domingo, 27 de marzo de 2016

Sueños de bolero. Te trataré como a una reina, Rosa Montero


Seix Barral, 2001

            Hace años leí una reseña de este antiguo libro. No sabía quién era la autora ni sobre qué temas escribía, pero conseguí un ejemplar por puro azar. Vi una entrevista suya en la TV cuando presentaba uno de sus últimos trabajos. Su nombre aterrizó en la nube de títulos que esperaban. Fue un comentario en otro espacio el que disparó su lectura. En medio de algo más denso, me pregunté, ¿por qué no amenizar con él?

            Varias historias en paralelo se entrecruzan en este texto, escrito allá por 1983. Por un lado, está la historia de Bella –o Isabel, si prefieren-, que dejó su pueblo en busca de un futuro mejor; quien interpreta boleros como los dioses, pero resulta incapaz de ser feliz en el tugurio de mala muerte en el que se gana la vida todas las noches. También están los hermanos Ortiz; Antonio, antiguo amigo y ex pareja de Bella, quien se desempeña como burócrata en una oficina de la Administración Pública, sin brillo ni proyección. Su hermana, Antonia, virgen a los cuarenta y vieja conocida de Bella, aún espera al ‘príncipe azul’. Acompañan la voluptuosa Vanessa, una jovenzuela con aspiraciones de Hollywood; el Poco, un viejo parroquiano caballeresco que pernocta en el boliche de tragos y música, y algunos otros personajes que configuran la atmósfera apropiada para la narración.

        Todos los protagonistas anhelan elevarse del presente gris en que transcurren sus vidas. Antonio espera hallar una combinación agraciada de fragancias que lo conviertan en un afamado perfumista, mientras despunta relaciones fugaces con esposas de pilotos de aerolíneas ausentes de su hogar. Antonia, cansada de esperar al hombre de su vida, decide experimentar la sexualidad por sí misma, iniciándose con un mozalbete que bien podría ser su hijo. Bella, quien sólo desea encontrar un amor apasionado y correspondido, se debe conformar con relaciones circunstanciales.

             De estilo fluido y coloquial, Montero intercala capítulos donde los distintos personajes -que se expresan en primera persona- entretejen una trama coral con tonos de intriga y suspense, combinada con una dosis de melancolía por los tiempos idos y la necesidad de trascender la mediocridad que impone la rutina. Secretos familiares, viejos rencores, desencantos y rencillas varias se dan cita en un texto que nos habla de los sueños de alcanzar una vida más plena. Sueños que se mueven al ritmo de esos boleros que canta Bella.

               Quizás no sea lo más granado de la autora, pero cuenta con una pluma ágil y buenas observaciones sobre aquellos que intentan sobreponerse al fracaso. Como inicio a la obra de Montero, no está nada mal.

martes, 22 de marzo de 2016

Abrazo nupcial. El peso de la mariposa, Erri de Luca


Siruela, 2011

           Lo vi en el escaparate de la librería que posee un importador local y recordé las buenas experiencias que había tenido con Erri de Luca en ocasiones anteriores. Para mejor, su extensión no alcanzaba el ciento de páginas y traía en la portada una faja -un banner- que adelantaba algo del llamativo contenido. Toda la ilusión y la sonrisa por haber hallado lo que consideraba valioso se me borraron cuando, efectivamente, me confirmaron cuán valioso era.

            Un cazador furtivo sabe que envejece, que el final de sus días de caza se aproxima y quizás sólo contará con un par de oportunidades más para alzarse con el mayor trofeo de su vida: matar al rey de los rebecos, un cáprido habitante de los Alpes. Para ello, deberá subir por encima de los dos mil metros de altura y, tomando los recaudos necesarios para no ser descubierto, emboscarlo. Pero a su vez, el rey de los rebecos –el macho alfa, hoy tan de moda- también ha envejecido y se prepara para abandonar a su manada aceptando la singular contienda con el cazador, al que percibe a través de su desarrollado olfato.

                En un estilo que roza lo poético, con una multitud de imágenes propias del entorno agreste donde se desarrolla la narración, junto a escenas memorables, de Luca nos ofrece una denodada lucha entre el hombre y la naturaleza, encarnada en el animal; una reelaboración del mito de Moby Dick en versión moderna.

            Con una alegoría entre dos contendientes que se funden en un abrazo nupcial final, nos propone una reflexión acerca de la necesidad de equilibrio en esta vida; condición altamente delicada que cualquier factor externo puede modificar irreversiblemente. Incluso, algo tan sutil como el peso de una mariposa.

               Acompaña a este relato otro mucho más breve, en el que el narrador visita –y abraza- a un árbol que, en lo alto de un cerro, se halla tan inclinado que parece estar en el aire, sujeto quién sabe por qué suerte de artilugio a las pocas rocas que lo rodean. Una vez más, es esa necesidad de enfrentar con éxito a las fuerzas desatadas por la naturaleza -a través de fenómenos meteorológicos como las descargas eléctricas, que bien podrían quebrarlo o abrasarlo; o la nieve de invierno, que podría tumbarlo debido al peso aportado por su acumulación- a la que el autor rinde culto, erigiendo a ese árbol como emblema de supervivencia y lucha contra la adversidad.

             En suma, un libro que se lee de un sentón. Que si se acomete por la mañana, nos permitirá encarar el resto del día con optimismo; y, si por la noche, nos brindará un buen descanso.

jueves, 17 de marzo de 2016

e-book 5. Estragos de la modernidad. Al envejecer, los hombres lloran, Jean-Luc Seigle


Seix Barral, 2013

             Primero fue Ana, después Yossi, luego Utopía y finalmente Mientras Leo los que acercaron su parecer sobre el libro de marras. Al hacerle saber a la primera mi imposibilidad de acceder al mismo en estas landas, decidió allegarme espontáneamente una copia en formato digital a fin de que deje de llorar por la carencia. A tono con el título, escogió una sutil manera de hacerme notar que yo también envejezco. Aún así, agradezco públicamente a Ana tamaña gentileza.

            Todo transcurre en Assys, un poblado de Francia, el 9 de julio de 1961 cuando Suzanne, la guapa y joven esposa de Albert Chassaigne ha de recibir en su domicilio el primer televisor del lugar y así poder ver en vivo  un reportaje en el que aparecerá su amado hijo mayor, Henri, quien se encuentra destinado militarmente en Argelia y se ha tomado la molestia de avisarle de él por carta.

            Simultáneamente, Albert está buscando un motivo valedero para tomar coraje y quitarse de en medio, pues siente que su vida carece totalmente de sentido, con un hijo mayor ausente, una esposa por la cual ha perdido todo interés –si es que alguna vez lo tuvo- y un hijo menor, Gilles, que le resulta ajeno pues sólo parece interesado por la lectura, en especial Eugenia Grandet, de Balzac.

            Completan el cuadro de situación Madeleine, la anciana madre de Albert que va perdiendo los recuerdos; Liliane, la hermana amada aunque díscola y su esposo André; Paul Marsan, el empleado de correo, amante de su esposa, y Antoine, el viejo maestro jubilado que orientará al joven Gilles tanto en ortografía como en sus lecturas.

               Con estilo fluido que incluye matices poéticos, el autor construye un relato que intenta contraponer la vacuidad de la modernidad y su desaprensión por los sentimientos humanos, frente al desmoronamiento de un mundo basado en las tradiciones y viejas costumbres que esa misma modernidad ha venido a reemplazar.


             La novela transita el horror de la guerra, la sensación de fracaso personal, la abulia de un matrimonio sin comunicación, las diferencias generacionales dentro de una familia y la necesidad de evasión de una vida gris. En ese entorno, el único elemento destacable es la literatura, ejercida como instrumento de interpretación de la Historia, pues Gilles podrá comprender su vida familiar a través de las Letras.

            Al final, ese joven devenido profesor de Letras, cuarenta años después, efectuará una apología de los hombres que compusieron el –quizás- mayor error bélico francés -la línea Maginot- de la que su padre, Albert, ha sido parte. Una suerte de reivindicación y reconocimiento.

              Recurriendo a algunos clichés y escenas previsibles que opacan la trama, Seigle asume la defensa de ese mundo perdido donde cada cual cumplía un rol y la solidaridad iba de la mano de la emoción. Interesante, aunque un poco melancólico.

sábado, 12 de marzo de 2016

Un sueño en la noche. Mansiones verdes, W. H. Hudson


Ediciones Destino, 1991

            Soy un trucho; no puedo menos que reconocerlo. Decidí llevarme este volumen de vacaciones por una mezquina razón: había venido dentro de un lote de usados acompañando un título de mi búsqueda. Yo ya tenía un ejemplar del mismo libro, en la edición de El Acantilado, aún sin usar. Escogí esta versión por una mala experiencia previa con el aeropuerto, en la que mi equipaje fue embarcado en una aeronave posterior, por lo que estuve a punto de perderlo. Pensé que si la historia se repetía, al menos me quedaría el más nuevo de los dos.

¿Trucho, yo?

            Esta historia narra las peripecias de la vida en la selva amazónica, al sur del río Orinoco, de Abel Guevez de Argensola, más conocido como Mr. Abel, a mediados de siglo XIX. Hijo de un terrateniente venezolano, debe huir de Caracas cuando un intento de golpe de estado en el que participa resulta fallido. Con ello, aprovecha para recorrer la jungla con intención de escribir un libro. Lo que jamás ha soñado es que en ese entorno se encontraría con el amor.

            La llegada a la pluviselva, el contacto con los nativos que responden a Runi, su cacique; el tener que aprender el lenguaje local y las alternativas que ofrece la presencia de un blanco en medio de indios, parecen ser lo destacable en la primera parte. Luego, su expedición a la tierra negada para la caza –por la existencia de un talismán o defensor del coto- llena su existencia al descubrir a Rima, una suerte de mujer – pájaro de la que queda prendado y con quien entabla relación, al igual que con su abuelo Nuflo, de manera de conformar un cuadro de supervivencia. Pero la necesidad de Rima de conocer en detalle su pasado los llevará a transitar la selva en busca de otros horizontes atravesando peligros y con un regreso al origen nada alentador.

            Escrito en estilo coloquial y ameno, la prosa fluye a medida que nos interna en esa suerte de atmósfera prístina y elemental, en la que todo parece ser el sueño de una noche estival, un idilio utópico entre humanidad y naturaleza. Por lo demás, su desenlace abierto permite establecer límites a esa sensación de equilibrio y bienestar que transmite el contacto con el medio ambiente, sin eludir la necesidad de retomar el contacto con la sociedad; al fin y al cabo, el género humano es de naturaleza gregaria.

Hudson en Molinos, Valles Calchaquíes, provincia de Salta, Argentina

          Los planos descriptivos de la Guayana geográfica –sin demarcaciones políticas, aún hoy en controversia-, de su flora y su fauna, de los peligros que acechan, de su clima tropical y de las poblaciones indígenas que lo habitan, parecen mantener toda su vigencia, aún después de más de un siglo que Hudson los ha delineado. Sin duda, el autor tenía un conocimiento cabal de toda la región así como también de la psicología de sus escasos habitantes humanos.

            La alimentación acorde a una economía de subsistencia, las inclemencias del tiempo y las luchas intestinas entre tribus confieren los condimentos apropiados para una historia de amor platónico que deja secuela en la vida posterior de su protagonista.

            Además, la novela cuenta con un postfacio de la traductora, que intenta esbozar tanto la importancia de su autor como de la historia que narra. En suma, un libro que contiene aventura y romance en medio de un entorno que alterna ensueño y realidad. La magnífica pluma de Hudson hace que el libro merezca ser leído.

martes, 8 de marzo de 2016

La razón existencial de vivir. Entre cielo y tierra, Jón Kalman Stefánsson


Salamandra, 2011

           Después de la encomiable recomendación que Agnieszka formuló en su espacio hace poco tiempo, no me quedó más que salir en su busca. Máxime, tomando en consideración las auspiciosas lecturas de origen nórdico que había efectuado en el transcurso del año que acabó. La brevedad de su extensión hizo el resto.

            Estamos ante una comunidad pesquera en algún puerto de la costa de Islandia, llena de fiordos. Los medios de supervivencia se encuentran en el mar, persiguiendo la ruta del bacalao. Es la única manera de hacer frente a las necesidades en tierra; de poder proyectar un futuro con cierto grado de éxito, aún ante las inclemencias climáticas y ese gélido mar que, cada poco, cobra su salario en víctimas. A eso llegan dos jóvenes, Bárður y el chico –no conoceremos su nombre-. Bárður siente pasión por la lectura; de hecho, ha tenido que hacerse amigo de un capitán ciego, que cuenta con una enorme biblioteca, para poder acceder a sus libros en préstamo. Esa necesidad de viajar a través de la literatura, tan amorosa como romántica, le hace olvidar su chaquetón de piel, único medio de defensa contra los vientos que dominan el Océano Ártico. Lo que sigue, es su conclusión lógica.

         El libro se divide en tres partes. En la primera se narran los acontecimientos de esta pequeña comunidad y su salida de pesca, con los quehaceres propios de la actividad y sus alternativas meteorológicas. La segunda cuenta la realidad de ese chico, al que la experiencia afectará de tal manera su vida que ya nada le parecerá igual. Ambas están separadas por una suerte de interregno en el que la voz de los muertos se vuelve protagonista.

        ¿Qué separa la vida de la muerte?, ¿se corresponde la necesidad de sobrevivir con la impotencia que sentimos frente a la pérdida de nuestros seres queridos, o son dos caras de una misma moneda?, ¿tiene sentido seguir viviendo cuando nuestra pérdida se vuelve irreparable? Estas son algunas cuestiones que el autor nos transmite a lo largo de la trama.

            Con personajes cotidianos, llenos de anhelos y una humanidad sinfín, cada cual con su realidad a cuestas, Stefánsson compone un relato sobre la razón existencial de vivir. El contraste entre la rigurosidad impuesta por el clima y la desolación de los parajes geográficos, con las ganas de vivir de sus protagonistas, hacen del libro un claro ejemplo de lucha contra la adversidad.

             Fluido, breve y provisto de escenas fuertes bien descritas, Stefánsson indaga en nuestras necesidades básicas, las que nos permiten seguir siendo quiénes somos y cómo somos.

miércoles, 2 de marzo de 2016

Versión Original 10. Una búsqueda de las propias respuestas. Nocturno hindú, Antonio Tabucchi


            Comienzo con una infidencia. Fue la pasión literaria de Utopía, según me comentara, la que condujo hace poco sus pasos hacia la tierra de Pessoa y Saramago. Así, su viaje me llevó a recordar que otro apasionado del primero fue Antonio Tabucchi. Claro, haber leído CASI TODA SU OBRA en un verano antiguo resultó para el ahíto y la bulimia. Me lo tenía merecido; los motivos de semejante indigestión tenían mucho menos de literarios que de carnales y profanos… Creo que aún puede encontrarse esta reseña en el rezago del espacio donde fue publicado hace ya más de seis años; decidí traerla para ofrecer algo del autor italiano, en el formato en que escribía en ese momento.

Cómo llegué al libro

         Es el autor preferido de “la rosa de los vientos”, epíteto elocuente y justificado con creces, que le endilgó uno de mis amigos más cercanos a una fémina díscola y vivilla con quien trabé relación algunos veranos atrás.
            De hecho, fue ella quién lo sugirió y me lo prestó para su lectura, dada la inexistencia en las librerías en aquel entonces, y a la que devolví con esa premura tan característica de quien no quiere extender el contacto más allá de lo que resulta soportable a su corazón. Hablo de “Nocturno hindú”, de Antonio Tabucchi (Ed. Anagrama, Colección Compactos, 1998).
Andando el tiempo, una de esas tardes cansinas de domingo, cuando se recorren los puestos de libros usados de un parque vecino con el solo objeto de dispensarnos algún placer antes de firmar el parte de defunción del semanal descanso, tuvo lo valentía de salir del escondrijo en que se hallaba quién sabe cuánto tiempo, para depositarse en mi mano.
            Pero lo llamativo fue que al juntarnos en una esquina palermitana a tomar un café con el citado amigo, sin mediar comunicación ninguna de nuestra lectura, ambos aparecimos con sendos ejemplares en el punto de reunión. Lo que se dice “en sintonía”, ¿no?

De qué se trata

             Para poder refrescar mis sentires, me dispuse a hacer una relectura de la obra. El texto situado en la India se inicia con una búsqueda, cuyos motivos se ignoran, del narrador en pos de quien fuera un amigo hace algún tiempo; sólo se tiene noticia de un aviso de cierta "enfermedad" pero, al parecer, en el ínterin el amigo se dio a la fuga.
               Lo que sigue son sucesos que tienen lugar durante dicha búsqueda. El encuentro con quien emitió el aviso deriva en viajes y lugares donde se entra en contacto con una galería de personajes pintorescos que le aportan color al relato. Éstos generalmente transcurren de noche. El protagonista va armando a través de fragmentos parte de la historia de su amigo, y también de la propia, hasta dar con el paradero, pero… 
          Podría resumirse como la historia de alguien que es buscado pero que no quiere dejarse encontrar. 

Qué me dejó

           Lo que se inició como una búsqueda del otro termina siendo una búsqueda de sí mismo. Es que un intelectual devenido en hombre de negocios no está lejano en la renuncia a lo que se ha sido y en el nacimiento a un nuevo ser.
         A través de la obra puede verse una sutil pero profunda introspección acerca de las transformaciones a que nos vemos conducidos en esta vida, muchas veces empujados por la fuerza de los hechos, y en otras como respuestas a nuestras preguntas internas, cuestiones ontológicas que tienen que ver con el sentido último de nuestro acontecer.
            Es, en definitiva, la búsqueda de nuestras propias respuestas la que nos lleva a realizar el viaje hacia el encuentro que, una vez efectuado, pierde su razón de ser. 
             Una obra breve, que sirve para la reflexión.