martes, 28 de enero de 2020

e-book 53. Infancia judía en Buenos Aires. Músicos y relojeros, Alicia Steimberg


Alfaguara, 2008

I.

            Éste es el título con el que debutó en las letras la autora, aparecido en 1971. Al tener noticias sobre su contenido, decidí hacerme de una versión digital. Lo más sorprendente –y aquello que, en definitiva, me inclinó hacia su lectura- fue que un ejemplar en papel dormía una prolongada siesta sobre el escritorio de la Dirección del lugar donde presto servicios. Imagino que su titular, perteneciente a la grey judía, lo tendría allí por alguna razón que ignoro.

II.

            El libro narra en primera persona la infancia de la autora y de su entorno familiar, entre los cinco y dieciséis años de edad, hacia fines de los años ’30 de siglo pasado. Da cuenta de aquél Buenos Aires pujante que crecía lentamente bajo la égida de un gobierno conservador, donde la colectividad judía –numerosa como hasta hoy- sufría del mismo estigma que aquellos que abandonaban Europa debido al hambre, la guerra y la persecución antisemita. El ascenso de Perón cambió el paradigma social y la mirada de los porteños de clase media,

‘Perón ganó las elecciones. No puede ser. Este no dura ni un mes. Diez años. Duró diez años. […] Y la ciudad se llenó de negros. Eso es lo que hizo Perón: llenar la ciudad de negros. Las chirusas se vienen con unas pretensiones que más que sirvientas parecen princesas. No hables delante de la sierva que te puede denunciar.’

III.

            Los avatares y diálogos de su madre viuda junto a dos tías menores y feas –que quién sabe cómo llegaron a casarse- hacen las delicias de la narración. Para colmo, se les une una abuela rusa con una dieta estrafalaria, la ausencia de una figura paterna -de quien solo heredó libros tras su deceso- y los comentarios propios de una idishe mame. De a ratos, el cóctel se vuelve explosivo.
La versión digital, gentileza de Epublibre
IV.

            Decir que la breve novela es una bocanada de frescura, apropiada para unas vacaciones de verano, sería mezquino. No por nada ha sido dos veces finalista en certámenes literarios. La conjunción de anécdotas familiares, personajes entrañables y escenas desopilantes –v.g., la de una niña judía que intenta tomar el catecismo-, arrancan sonrisas cuando no la sonora carcajada a partir de una fina observación y de reflexiones efectuadas con humor picante e irreverente,

‘Yo creo en el Demonio, en el Infierno con el fuego y los tormentos eternos y todo lo demás. Si uno muere con un solo pecado mortal, va al infierno. Si muere sinceramente arrepentido de todos sus pecados, no importa cuántos ni cuán terribles hayan sido, aunque uno se haya hecho la paja veinte veces por día durante toda su vida, igual va al Paraíso. El Paraíso está lleno de pajeros arrepentidos, felices, cada cual con su lira, su túnica blanca y sus sandalias doradas. Todos giran alrededor de Dios Padre, que les sonríe y los quiere como si jamás se hubieran hecho la paja.’

            Ameno y coloquial, me recordó a mis tíos y abuelos, que solían narrar las mismas cosas.

jueves, 23 de enero de 2020

Después de la prueba. El hermano mayor, Daniel Mella


Eterna Cadencia, 2017

I.

            El título se propuso en un taller, para debatir durante el mes en curso. Al reunirnos, éramos muchos más que la vez anterior. Quizás el tema fuera convocante, aunque de ninguna manera una de esas lecturas de verano. No tenía noticia ni de obra ni de autor, razón por la que presté mi participación y escuché los comentarios.

II.

            Mella construye una novela que puede ser definida como ficción del yo –tan de moda en estos días- en base a un suceso extraordinario: Alejandro, su hermano seis años menor, muere durante una violenta tormenta desatada una noche en la costa uruguaya, en febrero de 2014, debido a la descarga de un rayo en la casilla de la playa donde oficiaba de guardavidas. Ante el hecho inexplicable, sus padres y hermanos restantes intentan sobrellevar la circunstancia sin caer en el regodeo del dolor por la pérdida, reconstruyendo parte de la historia personal y familiar del difunto.

III.

            Pero el autor no se cierra sobre el suceso sino que lo aprovecha para contar sus propios avatares desde que decidió dedicarse a las letras, sus idas y vueltas con su ex – mujer y madre de sus dos hijos, las coincidencias y diferencias de puntos de vista con sus padres y hermanos, los sentimientos de culpa, miedos y deseos que anidan en todos ellos y las reflexiones que disparan la ausencia de un ser querido.

IV.

            Narrada en primera persona, entremezcla hechos que sucedieron en un pasado con otros que habrían de ocurrir posteriormente, convirtiendo el pasado en presente y el futuro en pasado. Además, no hay un cuestionamiento serio sobre la negligencia del protagonista –dormir en la casilla en plena tormenta- que lo llevó a tan triste fin, como tampoco una hagiografía del héroe. Mella se libra con holgura de caer en tópicos lacrimógenos a la vez que da lugar al desarrollo de un puñado de sentimientos encontrados.

V.

            De estilo directo y frontal, sin golpes bajos ni la búsqueda de efectos en el lector, la novela discurre en una calma expectante, no exenta de escenas violentas, con diálogos ricos entre esos protagonistas que han debido atravesar una prueba dolorosa. La única nota discordante es la narración autorreferente del éxito alcanzado con sus novelas anteriores, que bien podría haberse soslayado. Por lo demás, una novela sentida y sustanciosa.

sábado, 18 de enero de 2020

Reino de lo inusitado. Las cosas que perdimos en el fuego, Mariana Enríquez


Anagrama, 2016

I.

            Esta lectura me fue sugerida por un par de amigos lectores, si bien circulaban comentarios elogiosos en toda la Red acerca del título de marras, por lo que me había hecho del ejemplar con antelación. Unas repentinas mini vacaciones hicieron que lo cargara junto con otros títulos y, de paso, equilibrara el conjunto de novelas con esta serie de relatos.

II.

            ¿Qué males podrían acarrear el ofrecerle un helado a un chico de la calle, o jugar con una compañera de escuela a la que le falta un brazo, o viajar junto a tu prima y tu marido a buscar tejidos a un país limítrofe? En principio, todas estas acciones son efectuadas por cualquiera en cualquier lugar del globo. Incluso, muchas de ellas están bien vistas; pertenecen a lo que se postula como socialmente correcto. Pero a veces, disparan otras consecuencias, inusitadas para el ingenuo protagonista, que se ve conducido hacia un final trágico u horroroso. De eso se encarga Enríquez en este libro.

III.

            No es casual que las protagonistas, casi por completo, sean mujeres. Bien porque tienen un marido insoportable, o sean destinatarias de violencia de género, o tiendan a padecer enfermedades sociales -anorexia, autolesión- o se encuentren solas, cada cual ofrece un colectivo imaginario bien definido, al que se suman fantasías, miedos y obsesiones –propios y ajenos-.

IV.

            La mayoría de los relatos están ambientados en suburbios o en parajes remotos -algunos sórdidos-. En ellos se dan cita la miseria, la vida clandestina, la inconsciencia juvenil, el aburrimiento pueblerino, vehículos todos de una sociedad que orilla la pobreza y la marginalidad. Además, no existe el terror como se entiende al uso, sino que la autora alterna entre lo angustioso y lo inquietante, aún con la presencia de elementos fantásticos.

V.

            Destaco la composición psicológica de los personajes, los escenarios propuestos, la atmósfera y el estilo elegidos por la autora, que le otorgan fuerza narrativa a la vez que permiten que la tensión crezca hasta un final, generalmente abierto, que sostiene esa angustia que se apodera del lector a medida que atraviesa las páginas. Ameno y directo, sin florituras, Enríquez demuestra un talento poco común de crear historias y llevarlas a buen puerto. Un libro más que aconsejable para iniciarse en su universo literario.

lunes, 13 de enero de 2020

e-book 52. La revancha de los animales. Sobre los huesos de los muertos, Olga Tokarczuk


Océano, 2015

I.

            Tres fueron las razones que convergieron en esta lectura. Primero, la curiosidad por descubrir las letras de quien fuera galardonada con el pasado Premio Nobel de Literatura, una -para mi, como para muchos- ignota escritora polaca, de quien tenía una versión digital de este título. Luego, la sorpresa de hallar varios ejemplares en una mesa de saldos -en la ciudad balnearia donde descansé unos días-, a un cuarto del valor comercial propuesto en las librerías metropolitanas. Finalmente, el haber agotado las lecturas previstas, disponiendo aún de un par de días.

II.

            Janina Duszejko es una ingeniera de caminos retirada que enseña inglés en una escuela rural y colabora en la traducción al polaco de las obras de William Blake. Es apasionada por la astrología y vive en medio de un bosque lindero con la República Checa, cerca de Kłodzko. Una madrugada es visitada por uno de sus vecinos para avisarle que el cazador furtivo local –por quien sentía desprecio- ha aparecido muerto en su cabaña. A partir de allí se suceden una serie de muertes de personajes importantes del pueblo, siempre rodeados de huellas de animales.
La versión digital, gentiliza de Epublibre

III.

            Esta novela de tinte policial es, a la vez, una denuncia contra el arte de la caza, que no es más que una justificación trivial para el ejercicio de la violencia perpetrada contra los indefensos, cuyo resultado es la matanza indiscriminada de animales. A medida que las muertes se suceden, crecen la intriga y la tensión. Narrada en primera persona por su solitaria protagonista, el lector empatiza rápidamente con su mirada humana y ecológica, sus accesos de ira –que, según ella, clarifica las ideas y los cursos de acción-, su interpretación astrológica de todos los sucesos y hasta de sus estrafalarios pedidos de explicación a las autoridades.

IV.

            Con una prosa directa, de estilo ameno y coloquial, Tokarczuk elabora una trama que sirve de vehículo a la defensa de la vida animal, la condena de la caza como deporte y un llamado al regreso a la vida en contacto con la naturaleza, donde cada ser vivo pueda desarrollarse en plenitud, en armonía con los demás y con el medio ambiente; toda una postura sociopolítica. Buen libro para iniciarse en las obras de la autora.

miércoles, 8 de enero de 2020

Camino inconcluso. Los perplejos, Cynthia Rimsky


Leteo, 2018

I.

            No hace mucho leí una sucinta reseña aparecida en un suplemento dominical. No conocía ni título ni autora. Poco después tuve la ocasión de preguntar a la reseñadora su opinión personal y su proverbial generosidad me facilitó el ejemplar. Fue una de las lecturas que me acompañó en unas mini-vacaciones disfrutadas durante las fiestas de fin de año.

II.

            Rimsky navega entre dos historias que, a la vez, son sendos viajes. El suyo personal, tras alcanzar una beca que le permitirá investigar y escribir una nueva novela, y la del personaje en la que intenta basar ésta: el médico y erudito judío Maimónides, autor de la Guía de perplejos, donde el término alude al descarrío o la confusión de aquellos quienes, no sabiendo interpretar adecuadamente las enseñanzas de las Sagradas Escrituras, viven fuera del camino hacia la sabiduría.

III.

            Para ello, intercala ambos periplos: el que Maimónides realiza en el siglo XII, obligado por el exilio impuesto por la dominación almorávide que, partiendo de su Córdoba natal, lo lleva a parajes como Fez, Tierra Santa, Alejandría, antes de afincarse definitivamente en Fosfat, la actual El Cairo, y el que le presenta la vida a la autora, quien participa de un congreso de Filosofía Medieval en Córdoba para iniciar su trabajo, y cuyo derrotero posterior la conducirá a Croacia, pasando por el Mediterráneo, Eslovenia, Belgrado y Montenegro previamente.
Rimsky en la playa de Necochea, Argentina, perpleja ante esos compañeros

IV.

            ¿Qué es nuestra vida, sino un camino inconcluso? ¿Cuántas veces nos hallamos con claridad suficiente como para saber cuál debieran ser nuestros pasos hacia determinada meta y, por retrasos involuntarios, digresiones y avatares de distinto origen, terminamos abandonándolo? Este es un poco el tema central del libro, que además abunda en reflexiones sobre ciencia, filosofía y religión –sin abrumar- y detalles de la vida de ambos protagonistas junto a los vínculos afectivos presentes en su entorno.

V.

            Con una prosa directa, escenas que fortalecen la trama y un juego de alternancia que mantiene la tensión narrativa, Rimsky da vida a una novela fragmentada en que la persecución antisemita se entrelaza con el sinsentido de la guerra entre vecinos; la búsqueda del conocimiento, con las enseñanzas que brindan la ciencia y la filosofía y las aspiraciones de gloria y renombre, con las necesidades básicas de los desposeídos. En síntesis, un buen libro.

viernes, 3 de enero de 2020

Versión Original 24. El peso del mundo, Peter Handke


Adriana Hidalgo, 2003

            Traigo desde el olvido una reseña, efectuada hace una década para otro espacio, sobre un título del recientemente galardonado Premio Nobel de Literatura. Si bien ya he leído el título que se cita en este texto, me pareció oportuno ofrecer una mirada personal sobre esta compilación de fragmentos, alejada del resto de la obra del autor austriaco.


            Fue durante el período de enfermedad de nuestro editor el pasado invierno que, ante la imposibilidad de acudir a sus actividades cotidianas, desde este mismo espacio se le sugirió que aprovechara a leer. Uno de nuestros visitantes le propuso justamente este título. Yo tomé debida nota, al tiempo salí a buscarlo y, dada la naturaleza del libro, decidí encarar su lectura ya sea por ser una rareza o, simplemente, para leer algo distinto a lo habitual.

            La obra es un diario -sin el formato clásico de un diario- que fue escrito en París entre 1975 y 1977, cuando el autor se encontraba escribiendo “La mujer zurda”. El propio Handke expresa que son materiales descartados que no pudo incorporar en las novelas, a los que les otorga el carácter de una crónica inmediata de percepciones a través de fragmentos que recogen un instante determinado, un comentario, un pensamiento, una idea para incluir en un trabajo posterior,

“Ella hablaba desesperada en dirección al fuego, y yo pensé que se arrojaría a él para sacarle a su desesperación ese dejo eternamente retórico”.

como también estados de ánimo, reflexiones e imágenes:

“El hombre a la mujer: “¿Es la sexualidad tan importante para ti?”. La mujer: “Las palabras solas no me dan suficiente sosiego”.”

            Todos estos fragmentos representan escenas, como si sólo fuera cuestión de disponerse a observar y anotar. Lo difícil del caso es saber qué observar y qué anotar. Es decir, aquello que es llamado a cobrar relieve. Hasta en las cosas más nimias, Handke vuelve comprensible su entorno y expresa la actualidad de su acontecer. Mientras se lee, el contenido tiene la frescura de la narración en tiempo presente; no como anécdotas a las que les cabe un dejo de nostalgia.

            A lo largo del texto se dan cita la internación y operación cardíaca del autor; sus paseos y charlas con su hija, el miedo a la muerte, diálogos oídos por casualidad y un sinnúmero de evocaciones de raíz biográfica.

            Es un libro que recuerda al “Libro del Desasosiego”, de Pessoa, sin el matiz depresivo, pero con una estructura similar, que permite leerlo de a ratos, o intercalado con otras lecturas, dada la ausencia de una trama continua. Quizás pueda servir de modelo o como elemento disparador para todo aquel que se inicie en la escritura.

            Dejo para el regocijo del lector este maravilloso párrafo. Ojalá que de toda pareja pudiera decirse lo que sigue:

“Solo la cercanía más cercana pudo calmarlos, pero calmarlos totalmente, esa cercanía era suficiente; no necesitaban una mirada, ni una palabra, ni un gesto, ni contacto, sólo el puro estar juntos. Entonces no eran dos personas, eran sólo una en un bienestar perfecto y sin conciencia, satisfecha consigo misma y con el mundo. Sí, si hubieran retenido a uno de los dos en el lugar más remoto de la casa, poco a poco el otro se habría movido espontáneamente, sin resolución, hacia aquél. La vida era para ellos un enigma cuya solución sólo podían encontrar juntos”.