domingo, 30 de agosto de 2020

Enajenarse. Zielinski, Nina Jäckle

 


Serapis, 2013

I.

       Un hecho fortuito -la Feria de Editores local, realizada virtualmente- brindó la ocasión para hacerme de las obras en español de esta escritora alemana, años después de su visita a nuestra Feria de Literatura y su presentación del libro de marras. La curiosidad sobre la actualidad literaria teutona hizo el resto.

II.

      Schoch es el narrador y protagonista de esta historia; un hombre que promedia la cuarentena, vive solo en un espacioso apartamento alquilado y posee un puesto de trabajo como operario. Desde el inicio, saca a relucir ciertos tics e iteraciones propios de una psiquis inestable. Al poco, hace su aparición Zielinski, un supuesto ser normal, atildado y pulcro en extremo, que construye -con ayuda de obreros- una caja de madera de amplias proporciones dentro de la habitación mayor de Schoch, y se instala en ella, con la sola compañía de una silla bajo la araña de iluminación, y un bastón con empuñadura.

III.

      A continuación, Schoch narra su propio deterioro mental y su dependencia cada vez mayor de Zielinski, como si su figura se convirtiera en el último bastión de realidad que le queda, después de abandonar su trabajo, atrasarse con el pago del alquiler, perder el control con la vecina y que le corten los servicios esenciales, sin eludir el estado de abandono y sordidez en que se halla. Pero, ¿existe realmente Zielinski, o es una construcción de quien ha iniciado un viaje hacia la locura?

IV.

      Jäckle elabora un personaje cuyas obsesiones y condiciones compulsivas lo van conduciendo hacia un estado de enajenación mental, con paulatina pérdida de los parámetros de realidad y memoria. Así, la novela discurre como un thriller psicológico con tintes policiales, que mantiene la tensión narrativa hasta su desenlace. Con una prosa de frases cortas y reiteraciones propias de un enfermo, la autora describe con maestría actitudes patológicas producto del caos mental del protagonista.

V.

        ¿Pueden la soledad y la falta de comunicación hacer deslizar hacia la locura a un ser humano psíquicamente inestable? El mundo en el que vivimos, ¿es tan amplio como creemos, o es que también residimos -como Zielinski- dentro de nuestras cajas de madera? ¿Hasta qué punto -o bajo qué circunstancias- no nos convertimos en 'pequeños engendros de la estupidez', como señala el protagonista? En suma, una interesante novela que indaga en nuestras inseguridades y miedos.

martes, 25 de agosto de 2020

e-book 67. Cautiverio. El vestido azul, Michèle Desbordes

 

Periférica, 2018

I.

        No fueron tantas las voces que se inclinaron sobre este texto cuando apareció. La vida de Camille Claudel, hermana del poeta Paul Claudel, es bien conocida. Soñadora y temperamental cuando joven, fue alumna, modelo, musa inspiradora y amante de Auguste Rodin por un tiempo tras el cual su naturaleza inestable la condujo primero a un encierro autoinfligido y luego a un manicomio en el que, aun ya repuesta, terminó sus días treinta años más tarde.

II.

        Desbordes rescata este prolongado cautiverio final a través de su relación con Paul, sus cartas y sus visitas. El mayor acierto es el tono intimista escogido, elaborando supuestas escenas e imágenes que le sirven de nervio conductor, tomando fotografías de tiempos mejores y escasas charlas entre hermanos, que realzan silencios más que elocuentes.

III.

         En su breve propuesta, Desbordes nos delinea una Camille que ha dejado atrás los fulgores de una pasión desmedida -pero, ¿quién es capaz de atemperar los fuegos cuando se descubre el amor, a los veinte años?-, y, sin dar su consentimiento, es recluida por su familia en un centro de atención psiquiátrica del que ya nada podrá esperar. Ni siquiera de su amado Paul, que esporádicamente hace acto de presencia, que no es sino su acto de contrición.

La versión digital, gentileza de Epublibre

IV.

         Despojada del amor por su amante y relegada al olvido por la sociedad y su familia, Desbordes nos relata su espera final, ya sin esperanzas ni sentido. Solo queda ese vestido azul, que quizás una tarde junto a su hermano habrá visto por última vez el mar. La tristeza que transmiten sus páginas se vuelve emotiva para todo lector sensible.

V.

        Con una prosa rayana en el lirismo, tan fluida como profunda, la autora nos interpela sobre el derecho que se arrogan aquellos quienes, en defensa de nuestro supuesto bienestar, nos imponen una condena mayor: la soledad y el olvido. Un pequeño gran trabajo.

jueves, 20 de agosto de 2020

Mi lucha. 4. Bailando en la oscuridad, Karl Ove Knausgård

 


Anagrama, 2016

I.

            Cuarto capítulo de la obra, en la que el autor narra las peripecias de su experiencia como maestro en un parvulario, a la edad de dieciocho años, ni bien terminó sus estudios de bachillerato. El motivo de semejante despliegue ha sido el divorcio de sus padres; su madre ha tenido que vender la casa para dividir los bienes y Karl Ove aprovecha esta situación para intentar ser independiente, sobrevivir lejos de su hábitat natural y dedicarse a escribir.

II.

            En esta Quinta parte, Knausgård se traslada a una aldea al norte de Noruega en la que le ofrecen un espacio propio y un salario que le permite subsistir sin mayores restricciones. Esto le brinda una posibilidad inmejorable para escribir. Al alejarse de sus vínculos afectivos y su zona de confort, no existe distracción que impida concentrarse en ello. Pero para un jovenzuelo retraído, parco y algo inconstante, su estadía en medio de un lugar donde no conoce a nadie, puede hacer que la soledad que le rodea atente contra esos fines.

III.

            Por otra parte, la pulsión cada vez más imperiosa del despertar sexual –y los problemas que le acarrea su condición virginal- conspiran contra su rol docente, al entrar en contacto con llamativas jovencitas dos años menores que él. Si a esto se le suma la escasa población lugareña, donde todos se conocen y se visitan, no queda mucho margen para no ser parte del chismerío y las suspicacias. Sobre todo, tras los efectos liberadores de la ingesta de alcohol a la que es propenso.

IV.

            Ambientado a mediados de los años ’80 y por espacio de un año, Knausgård nos relata no sólo los hechos más sobresalientes de su peculiar experiencia, en donde gran parte del invierno es noche profunda, sino que se toma la molestia de explicar poco después de la primer centena de páginas -y con duración de otras dos- la historia personal de sus dos años previos al divorcio de sus padres, el fin del bachillerato –a trompicones-, sus primeros trabajos literarios y la nueva boda de su padre, que lo empujaron a tomar ese empleo.

V.

            Con la misma fluidez de sus volúmenes anteriores, su ágil prosa se despega en esta ocasión de reflexiones literarias y filosóficas, centrándose en el acontecer de su tarea docente y el desarrollo de una vida social, con breves alusiones a gustos musicales y algunas lecturas favoritas. En suma, una pseudo – biografía fresca y burbujeante, que incluye escenas algo bizarras y mantiene la tensión narrativa hasta el final.


sábado, 15 de agosto de 2020

El místico. Hermana del sueño, Robert Schenider


Tusquets, 1994

I.

            Parecía un libro distinto -con un contenido que supuraba inquietud- cuando leí un comentario de él hace ya muchos años. Salí en su busca al poco; estaba saldado. Por fortuna, había un ejemplar de segunda mano disponible, pero tuvo que soportar una paciente espera hasta este momento. Opté por él debido a su brevedad. Me equivoqué; requería de concentración.

II.

            Novela rara si las hay. En Eschberg, una aldea entre Austria y Alemania el último de los Alder se ha muerto de inanición. Estamos en 1892 y ya no hay más nadie. Tras los tres grandes incendios, sólo quedaron dos familias: los Alder y los Lamparter, con matrimonios endogámicos y, por consiguiente, con trastornos de carácter y/o psicológicos. Un narrador -que continuamente alude al lector para que focalice la trama-, cual comentador de su propia obra, va relatando la vida de Johannes Elias Alder, un ser prodigioso, capaz de percibir los sonidos universalmente y convertirlos en música.

III.

            Nacido en 1803 y cuyo rasgo esencial es tener las pupilas de color amarillo, este Elias no está sólo. Lo acompaña un primo, Peter, y su numen inspirador, la pequeña Elsbeth, hermana del anterior, de quien Elias se enamora profundamente, aunque tiene la desgracia de no ser correspondido. La enfermedad –o borrachera profunda, da igual- del organista de la iglesia local, le brinda a Elias la ocasión de hacerse cargo del órgano a una temprana edad y demostrar su talento existencial. Sólo que ese talento quedará restringido a la aldea y se diluirá con el tiempo, lo mismo que su poseedor.

IV.

            Este protagonista solitario e introvertido, disfruta de la vida al aire libre y de componer melodías, sin descuidar las labores en la granja de su padre. El éxtasis al que lo conduce su amor por Elsbeth y la música creada en el órgano hacen de Elias un místico, alguien a quien se le ha permitido vivir la experiencia de Dios. Pero ese Dios cruel, le impide trascender su prodigio a la vez que le priva del amor de su amada –que se casará con otro primo-. Así, Elias llevará una corta vida, no sin padecer un estado de locura antes de morir.

V.

            Con una prosa amena y coloquial, en medio de una atmósfera opresiva y cierta dosis de onirismo, Schneider nos interpela sobre el sueño, el amor, la música y la muerte, elementos omnipresentes en este trabajo. ¿Puede explicarse –o mejor, interpretarse- la vida de un ser humano sin ellos?, ¿hasta dónde cobra sentido poseer un don especial si no se puede compartir con los demás? En suma, un libro que resulta interesante por la perspectiva que ofrece.


lunes, 10 de agosto de 2020

e-book 66. Vida fluvial. A la deriva, Penelope Fitzgerald


Mondadori, 2000

I.

            Tenía varios libros de Fitzgerald –cuyas letras no había visitado hasta el momento- esperando su ocasión e incluí éste entre las lecturas del año en curso, un poco por sugerencia y otro poco porque con él la autora se alzó con el Man Booker Prize de 1979. Además, cambiar el registro hacia una novela de perfil netamente inglés compensaba mis últimas visitas a geografías remotas y problemáticas sociales contemporáneas. Una suerte de respiro literario.

II.

            Estamos a principio de los años ’60 del siglo pasado en el borde del Támesis, donde una comunidad de gente vive dentro de barcazas fondeadas allí. Si bien a todos les place habitar ese entorno, nadie se engaña del carácter transitorio –y hasta precario en algunos casos- de las viviendas, que no pueden considerarse tales como las de tierra firme, ni tampoco un medio de navegación, puesto que la mayoría tiene demasiados años y no soportaría una travesía prolongada sin serios riesgos de naufragio.

III.

            La historia se centra en Nenna James y sus dos espabiladas hijas, Martha y Tilda -de once y seis años, respectivamente-, quienes han dejado de asistir a la escuela. De origen canadiense y con algo más de treinta de edad, Nenna carece de ocupación y hace malabares para sostener al grupo familiar, alejada de un marido tan incapaz de hallar un empleo modesto como negado a vivir en esa condición flotante. Aunque no la única, es ella quien se halla a la deriva, como sugiere el título, dividida entre mar y tierra, ni casada ni separada, entre Canadá e Inglaterra. 
La versión digital, gentileza de Epublibre

IV.

            Con un narrador omnisciente y una protagonista que no termina de encontrar su rumbo y asume su responsabilidad de madre como puede, Fitzgerald construye una ficción que echa por tierra la romántica visión de la vida fluvial y nos ofrece, a cambio, a un puñado de personajes cuyas historias personales los ha conducido a esa situación, no sin cierto aire de fracaso. No obstante, se las ingenia muy bien para aportar notas de color y dotar de un humor delicado pero chispeante a toda la novela –en ello, las niñas son imperdibles-, de manera que el conjunto logra equilibrio y fluidez.

V.

            Puede que el final parezca algo deslucido y trivial; pero visto con los ojos de aquel tiempo en que la vida social reverdecía, tal vez Fitzgerald haya aportado una dosis de sensatez a la mirada idílica vigente. Una breve novela, más que recomendable; para leer de un sentón y disfrutar. Agradezco a Norah su gentil sugerencia; sus notas podéis leerlas aquí. Hay una edición más reciente, con nueva traducción, a cargo de Impedimenta.

miércoles, 5 de agosto de 2020

Puertas adentro. Nada, Carmen Laforet


RBA, 1995

I.

          Hace un cuarto de siglo, al adquirir el ejemplar, llamó mi atención su curioso título. Eran tiempos de mucha lectura sobre historia política contemporánea local, acompañadas de compromisos laborales y familiares, por lo que todo lo referido al ámbito literario quedaba postergado para un futuro. El traslado de la colección, que incluye el presente libro, desde la casa de mi madre –donde dormía junto a los demás- a la mía, brindó la ocasión.

II.

          Andrea es una joven de dieciocho años que llega a Barcelona proveniente de la campiña, pocos años después de concluida la Guerra Civil, con intención de realizar estudios universitarios. Para ello, se alojará en casa de su anciana abuela -de quien que posee borrosos recuerdos de infancia-, junto a su tía Angustias, sus tíos Román y Juan, Gloria, la mujer de éste, y la criada Antonia. La ilusión que albergaba a su llegada a la ciudad se hace añicos ni bien ingresa al hogar: a la estrechez económica se le añade la sordidez del entorno y la ominosa presencia de muebles vetustos que, apiñados por doquier, redundan en un estado próximo a la miseria.

III.

            Para colmo, el clima de odio y violencia que se ejerce entre sus tíos varones –cuyos motivos se insinúan pero nunca se aclaran del todo- y entre Juan y su cónyuge; la atmósfera de hambre que circunda la vida familiar, unidos a la férrea disciplina puritana que la tía Angustias impone sobre la protagonista, generan una carga opresiva tan sofocante que la vida universitaria y la amistad con Ena, una joven compañera, resultan una suerte de liberación.

IV.

          Laforet describe con maestría y lujo de detalles el estado de pobreza extrema en que se halla el pueblo catalán en los primeros años del franquismo, sin eludir que algunas familias poseen recursos suficientes para llevar una vida más desahogada. También da cuenta del rol asignado por el régimen a las mujeres, quienes quedan recluidas al ámbito doméstico, sin otros destinos que la procreación y maternidad. Toda discusión debe ser reprimida y encerrada puertas adentro, so pena de convertirse en una hablilla de imprevisibles consecuencias.

V.

            Narrado en primera persona por una Andrea adulta -quien rememora ese año pasado en casa de su abuela-, evalúa sus opiniones de entonces, algunas de las cuales la vida posterior necesariamente han cambiado. En estilo ameno y coloquial, la novela fluye con cierto sabor agridulce; la acritud nacida en la revelación de una dolorosa historia familiar se ve compensada con cierto dulzor que envuelve toda asunción de la propia identidad y el desembarco en la vida social. Una gran novela, sin dudas.