viernes, 29 de noviembre de 2019

Concierto literario. Nocturnos, Kazuo Ishiguro


Anagrama, 2010

I.

            Hace varios años –antes que al autor le otorgaran el Premio Nobel de Literatura- había leído una crítica con algo de sorna respecto de este libro, poco habitual por tratarse de una serie de relatos para quien fuera mundialmente conocido por sus novelas. La curiosidad y mi pasión por la combinación entre música y letras decidieron la suerte de este ejemplar que esperó hasta hoy, albergando la intención de equilibrar mis lecturas.

II.

            Cinco historias transitan estas páginas, donde se dan cita guitarristas, saxofonistas, violoncelistas y compositores como vehículos de sendas tramas, pero que en definitiva, a la hora de hacer balance, hablan del paso del tiempo en las relaciones de pareja, el abandono o el fracaso de sueños juveniles, la necesidad de adaptarse a las exigencias del mercado, combinado con la falta de inspiración o de talento y la bohemia natural de aquellos que se ganan la vida como virtuosos o simples sesionistas.

III.

            La estructura es propia del ámbito musical. La esposa del protagonista del primer relato es la protagonista –años después- del cuarto; la atmósfera veneciana irrumpe en el inicio como en el final. De esa manera, las historias narradas independientemente unas de otras –que se pueden leer por separado- mantienen un hilo conductor común, al igual que en una obra musical, dividida en movimientos. El conjunto, resulta un concierto literario.

IV.

            Casi todos los relatos tienen un final abierto, por más que el lector pueda suponer o entrever el curso de acción principal a posteriori; pero éste no está marcado en firme. En todos, existe una cierta contención de las emociones de sus personajes; una necesidad de llevar la tensión hasta un clímax, pero sin resolverlo. La sólida pluma de Ishiguro, amena y coloquial, unida a su arte de describir sentires de toda naturaleza, hacen del presente un trabajo propicio para iniciarse en el universo del autor.

domingo, 24 de noviembre de 2019

e-book 51. Codicia. El Mandarín, José María Eça de Queiroz


Nuevo Siglo, 1994

I.

            Creo que el título surgió de un comentario en el blog de un amigo, y lo apunté. Luego, cuando tuve la oportunidad, me hice de una versión digital. No tenía mucha idea acerca de lo que iba a encontrar, pero un poco de fantasía siempre ha sido buena, sobre todo cuando la realidad cotidiana se ha vuelto gris y rutinaria.

II.

            Nos encontramos con un trabajo que data de 1884. Teodoro es un funcionario de menor valía que habita en la pensión de doña Augusta, en Lisboa. Apenas puede hacer frente a sus gastos, pero goza de la lectura. Un día, mientras leía uno de esos empolvados libros, descubre que podría hacerse millonario con solo hacer tintinear una campanilla. No cree en ello, pero… la campanilla se hace presente, a la vez que un hombre vestido de negro quien, con sutilezas y argucias, intenta convencer a Teodoro de que efectúe el hecho. Con ello, dará muerte a un longevo mandarín de los confines de China y, por un birlibirloque, heredará su cuantiosa fortuna. Teodoro no duda y hace sonar la campanilla y…

La versión digital, gentileza de Epublibre

III.

            Lo cierto es que, si bien Teodoro se hace rico, la figura del mandarín lo acosa día y noche, de manera de hacerle saber que toda su familia no solo se ha empobrecido sino que el hambre golpea a sus puertas. Incapaz de renegar del dolor ajeno, Teodoro intentará llegar a los confines de la China para devolver en parte los fondos del mandarín, aunque con ello deba asumir riesgos de vida.

IV.

             Con una pluma proverbial, ágil y muy divertida, Queiroz pone el acento en la codicia y en la necesidad de restañar el mal que se ha hecho. Consciente de los recovecos del alma humana, el autor va planteando reflexiones sobre el materialismo, la justicia y, en definitiva, de cuánto vale aumentar nuestras riquezas, con el costo de empobrecer a los demás. No poca cosa, en estos tiempos. Un libro que invita a la reflexión.

martes, 19 de noviembre de 2019

Novelas de Stefan Zweig. 11. La embriaguez de la metamorfosis, Stefan Zweig


Acantilado, 2012

I.

            Final de volumen y de este largo periplo que comenzó en el mes de enero ppdo., cuando decidí tomarme el año en curso para encarar las novelas que componen este prestigioso libro, puesto a disposición por la casa editora en una encuadernación en cartoné para todos aquellos que amamos las letras de Zweig. Puedo expresar que la experiencia ha sido gozosa, por más que, como en toda compilación de trabajos, exista también aquí cierta irregularidad, propia de los momentos en que fueron escritas –un importante período de tiempo que abarca grandes cambios sociales y políticos-.

II.

            Christine Hoflehner es ayudante de correos en una aldea cercana a Viena. Corre el año 1926 y cuenta con veintiocho años. Vive muy ajustadamente junto a su madre enferma, con su magro sueldo de funcionaria. Desde la muerte de su padre y el fin de la guerra, ambas han sobrevivido no sin esfuerzos y penurias. La llegada de un telegrama a su nombre, de parte de su tía Klaire –casada con un opulento norteamericano-, invitándola a pasar unos días en los Alpes suizos –sin costos para ella- no sólo llama su atención, sino que inicia un camino de autodescubrimiento.

III.

            Ese feliz y breve período -que culminará abruptamente- generará rencor y odio hacia la sociedad, que no sólo evidencia que otra vida mejor es posible, sino que sólo los que cuentan con recursos económicos pueden hacer usufructo de ella. Al reencontrarse con su hermana tiempo después, entra en contacto con el único amigo de su cuñado, del tiempo en que fueron prisioneros de guerra. Sólo que Ferdinand tuvo que quedarse dos años más en Siberia y aún en el presente no puede conseguir un trabajo digno por mucho tiempo. Así, la inquina de esa incipiente pareja que se siente estafada por el Estado, habiéndoles privado de una vida de calidad, orilla hacia la venganza, planeando un desfalco de proporciones, y de una huida posterior.

IV.

             Con el estilo preciosista de su prosa, Zweig plantea un conflicto entre el ciudadano, el Estado y la sociedad de su tiempo, a través de un proceso de toma de conciencia –de la pobreza-que la protagonista efectúa a lo largo de las páginas. A esto le suma las injusticias que toda guerra deja como secuela y la imposibilidad de hallar una salida para gente que, en otras condiciones, hubiera podido tener mejores opciones. Un libro algo extenso, bien delineado psicológicamente y con un final abierto que sugiere la reflexión sobre el influjo de la situación social y política en cada individuo. Buen broche de cierre. El conjunto de novelas, para el deleite.
Testimonio del volumen editado por Acantilado

jueves, 14 de noviembre de 2019

Pecado de juventud. La única historia, Julian Barnes


Anagrama, 2019

I.

            ¿De qué hablamos cuando hablamos de amor? fue el título con el que Gordon Lish lanzó al estrellato a un desconocido Raymond Carver. Hoy son millones los lectores de esa obra, tanto en aquella versión como en la que el propio autor nos dio a conocer: Principiantes. Un maduro Julian Barnes nos ofrece hoy sus propias creencias sobre ello. En gran medida, un acendrado colofón al tema principal de su historia y dedicación literaria.

II.

            Paul es un joven de diecinueve años que, tenis mediante, descubre lo que llegaría a ser el amor de su vida: Susan Macleod. Pero no tiene nada a favor. Ella está casada con Gordon, tiene dos hijas mayores en edad que él… y cuenta con cuarenta y ocho años. Entre ambos vivirán un amor sin par a lo largo de los siguientes diez años, hasta que la situación se vuelva intolerable y entonces la asimetría solo deje posibilidades de supervivencia para uno de ellos.

III.

            Estructurado en tres partes, con un narrador en primera persona al inicio, que da paso a una segunda persona en el intermedio y alterna entre primera y tercera al final, Barnes nos habla de un pecado de juventud, una historia de amor única, narrada medio siglo después de ocurrida. Pero no se restringe a los hechos amorosos sino que deja paso a su contracara, el aislamiento y la pérdida de toda referencia social, junto a la necesidad de rescatar lo poco que va quedando a medida que el deterioro de Susan se hace más notorio.

IV.

          El protagonista ha hecho lo indecible por sostener su historia de amor, independientemente de los cánones sociales, la crítica familiar y el rol de aventura que le endilgan los amigos más cercanos. Deja en claro que estaba profundamente enamorado en una relación sin futuro. Ha luchado contra la adversidad y ha fracasado. Pero ahora, tras cinco décadas, intenta encontrar el significado, la explicación de aquella experiencia crucial que no solo evoca para dejar que no muera en el olvido sino que le permita comprender –o justificar- por qué sus relaciones posteriores han sido de la manera que fueron.

V.

            Con una pluma ágil, escenas ambientadas a fines de los ’60 del siglo pasado, una mirada crítica sobre la clase media de entonces y una denuncia en sordina a la violencia de género, Barnes construye un relato profundo, que indaga sobre la naturaleza del amor, su persistencia en nuestro interior y cómo la memoria recrea los gratos recuerdos que, de alguna manera, nos permitan seguir creyendo en aquél. En mi humilde opinión, más meritorio del Man Booker que El sentido de un final.

sábado, 9 de noviembre de 2019

e-book 50. Pertenecer. La dependienta, Sayaka Murata


Duomo, 2019

I.

            Un libro breve. Me atrapó su portada ni bien la vi y, al entrar en materia, me pareció necesario brindarle un lugar en las lecturas del año. Sobre todo, viniendo desde el Japón, como una bocanada de aire fresco, renovador. Cuando un trabajo conciso –como el presente- resulta contundente, los lectores estamos de parabienes.

II.

            Keiko Furukura es una niña que no encaja con el resto de sus compañeros de escuela. Toma sus propias decisiones –algunas de ellas no están de acuerdo con los cánones sociales- y, por eso, necesita ser curada. Pasó el tiempo y Keiko sólo pudo convertirse en alguien normal el día que se mudó a Tokio, tras abandonar el solar familiar, empleándose en una konbini, un estanco o kiosco abierto las 24 hs. en el que trabaja por horas. Allí, frente a un manual de instrucciones y una férrea capacitación, halló su lugar en el mundo. El problema es que, después de dieciocho años de asistencia y con treinta y seis años de edad, todo su entorno familiar y de amistades cuestiona por qué no ha cambiado a un trabajo más importante o, en su defecto, por qué no se ha casado ni tenido hijos.

III.

            El planteo de la autora se presenta desde el inicio. Su protagonista es una border, que no adhiere a los mandatos sociales ni está interesada en formar una familia. Virgen aún, se pregunta si engendrar vida garantiza la aceptación social. Andando el tiempo, consigue que un ex compañero –sin dinero ni ganas de trabajar- comparta su modesta habitación, con el fin de decirles a los demás que tiene pareja y convive con él. El beneplácito y el asombro no se hacen esperar, con lo que Keiko se siente parte de la sociedad. Pero el costo de semejante decisión se vuelve cada vez más engorroso y la aparta de aquello que la hace feliz.
La versión digital, gentileza de Epublibre
IV.

             De pluma ágil, escueta en su extensión y escenas bien descriptas, Murata señala los roles asignados por un código social con los que su protagonista deberá convivir y, en la medida de lo posible, satisfacer, so pena de quedar excluida como un outsider. Con ella, su partenaire tampoco alberga intención alguna de ser parte de una sociedad estereotipada, caduca, donde los distintos son señalados como tal, presionados continuamente por los otros miembros, casi sin opciones de ser integrados.

V.

             ¿Cuál es el costo de pertenecer, de ser uno más? ¿Qué posibilidades reales de inclusión tienen aquellos que no se sienten llamados a cumplir con convencionalismos? Una novela bien llevada hasta el final, que plantea interrogantes a los lectores. Más que interesante.

lunes, 4 de noviembre de 2019

Remover el pasado. La mujer de mi vida, Carla Guelfenbein


Alfaguara, 2005

         ‘Debió ser un proceso invisible, que se fue gestando en el tiempo. Supongo que los abandonos son así. Primero, deja de importarte lo que el otro piensa, sus discursos y argumentos te empiezan a sonar rancios; luego, te desinteresas de lo que hace, de lo que siente, y sin darte cuenta, paf, partes. No importa que sigas ahí, compartiendo el café por la mañana. Ya has partido y lo que queda de ti es apenas una cáscara.’

I.

            El grato recuerdo del primer trabajo de la autora junto a la aparición de un nuevo título me inclinaron a proseguir –en orden cronológico- con la lectura de su obra. El conflicto social planteado al presidente Piñera en Chile hace unos pocos días sólo reforzó la decisión de encarar el presente volumen.

II.

            Theo, un reportero de guerra inglés cerca de la cuarentena, es invitado por Antonio Sierra, un viejo amigo, a pasar las Fiestas de Año Nuevo en su casa en Puerto Montt, tras quince años de ausencias recíprocas. Será la primera vez que no las comparta con su hija Sophie, de ocho años. Lo que Theo desconoce es que también estará Clara esperándole. Parece que ha llegado la hora de remover el pasado y saldar cuentas.

III.

            La novela se abre con un hecho trágico. Ambientada en 2001, Theo nos va narrando los recelos propios y las ironías de Antonio, haciendo mención a un pasado común con matices tormentosos. Tanto ellos como Clara se conocieron en un verano de 1986, cuando Antonio y ella, un poco menor, estaban viviendo exiliados en Inglaterra. Entre Theo y Antonio forjaron una férrea amistad, sólo empañada por la competencia en el amor de Clara. Un suceso puntual aunque no menor, desencadenó el alejamiento de los protagonistas.

IV.

            Guelfenbein ensambla la clásica historia del triángulo de amor con la vida en el extranjero, la resistencia a la dictadura de Pinochet, los ideales de juventud y la historia familiar, de manera de construir una mirada desde el exilio basada en la amistad que desarrollan dos muchachos universitarios que comparten estudios. Clara es el puente de unión entre opuestos y, a la vez, el origen de la separación de los personajes masculinos. Estructurada en tres partes, la autora narra los sucesos en tiempo presente, para volver al inicio de aquel verano y concluir en un final sugerente.

V.

            En estilo coloquial y fluido, con diálogos acertados y lograda composición psicológica de los personajes, el libro no elude reflexiones sobre el amor –y el desamor-, la pareja, los hijos, por más que algunas escenas parezcan forzadas. En suma, una lectura interesante.