Al
revés que en otras ocasiones, primero fue el film y luego la banda sonora, para
terminar en el texto de origen. Hacía más de un cuarto de siglo que la novela
esperaba su momento; que me dignara encarar un libro de memorias de alguien que
supo abandonar su Dinamarca natal a principios del siglo XX, para pasar gran
parte de su vida en una colina africana. Ilusiones, vida cotidiana y una
sensación de fracaso final llenan sus páginas, aunque sin pesar, con la plena
aceptación de aquello que se ha vivido. Un cóctel demasiado atractivo como para
soslayar por más tiempo.
Libro
MEMORIAS
DE ÁFRICA
Isak
Dinesen (RBA, 1993)
Este libro resume la vida y obra de
la baronesa Karen Blixen en una granja ubicada en Kenya, cerca de Nairobi, en
las estribaciones de las colinas Ngong, donde ella y su esposo –al que hace
escasa referencia en todo el texto- tenían una granja productora de granos de
café. El emprendimiento era todo un desafío, puesto que el terreno se hallaba
por encima de las alturas para el cultivo óptimo, con los consiguientes
problemas que las inclemencias climáticas le acarrearían. A principios del siglo
XX, los animales salvajes rondaban libremente los asentamientos humanos, tanto
de los colonos como de los nativos.
El libro se estructura en cinco
partes. En la primera da cuenta del impacto de su llegada, y describe
detalladamente la vida de los nativos, de origen kikuyu; la presencia e importancia
de los somalíes mahometanos; la díscola tribu masai así como el contacto
estrecho con la fauna animal y la tendencia de los colonos a encarar safaris de
caza en ciertos cotos permitidos.
Luego, se vale de un accidente
trágico ocurrido en la granja para describir los vínculos y relaciones legales
entre nativos, el respeto a las decisiones de los jefes tribales y su sentido
de equidad. Más tarde, se ocupa de los visitantes asiduos de la granja, desde un
personaje de origen indio a otros de neto corte occidental, tal como sus amigos
Berkeley Cole y Denys Finch – Hatton, con quienes mantiene un lazo de estrecha
colaboración y complacencia recíproca.
Hacia el final, en una suerte de
agenda diaria, recolecta un grupo importante de vivencias, reflexiones acerca
de sus servidores, una interpretación sobre las relaciones entre razas, la
presencia de la guerra y demás historias locales que condimentaban lo cotidiano,
de manera que el lector puede hacerse una idea de cómo transitaba la vida de la
comunidad en medio de una realidad cambiante. Por último, enfrenta no sin
desazón los motivos que hicieron imposible seguir con la explotación y su
decisión de regresar a Dinamarca, tras la desaparición trágica de quien fuera
su apoyo y supuesto amante –algo que la propia Dinesen no deja en claro-.
En suma, un libro de memorias, que
incluye sabrosos comentarios, descripciones fidedignas y detalles de la vida en
una África ya extinguida, salvaje y silvestre, que no ocultan un dejo de
nostalgia sobre el esfuerzo por intentar salir siempre adelante, a pesar de
todas las adversidades. Un libro que despierta la empatía del lector.
Film
ÁFRICA MÍA
Sidney
Pollack (Universal, 1985)
Antes que nada, debiera advertir al
ávido lecto - espectador de un equívoco inicial. El film de Pollack, promovido
como una realización basada en la novela homónima, es una falacia que no guarda
relación con el texto original, salvo escasas escenas. Si nos apegamos a la
verdad –la letra chica-, toma en cuenta
los escritos de Dinesen ‘Sombras sobre la hierba’ y ‘Cartas desde África’,
además de la de marras –en menor medida-. Pero la verdadera base del guión
adaptado, parece ser ‘Isak Dinesen. Vida de una escritora’, una suerte de
biografía novelada, de Judith Thurman, junto a elementos de la biografía que
Errol Trzibinski escribió sobre Denys Finch – Hatton, titulada ‘El silencio
hablará’.
La trama se centra en la figura de
Karen, la baronesa Blixen, una mujer perteneciente a una familia danesa con
recursos, que adquiere el título casándose con un aristócrata mujeriego y
hedonista quien, gracias a su continuo despilfarro, se ha quedado sin un
centavo. Ambos, en 1913, deciden radicarse en las cercanías de las colinas
Ngong, en Kenya. Con un terreno de mil acres producirán café en una zona alta,
poco apta para ello.
Yendo al grano –nada más apropiado-, el film es una historia de amor
romántico con un desenlace tan trágico como previsible. Las vicisitudes propias
del manejo de la granja –con su cuota de interacción con los nativos y los
sucesivos endeudamientos-; la llegada de la Primera Guerra a esas regiones –con
las consiguientes discusiones sociales-; la infidelidad del barón y el
incipiente nacimiento de una pasión entre Karen y Denys Finch – Hatton -un
aventurero inglés-, todos contribuyen a poner el condimento necesario con el
fin de acompañar las impactantes imágenes de los inconmensurables paisajes de
la sabana africana, su fauna salvaje y sus crepúsculos iridiscentes, que
subyugan y enamoran al espectador.
Los roles principales, a cargo de
Meryl Streep y Robert Redford, con buena asistencia de Karl Maria Brandauer,
están cubiertos con solvencia mas sin brillo. Destacan sobremanera el vestuario
de época, la fotografía y la banda sonora, memorable trabajo a cargo de John Barry.
No deja de ser llamativo que, además de ganar el Oscar a mejor película y mejor
director, el resto de las siete estatuillas se repartan en áreas técnicas, sin
alusión a las actuaciones. En suma, una propuesta interesante para acercarse a
la riqueza panorámica que brindan los valles africanos.
Una anécdota final. Cenaba en una
ciudad del interior del país un tórrido verano de 2001 cuando la música
funcional con la que contaba el local empezó a emitir el tema central de la
película, que no reconocía aunque me complacía grandemente. Le pregunté al
camarero si podía identificar la melodía y él, solícito, fue tras la
información. Apenas volví a mi domicilio, salí en su búsqueda. Mantengo aún hoy
gratos momentos al escuchar ese soundtrack.