Adquirí la obra completa porque
tuve la fortuna de hallar los tres volúmenes que la componen y sabía que, a lo
largo de sus más de 2500 páginas, el autor vasco brindaba a sus lectores una
epopeya sobre un pueblo y una aldea –Getxo- de los que yo no sabía nada. Así, la
obra hubo de esperar una docena de años hasta que me sacudiera el reparo de su
extensión y la encarase de a poco, tratando de paladear con tiempo buena
literatura. Las líneas sobre los demás ejemplares irán apareciendo a lo largo del
año.
II.
Esta historia se sitúa en Getxo, entre 1889 y
1942. La edición advierte inmediatamente la problemática de su construcción: no
sólo brinda un plano del lugar donde tiene lugar la épica, sino que la edición se
ha tomado la molestia de presentar un cuadro genealógico al inicio
del libro, donde evidencia la complejidad de la narración que habrá de exhibir,
dada la multitud de personajes que se habrán de dar cita durante el desarrollo
de la misma.
III.
En esta ocasión, Pinilla abre un debate
importante: ¿cuánto esfuerzo implica mantener el statu quo y qué probabilidad de éxito tiene, ante un mundo en
cambio constante? Cristina Oiaindia, verdadera matrona, casada con Camilo Baskardo, un rico industrial, intenta
inculcar en sus hijos el respeto a la tradición y a los valores de los vascos
fundadores, de quienes desciende. Pero una arribista joven, que responde al
nombre de Ella, descalabra la paz social cuando anuncia su embarazo, fruto de
su unión con Camilo. La puja por la herencia se desata.
IV.
La historia es rica en anécdotas,
y está a cargo de dos narradores: don Manuel -quien, a la sazón, era un
jovenzuelo de catorce años-, y de Asier Altube, discípulo de aquél cuando
mayor, que interpela a su maestro con opiniones propias e impide su salvaguarda
en la nostalgia y la melancolía. Los dos, junto a la maestra del pueblo,
compondrán un triángulo amoroso, con su carga de frustración e irrealización.
V.
De estilo coloquial y ameno, con sinnúmero de escenas rayanas en lo bizarro y otras que dan cuenta de la naturaleza vascuence –que tiende a realizar apuestas por la más mínima razón-, Pinilla construye un universo literario que tiene como objeto reflejar la idiosincrasia y el pensamiento vasco, que se nutre en un pasado no siempre cristalino pero evocado como valioso. La muerte de la primera generación en 1942 sólo dispara la codicia de los sobrevivientes. Narrada en los alrededores de 1968, la novela recoge distintas miradas acerca de lo sucedido. Una obra para seguir de cerca y no abandonar. Recomendable para quienes desearan iniciarse en las letras del autor.