viernes, 26 de febrero de 2016

Narraciones de lo gris. Cuentos, Nikólai Vassilievich Gógol


Corregidor, 2012

         Fueron varias las razones por las que me lo llevé. En el inicio, contenía un par de cuentos que han pasado a ser emblema del autor ruso, de quien aún hoy no tengo otra obra esperando en el tótem. Luego, era una edición más que accesible a los bolsillos lectores. Y finalmente, mantenía una deuda literaria -que espero haber comenzado a saldar- con Paula Pampín, ilustre hija del ya mítico Manuel, quien me facilitó el catálogo de esta casa editora que cuenta, entre otras obras, con un enorme material sobre tango y de nuestro poeta, Macedonio Fernández.

         El presente volumen se compone de lo más granado de los relatos de Gógol, que aúna geografías, etnias y estratos varios de la Rusia que él conoció, en el siglo XIX. Observador minucioso de la realidad social tanto como auditor interesado en leyendas y mitos que componen el acervo cultural de tradición oral del pueblo ruso, el autor utiliza el elemento fantástico como algo que sobreviene naturalmente. Así, en ‘La terrible venganza’, la felicidad de una pareja ucraniana se ve amenazada por la presencia del suegro, signado como el Anticristo, entre sueños premonitorios y acciones descabelladas.

        En ‘Viy’, se entrelaza lo irreal (el rey de los gnomos, en la imaginación popular) con la burla cómica, puesto que sus personajes están separados según su disciplina en teólogos, filósofos, gramáticos y retóricos, más inclinados a comer y a pasarla lo mejor posible que a hacer uso de una erudición con la que no cuentan. El ansia de poseer algo que tiene el vecino es el desencadenante de una encarnizada y extendida lucha entre ex - amigos íntimos en ‘Por qué riñeron Iván Ivánovich e Iván Nikíforovich’. En ‘Diario de un loco’, un oficinista que comienza por suponer un intercambio de cartas entre perros, termina encerrado creyéndose el rey de España.

        Finalmente, los reconocidos ‘La nariz’, en donde un barbero encuentra la nariz de uno de sus clientes metida dentro de un pan, mientras éste sale en su búsqueda, y ‘El capote’, una sátira sobre un empleado que debe acudir a un sastre para que le confeccione un nuevo abrigo, y lo que ello depara, cierran esta serie de relatos escogidos.

          Kiev, Mirgorod, Moscú y San Petersburgo prestan los escenarios adecuados para desarrollar la trama de cada relato que, en general, tiene como protagonistas a funcionarios subalternos, empleados de la burocracia administrativa cuyas vidas transcurren en medio de una grisura anodina, sin relieve. No obstante, sirven a Gógol para criticar con sorna a una clase parasitaria y envanecida, que se da aires por desempeñar una función que resulta rutinaria e intrascendente.

          De estilo coloquial, el libro se lee rápido, alternando las sonrisas con ciertas reflexiones acerca de la naturaleza humana, sus contradicciones, sus anhelos y sus bajezas. Una cita de referencia para iniciarse en la literatura rusa.

           Esta edición se acompaña de un prólogo explicativo, elaborado por Susana Cella, que sugiero abordar al concluir la lectura, para no quitar sorpresa a los relatos.


domingo, 21 de febrero de 2016

e-book 4. Senderos de la derrota. Los girasoles ciegos, Alberto Méndez


Anagrama, 2004


          La Guerra Civil española aún hoy despierta la controversia y azuza las pasiones. Comencé mi periplo literario sobre ese tema con la mirada de Almudena Grandes; luego, pasé al testimonio de Chirbes, y concluí que el conjunto me sabía a poco. Para mi fortuna, Utopía vino al rescate y me brindó la posibilidad de proseguir con otro enfoque a través de un par de títulos. Sólo pude hacerme de éste en versión electrónica.

            El libro está compuesto por cuatro relatos, que se vinculan de a pares entre sí y abarcan una colección de historias bajo la mirada de quien ha perdido la guerra. Ambientados desde 1939 a 1942, repasan el escenario de fines del enfrentamiento y los primeros tiempos de gobierno del falangismo. Un capitán del ejército insurrecto –a la postre, victorioso- decide entregarse al bando republicano sito en Madrid por no aceptar que el único objetivo de la guerra no es poner en orden España, sino exterminar al rival. Un poeta adolescente fugitivo, a quien se le muere su compañera cuando da a luz su hijo, queda aislado en una braña deshabitada en las colinas asturianas con la única compañía de un par de vacas, camino a una muerte segura debido al hambre y al frío. Un soldado republicano encarcelado estira su vida mientras ejerce la mentira sobre el coronel que lo debe juzgar y su esposa, narrando anécdotas del hijo de ambos, a quien conoció en su presidio, hasta que decide contar la historia verdadera. Finalmente, un republicano que se oculta en el interior de un armario de su casa en los primeros tiempos del franquismo, debe soportar el acoso político tanto como el asedio sexual de su esposa por parte de un diácono, maestro de su hijo.

            Todas las historias transmiten una atmósfera de fracaso, miedo y pérdida angustiosa, en medio de la hostilidad de los vencedores y la asfixia a que se ven sometidos los sobrevivientes vencidos, destinados a la exacción y a la miseria. Cada una de ellas encarna un posible sendero de la derrota, donde la muerte es la gran triunfadora; acecha constantemente a cada protagonista hasta su fatal desenlace, sea por mano propia, a través de un pelotón de fusilamiento o por inanición.
        De estilo directo y con multiplicidad de voces, Méndez construye un panorama represivo y desolador como pocos. Particularmente desgarrador es el segundo de los relatos, escrito en forma de diario por el propio protagonista, con mucha poética y cierta dosis de lirismo. Destaco el clima opresivo que el lector percibe desde la primera página y la sensación de que haber luchado por un vano ideal ha caído en el más absoluto despropósito.

            Con varias escenas que se transitan con un nudo en la garganta, la obra apela a la memoria de lo acontecido, a fin de que puedan superarse las antinomias y ambas partes asuman su propia historia reciente como un hecho trágico, para que no se repita. Un libro doloroso si los hay.

martes, 16 de febrero de 2016

Vivir de la mentira. El mercader de café, David Liss


Grijalbo, 2006

             Lo apunté hace tiempo y lo adquirí al poco. Había leído las líneas de Azalea Real que lo recomendaban como un thriller histórico y, como combinaba mi pasión por la lectura con mi devoción por esta bebida, me pareció oportuno despuntar ambos vicios al coincidir con el ingreso a mi despensa de un paquete de café estupendo –del carajo, en jerga porteña moderna-.

          La historia se ambienta en Ámsterdam en 1659. Allí Miguel Lienzo, un portugués judío emigrado de España debido a la persecución de la Inquisición, se desempeñaba como comerciante de la bolsa de valores local y gozaba de renombre hasta que lo perdió todo al derrumbarse el mercado del azúcar. Ahora vive de prestado en la casa de su hermano menor, que lo envidia y desprecia, junto a su cuñada encinta, en un sótano que se inunda al crecer el agua en el canal. Una tarde es convocado por Geertruid Damhuis, una joven y bella viuda, para proponerle un negocio que lo resarcirá de su mala fortuna: introducir el café en Europa.

           Pero ambos no la tienen todas consigo. La comunidad judía de origen portugués impide el contacto entre sus miembros y los holandeses nativos –y Geertruid lo es-. Para colmo, su hermano Daniel se asocia a los emprendimientos del miembro más influyente de esa comunidad, Parido, que es rival acérrimo de Miguel desde que éste fuese pescado in fraganti en amoríos con la doncella de quien fuera su prometida, la hija de aquél. Y, por supuesto, puede lograr la expulsión de Miguel si encuentra motivos suficientes.

            Además, Lienzo no cuenta más que con deudas y, si bien tiene un buen plan para alzarse con el monopolio del café, debe derivar parte de los fondos acercados por Geertruid para saldar viejas cuentas, con lo que todo se vuelve apariencia, la que debe sostener mientras espera que se realice el supuesto negocio. Así, debe mantener la fachada y, si se puede, vivir de la mentira hasta entonces.

          Liss también se vale de Alonzo Alferonda, un usurero crápula, al que Lienzo acude para solventar gastos, pero quien le debe la vida al salvarlo de la Inquisición y permitirle escapar cuando jóvenes. Alferonda es el encargado de hacer acotaciones a finales de ciertos capítulos para hacerle conocer al lector detalles que los propios protagonistas dejan en el tintero.

           Con estilo coloquial y el uso de ciertos modismos propios de la época, el autor construye una novela que tiene todos los elementos necesarios para una historia de suspense: intrigas, secretos, traición, amenazas y hasta una historia de amor. Con personajes bien delineados, clima en constante tensión y giros por doquier, el libro resulta de lectura fluida, atrapante por momentos pero siempre equilibrado. Un libro para llevar de viaje o leer durante las vacaciones.


jueves, 11 de febrero de 2016

Pelibro 4. Siempre Alice

              Por estos lares dicen que ‘prometido, es deuda’, y si bien lo apunté cuando Agnieszka nos hizo conocer su opinión, lo cierto es que di más vueltas que una calesita –léase, carrusel- antes de llevarlo. Reconozco que mi escepticismo sobre cualquier best seller es visceral, pero en este caso tenía dos buenos motivos para hacer el esfuerzo: conozco al padre de una amiga que padece la enfermedad y, además, existía una adaptación a la pantalla, ocasión para armar un nuevo Pelibro.



Libro

Lisa Genova (Ediciones B, 2015)

            Alice Howland cuenta con cincuenta años, es una brillante profesora e investigadora de psicología cognitiva en Harvard que comienza a tener olvidos. Después de asistir a la consulta de algunos médicos y someterse a los debidos estudios le diagnostican un Alzheimer temprano. Alice, entonces, deberá luchar primero contra el escepticismo de John, su esposo; luego, contra el dolor de abandonar su carrera y su puesto de trabajo, para finalmente resignarse a vivir día tras día con la certeza del deterioro continuo hasta la demencia final.

           El libro está ordenado en capítulos con cita mensual, que abarcan un período de dos años, comenzando en septiembre de 2003 con los primeros síntomas, hasta septiembre de 2005 con un estado avanzado de la enfermedad, y acompaña un epílogo a manera de cierre.

            Rescato la construcción que Genova hace de su protagonista enferma, con un ingente miedo a perder sus recuerdos, a no poder identificar lugares ni personas, a no saber qué hacer para retrasar todo lo posible los efectos del Alzheimer que, con el correr el tiempo –y las páginas-, se van incrementando notoriamente.

             Ni Alice ni su familia –el marido y sus tres hijos- pueden detener el avance del mal para el que aun no existe cura; así, todos deberán reelaborar el vínculo que los une a una madre/esposa a la que cada día que transcurre le deja menos margen para el recuerdo y la comunicación.

         Con sólidas reflexiones sobre el flagelo del Alzheimer, diálogos bien construidos y un estilo muy ameno y coloquial, la autora narra los detalles de la vida cotidiana no sólo del paciente sino también de su entorno familiar y laboral, que deben aprender a convivir con alguien que requiere atención y compañía crecientes para sobrellevar lo más dignamente y con entereza su ingreso en la nada. Porque al final del camino, la nada es lo que espera.

             Un libro que advierte a la sociedad sobre los problemas que apareja el Alzheimer, sus posibles alternativas y la necesidad de rodear al enfermo, asistirlo, acompañarlo en su trágico derrotero mientras se llevan a cabo múltiples ensayos para la obtención de una droga y una terapia adecuada que pueda alcanzar la cura, o mermar sus consecuencias.




Film

Richard Glatzer y Wash Westmoreland, (BSM Studio, 2014)

            La realización para la pantalla grande se acopla muy bien al libro de Genova en todos los aspectos: mantiene el drama in crescendo utilizando los mismos elementos que va desgranando la historia original, sabiamente intercalados.

            El ritmo no decae y no cuenta con escenas sensibleras que molesten al espectador, por más que en alguna de ellas intente manifiestamente alcanzar la empatía del mismo. Sobria las actuaciones de Alec Baldwin –en el rol de John, el esposo- y un reparto que contribuye a la credibilidad de la trama sin altibajos.

            Párrafo aparte merece la soberbia actuación de Julianne Moore en el protagónico de Alice. Es su despliegue superlativo el que ocupa el centro de la historia y desarrolla el personaje hasta sus últimas consecuencias, apegándose notoriamente al texto y reflejando sin dobleces la vida de un enfermo de Alzheimer, quien desde su doloroso diagnóstico debe sobrellevar el deterioro físico y mental, cosa que Moore logra con holgura.

            Por lo demás, la película no se queda sólo en lo que le ocurre a su personaje principal, sino que también indaga en cómo su familia debe modificar sus hábitos para acompañarla en ese camino hacia la nada que conlleva la enfermedad. La necesidad de contención y amor, de paciente tolerancia, de aprendizaje de todos es la única capaz de hacer que Alice, aún en la pérdida de palabras y referencias, mantenga un vínculo con ellos a través de la emoción.

            Un film que demuestra en 100 minutos cómo puede transmitirse una realidad trágica, sin apelar a dramatizaciones exageradas ni languideces lacrimosas. Para ver en familia.

Testimonio del cuarto Pelibro

sábado, 6 de febrero de 2016

La farsa. Una oración por Katerina Horovitsová, Arnošt Lustig


Impedimenta, 2012

            Confieso que después de tanto libro sobre el Holocausto judío durante la Segunda Guerra Mundial, el tema parece haber dado (casi) todo de sí. Pero siempre aparece un enfoque distinto, una nueva mirada, por más que se base en hechos reales y al fin sólo resulte una ficción. Por ello, lo apunté en el 2012 y lo conseguí un año después. Las líneas de Ana lo sacaron del olvido.

         Herman Cohen lidera un grupo de opulentos hombres de negocios americanos de origen judío que visitan un campo de concentración alemán en Polonia en pleno dominio nazi. El mariscal de campo, Bedrich Brenske, oficial de las SS, oficia de anfitrión y con maneras amables intenta hacerles entender a Cohen y acompañantes que sus vidas serán canjeadas por oficiales nazis en poder del enemigo. Mientras se realizan los oficios para el rescate, deberán abonar no sólo todo lo que consuman, sino también la estadía y los costos de los transportes involucrados hasta su liberación. Como el grupo no tiene problemas de dinero, bastará con extender letras o cheques que serán percibidos oportunamente.

            Katerina Horovitzová es una joven bailarina de familia judía que no llega a los veinte. Junto a sus padres, abuela y seis hermanas desciende de un tren que los transporta al campo. Ella no sabe qué ocurre ciertamente dentro de ese campo, pero se rumorea que los habrán de gasear y ella se resiste a morir. En el mismo instante que va a ser destinada al sector de mujeres, Herman Cohen escucha su comentario y paga su rescate. Así, Katerina acompañará en su derrotero a la veintena de empresarios. Y los lectores, seguiremos el curso de los acontecimientos.

         Son cuatro los personajes principales. La joven y bella Katerina se desespera por lograr que Cohen rescate al resto de su familia antes que sea demasiado tarde, pero no encuentra oportunidad para hacérselo saber, pues siempre están acompañados por guardias de seguridad. Cohen es consciente de la delicada situación en que se encuentra el grupo, pero está decidido a perder el dinero para mantenerse con vida. Brenske despliega sus habilidades para desplumar al grupo antes de revelar el destino del mismo. Y un sastre, un recluso judío encargado de hacerle a Cohen un nuevo traje, que sabe la verdad pero es incapaz de revelarla.

            Que lo que se narra es una ficción, se descubre en las primeras páginas, al saberse que el lugar donde se reúnen el mariscal y los empresarios es una sinagoga sita, justamente, frente al campo de concentración. El final de la historia se anticipa al término de la primera de las tres partes que componen la obra, cuando Brenske comenta que él mismo los conducirá a la solución final.

          Katerina y Cohen encarnan a los ingenuos, ignorantes de qué ocurre dentro del campo -y si lo sospechan, no quieren confirmarlo-. Brenske, a quien sí sabe cómo va a ser el camino, pero lo oculta hasta lograr su cometido de expoliar los bolsillos de sus capturados, y el sastre, que también sabe qué le espera tanto a él como a los demás, no puede hablar.

            Con un estilo dinámico, de tensión creciente y un final poco creíble pero justiciero, Lustig compone una farsa a todas luces, para mostrar sutilmente el horror sin escándalo ni morbo alguno. Interesante, aunque no muy apto para lectores sensibles.

lunes, 1 de febrero de 2016

Estéreo Transatlántico 4. Soviet kitsch. Limónov, Emmanuel Carrère


Anagrama, 2013

             Lo compré cuando alguien en la blogosfera comentó que el libro oficiaba de biografía no autorizada o algo así. Además, el éxito del autor con otros textos brindaba cierto grado de confianza. Luego, quedamos con U-topía en que lo leeríamos conjuntamente, puesto que ambos contábamos con la misma edición. Nos pusimos de acuerdo y aquí estamos.

            Este libro narra la biografía algo novelizada del escritor y poeta ucraniano Eduard Veniaminóvich Savienko, alias Limónov –derivado de limón, por su acidez, y limonka, la granada explosiva- que aún vive y, sospecho, ha dado su beneplácito para la publicación.

            Si tuviera que resumir quién es este personaje, diría que Limónov encarna a un chico grande, un adulto con alma de chico. Eso no quita que fuera delincuente, fascista, agitador político y demás epítetos; para nada. Pero no sería justo restringirlo sólo a eso, sin hacer mención de sus escritos, sus buenos sentimientos, su solidaridad, protección y una dosis elevada de lealtad a una idea o un objetivo.

            Así planteado, el libro desgrana la sed de aventuras de su protagonista, ya desde sus años mozos, presentándolo como un ícono de la desmesura. Limónov quiere ser el más grande poeta de Rusia; el más grande… en todo lo que enfrente. No puede conformarse con menos, y desprecia a todos los que pudieran ser competidores en captar la atención en lugar suyo: Solzhenitsyn, Brodsky, etc. Por otra parte, no deja de cautivar al lector que un jovenzuelo, aprendiz de matón, pase a ser un reconocido poeta en ciernes en Moscú; se convierta en sirviente de un ricachón neoyorquino; columnista de un periódico amarillista en París; guerrillero serbio; devenga una suerte de gurú de un minúsculo grupo en los montes Altái, dé con sus huesos en la cárcel rusa y al salir funde un partido nada menos que con Garry Kasparov, el campeón de ajedrez.

              Si bien no parece muy meritorio el trabajo de Carrère, pues Limónov se ha encargado personalmente de escribirlo todo acerca de sí mismo –una forma no velada de megalomanía- y el autor ha tenido acceso a la totalidad de los documentos, lo cierto es que se convierte en el vehículo de repaso de la historia del pueblo ruso, desde el gobierno burócrata de Stalin y sus sucesores del PC, hasta la llegada –y caída- tanto de Gorbachov como de Yeltsin, y el férreo gobierno de Vladimir Putin. En ese sentido, el libro cobra ribetes de testimonio histórico.

               Fluida, coloquial y muy amena, la obra resulta atrapante y puede ser leída de un largo sentón. Hay páginas en las que Carrère aprovecha para hablar de su propia biografía; no se entiende muy bien qué lo lleva a hacerlo, aunque sirve de contraste entre una vida monótona de un escritor acomodado y exitoso, y la de alguien que ha tenido que abrirse camino para lograr ser reconocido.

              ¡Gracias, U-topía, por compartir esta lectura! Lo que ella opina, puedes leerlo aquí.