I.
Final a toda orquesta del último
volumen de esta saga, que se extiende más allá del millar de páginas. Está
constituido por la Octava y la Novena Parte de la obra y, entre ambas, el autor
decidió intercalar una suerte de ensayo, bajo el título de El nombre y el número. El libro comienza con las dificultades que
se suscitan ante la aparición del primer volumen, cuando el hermano menor de su
padre –a más de tildarlo de mentiroso, falaz y engreído- amenaza con llevarlo a
juicio si prosigue la exposición familiar. Continúa con la tan ansiada adquisición
de renombre –mientras escribe los últimos dos libros- y finaliza con la carga –y
cierto sentimiento de culpa- que supuso enfrentar los trastornos de
personalidad que llevaron a su esposa a estar internada un período en una institución
psiquiátrica.
II.
Me detengo a exponer las razones de
por qué considero a éste el mejor de los libros. En la Octava Parte, Knausgård
analiza el vínculo entre padres e hijos a partir de un libro de P. Handke y, de
paso, denuncia el rol nocivo de la TV y los medios de comunicación en la abulia
de los niños. También expone una interesante reflexión acerca de la naturaleza
del trabajo y de cómo aquel viejo motivo de esclavitud
capitalista se ha convertido en señal de autorrealización personal. Además, sostiene que la identidad tiende
a uniformizarnos y, junto a la necesidad de pertenencia, nos subordina a un
poder que, en aras de ser igualitarios
con los inmigrantes, elimina símbolos patrios y de cultos, mientras subsiste la
hipocresía de la clase media que opta por escuelas donde aquellos no tengan
cabida. Finalmente, desmenuza literariamente la comedia y la tragedia, a través
de El Quijote, Madame Bovary y El idiota.
III.
El
nombre y el número es un ensayo con ribetes literarios, filosóficos y psicológicos
que resume el pensamiento del autor. Comienza con un análisis del Ulises, de Joyce, y repasa una discusión
filosófica entre Heidegger y Husserl. Luego, se extiende sobre la obra de
Hamsun, para detenerse en una exégesis del texto de Paul Celan, Stretta, un poema basado en el
Holocausto judío y la importancia del nombre como identidad, que dispara reflexiones
sobre la naturaleza del yo y del nosotros desde el punto de vista social,
concluyendo que aquello que no tiene nombre puede ser convertido en eso, y de allí, en nada.
IV.
Pero el plato fuerte de este ensayo lo
constituye el análisis del libro que le da origen al título de su saga. Me
refiero a Mi Lucha, de Adolf Hitler,
aparecido en 1925, mucho antes de su ascenso al poder. En su interpretación personal,
Knausgård demuestra haber investigado acerca de la biografía de quien fuera el
líder del nacionalsocialismo alemán, abrevando profusamente en fuentes diversas
–que cita en el final de su libro- y aporta rasgos ocultos de quien, con escasa
preparación académica y sin brillar, hizo de la manipulación de las masas a
través de su oratoria sin par y su carisma, su camino de llegada a un poder tan
absoluto que logró desbordar los diques racionales de la sociedad, para
transformarse en el genocida más horroroso de la Historia.
V.
Con una prosa fluida aunque extensa,
Knausgård combina magistralmente sus avatares como padre y marido, la porfía en
la escritura, la inestabilidad emocional propia y ajena, con sus logros
literarios, sus pensamientos e interpretaciones y, en sí mismo, el valor de la
palabra. En este aspecto, el conjunto de esta ambiciosa y rara mezcla de novela
biográfica y ensayo, tiene a la palabra como protagonista principal, acompañada
–como no podía ser de otra forma- de una honestidad ciega y brutal –que le ha
deparado no pocos sinsabores-. Para autor y lector, ha sido un esfuerzo importante,
que cierra de la mejor manera.
Testimonio del conjunto de la obra