Emecé, 2007
Había
comprado dos libros de Fasce hace unos años a raíz de un comentario sobre ella
aparecido en otro espacio de la blogosfera. Más proclive a la novela que a los
relatos, lo dejé añejar en un mueble. Sentí que era momento de leer cosas
breves, y lo rescaté del anonimato.
Una pareja que ha perdido a su bebé
antes de nacer, un paseo entre dos jóvenes que no parecen tener mucho en común,
un padre a cargo de su hijo en ausencia de su esposa, un viaje que recuerda a
otros viajes, una ruptura amorosa son, entre otros, los vehículos que la autora
ha elegido para exponer diversas formas de manifestación de una soledad que, si
bien no tiende al aislamiento, no por ello es menos angustiosa.
Los apurones de la vida moderna -que
dejan poco espacio para el encuentro y la comunicación- y la necesidad de
acallar ese vacío existencial que surge del interior toda vez que no podemos
enmascararlo con cosas o personas, se conjugan en esta serie de relatos donde
la mirada está puesta en las grietas por donde se filtra esa soledad no
buscada, que padecemos a pesar de nosotros mismos.
Como cuadros que un artista exhibe
en una exposición, Fasce va delineando a través de pinceladas ejercidas con maestría
distintas situaciones que remiten al lector a cuestionarse cuántas veces a lo
largo de la vida un ser humano es capaz de sentirse plenamente realizado y cuál
ha sido el precio que ha debido pagar para alcanzar esa realización.
De estilo ameno y coloquial, el
libro fluye rápidamente entre escenas cotidianas que bien pueden ubicarse en
diferentes geografías. Así, Fasce nos lleva a recorrer tanto Saint-Nazaire en
Francia, La Pedrera en la costa uruguaya, como las ciudades de Buenos Aires,
Barcelona y Mar del Plata, demostrando que la soledad no tiene otro domicilio más
que nuestro interior.
Con personajes apropiados y pluma
versátil, sin altibajos narrativos, Fasce construye imágenes solitarias que
resultan una interesante propuesta para reflexionar.
Y nadie mejor para pintar la soledad que Hopper. Me gusta lo que cuentas de estos relatos. Los voy a buscar - no tengo prejuicios en cuanto a la forma, aunque admito que a veces los relatos se quedan cortos.
ResponderEliminarun abrazo
Quizás no los encuentres; es el precio que debieras pagar por apartarte de la calle Corrientes!, Ja, ja. Que, dicho sea de paso, me hubiera gustado que estuvieras acá y compartir una cerveza o un café contigo. Seguramente, aprendería mucho.
EliminarComparto con vos esa sensación de 'cortedad' que te dan los cuentos; por eso me dedico poco al género -y con esto, me gano la antipatía en esta tierra, que tiene un sinnúmero de escritores dedicados a ello-.
Otro gran abrazo, Agnieszka.
Pues no lo encuentro. No vale poner esa portada si no me vas a contar la historia de esa mujer, uno de mis cuadros favoritos de Hopper. Aun así iba a intentarlo pero por aquí no lo tenemos, esta vez ganás vos.
ResponderEliminarBesos
Si consigo un ejemplar, ¿me darías tu dirección por vía privada para enviártelo? Me gustaría tener tu opinión al respecto.
EliminarUn gran besote.
En el perfil de mi blog, al final, menciono mi tendencia a la soledad. Así que es una cuestión por la que, de forma natural diría, siento afinidad. Eso sí, mi soledad al contrario de los personajes que nos acercas, no es angustiosa, sino balsámica. Puedo ser algo solitario, no antisocial.
ResponderEliminarMaría Fasce… mencionas una escritora que me era desconocida y, por lo que he leído, casi tenemos la misma edad, ella es de 1969 y yo de 1967. Siempre tengo curiosidad por descubrir de que forma aborda la escritura una persona de, más o menos, mi edad.
Si además lo hace sobre la soledad, mayor aliciente aún. Interesante aspecto el de la soledad, lo que es vacío para algunos se convierte en refugio para otros.
Parece que Fasce me ha convencido, aunque en realidad lo has hecho tú.
Abrazos al otro lado del océano.
María tiene varios trabajos que enfocan distintos aspectos. En éste sobresale la soledad. Una soledad, Paco, entendida como situaciones no buscadas ni queridas, pero a las cuales no nos queda otra que hacer frente.
EliminarComparto contigo esa necesidad de la soledad entendida como refugio, una toma de distancia imprescindible antes de enfrentar una decisión importante.
Ojalá lo encuentres; es un buen libro para los que nos identificamos con esa soledad llena, no vacía de contenido.
Mi más fuerte abrazo en este día.
No conocía a esta escritora. La reseña y el tema muy interesantes. Le daré una oportunidad. Como tú, prefiero la novela, pero un buen libro de relatos de vez en cuando... Un abrazo.
ResponderEliminarOjalá puedas encontrarlo, Ana. Lo vale, sin dudas; si no, me avisas y veo cómo puedo allegarme algunos ejemplares para enviarte.
EliminarBravo! Compartimos nuestro gusto por la novela -aunque no descarto la poesía ni el ensayo, en mi caso-. Y ambos mezclamos los relatos de vez en cuando... Si la soledad es un tema de tu interés -adaptado a esta vida que sobrellevamos-, entonces será un libro grato para ti.
En otro orden, me alegra tener noticias de ti; pensé que el calor te había retirado a un descanso más apacible y no andarías de vuelta por la blogosfera hasta que la canícula disminuyera.
Recibe un fuerte abrazo.
Me pongo a buscarlo ahora mismo. Gracias Marcelo.
ResponderEliminarEs un libro de relatos interesante, Esther. Si lo consigues, espero que sea de tu agrado. Por nada.
EliminarUn beso.
Esta vez me pasa lo que a tí otras veces, por este lado del mundo no encuentro ese libro. Una pena que existan las fronteras y los gastos de envío...
EliminarVeré qué puedo hacer. Por aquí, es un libro saldado. Quizás haya alguna oportunidad. Te avisaré, por si aun mantienes el interés.
Eliminarlo anoto para ver si en la FIL de este año lo encuentro.
ResponderEliminarUn beso,
Ale.
Ojalá lo encuentres. Es una buena autora, que trata temas de actualidad sin tabúes ni sensiblerías. Alguien lo debe tener...
EliminarBesote.