Debolsillo, 2008
I.
Haber adquirido la tetralogía que
compone esta obra obedeció a dos motivos distintos que se potenciaron entre sí.
El primero fue el enorme empujón anímico que significó la lectura al completo
de En busca del tiempo perdido, obra
de largo aliento no exenta de complejidades que, por momentos, alternaba entre
la fascinación y el tedio. El restante, lo determinó el azar al cruzarme con la
única librería que mantenía los cuatro volúmenes juntos, de una misma edición.
Después de siete años de espera, me pareció oportuno encarar su lectura.
II.
El narrador anónimo –un hombre que sobrevive
dando clases y aspira a ser escritor-, evoca una historia de amores cruzados
que tiene por protagonista a Justine, una mujer de origen judío -casada con el
opulento Nessim-, de quien se enamora. A su vez, tiene como pareja a Melissa,
una bailarina que enferma y muere posteriormente, dejándole una hija, fruto de
su infidelidad con Nessim. Ambos hombres se hacen amigos, hasta que Nessim se
entera del amorío con su mujer. La trama se resuelve durante una cacería de
patos, pero no de la manera esperada.
III.
La novela se ambienta en la
ciudad de Alejandría hacia los años ’30 del siglo pasado y el autor hace continuas
referencias al gran poeta del lugar, Constantinos Cavafis, tanto como a ese
crisol de razas y religiones, donde se dan citas griegos, egipcios, franceses y
sirios, entre otras nacionalidades. Un lugar donde la pobreza extrema convive
con la riqueza y la sexualidad se ejerce sin prurito, promiscuamente. En ese
sentido, las descripciones de acciones y sentires impregnan fuertemente de erotismo al
texto.
IV.
Destaco sobremanera la composición psicológica
de los personajes. El narrador se muestra apático y displicente con su vida.
Comparte su techo con un miembro del consulado francés y tiende a observar su entorno
con una mirada distante y poco comprometida. Justine, encarna a la mujer
alejandrina por antonomasia y es el núcleo del relato: intuitiva, apasionada e
incapaz de actuar racionalmente. Nessim es un hombre de negocios, posesivo
aunque temeroso de perder a su esposa. Melissa, una antigua modelo ahora tísica,
se prostituye para afrontar los gastos suyos y del narrador. A estos
protagonistas los acompañan un médico gnóstico –Balthazar- y un puñado de personajes
secundarios que refuerzan la solidez de la novela.
V.