sábado, 29 de diciembre de 2018

e-book 36. Silencio culpable. Tres días y una vida, Pierre Lemaitre


Salamandra, 2016

I.

            No había leído nada del (exitoso) autor, aunque cuento en mi haber con varias de sus obras. Cerrando el año, tampoco es época de encarar sagas ni lecturas extensas o profundas. Por eso me incliné por este título; saciaba mi curiosidad respecto de él sin requerir mayores esfuerzos ni insumos del escaso tiempo reinante.

II.

            Antoine Courtin tiene doce años de edad. Vive junto a su madre, Blanche, en una aldea llamada Beauval. Su padre los ha abandonado seis años atrás aunque sigue girando regularmente la pensión por manutención. Solitario, Antoine no cuenta más que con la esporádica admiración de Rémi Desmedt y la compañía continua de Ulises, hijo menor y perro -respectivamente- del vecino. Días antes de la Navidad de 1999, la mascota es atropellada. A partir de allí, una serie de hechos desafortunados conduce a la desaparición de Rémi, el niño de seis años. Se da parte a los gendarmes y se inicia la exhaustiva búsqueda, pero no hay suerte. Para colmo, un huracán viene a azotar la aldea; derriba árboles y chimeneas, inunda casas, vuela tejados, sumiendo a la población en el mayor desamparo de su historia, dejándolos sin luz ni comunicaciones durante días. Al restablecerse parcialmente la vida cotidiana es tanto lo que hay que realizar que Rémi comienza a quedar en el olvido.

La versión digital, por gentileza de Epublibre
III.

             Lemaitre construye en algo más de doscientas páginas una ficción alrededor de la vida de Antoine y su rol en aquel misterio. Divide esa vida en tres partes. La más extensa es la primera, en 1999, donde detalla las escenas y sentires de los personajes, sin resquicios. Las otras dos, en 2011 y 2015, son más breves y permiten al lector completar lo que falta con lo que ya conoce y lo que su imaginación provee.

IV.

            Toda la historia está teñida de una suerte de desgracia accidental, que dispara la angustia que apareja el miedo de saberse culpable de algo y no tener la valentía de enfrentarlo, o simplemente no poder hacerlo y tener que convivir con ello el resto de los días, siempre con un silencio opresivo como toda respuesta.

V.

            Escrito en lenguaje ameno y coloquial, el libro atrapa desde el comienzo merced a las fuertes escenas de su secuencia principal y las historias que se derivan de ellas. El sorpresivo final es también un acierto y cierra bien toda la trama. No abundo en más detalles porque revelaría gran parte de los hechos; prefiero que sean los lectores los que se encuentren con ellos. En suma, un libro muy bien llevado, con algo de thriller y mucho de culpa y remordimiento.

lunes, 24 de diciembre de 2018

Tomar distancia. La habitación alemana, Carla Maliandi


Mardulce, 2017

I.

            Nunca he estado en Heidelberg, Alemania, lugar donde transcurren los hechos del libro. Pero sí he sabido de ella, merced a una pareja de amigos que, tras casarse a mediados de diciembre de 1983 –mientras él grababa en VHS la asunción de Raúl Alfonsin, yo preparaba un final con su flamante esposa-, migraron días después con una beca hacia el Instituto Max Planck, sito en las cercanías.

II.

            La protagonista sin nombre, en la treintena, se fuga –literalmente- de Buenos Aires debido a la ruptura con Santiago. Decide hospedarse en una residencia para estudiantes –sin serlo- en esa ciudad, donde ha pasado su infancia junto a su familia, emigrados forzosos del régimen militar, y uno de los discípulos más allegados al padre. Al poco, la sacude una novedad que es, a la vez, una incertidumbre. Sola y apesadumbrada, entra en contacto con un becario tucumano, quien se acerca por su atractivo, y una estudiante de origen japonés. Los avatares con uno y otra la llevarán a reencontrarse con aquel viejo alumno de su padre y, quizás, a través de él, con un nuevo amor.

III.

            Ambientada allí a principios del siglo XXI, esta mujer se debate entre el regreso y la permanencia, por más que sabe que, sin la ayuda del viejo amigo, le sería imposible solventar su vida, con los escasos recursos que posee y sin otra atención que las que brinda el sistema alemán de salud. Por otra parte, el agobio que implica el regreso a una vida que ya no le brinda satisfacciones retarda su decisión final.

IV.

            Hay cosas que me han gustado, como el estilo narrativo que Maliandi ha escogido; un estilo de frases cortas y descripciones breves, con los que el lector inmediatamente empatiza. También el hecho de ser concisa y transmitir el estado de lasitud e incerteza propio de la protagonista, perfectamente entendible en su calidad de extranjera, que toma distancia para poder enfrentar el futuro con alguna esperanza. Pero, a fuer de ser honesto, hay escenas que lidian con el sentido común, sin las cuales todo el argumento vertebral se derrumba.

V.

            Breve, ameno y directo, bien escrito y con elementos literarios no despreciables, el libro puede leerse de un sentón largo, o bien en dos días. Una primera novela construida entre la anécdota y la fábula, que resulta llevadera y entretenida.

miércoles, 19 de diciembre de 2018

Sin salida. Era tarde, muy tarde, James Kelman


Galaxia Gutenberg, 2013

I.

            Fue verlo en esta traducción castellana la última Feria del Libro local y llevarlo, pues lo tenía presente después de hojear el libro que sugiere un millar de títulos para leer. El hecho de que su autor narrara la vida de un obrero de Glasgow en paro, junto al uso del lenguaje de la clase trabajadora fue el motor disparador de su lectura.

II.

            Sammy Samuels es un hombre de treinta y ocho años que vive junto a Helen -una joven que se gana la vida en un bar nocturno-, tiene un hijo de quince que vive con su madre, y se ha quedado sin trabajo en el área de la construcción, por lo que percibe un subsidio. Tras una borrachera prodigiosa, un sábado despierta en medio de la calle, sin cartera y sus zapatos han sido reemplazados por un par de zapatillas deportivas. Se traba a puños con dos policías vestidos de civil, es atrapado, conducido al destacamento y golpeado brutalmente hasta perder la vista.

III.

            Lo que sigue es su historia después de la golpiza, sus días en la cárcel –la que ya conocía por haber cumplido una condena de varios años- y sus primeros pasos en la realidad de un hombre ciego. Para colmo, Helen lo ha abandonado tras la última bronca, la Seguridad Social le niega un subsidio adicional por ceguera, la policía le sigue los pasos –por trapichear camisas sin el pago de impuestos- y un desconocido leguleyo –que huele a policía- intenta representarlo judicialmente contra ésta. Así, sin formular denuncia para no perder el seguro de desempleo, no parece haber otra salida que huir.

IV.

            ¿Qué tiene el libro de valioso? En principio, Kelman se apega al dialecto callejero del trabajador de Glasgow (el working-class Glaswegian), abundoso en palabrotas, para narrarnos sus peripecias. Además, aprovecha éstas para realizar un retrato de la clase social baja, con trabajo precario, inclinación hacia el alcohol y dependencia de la protección estatal. Finalmente, las descripciones de sus primeras horas de ceguera son para el aplauso.

V.

            El estilo elegido no es fluido. La composición del protagonista respeta sus limitaciones en cuanto a recursos lingüísticos y escasez de objetivos personales. Por momentos, una voz interior dialoga con él, reforzando lo que piensa aunque no lo exprese. Las escenas resultan cotidianas para quienes habitan los suburbios de las grandes urbes, con lo que la obra podría enmarcarse dentro del ámbito de la novela social. Por último, la traducción a cargo de Vicente Campos merece una mención, al intentar respetar expresiones que, sin ser exactas, mantienen el espíritu del original. Algo distinto, para lectores distintos.

viernes, 14 de diciembre de 2018

Monstruos. Las primas, Aurora Venturini


Random House, 2018

I.

            Todo lo ocurrido alrededor –y dentro- de este libro resulta original. Un periódico local organizó un concurso literario en 2007 bajo el premio Nueva Novela. La elección del jurado recayó en este título. Una mueca del destino –a la que se refería Enrique S. Discépolo- hizo que la novel autora fuera una mujer que contaba ochenta y cinco años a la sazón. Falleció en el 2015.

II.

            Yuna Riglos –nacida López- relata en primera persona un tramo de su vida, desde una infancia algo misérrima hasta pasada su consagración como pintora. Al inicio, vive junto a su madre –docente de profesión-, su hermana Betina y Rufina, una joven sirvienta; su padre hace tiempo que abandonó el hogar. Lo que no puede soslayarse es que ambas hermanas son minusválidas: Yuna tiene dislalia; Betina nació jorobada, con brazos y piernas extremadamente cortos, e imposibilitada de controlar esfínteres. Además, su prima Carina –algo mayor- tiene un retraso mental y seis dedos en cada pie, y la hermana de ésta, Petra, es enana. ¡Menudo grupo!

III.

            Ambientada en la ciudad de La Plata –a sesenta kilómetros de Bs. As.- hacia 1940, Yuna narra los avatares de la vida de aquellos que tuvieron la desgracia de nacer con alguna discapacidad y abunda en detalles sobre lo que les sucede: malos tratos, abusos de todo tipo –entre ellos, los de naturaleza sexual- y marginación, o descrédito en el mejor de los casos. Imposibilitada de hablar con fluidez, su protagonista acude al diccionario para hallar las palabras que le permitan expresar en papel con precisión aquello que les acontece.

IV.

            La trama no se priva de nada: hay violaciones, aborto clandestino, muertes, asesinato y prostitución intercalados con la evolución de Yuna, cada vez más exitosa en el ámbito artístico a medida que puede apropiarse de las palabras y manejarse con más soltura hacia los demás. Yendo al texto, el mayor acierto de la novela reside en la elaboración psicológica de todos los personajes, en particular de los monstruos que son esas primas, al decir de la relatora.

V.

            Con un estilo directo, un lenguaje simplísimo –más que adecuado por la esencia de la protagonista-, escenas que despiertan la sonrisa –sino la carcajada- por lo grotescas y una serie de observaciones no exentas de reflexión sobre el género humano y sus acciones sobre aquellos que son distintos, el libro mantiene un crescendo de la tensión narrativa hasta el final, por lo que se disfruta y devora de un sentón. En tiempos donde la inclusión social de las personas con limitaciones se encuentra en auge, Venturini nos lega una mirada crítica de nuestro comportamiento y el desafío que implica brindarles un espacio de expresión y participación más amplio. Porque todos tenemos el mismo derecho.

domingo, 9 de diciembre de 2018

e-book 35. Recuerdos y reflexiones. Las pequeñas virtudes, Natalia Ginzburg


Alianza, 1966

I.

            Como había disfrutado la obra narrativa de Ginzburg,  me incliné por este título, que reúne una serie de artículos que la propia escritora publicara en distintos medios a largo de casi dos décadas. Cabe hacer una salvedad inicial: en esos años la autora habitó en Roma, Turín y Londres. En el primer caso, lo hizo al final de la IIGM, tras la derrota del Eje; entre los años 1959 y 1962 acompañó a su segundo marido, Gabrielle Baldini, director del instituto de cultura italiano en Londres. Por eso todos ellos tienen su fecha y lugar de procedencia, para leerse en contexto, algo que ella misma sugiere en el escueto prólogo que lo acompaña.

II.

            El breve libro se divide en dos partes y alberga once trabajos de índole diversa. La Primera Parte se vincula a su propia historia y su experiencia londinense. En Invierno en Abruzos –escrito apenas regresada a Roma en 1944-, repasa sus momentos de felicidad familiar en Pizzoli, lugar al que fuera confinado su marido Leone debido a su militancia antifascista. Los zapatos rotos, donde da cuenta de su estadía momentánea en Roma, es de 1945 y narra la pobreza de posguerra y la añoranza por sus hijos –que han quedado al cuidado de su madre en Turín-. Una semblanza maravillosa de Cesare Pavese es el motivo de Retrato de un amigo, escrito en 1957, muchos años después de su suicidio. Tanto en Alabanza y menosprecio de Inglaterra (1961) como en La Maison Volpé (1960) denosta la frialdad anglosajona, la uniformidad de esa sociedad conformista y la escasa riqueza culinaria de los ingleses, aún ponderando el orden y cierto refinamiento de modales. Cierra esta parte Él y yo (1962), un crítico retrato de las diferencias existentes entre la autora y su marido Baldini, con cierta indulgencia hacia él y crueldad hacia sí.

La versión digital disponible, gentileza de Epublibre

III.

             La Segunda Parte se compone de escritos cuyo perfil responden al género de ensayo. Así, en El hijo del hombre (Turín, 1946), encara la realidad social en donde la ilusión no tiene cabida en el área familiar debido a lo vivido en tiempos de guerra; la reafirmación como escritora y su génesis desde la infancia la hallamos en Mi oficio (Turín, 1949). El uso del silencio como acto de rebeldía tanto como consecuencia de la culpa y el pánico es encarado en Silencio (Turín, 1951). El vasto ensayo donde aborda la historia de los vínculos humanos desde el inicio de la vida hasta el ocaso, intercalando sensaciones con meditaciones personales, es el núcleo de Las relaciones humanas (Roma, 1953). Y una suerte de legado de su pensamiento sobre la educación de las nuevas generaciones, fundamentalmente en lo que hace a generosidad e independencia del dinero lo cierra con el título del libro, Las pequeñas virtudes (Londres, 1960)

IV.

             Nostálgica y melancólica de a ratos, vanguardista siempre, Ginzburg despliega su interior con honestidad y voluntad esclarecedora, sin ambages ni cortapisas. La vida que vivió es la que le tocó, sin lugar a reclamos ni llantos de autocompadecimiento. Una vida plena, con alegrías y sinsabores como los de cualquier mortal. Un libro que es un espejo de nosotros mismos.

martes, 4 de diciembre de 2018

Locura paterna. Circo familiar, Danilo Kiš


Acantilado, 2007

I.

            Lo tenía desde mucho tiempo atrás y decidí encararlo a sabiendas de tratarse de algo semejante a una novela de iniciación. El libro compila tres obras del autor que Acantilado reunió bajo el título de marras. En un momento, pensé en presentarlo como un tríptico, pero la extensión variable y la naturaleza común de los mismos no justificaban separarlos. No obstante, cada cual posee una profundidad y un enfoque distinto sobre hechos que se repiten.

II.

            La primera parte la ocupa ‘Penas precoces’, una serie de relatos que un adulto narra a través de la mirada de un niño de pocos años, a quien el nazismo le ha llevado a su padre con destino a Auschwitz. El protagonista, Andreas (Andi) Sam –alter ego del autor- nos allega su versión de la vida en una granja, la situación de miseria familiar, la aparición de soldados –durante la IIGM-, cómo es vivir en ausencia de figura paterna y de la incipiente locura de su padre, que elaboró una Guía de autobuses y barcos de Yugoslavia, poco menos que un despropósito. Destaca entre los relatos la historia de su perro Dingo quien, al abandonar Andi el pueblo, se dejó morir. Y concluye con ‘El arpa eólica’, un instrumento que permite escuchar el sonido del tiempo; toda una belleza.

III.

            Quizás sea ‘Jardín, ceniza’ el más emotivo de los textos reunidos en el ejemplar. Kiš narra desde el comienzo las percepciones de Andi Sam sobre su entorno y situación familiar. Tampoco deja pasar ocasión para exhibir a la sociedad yugoslava tras la guerra y el desmembramiento del viejo Imperio Austro-húngaro. Con un padre judío cuya locura lo conduce hacia una ampulosa insolencia y la creatividad más irreverente mientras que, incapaz de proveer materialmente a los suyos, los sume en la indigencia y hambruna, su madre intenta sobrevivir junto a Andi y su hermana con la escasez de medios disponibles, haciéndose cómplice de los juegos de su hijo. Así, la llegada de la noche y el sueño es un refugio donde se cobijan todos para olvidarse del hambre, y los viajes que se emprenden se convierten en la esperanza de hallar una vida mejor. La única vía de escape de la miseria y la angustia que encuentra Andi es la imaginación –que hasta le permite encarnar él mismo personajes bíblicos- y la literatura, que le lleva a conocer otras realidades y le brinda un atisbo de esperanza. La prosa rayana en la poesía que Kiš utiliza a lo largo del relato es otro acierto, y la sucesión de recuerdos, detallados minuciosamente –una suerte de ejercicio eidético-; las observaciones de la migración judía con el nazismo y las descripciones sobre el descubrimiento del erotismo y su sexualidad como también del rechazo y el aislamiento social del emigrado hacen de este título lo más destacado del conjunto.

IV.

            La última parte, que ocupa la mitad de las páginas del volumen, ‘El reloj de arena’, es una suerte de reconstrucción de la historia de E. S., un inspector ferroviario jubilado de origen judío –muy probablemente una alusión al padre del autor- a quien le han reducido la pensión sin motivo y que es el objeto de interrogatorios varios, audiencias, traslados y percepciones personales –agrupadas bajo distintas secciones- antes de alcanzar un destino final en un supuesto campo de concentración. Aquí prima el uso de distintos estilos narrativos y descripciones que oscilan entre la fantasía de naturaleza onírica y la realidad más cruda. Todo el texto se debate entre voces con distintas miradas, entre interpretaciones absurdas, pesadillas simbólicas y recursos literarios a granel.

V.

             En suma, el libro contiene tres trabajos cuyo denominador común es la locura paterna desde la mirada de un pequeño que crece, con una mezcla de inocultable furia por la miseria a la que condena al resto de la familia y admiración por la falta de escrúpulos y su modo original de ver la vida. Un libro que requiere mucha atención lectora, con el que no es tan fácil conectar desde el principio pero con metáforas y escenas memorables que justifican el esfuerzo. Recomendable para todo buen lector.