Ediciones B, 1989
Otro
libro y autor rescatado gracias a la blogosfera. Resulta que no había leído
nada de Arpino y me pareció interesante acudir en su busca. Tampoco fue fácil
hallar algo; ninguna presencia física en los lugares que suelo frecuentar.
Afortunadamente, alguien tenía en oferta esta obra en el mercado de usados y me
hice del ejemplar.
Antonio es un hombre de cuarenta
años, solo, que trabaja como contable en una oficina, tiene un buen ingreso
pero le pesa no tener pareja y siente que se le está pasando el tiempo de
conseguirla. Ambientado en Turín, el libro plantea en principio los devaneos de
su protagonista acerca de por qué él se ha quedado solo -haciendo uso de la
técnica del monólogo interior-. Luego, se nos relatan los hechos que acontecen
cuando se enamora –platónicamente- de una novicia que acompaña diariamente su
derrotero de regreso al hogar, a la salida de la oficina.
Las preguntas internas, los
cuestionamientos sobre la naturaleza de su amor; la importancia de qué dirán
los demás sobre una relación con una joven veinte años menor y –además- devota
de Dios, a la que él intenta conquistar, sin dominar las armas de seducción ni
conocer el oficio, son parte de este interesante libro.
El prístino contacto entre ambos en la
espera del tranvía, los primeros escarceos y confesiones, la confianza
recíproca que va llenando las horas, compartidas en charlas nocturnas, sin
tratar de lleno el tema esencial entre ellos –el amor que se profesan- dispara el
juego de las medias palabras, de los gestos y del lenguaje corporal que, si
bien sostienen en parte la expectativa de un futuro promisorio, confunden y
separan a los personajes.
El desenlace sobreviene en medio de
un desencuentro. Esas medias palabras, tomadas de manera diferente entre sus
protagonistas, brindan un final si no trillado, al menos previsible. La falta
de transparencia en la comunicación de lo que cada uno siente respecto del
otro, ha dado lugar a equívocos varios que concluyen en un final tenso y
abierto.
De estilo ameno y coloquial, acompañado
de un prólogo de Antonio Muñoz Molina, Arpino construye un relato soberbio sobre la naturaleza humana de los tímidos, que se preguntan mucho sobre qué
hacer, cuando la circunstancia requiere la acción inmediata. Un buen ejemplo de
los problemas que ocasiona la falta de resolución ante una situación crucial.
Por lo demás, una novela bastante llevadera y por momentos intensa.
El tipo de protagonista que odio. Me recuerda al protagonista de "Yo maldigo el río del tiempo" de Per Petterson, y al de la novela que estoy leyendo ahora mismo, del autor austriaco Arno Geiger. Desafortunadamente, hay mucha gente así. Y yo prefiero leer sobre estas personas en vez de tener que tratar con ellas directamente.
ResponderEliminarsaludos
Me hace gracia tu comentario, Agnieszka! Comparto tu apreciación; es mejor verlos en la ficción que toparse con ellos. No se, creo que a esta altura de la vida, me cae mejor la gente frontal -antes 'me bancaba el chamuyo'-.
EliminarRecibe un gran abrazo.
El ser tímido y replegado sobre sí mismo no solo ha sido un personaje que ha transitado por una buena parte de la literatura europea, también los mismos escritores que los reflejaron, claro está. Laura (U-topia), acaba de traernos al escritor Walser, hombre tímido y depresivo, yo añado otro tímido célebre y también suizo como Walser, me refiero a Amiel (Henri-Frédéric Amiel, y su “Diario íntimo”), a quien ya mencioné en un comentario, en el blog de Andrómeda (letrasentinta). Me has provocado gran curiosidad con tu texto, Marcelo. Un abrazo amigo.
EliminarAmigo Paco! Pensé que te encontrabas de vacaciones.
EliminarEs un libro bien narrado, sin demasiados relieves, pero absolutamente franco y lineal. He visto lo publicado por U-to en su espacio, y me ha llamado la atención. Apunto a Amiel, como para allegarme a su obra.
Recibe un refresco, amigo, desde estos Mares del Sud.
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EliminarMarcelo, no te equivocas, estoy con la familia fuera de Madrid, disfrutando del norte en la costa asturiana :)
EliminarAbrazo!
Buenas vacaciones Paco, imaginaba que estabas fuera por no publicar nada.
EliminarAbrazos!!
Gracias Laura! Abrazos cantábricos :)
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ResponderEliminarMarcelo, perdona mi torpeza, he triplicado el mismo comentario por algún estúpido despiste y los he eliminado. Disculpas amigo y buenas lecturas.
EliminarNingún problema, Paco. A veces, también a mi me pasa. Disfruta de la costa asturiana!
EliminarUn abrazo.
También es desconocido para mi, que lo prologue Muñoz Molina es una buena carta de presentación.
ResponderEliminarAñadiría que no siempre la timidez, si no llega a ser enfermiza, provoca la inacción y la opacidad, aunque sí la prudencia y darle muchas vueltas a la cabeza.
El exceso de seguridad en uno mismo, no me acaba de inspirar confianza tampoco.
Bueno, dicho esto, me parece que esta obra puede ser interesante, va a mi nube cerebral :))
Un fortísimo abrazo!!
La indecisión es la protagonista, y el sentido de la oportunidad la acompaña. ¿Cuál es el momento más apropiado para tomar una decisión que se supone trascendente? ¿Y si lo es para mi y no para el otro? Este es parte del nervio central de esta novela.
EliminarEn lo personal, yo era bastante tímido de adolescente; afortunadamente, el hacer escuela de teatro durante 5 años me ayudó mucho a relacionarme con los demás.
Un abrazo grandote, U-to!