I.
Venía precedido
de buenos comentarios en la Red y cuando un club de lectura local lo incorporó
a su propuesta no dudé en hacerme de un ejemplar, no sin antes despojarme de mi
habitual desconfianza acerca de la escasa experiencia de vida de la autora
quien, promediando la veintena, se lanzaba al ruedo literario con este libro. Es
que, ¿puede alguien a esa edad elaborar una obra trascendente?, me preguntaba.
Valió la pena abandonar todo prejuicio o resquemor.
II.
¿Cómo
hacemos amistades duraderas? ¿Qué suerte de química existencial nos vincula a
algunas personas y no a otras?, ¿hay algo de nosotros en aquellos que elegimos
como amigos, o sólo encontramos en ellos una complementariedad que intuimos indispensable
para el desarrollo de nuestros propios afectos?, ¿cuánta influencia ejercen
nuestros amigos de la infancia en nuestra historia personal posterior, aún en
ausencia física de aquellos? Estas son algunas de las preguntas que dispara esta
entrañable novela de Abreu sobre una férrea amistad.
III.
Isora y la narradora, de quien no sabremos su
nombre, son amigas. Cuentan con poco más de diez años y viven en una aldea al
norte de la isla de Tenerife, en Canarias. Esa parte de la isla es pobre; sólo
el sur, con sus playas y su albergue hotelero posee recursos. Los padres de la
narradora trabajan allí todo el día y vuelven extenuados por las noches, sólo
para ausentarse nuevamente al día siguiente. Por eso es la abuela quien se
encarga de su crianza. A Isora le pasa otro tanto, pero su madre se ha
suicidado y su abuela que tiene una venta
–un comercio- se ha quedado en el tiempo.
La versión digital, gentileza de EpubLibre
IV.
Ambas
amigas se hallan en el umbral del descubrimiento de la sexualidad, mientras sus
días de vacaciones veraniegas comienzan a agotarse. Pero el elemento más
destacable de las travesuras y aventuras que comparten las protagonistas es que
Abreu ha elegido mantener las expresiones locales en el habla de ellas, de
manera que todo el texto gana en oralidad y, por consiguiente, en frescura y
veracidad.
V.
El
título refiere a la forma en que las nubes bajas se disponen sobre la aldea y
alude a la tendencia de Isora a comer desaforadamente para luego vomitar lo
ingerido, so pena de que la abuela la ponga a dieta. Con escenas desopilantes
que arrancan la carcajada, y una fluidez pocas veces vista, el libro se lee
rápidamente dejando una sensación de brevedad. Nos hubiera gustado tener mucho
más de Isora y su amiga. Un gratísimo descubrimiento, que hará el deleite de
cualquier lector. Seguramente, estará entre las mejores lecturas del año en
curso. Si la ves, no la dejéis pasar.