I.
El Trío Infernal, núcleo lector al que así bauticé por tratarse de
dos mujeres y un hombre que comparten actividades –lectoras en nuestro caso; delictivas,
en el film homónimo- decidió encarar este título de Fitzgerald, que alude sesgadamente
al personaje descripto por Petronio en el Satiricón:
un liberto quien, devenido en nuevo
rico, organiza un banquete al que asisten invitados que ni siquiera lo
conocen -y que terminan con su casa y con él mismo-.
II.
Nick Carraway, narrador de esta historia, es
un joven de provincias, recién llegado a una pujante y bulliciosa Manhattan de
los años ’20 del siglo pasado –los Años
Locos- en busca de un lugar como escritor o periodista. Por azar, alquila
una propiedad al lado de una mansión, donde todas las noches hay fiesta y música,
con numerosos invitados. Su vecino, Jay Gatsby, sólo tiene en mente
reconquistar a Daisy Buchanan, ahora casada, que se halla al otro lado del río Hudson.
Nick es primo de Daisy y, con ello, se convierte en intermediario y, de alguna
manera, en confesor.
III.
Pero entonces… ¿estamos nuevamente
ante la reconocida novela del autor, El
gran Gatsby? Sí y no. La presente edición corresponde a una versión, tomada
de una galerada, previa al cambio de título que el editor Maxwell Perkins le
sugiriera a Fitzgerald, en conjunto con otras modificaciones (en especial, ir goteando parte de la historia de Jay
Gatsby a través de la trama). Lo valioso es poder apreciar cómo el autor decidió
tener en cuenta la acotación y cómo la misma cambia totalmente la novela en la
segunda mitad, a partir de una confidencia –que aparece diluida en la obra publicada-.
La versión digital, gentileza de EpubLibre |
Mientras releía la versión canónica de la célebre novela de
marras me preguntaba cómo influyen las consideraciones de un editor en la presentación
de una obra maestra bajo otros aspectos
que la vuelven tal. Así, ¿cuál sería nuestra elección acerca de un afamado título
de Carver? ¿La versión recortada por su editor, Gordon Lish, o aquella que el
autor nos hubiera legado? Sospecho que un tupido entramado de opiniones se
haría presente.
V.
Para mi gusto, el monólogo
explicativo –y confidente- de Gatsby acerca de su pasado y sus intereses
personales –que le otorgan al narrador carácter de testigo depositario-
adquieren una fuerza narrativa y contundencia que Perkins no supo ver. Un libro
fluido, ameno, con un final conocido pero con mucha más sustancia, a mi
entender, que la obra que hiciera famoso a Fitzgerald. Recomiendo esta opción a
todo aquél que no haya leído previamente aquélla.