Acantilado, 2012
I.
Contando con algo más de tiempo,
decidí encarar la novela más extensa de las que se incluyen en este volumen
–poco menos de un tercio del mismo-. Aquí, Zweig plantea el tema de la
compasión y sus efectos nocivos. Adalid de un humanismo a ultranza, aboga por
la generosidad y la colaboración con los más necesitados, sin esperar
retribución ninguna, ni excederse en un sentimiento que menosprecie las
debilidades ajenas.
II.
Anton Hofmiller narra en primera
persona al propio escritor aquel viejo baldón, esa mancha inmunda con la que
convive desde hace años –se encuentran en Austria, en 1938-. Ese militar
retirado, de carrera brillante, merecedor del más grande encomio por su
valentía y arrojo durante la Gran Guerra –v.g., la Primera Guerra Mundial- arrastra
tras de sí una historia humillante: ser responsable de la muerte de una
adolescente enamorada.
III.
La historia transcurre en los meses
previos al asesinato del sucesor a la corona del Imperio y de su esposa –motivo
que dispara el enfrentamiento bélico- en un pueblo cerca de Viena, donde un
juvenil teniente de caballería -a la sazón, Hofmiller, con veinticinco años- se
ve envuelto en un asunto de faldas –al
decir de su coronel- en la mansión del opulento húngaro Lájos von Kekesfalva,
con su tullida hija Edith, de tan solo diecisiete años, aunque dueña de un
aplomo sin par. Al parecer, la joven habría tenido una infancia alegre y
despreocupada hasta que una enfermedad –sospecho que podría ser poliomielitis,
muy extendida a principios de siglo XX- la privó del uso de las piernas,
restringiéndola a una vida tan dependiente como aburrida.
IV.
En su afán de ser cortés, el
inexperto Hofmiller –quien ha pasado los últimos quince años en la milicia-
alimenta las ilusiones de Edith no solo de una cura total sino también, sin
quererlo y sin buscarlo, de una promesa de amor. Además, la visita diaria de
Hofmiller, a quien sólo le mueve la compasión por esa niña lisiada, auxilia
tanto a su padre viudo, para quien Edith es su único motivo de vida, y a
Condor, el médico que la atiende e intenta una cura a largo plazo. Las acciones
llevarán a un equívoco de magnitud y un hecho trivial desencadenará el triste
final.
V.
Destaco del texto la composición
psicológica de los personajes: una arrebatada chiquilla, un médico prudente
aunque listo, un padre entregado a su hija y un joven militar que nada sabe de vínculos
sociales ni de amor. Todos aportan al malentendido desde sus propias miradas.
Con la prosa habitual, el autor vuelve a indagar en la naturaleza humana y sus
sentires. La tensión narrativa crece a medida que transcurre la trama, aun
cuando su extensión podría haberse acortado en un ciento de páginas. Otra muy
buena novela de Zweig.