Este
Pelibro surgió por propuesta de un taller de lectura. En rigor, ha sido una relectura; en el 2006, la ansiedad de mis
amigos exigía mi opinión sobre el texto. Una vez expresada, con frialdad y
falta de entusiasmo, no conformó a
ninguno de ellos. Tiempo después me acerqué a la pantalla grande para ver la
versión de Wright. Ésta, entonces, también es una re-visión.
Libro
EXPIACIÓN
Ian
McEwan (Anagrama, 2003)
Por comenzar, lo encaré a inicios de
2006; tras su relectura, reafirmo mi parecer y ahondo: una novela brillante,
cuyas sesenta páginas finales justifican las más de trescientas anteriores.
El libro está constituido por tres
partes y un epílogo. La primera, se ambienta en una mansión de Surrey durante
el tórrido verano de 1935. Briony, la menor de los Tallis, prepara una obra
para agasajar la llegada de su hermano Leon. Para ello cuenta con la
participación de su prima Lola –un par de años mayor- y sus pequeños hermanos
gemelos, quienes se hospedan en calidad de refugiados
mientras sus padres ejecutan el divorcio. La otra hermana, Cecilia, está de
regreso de sus estudios al igual que Robbie Turner, el hijo de la sirvienta, a
quien Jack Tallis lo ha prohijado desde que su padre los abandonara. La
combinación de una frustración, un accidente doméstico, una mala interpretación
de lo que se ve, unas líneas equivocadas en manos de una niña curiosa de mente febril,
y una búsqueda que acaba con un acto de violencia, desencadena hechos que
cambian por completo el iniciático amor que se prodigan Cecilia y Robbie.
La segunda parte transcurre en el
norte de Francia, en 1940, durante el repliegue
de las fuerzas británicas hacia la playa de Dunquerque. Un Robbie herido y un
par de compañeros entran en contacto con la realidad del bombardeo de la
población, la escasez de agua y alimentos y las evacuaciones que van teniendo
lugar con el avance alemán. Entre él y Cecilia sólo hay intercambios de cartas.
Ella ha abandonado el hogar, peleándose con el resto de la familia y alistándose
como enfermera en la isla.
La tercera parte es la narración que
hace Briony de lo acontecido entre ella, su hermana y Robbie durante la guerra.
Su actividad como enfermera –al igual que Cecilia-, su remordimiento por el error
cometido y su intento de expiar sus culpas son el núcleo central. Por último,
el epílogo cierra con el festejo del cumpleaños de Briony en 1999, en esa
mansión que fuera su morada -ahora transformada en hotel- con el cariño familiar
y el reconocimiento de una afamada novelista, a sabiendas que el diagnóstico de
su enfermedad no es nada alentador.
Una novela mayúscula, que sólo
alcanza esa dimensión con lo ocurrido en realidad y el por qué de una ficción.
Briony ha sido consciente de su equívoco, y del precio que han pagado su
hermana y Robbie. La expiación literaria también sirve para exorcizar nuestros
demonios. Un libro que deparará al lector el placer y el bienestar de la gran
literatura.
Film
EXPIACIÓN, DESEO
Y PECADO
Joe
Wright (Focus Features, 2007)
El film transcurre, en gran medida,
como lo indica la historia de McEwan. La primera hora podría estar entre las
mejores de los últimos años: la trama mantiene la tensión narrativa, los roles
protagónicos están perfectamente ensamblados, la fotografía es impecable y la
banda sonora realza todas las cualidades anteriores.
El problema es que en la segunda
parte esa tensión decrece. Estamos durante la guerra y no hay mucho que contar,
por lo que la película cae en un bache y se aletarga. Y el plano secuencia
final sobre la playa de Dunquerque –magnífico desde todo punto de vista- es más
un lucimiento personal de Wright que un aporte a la historia de Robbie y
Cecilia.
Afortunadamente, la tercera parte –con
una siempre oportuna y talentosa Vanessa Redgrave- recupera el brillo de la
primera, quien toma a su cargo el desenlace de la verdadera historia y cómo
Briony Tallis expía su culpa.
La pareja que componen Keira
Knightley y James McAvoy (Cecilia Tallis y Robbie Turner, respectivamente)
alcanzan una química entre ellos poco frecuente en el plató. Esa química se
extiende al resto del elenco, con una Saoirse Ronan (Briony a los trece años)
que destaca por encima de sus compañeros. El vestuario y, sobre todo, la música
dirigida por Darío Marianelli son, asimismo, dos perlas a tomar en cuenta.
En conjunto, el film se disfruta
partiendo de las sólidas actuaciones de Knightley y McAvoy –él, por encima de
ella, a mi parecer-, con una eficaz Redgrave hacia el final, y toda la técnica cinematográfica
que despliega Wright para hacer de la adaptación un trabajo memorable. Sólo le
ha faltado el festejo del cumpleaños con el que concluye el original –sustituido
por una entrevista-, pero aún así es muy buena película.
Testimonio del decimosexto Pelibro