I.
Acerca de éste, una voz en las
tinieblas captó la efímera atención del grupúsculo de lectores que nos dábamos
cita en un taller de lectura a inicios de 2020, sin sospechar el apagón global que nos sobrevendría en
cuestión de días. Quedó flotando en las inmediaciones de aquel verano como un zepelín
sin rumbo. Mas con el paso del tiempo, aparecerían voces discordantes en su
entorno, razón por la que me hice de un ejemplar y, después de madurar
largamente la conveniencia, lo incluí entre mis lecturas anuales.
II.
Un matrimonio al que cada parte aporta
un crío, se retiran de la gran ciudad para recabar información en dos proyectos
distintos. Uno, focalizado en el acontecer de los últimos sobrevivientes de esa
raza originaria de América llamada apache.
La otra, más inmersa en una problemática del presente: el destino de los niños migrantes
de Centroamérica hacia los E.E.U.U. Ambos padres con sendas carreras en documentalística, deciden correr el
albur de grabar sonoramente el entorno que rodea cada realidad, teniendo que
atravesar el país y alcanzar el extremo sur de él.
III.
Una historia paralela se desarrolla
al poco. Es la de los niños perdidos,
un eufemismo que alude a aquellos que son enviados desde diversos pueblos centroamericanos
para intentar ingresar superando la metálica frontera –el famoso Muro de Trump-
e irrumpir ilegalmente en la gran república del norte, sin papeles –y, peor- ni
futuro. Un drama hecho a base de miserias, esperanzas, aislación y muerte –común
destino de su mayoría-.
IV.
Resulta paradójico que, a medida que
se habilitan los registros sonoros, la pareja vaya cayendo en el silencio, preámbulo
de una separación definitiva. Estructurada en cuatro partes, la primera ocupa
casi la mitad del texto y es, con mucho, la que mantiene vitalidad y coherencia
narrativa. La segunda, al cambiar el narrador, pierde efectividad y se vuelve
menos creíble –máxime, cuando la justificación de la autora no termina
convenciendo al lector-. Las dos restantes, que intentan rescatar el conjunto a
través de escenas sensibles tanto como empáticas, no convencen del todo y
malogran gran parte de su previsible final.
V.
De estilo fluido y coloquial, con
sendas alusiones a escritos de otros autores –incluidos en el texto, pero cuyo
origen sólo se conoce una vez consultada la apostilla final-, Luiselli
construye un relato donde la denuncia social y la historia de los pueblos
originarios parecen ser parte de una misma metáfora de la incomunicación, la
que se hace presente en la pareja protagonista y en los niños que se vuelven su
eco. Lectura que requiere atención y tiempo.