domingo, 31 de octubre de 2021

Metáforas de la incomunicación. Desierto sonoro, Valeria Luiselli

Sigilo, 2019

I.

            Acerca de éste, una voz en las tinieblas captó la efímera atención del grupúsculo de lectores que nos dábamos cita en un taller de lectura a inicios de 2020, sin sospechar el apagón global que nos sobrevendría en cuestión de días. Quedó flotando en las inmediaciones de aquel verano como un zepelín sin rumbo. Mas con el paso del tiempo, aparecerían voces discordantes en su entorno, razón por la que me hice de un ejemplar y, después de madurar largamente la conveniencia, lo incluí entre mis lecturas anuales.

II.

            Un matrimonio al que cada parte aporta un crío, se retiran de la gran ciudad para recabar información en dos proyectos distintos. Uno, focalizado en el acontecer de los últimos sobrevivientes de esa raza originaria de América llamada apache. La otra, más inmersa en una problemática del presente: el destino de los niños migrantes de Centroamérica hacia los E.E.U.U. Ambos padres con sendas carreras en documentalística, deciden correr el albur de grabar sonoramente el entorno que rodea cada realidad, teniendo que atravesar el país y alcanzar el extremo sur de él.

III.

            Una historia paralela se desarrolla al poco. Es la de los niños perdidos, un eufemismo que alude a aquellos que son enviados desde diversos pueblos centroamericanos para intentar ingresar superando la metálica frontera –el famoso Muro de Trump- e irrumpir ilegalmente en la gran república del norte, sin papeles –y, peor- ni futuro. Un drama hecho a base de miserias, esperanzas, aislación y muerte –común destino de su mayoría-.

IV.

            Resulta paradójico que, a medida que se habilitan los registros sonoros, la pareja vaya cayendo en el silencio, preámbulo de una separación definitiva. Estructurada en cuatro partes, la primera ocupa casi la mitad del texto y es, con mucho, la que mantiene vitalidad y coherencia narrativa. La segunda, al cambiar el narrador, pierde efectividad y se vuelve menos creíble –máxime, cuando la justificación de la autora no termina convenciendo al lector-. Las dos restantes, que intentan rescatar el conjunto a través de escenas sensibles tanto como empáticas, no convencen del todo y malogran gran parte de su previsible final.

V.

            De estilo fluido y coloquial, con sendas alusiones a escritos de otros autores –incluidos en el texto, pero cuyo origen sólo se conoce una vez consultada la apostilla final-, Luiselli construye un relato donde la denuncia social y la historia de los pueblos originarios parecen ser parte de una misma metáfora de la incomunicación, la que se hace presente en la pareja protagonista y en los niños que se vuelven su eco. Lectura que requiere atención y tiempo.

 

domingo, 24 de octubre de 2021

El arte de desaparecer. Doctor Pasavento, Enrique Vila-Matas

 

Anagrama, 2008

I.

            Exagero sin ninguna duda. Que un título de un autor reconocido espere algún tiempo para ser leído, hasta me resulta natural; la pirotecnia inicial deja paso a las letras para que hablen por sí mismas, sin interlocutores ni interpretadores. Mas habiéndolo adquirido desde su aparición en esta edición, este retraso es casi un acto de herejía. Las causas del mismo, sospecho, habrá que hurgarlas en que esta novela no es una, sino varias.

II.

            Andrés Pasavento es un escritor y doctor que goza de cierto renombre. En medio de un viaje surge una pregunta: ¿de dónde viene esta pasión por desaparecer? Ahí mismo, sin mediar aviso, decide abandonarlo todo y apartarse, siguiendo la propuesta de su numen inspirador, Robert Walser, que pasó más de veinte años en un manicomio en Suiza antes de morir, sin volver a escribir ni publicar, salvo ejercicios caligráficos microscópicos realizados con lápiz.

III.

            El problema de la renuncia es la constatación plena y dolorosa de que nadie parece estar interesado en saber qué ha sido de él. Por eso se hace pasar por psiquiatra y, a la vez que explora lo que le ocurre socialmente, analiza su propia necesidad de ser otro. Guarda interesantes reflexiones, como la siguiente,

‘La literatura consiste en dar a la trama de la vida una lógica que no tiene. A mí me parece que la vida no tiene trama, se la ponemos nosotros, que inventamos la literatura.’

IV.

            El derrotero de Pasavento se acompaña de un montón de citas a otros textos, que ramifican y derivan su acontecer. En sus páginas desfilan no solo Walser sino Gracq, Sebald, Blanchot, Jaeggy, Sterne, Tabucchi, entre otros, despertando la curiosidad de todo ávido lector, quien encuentra en estas letras un torrentoso caudal de futuras lecturas, a propósito de aquello que está leyendo.

V.

            Fluido y coloquial, con muchos guiños y veladas alusiones, Vila-Matas compone un texto sobre el arte de desaparecer y sus posibles consecuencias, por más que algunas de ellas arriben al plano de la fantasía y la elucubración. Pero, qué sería de la literatura si así no fuera. Una novela con mucho condimento literario, de ese que nos gusta a todos los lectores.

domingo, 17 de octubre de 2021

e-book 90. De huérfanos y soledades. Kitchen, Banana Yoshimoto

 

Tusquets, 1994

I.

            Surgió como propuesta de un taller de lectura y, si bien me inscribí en el grupo compartido, al final no concreté mi participación. Llevaba la ventaja de ser un libro breve, de autora asiática y publicado durante su primera juventud. Lo incluí entre mi selección como una alternativa novedosa a la literatura consagrada de ese mismo origen. Por otra parte, aparecía en varios catálogos como buena recomendación.

II.

            Este libro sucinto y algo melancólico está constituido por tres relatos. Los dos primeros mantienen personajes y un hilo común, mientras que el último es un relato con el que se dio a conocer la autora y, al parecer, fuera premiado en un concurso. Todos ellos están atravesados por una atmósfera típicamente japonesa: la tragedia que engalana cada una de las historias, personajes que se debaten entre la solidaridad, la nostalgia y las ganas de vivir, y la presencia de entes misteriosos, que abrevan en la rica tradición oral nipona, de mitos y leyendas.

III.

             Mikage Sakurai es una jovenzuela que vive con su abuela hasta que ésta muere. A partir de allí decide refugiarse en la cocina, su lugar favorito. Pero los recursos se van agotando y debe abandonar la morada que alquila. Al rescate viene el joven Yuichi, un conocido de su abuela que le propone trasladarse para vivir junto a él y a su madre, Eriko. Solo que su madre no es su madre, sino su padre transexual, que regentea un bar nocturno. Ahí descubrirá la naturaleza del vínculo que la une a Yuichi, sobre todo a partir de la violenta muerte de Eriko.

La versión digital, gentileza de EpubLibre

IV.

            En el relato ‘Moonlight shadow’ –inspirado en la letra de la canción homónima de Mike Oldfield, según la propia autora reconoce-, Yoshimoto desgrana la historia de Satsuki, otra joven (parecida a Mikage) quien en un accidente de tránsito ha perdido tanto a su novio, Hitoshi, como a la novia de su hermano menor, Shu. Satsuki y Shu vuelven a encontrarse tiempo después y evocan sendas figuras a través de una mujer capaz de relacionarse con los muertos.

V.

            De estilo ameno y fluido, el conjunto resulta fresco y juvenil, una bocanada de aire nuevo en medio de historias tanto o más trágicas. Adolece de cierta falta de desarrollo en sus personajes y no alcanza profundidad en temas relacionados con la pérdida y el dolor, pero se le disculpa por ser una primera obra bien lograda y cuyas repercusiones le han valido traducciones a lo ancho del mundo. Un libro ágil y llevadero, por más que siga hablando de huérfanos y soledades, tan habituales en la literatura japonesa.

domingo, 10 de octubre de 2021

Familia inconclusa. Lejos de Ghana, Taiye Selasi

Salamandra, 2014
 

I.

            Al aparecer, el título causó tal furor en el mundillo lector que parecía un tsunami que arrollaba todo a su paso. Yo mismo fui sacudido por tan auspiciosos comentarios que, proferidos en masa, llegaban allende el Atlántico, que inmediatamente fui en su busca. Mas, fiel a mi decisión de esperar que cedieran los primeros fragores, tardó casi siete años en tener su oportunidad. Ahora, el frío editorial que lo circunda resulta propicio para brindar una visión más objetiva.

II.

            La familia Sai está constituida por Kweko, un eminente cirujano ghanés formado en E.E.U.U., y su esposa Fola, una belleza nigeriana. Tienen cuatro hijos, dos de ellos gemelos, y viven acomodados en Boston, Massachusetts. Un pleito por mala praxis lo exonera del cargo que ocupa; en vez de notificar a su familia la mala nueva, decide abandonarlos y volver a comenzar en Ghana. Esta síntesis del núcleo narrativo se dispara a partir de la muerte de Kweko, a los cincuenta y siete años, de un ataque al corazón.

III.

            Selasi estructura la novela en tres partes. La primera, que comienza con la muerte de aquél, narra la historia familiar y presenta a los personajes, a la vez que construye sus perfiles psicológicos. En la segunda, desarrolla cómo cada miembro intentará reunirse con los demás con el fin de asistir al entierro del padre y esposo, a partir de la diáspora en donde cada cual se halla, dieciséis años después de aquella huida inicial. Por último, y en tierra africana, encara la reunión con motivos fúnebres y cómo se desatan las pasiones y se liberan viejos rencores acumulados, en pos de una catarsis que tiene mucho de redención.

IV.

            La originalidad de este libro estriba en que, a diferencia del típico planteo de otros autores afroamericanos, que exhiben las dificultades que acarrean el desarraigo de las antiguas tradiciones junto a las que supone la adaptación a una cultura totalmente nueva, Selasi brinda su punto de vista focalizado en los afropolitas, un término que ha acuñado para referirse a toda una generación de descendientes –radicados en centros urbanos- de aquellos africanos que tuvieron que migrar debido a las guerras. En esa mirada delinea la familia inconclusa: la artificialidad de una vida que se ha propuesto ocultar la incomunicación generacional y la carencia del sentido de hogar común, bajo la fachada del éxito profesional y la belleza exótica de sus miembros.

V.

            Por lo demás, una novela amena, coloquial, con riqueza de diálogos y sentires, que fluye hacia un final algo previsible -aunque no menos emotivo- guardando un mensaje: los que migramos aprendimos a querer; que sean los descendientes los que aprendan a quedarse. Propuesta de lectura más que interesante.

domingo, 3 de octubre de 2021

Civilización y cultura. La mano izquierda de la oscuridad, Ursula K. Le Guin

Minotauro, 2018
 

I.

             Coincidió mi lista anual de lectura con la propuesta de un taller literario a distancia, que se frustró porque la mayoría de inscriptos se fue bajando a medida que pasaban los días –y las páginas-. Es uno de los clásicos libros de ciencia – ficción, razón suficiente por la que decidí incluirlo al no participar in extenso del género. Venía precedido como lo más granado de la autora y acepté el reto de encarar su lectura.

II.

             Genly Ai es el Enviado -de un conglomerado de planetas con seres humanos, que recibe el nombre de Ecumen- al planeta Gueden, también conocido como Invierno debido a las bajísimas temperaturas que se registran en gran parte de su año y geografía. Tiene por propósito lograr que los habitantes locales se sumen a Ecumen para realizar intercambios mercantiles y tecnológicos, sin menoscabo de su independencia y estructura sociopolítica. Viaja solo y desarmado, porque la comunidad a la que pertenece no quiere ser considerada una invasora. Dos son los países que deberá visitar: Karhide –donde desciende su nave espacial-, gobernado por el rey Argaven, y Orgoreyn, a cargo de un grupo de comensales, una suerte de aristocracia opulenta.

III.                

            El primer obstáculo que el protagonista encuentra en su misión es despertar la sospecha de ser espía de otros mundos o –peor- del país vecino, con quien aún se mantienen disputas territoriales. Pero lo más difícil para él, un ser masculino, es hallarse en medio de una población hermafrodita, cuyo período mensual de acentuación sexual con fines reproductivos –el kémmer- puede hacer que sus ocasionales compañeros de ruta tiendan a volverse más femeninos. En su periplo no está solo: el Consejero del Rey de Karhide, Estraven, lo acompañará en gran parte de la aventura; primero, como funcionario real, luego como proscripto y traidor.

IV.

            La novela plantea varias miradas simultáneas. Genly Ai encarna al visitante en un entorno desconocido. En ese aspecto, es su visión la que describe la vida de la gente en Gueden: la visión propia de un ser sexuado en medio de una sociedad que gran parte del tiempo no lo es y en la cual los padres de hoy pueden convertirse en madres del mañana. Por otra parte, es el observador de las relaciones entre los habitantes y los países vecinos, sus comportamientos –entre los que destaca el shifgredor, una combinación entre orgullo personal y prestigio social- y sus mezquindades y fortalezas. Finalmente, resulta el destinatario del dolor: aquel que, al encontrarse solo e indefenso es inculpado como la causa de todos los males; transformándose en un chivo expiatorio propicio para traiciones y bajezas. En cambio, Estraven es el prototipo de humano local, dueño de una probidad absoluta, a quien afectan los mismos avatares sexuales que al resto de sus congéneres pero, convencido de la importancia de la Misión del Enviado, está atento a las asechanzas y peligros a los que éste, por inocencia o desconocimiento del medio, se encuentra sometido. No siempre podrá prever los acontecimientos, pero pondrá al servicio de la misión su integridad personal, y su vida.

V.

            De estilo coloquial y ameno, con descripciones acertadas y una construcción psicológica sin igual de los personajes, Le Guin elabora un texto que interpela acerca de cuánto influye la sexualidad –inherente a nos desde el nacimiento- en nuestra percepción del mundo que nos rodea; si existe realmente la posibilidad de apropiarnos de una sexualidad diferente y vivir acorde a ello en todo momento; si somos capaces de supeditar nuestros propios apetitos a objetivos que implican un bienestar comunitario -por más que dañen nuestros intereses inmediatos- y cuán preparados estamos para insertarnos en un mundo que no comprendemos.

Coda.

            Andando la lectura, empecé a darme cuenta por qué otros lectores abandonaban. A cada paso, aparecen reflexiones en las que, si se repara en ellas, entrecortan la fluidez de la historia. Pero algunas no son menores. Así, ¿cómo se puede vivir en un mundo en el que los profetas, encargados de dar respuestas, aprenden a no preguntar, convencidos de que no sirve de nada tener una respuesta cuando la pregunta está equivocada? Maravillas como la presente adornan las páginas. Un libro para leer varias veces, con enseñanzas y cuestionamientos ontológicos de primera magnitud, donde la ciencia – ficción es sólo el vehículo que Le Guin ha hallado para legarnos una serie de preguntas sobre nuestra civilización y cultura. Seguramente estará en el podio de los mejores libros abordados en este año.