Anagrama, 2010
I.
Hace varios años –antes que al autor le
otorgaran el Premio Nobel de Literatura- había leído una crítica con algo de
sorna respecto de este libro, poco habitual por tratarse de una serie de
relatos para quien fuera mundialmente conocido por sus novelas. La curiosidad y
mi pasión por la combinación entre música y letras decidieron la suerte de este
ejemplar que esperó hasta hoy, albergando la intención de equilibrar mis
lecturas.
II.
Cinco historias transitan estas
páginas, donde se dan cita guitarristas, saxofonistas, violoncelistas y
compositores como vehículos de sendas tramas, pero que en definitiva, a la hora
de hacer balance, hablan del paso del tiempo en las relaciones de pareja, el
abandono o el fracaso de sueños juveniles, la necesidad de adaptarse a las
exigencias del mercado, combinado con la falta de inspiración o de talento y la
bohemia natural de aquellos que se ganan la vida como virtuosos o simples sesionistas.
III.
La estructura es propia del ámbito
musical. La esposa del protagonista del primer relato es la protagonista –años después-
del cuarto; la atmósfera veneciana irrumpe en el inicio como en el final. De
esa manera, las historias narradas independientemente unas de otras –que se
pueden leer por separado- mantienen un hilo conductor común, al igual que en
una obra musical, dividida en movimientos.
El conjunto, resulta un concierto literario.
IV.
Casi todos los relatos tienen un
final abierto, por más que el lector pueda suponer o entrever el curso de
acción principal a posteriori; pero
éste no está marcado en firme. En todos, existe una cierta contención de las
emociones de sus personajes; una necesidad de llevar la tensión hasta un
clímax, pero sin resolverlo. La sólida pluma de Ishiguro, amena y coloquial, unida
a su arte de describir sentires de toda naturaleza, hacen del presente un
trabajo propicio para iniciarse en el universo del autor.