena literatura –algunos han llegado a señalarlo como descendiente de Flaubert, nada menos-. Frente a ella, una minoría aguerrida lo tilda de plano, abúlico, sin matices. Ante semejante reto, no podía hacer otra cosa que pasar por la experiencia de leerlo y ver qué me dejaba.

La historia

            Todo comienza con el rescate de un viejo cabrero en medio de una aldea de los Alpes una mañana de febrero de 1933. Andreas Egger, con algo más de treinta años, intenta salvar la vida a un pastor pero éste, asustado por la proximidad de la muerte, se escapa apenas puede. Un narrador nos cuenta que Egger perdió a su madre a principios de 1900; fue criado por un pariente y azotado de tal forma que ha quedado cojo de por vida. Una vez que pudo emanciparse, consiguió trabajo en una empresa que comenzaba a colocar teleféricos. Se enamoró, pero perdió a su amada. Lo alcanzó la guerra y fue destinado al frente. Capturado por los rusos, estuvo ocho años viviendo entre ellos hasta que al final volvió a su pueblo, sin encontrar nada de lo que había dejado. Como su lesión le impidió acceder a un empleo, su conocimiento de los senderos lo convirtió en guía de turismo. Así hasta su retiro, cuando dejó de ocupar una pieza en la aldea para aislarse dentro de un establo abandonado y morir con casi ochenta años. De poco hablar, gustaba de contemplar el panorama que las montañas le ofrecían, eludía la vida urbana y descreía en los beneficios del progreso.

Análisis somero

             Seethaler construye una novela alrededor de un protagonista tosco, sin instrucción, en un estilo literario que tiene mucho de crónica, con un narrador tan omnisciente como invisible. Pareciera que sólo intenta hacerle llegar al lector los hechos tal como sucedieron. Con escasez de diálogos –necesario para afirmar la identidad psicológica del personaje- y un sinnúmero de recursos propios del oficio, el autor nos brinda dos posibles lecturas.

            Si nos quedamos sólo con el desarrollo de la narración, lo único destacable es la coherencia interna del texto y la manera escueta y directa que Seethaler ha utilizado para describir los momentos más importantes en la vida de su protagonista; una vida que, por otro lado, no reviste trascendencia ninguna: no plantea aspiraciones, no despierta pasiones ni se mueve por afanes materiales. Así, el libro resulta simplote, lineal de cabo a rabo y, hasta por momentos, aburrido. Sospecho que los lectores más críticos han efectuado esta lectura.

            Sin embargo, si nos animamos a ir algo más allá, encontraremos algunos otros elementos que enriquecen la novela. Egger, un hombre sin educación formal, parece rústico pero su lesión no le priva de ser inteligente. Se da cuenta que necesita trabajar para ganarse el pan y tener un techo donde cobijarse, mas no necesita mayores recursos; le alcanza con disfrutar día a día lo que la vida le ofrece y, con ello, alcanzar cierto grado de felicidad. En ese aspecto, Egger encarna al ser humano en armonía con el medio ambiente –tan en auge hoy-, que da al traste con el modelo de éxito y confort proclamado por los medios de comunicación del capitalismo.

            Por otra parte, hay una crítica al tan ansiado progreso que, si bien facilita la vida a los pobladores con la llegada de la energía eléctrica y los turistas -que aseguran su prosperidad-, pierden riqueza social con el arribo de la TV y su cuota de superficialidad. Además, desmitifica la visión romántica que se tiene sobre la vida en el campo: sobrevivir allí es una tarea ruda, ardua y requiere de una dedicación continua -lo que con el paso del tiempo genera achaques crónicos, entre otras realidades-. Si unimos este enfoque con lo conciso del estilo y la brevedad de toda la obra, estaremos entonces ante un éxito literario que goza de justificación. Es probable que esa mayoría de lectores aludida al inicio se haya enfocado en esta mirada.

Conclusión

            Es un libro que resume el paso de casi un siglo sobre una aldea de los Alpes, para alguien que no ha tenido opciones pero que ha hallado su manera de ser feliz, más allá de los sinsabores. Si bien mantiene cierta actualidad, parece destinado a documentar los cambios que han acompañado la vida de un aldeano, aunque no sin dejar de reflejar que son vestigios de una época perdida, como el autor señala en el texto. Coloquial, su lectura resulta amena y rápida. Una propuesta interesante.

martes, 4 de septiembre de 2018

Tríptico McCullers. 2. Reflejos en un ojo dorado, Carson McCullers


Seix Barral, 2008

I.

            Tal vez hoy el contenido de esta novela breve tienda a resultar trillado, en aras que ya han sido muchos los que han tratado la monotonía de la vida en una base militar en tiempos de paz, sin mayores oscilaciones que las que el chismerío entre comadres pudiera alentar. Pero imagino que para 1941, cuando fue publicada, en pleno auge marcial debido a la II Guerra Mundial –los E.E.U.U. declararon la guerra en diciembre de ese año, después del ataque nipón a la base de Pearl Harbour-, el tema de la homosexualidad debe haber causado cierto revuelo. Al menos, no pasaría inadvertida para el público lector.

II.

            La historia conjuga un asesinato en medio de una infidelidad, una homosexualidad en ciernes y una depresión que deriva en locura. La bella Leonora, esposa del capitán Penderton, mantiene una relación adúltera con el comandante Langdon. Su marido, a sabiendas de ello, fija su atención en el callado y circunspecto soldado Williams –quien atempera sus propios fragores en la contemplación de la desnudez del cuerpo de Leonora, sin mayores avances-. Mientras que Alison, la mujer del comandante Langdon, cae en un pozo depresivo cada vez más profundo tras la muerte de su hijo y al enterarse del adulterio de su marido. Sólo los buenos oficios de Anacleto, su criado de origen filipino, atenúan su caída.

III.

             Cada uno de los personajes lleva una vida insatisfecha. Leonora Penderton se encuentra aislada, sin roce social más que aquel que le otorga la base. Morris Langdon tolera a una mujer que no sólo se ha afeado sino que resulta una carga. Alison no puede superar la muerte de su hijo y, para colmo, se tortura con la relación espuria entre su marido y aquella. Weldon Penderton mantiene una obsesión con el soldado Williams, una suerte de odio que podría transformarse en amor. Y Ellgee Williams, quien no conoció ni tocó nunca a una mujer, queda deslumbrado por la desnudez del cuerpo de Leonora, a la cual decide visitar mientras ella duerme.

IV.

            Estructurado en cuatro partes, no es el clásico triángulo amoroso sino que abarca a la totalidad de los personajes, incluyendo al criado que intenta liberarse de su servicio una vez que Alison se ausente. McCullers desarrolla una ficción con una tensión narrativa cada vez más asfixiante sin dejar de delinear perfectamente la psicología de cada uno de ellos, en medio de un entorno geográfico costumbrista y rutinario. Ese efecto de contraste entre las convenciones sociales de una guarnición militar, la represión sexual y los deseos más primitivos fortalecen el carácter dramático de la historia. En estilo coloquial y preciso, el texto fluye rápidamente. Una obra maestra de concisión y destreza literaria.