Debate, 2002
I.
‘¿Alguien
sabe de qué trata realmente el libro de Sebald?’, preguntó un lector
aficionado y con ello disparó esta lectura. Había incursionado en sus letras
anteriormente y llamó mi atención su estilo narrativo: a salto de mata entre
recuerdos, descripciones y reflexiones. Me pareció oportuno, entonces, concluir
el año calendario de aportes con esta obra, para saciar mi curiosidad y
entregar una mirada personal, habiendo tan pocas disponibles en la Red.
II.
El título es original. Refiere a que, al igual
que los pequeños corpúsculos que componen esos anillos -sin cohesión entre sí,
aunque vagando juntos alrededor del planeta-, el contenido del libro está
constituido por un cúmulo de historias que se abren y giran a partir de su
peregrinar a pie por el condado de Suffolk, Inglaterra, durante un año, luego
del cual debió ser atendido sanitariamente durante otro año, y tardó más de
otro año posterior en capitalizar literariamente sus notas y percepciones.
III.
La historia de Thomas Browne –de quien
se sospecha su presencia en el cuadro de Rembrandt La lección de anatomía-; las historias de Morton Peto y Frederick
Farrar en medio del castillo de Somerleyton y la decadencia de Lowestoft; los
acantilados y la historia del arenque; Banacre Broad y el mayor Le Strange; el
devenir de Joseph Conrad -un marinero que habitó Southwald-, hasta los avatares
de Cixi, la emperatriz regente en China, tras el levantamiento Taiping, pasando
por la historia del gusano de seda en Occidente o la rebelión de Casement, son
parte de una diáspora propia del peregrinaje entre aldeas, donde todo se resume
en evocaciones y reflexiones que pertenecen a esos parajes.
IV.
Párrafo aparte merece el análisis que Sebald
realiza acerca del relato de Borges, Tlön,
Uqbar, Orbis Tertius. No solo lo desmenuza sino que llega a preguntarse –y
así interpelar a los lectores- si no habría una posibilidad de llegar a una
realidad nueva a través de aquello que resulta puramente irreal. Si a eso se le
añade la razón del monumento en Waterloo o el apogeo y la caída de Dunwich,
lugar que habitara el poeta Algernon Swinburne, se tendrá un panorama bastante
particular de las letras del autor.
V.
De estilo ameno y coloquial, con multitud de datos tomados de las bibliotecas, algo de ficción y mucho de construcción personal, Sebald ofrece algo distinto: una suerte de soliloquio que se elabora a medida que visita el condado de Suffolk, verdadero centro planetario que conduce todos los relatos, sin conexión pero aunados. Una propuesta más que interesante.